Noviembre marca el inicio de la temporada de invierno en un país desolado por la guerra, la crisis política, el COVID y, ahora, por la dureza del clima invernal.
C.P.
24/11/2021 - 12:45
Afganistán es, ahora mismo, uno de los países con una situación humanitaria más delicada. Un conflicto que se ha prolongado durante 42 años ha convertido a su población en una de las más castigadas de la historia. El conflicto de Afganistán se calcula que ha dejado hasta ahora más de un millón y medio de muertos entre la población afgana desde la entrada del ejército soviético en 1979 hasta la toma de Kabul por parte de los talibanes en agosto de 2021. A la invasión soviética le sucedieron dos terribles guerras civiles consecutivas, un periodo de 5 años en el que el país estuvo gobernado por el Califato Islámico, la invasión estadounidense y la posterior ocupación. En la actualidad el conflicto sigue abierto. El Estado Islámico ha llevado a cabo varios atentados en Kabul, el último de ellos en las cercanías de un hospital militar de la capital afgana con más de 25 muertos y 40 heridos.
Estas continuas guerras en Afganistán han dejado a su población, algunas generaciones han vivido
permanentemente en guerra, tremendamente debilitada. Se trata de una nación con más de 3.5 millones de desplazados internos, con el agravante de que el 80% de ellos son mujeres y niños, y casi 2.5 millones de refugiados en Irán y Pakistán, países limítrofes que han absorbido prácticamente el 90% del total de refugiados afganos en el mundo.
Para todos ellos la llegada de los meses más fríos supone una amenaza tremenda en un país en el que en los peores meses de invierno las temperaturas pueden llegar a pasar holgadamente de los 20 grados bajo cero en muchas de las zonas del país. Estas temperaturas extremas suponen un riesgo evidente para muchas familias de desplazados que malviven en refugios de emergencia que no están preparados para soportar esta climatología. La temporada de nieve, que en Afganistán dura desde finales de enero hasta marzo, agravará aún más las condiciones a las que tendrán que enfrentarse todos estos desplazados y hace cada vez más urgente la necesidad de recibir ayuda humanitaria que contribuya a paliar los efectos del invierno. Hasta la fecha, ACNUR ha dado asistencia a 450.000 personas con materiales de emergencia, kits de higiene, ayudas económicas y apoyo psicológico. Además ha entregado a más de 45.900 mujeres y niñas kits sanitarios. Cada paquete de ayuda para el invierno pesa 25 kilos e incluye revestimiento para el suelo, tabiques y otros elementos para mejorar el aislamiento de las tiendas de campaña frente al frío. Los materiales son resistentes al calor para permitir la instalación de una estufa.
Tampoco hay que olvidar los efectos de la pandemia de la Covid-19 que ya ha dejado a casi nueve millones de personas sin medios de vida en un país que aún está muy lejos de haber dejado atrás la amenaza del virus.
Un cóctel perfecto, guerra continuada, conflicto político, alto número de desplazados, pandemia, que convierte a Afganistán en un país necesitado de ayuda humanitaria que frene el avance de la pobreza y mejore las condiciones de vida de sus habitantes.
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