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JUICIO POR EL CRIMEN DE ISABEL CARRASCO / Más declaraciones de testigos

No se puede aprobar sin estudiar ¿o sí?

La defensa de las acusadas Monserrat y Triana por el crimen de Isabel Carrasco, el 12 de mayo de 2014, lleva un par de días desbarrando. Quizás sea normal. El defensor es brillante y de éxito, pero no es de León. No conoce la sociedad leonesa ni se ha buscado a un asesor o investigador buen conocedor de León y sus gentes para que resalte las virtudes y defectos de los testigos que llama a declarar con la esperanza de que apoyen su versión.

Martínez Carrión
02/2/2016 - 18:10

La estrategia de la defensa de Monserrat y de Triana es sembrar dudas razonables entre el Jurado y resaltar las contradicciones existentes entre los testigos con el fin de rebajar todo lo posible la más que probable condena por asesinato a Monserrat, autora confesa; y exculpar o lograr una condena mínima para Triana, la hija, como cómplice o encubridora del asesinato.
Esta falta del conocimiento del quién es quién en León ya se notó mucho en la sesión de ayer y en concreto en las declaraciones de los jefes y técnicos de Hacienda y de la Agencia Tributaria. Algunos de esos testigos manifestaron bajo juramento mantener un ligerísimo conocimiento o relación con la asesinada, cuando es todo lo contrario. Se da el caso de que el padre de uno de los testigos de Hacienda fue alto cargo de la Junta siendo Isabel Carrasco consejera de Economía. Otro mantuvo una relación societaria con una empresa que contrataba temas claves con la Diputación gobernada por Carrasco. ¿Casualidades?, quizás, pero son relaciones que pueden poner en duda la imparcialidad de los testigos. Y eso que fueron llamados por la defensa. En este caso, un trabajo de documentación muy deficiente por parte del defensor de Monserrat y de Triana.
En la primera parte de la sesión de esta mañana han desfilado por la sala de la Audiencia Provincial de León los miembros y asesores del tribunal de la oposición a ingeniero de telecomunicaciones de la Diputación, a cuya plaza optaba Triana en 2011. La defensa trata de demostrar que en el fallo de esa oposición, en la que suspendió Triana, hubo irregularidades y que la decisión última se debió a la decisión de la propia Isabel Carrasco, quien en esos momentos ya había roto todas sus relaciones personales con Triana. Se trataría de demostrar que Triana no accedió a esa plaza por la inquina y animadversión que le tenía Isabel por no haber accedido a mantener relaciones sexuales con ella. De ahí vendría el acoso y persecución sistemática de Carrasco contra Triana.
Sin embargo, ha quedado más que acreditado que Triana no aprobó, con independencia de lo que presionara Carrasco, por no estudiar. Su nota en el primer examen fue de 2,2 puntos. Totalmente insuficiente. Pero lo demostrado y testificado hasta por sus amigas más cercanas es que Triana no estudió, que iba de sobrada y prepotente y que consideraba que esa plaza era suya casi por derecho divino, que se había convocado para dársela a ella a dedo. Aunque fuera así, lo menos que ella debería haber hecho era estudiar. Hay que guardar las formas hasta en el infierno. Un exceso de prepotencia y autosuficiencia. Quizás en un momento dado ser militante del PP y tener buena relación personal con el presidente/a de la Diputación y con varios diputados influyentes era más que suficiente. Pero la lógica es que el opositor debe ayudar estudiando, preparándose el temario y demostrando conocimientos. Triana, en un alarde de soberbia y confianza en sus enchufes, no estudió. Y así le fue. Suspendió. Podrá echar la culpa la Isabel Carrasco, pero la verdad es que hizo un mal examen y todas sus amigas han reconocido que le aconsejaron estudiar y ella no les hizo caso. Esperaba aprobar por enchufe o porque alguien le pasaría las respuestas del examen. Lo dicho, un alarde de soberbia e irresponsabilidad. N el pecado llevó la penitencia.
¿Este tipo de actuaciones en las oposiciones de la Diputación fue así durante los mandatos de Isabel Carrasco al frente de la Diputación? Hay respuestas para todos los gustos. La creencia popular es que había muchas irregularidades, algunas de las cuales han llegado a los tribunales de justicia. Hay que esperar a ver qué dicen lo altos cargos de la Diputación que están llamados a declarar. Por de pronto, baste recordar que ya la propia Triana dijo que había sido de dada de alta como militante del PP en un acto celebrado, con padrinos incluidos, en el despacho del entonces presidente de la Diputación, antecesor de Carrasco. Sintomático.
Por otra parte, la jefe del Servicio de Asistencia a Municipios de la Diputación (SAM) fue ayer contundente al declarar, a propuesta de la defensa de Triana, que no hubo irregularidades en el tribunal de la oposición, que esa oposición no fue un simulacro y que aunque ella es militante del PP no se dejó influenciar ni recibió ningún tipo de presión por parte de Carrasco. Fue una declaración a cara de perro con el abogado defensor, en el que éste salió mal parado.
En la misma línea fueron las declaraciones de la jefa de servicio de Economía y Nóminas y de la secretaria general de la Diputación. Las dos sostienen que no hubo persecución contra Triana, pero sí reconocen fallos en el funcionamiento y control de la Diputación. Muy clamoroso es el error de que a Triana se le estuviese pagando en sus nóminas durante cuatro años más dinero del que le correspondía porque a la Junta de Portavoces se le olvidó remitir al servicio de nóminas el acuerdo de compatibilidad para que Triana pudiera ejercer su profesión de forma privada al mismo tiempo que prestaba servicio en la Diputación. La compatibilidad tenía como consecuencia que la nómina de Triana se le rebajaba un 30%. Pero nunca se le aplicó esa rebaja por pura negligencia.
El error fue detectado, por casualidad, claro, cuando Triana tuvo que dejar la Diputación al no aprobar la oposición. Seguidamente se abre un expediente y se inician las reclamaciones judiciales. Lo que se convierte en una auténtica chapuza jurídica. Primero se reclama una cantidad por un procedimiento judicial equivocado. Luego resulta que de esa cantidad inicial ya había prescrito la mitad. Se inicia una nueva reclamación judicial, esta vez de lesividad, que también pierde la Diputación. Al final, la reclamación contra Triana fracasa y termina constándole a la Diputación mucho más dinero que el que le reclamaba y todo ello por hacer las cosas mal. Una chapuza, que ninguna de altas funcionarias que hoy han declarado en la sala han reconocido. Faltaría más. La élite de la élite funcionarial nunca hace autocrítica, ni en un juicio ni bajo juramento. Están por encima del bien y del mal. Todas las testigos, eso sí, han seguido el guión preestablecido para salvaguardar la memoria de Isabel Carrasco. Como el Cid, la presidenta aún gana batallas después de muerta. Cosas de la Diputación de León de esos años, la casa de tócame Roque.
Como nota curiosa destacar la declaración del jefe autonómico de Telefónica en Castilla y León, quien declaró no recordar nada de su relación con Triana, ni si se entrevistó con ella, ni si le prometió en 2011 trabajo como ingeniera o de si coincidieron en un funeral. En este caso Triana mantuvo la mirada fija en la cara del testigo, exhibió un rictus agridulce de sonrisa irónica, a la vez que sus ojos saltones denotaban sorpresa ante la pérdida de memoria del testigo. Lo fulminó con la mirada.

 

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