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Y Diego Salmerón encendió la luz

Aunque pueda parecer imposible hay una persona que hizo las Américas en los años 60 sin salir del término municipal de Alcobendas. Tenía las maletas preparadas para partir con destino a Brasil a finales de los 50. Sin embargo, lo más lejos que llegó fue a la plaza de La Moraleja. Allí se instaló Diego Salmerón y allí comenzó a diseñar su futuro y el de La Moraleja, que estarían completamente unidos.

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Recaló por primera vez en La Moraleja en 1956 para hacer el montaje eléctrico de las oficinas de Niesa

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gentedigital.es/ Mamen Crespo
07/10/2016 - 19:31

Salmerón, propietario del reconocido centro de jardinería Los Peñotes, ha querido contar a sus 84 años en un libro, titulado 'Mi vida, en la América de La Moraleja' su historia, que va unida a la de la urbanización. Su primer contacto con esta zona residencial fue en 1956 cuando la empresa para la que trabajaba le encargó hacer el montaje eléctrico de las oficinas de Niesa.

"Al llegar a La Moraleja me encontré con una magnífica portada de ladrillo visto y un pinar con dos carreteras, de entrada y salida. Al lado izquierdo tenía la vivienda un guarda forestal, uniformado con una banderola de cuero y una chapa de latón que ponía Guarda Forestal, llamado Bustos. La portada tenía cuatro pilastras de ladrillo visto formando hornacinas, rematado con unas magníficas piñas de piedra caliza", recuerda Diego en su libro.

Poco después le llegaron otros trabajos como la instalación eléctrica de la casa del teniente General Milans del Bosch, sobrino del Conde de los Gaitanes; o el chalé del propio Conde, con quien hizo una gran amistad.

Sin embargo, a finales de los 50, Diego no veía un porvenir claro en nuestro país y decidió que se marcharía a hacer las Américas. Sin embargo, nunca emprendió ese viaje porque Milans del Bosch le dijo "Aquí tienes tu América" y habló con el Conde de Los Gaitanes, que le hizo una concesión con renta simbólica de algunos espacios de la plaza de la Moraleja para que se ocupara de prestar los servicios de electricidad, fontanería y carpintería a los chalés y para que hiciera un bazar que surtiera a los vecinos que fueran instalándose en la urbanización.

Y así lo hizo, poniendo al frente de la tienda a su mujer, Ángela García, que también recuerda hoy junto a su marido aquellos maravillosos años; y creando la empresa GARSAL junto a su suegro, que se encargaba de las tareas que ya desempeñaba y de hacer fosas sépticas para las aguas negras, ya que no había alcantarillado. Desde aquel momento, Diego se dedicó en cuerpo y alma a La Moraleja, de la que se confiesa un "amante".

Allí se encargó de seguir llevando la electricidad a las casas, de construir numerosos chalés, de hacer la jardinería de las parcelas y de todos los servicios que pudieran necesitar los propietarios que iban llegando. Además, presenció el derribo del palacio, donde anteriormente, en 1961, Luis Buñuel había estado rodando su película 'Viridiana'. "Los actores venían al bazar a comprar y mi mujer les atendía", recuerda Diego. Pero esos actores no son los únicos con los que tuvo oportunidad de tratar Salmerón. Milans del Bosch se marchó a Argentina y alquiló su casa a Anthony Quinn, a quien atendió durante su estancia en La Moraleja.

"El general me dijo: cuídame la casa y hazle a este hombre todo lo que necesite", apunta y recuerda como anécdota que "lo primero que me pidió fue que le pintara cada habitación de la casa de un color". Diego también conoció a Ava Gardner, una de las primeras en comprarse un chalé en la urbanización, y a Bing Crosby.

Los años pasaron y llegó el momento de abandonar la plaza que tantas satisfacciones le había dado. En 1969, Niesa cambia de propietarios y tienen que dejar el bazar. Entonces, adquirió dos locales en la plaza para montar una floristería para Angelita y terrenos en Alcobendas, donde hoy están Los Peñotes, para levantar su empresa. En los años 70 se sigue dedicando a construir casas y a la jardinería, llegando a convertir Los Peñotes en 1975 en un centro de jardinería de referencia y en 1978 en un Garden Center, donde "lo más importante son los empleados y los clientes".

Para esos empleados, clientes y para su familia y amigos, otra de las patas fundamentales de su vida, ha hecho este libro, con el fin de que recuerden y se emocionen junto a él con la historia de La Moraleja, que es la suya.

 

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