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Riesgo de ictus

Un tercio de los pacientes extremeños anticoagulados por fibrilación auricular no está bien controlado, según un estudio

Un tercio de los pacientes extremeños anticoagulados por fibrilación auricular no está bien controlado con los tratamientos anticoagulantes clásicos (antagonistas de la vitamina K), según los datos facilitados por la Red 'La salud del paciente, por delante'.

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22/3/2014 - 13:20

MÉRIDA, 22 (EUROPA PRESS)

Un tercio de los pacientes extremeños anticoagulados por fibrilación auricular no está bien controlado con los tratamientos anticoagulantes clásicos (antagonistas de la vitamina K), según los datos facilitados por la Red 'La salud del paciente, por delante'.

Esto es "especialmente relevante" si se tiene en cuenta que la fibrilación auricular es la arritmia cardiaca más frecuente y multiplica por cinco el riesgo de sufrir un ictus, una enfermedad que es la primera causa de muerte entre las mujeres y la segunda entre los hombres en nuestro país.

Si bien estos datos son similares en todas las comunidades autónomas, la atención que se presta a los mismos difiere entre unas y otras. En este sentido, en palabras del doctor José Polo, del Centro de Salud Casar, de Cáceres, y coordinador del Grupo de Trabajo de Hematología de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), "existen importantes diferencias autonómicas en cuanto a la utilización de los nuevos tratamientos en el abordaje de estos pacientes".

En el caso de Extremadura, el doctor Polo destaca que las limitaciones de acceso a estos tratamientos en esta región "no responden a la evidencia científica y crean un perjuicio a los pacientes en relación a los de otras comunidades autónomas".

RETRASO PARA LOS PACIENTES

Anteriormente, los médicos de familia de Extremadura podían prescribir estos nuevos tratamientos anticoagulantes, una vez cumplimentado el respectivo informe en el que se justificara que en cada paciente estaba indicado. Pero, desde noviembre de 2013, "se ha limitado la prescripción a una serie de especialidades y se ha prohibido la prescripción de los nuevos anticoagulantes por parte del médico de Atención Primaria", señala la red en una nota de prensa.

La consecuencia de ello es, según apunta el doctor Polo, el "retraso" que sufren los pacientes en el inicio del tratamiento. Así, a pesar de que son los médicos de este nivel asistencial los que identifican a los pacientes que no consiguen un control adecuado con los tratamientos clásicos, éstos deben ser derivados a un especialista para que pueda prescribirle un nuevo anticoagulante.

"Debido a las listas de espera, puede pasar un mes o mes y medio hasta que ese paciente sea atendido y controlado, y el riesgo de ictus durante ese tiempo de espera podría ser elevado en algunos pacientes", explica el doctor Polo.

En este sentido, respecto a los tratamientos utilizados, el doctor Polo explica que "hay una serie de pacientes que no se benefician del tratamiento clásico, estimándose que entre el 60 y 70 por ciento de ellos están "en rangos de control".

El doctor Polo forma parte de la Red 'La salud del paciente, por delante', y sus reflexiones van en línea con las conclusiones y propuestas presentadas por la Red, conformada por más de 20 expertos entre cardiólogos, neurólogos, hematólogos, médicos de familia, geriatras, farmacólogos, profesionales de enfermería, gestores y organizaciones de pacientes que, bajo el objetivo común de homogeneizar la práctica clínica y mejorar la calidad de vida de los pacientes, han elaborado el documento 'Por un tratamiento razonado y comprometido con el paciente anticoagulado'.

Los expertos dejan patente en dicho documento la necesidad de "optimizar la innovación y el valor" que aportan los nuevos anticoagulantes orales (NACO), al tiempo que ponen de manifiesto la "pérdida de la oportunidad" que suponen los retrasos en su incorporación al tratamiento "para prevenir potenciales consecuencias en la salud de los pacientes como el ictus u otros embolismos".

En este sentido, reclaman que se reconozca "como una innovación terapéutica que aporta valor por su elevado beneficio clínico en términos de cantidad y calidad de vida" y un mayor compromiso a la hora de incorporarla de manera adecuada y progresiva "sin más demoras adicionales" a la práctica asistencial.
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