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Mugabe, uno de los que sobran en la Final

Archivado en: Mundial, Sudáfrica, Johannesburgo, fútbol, Robert Mugabe

Robert Mugabe, el presidente de Zimbabwe, también estará en la final. Será uno de los 14 presidentes africanos allí presentes.

Con la falta de vergüenza que le caracteriza desde hace años, se ha plantado en Johannesburgo, en el hotel Michelangelo, -uno de los más lujosos de la ciudad-, para no perderse el evento. Así lo cuenta David Gistau en El Mundo de hoy "Hace dos días dejó aparacado en la puerta un impresionante Rolls-Royce, con tan sólo un número 1 en la matrícula con el escudo de Zimbabue, que basta para sintetizar los  excesos de su satrapía lunática". Tal y como hizo celebrando su 85 cumplemaños y tal y como seguirá haciendo probablemente hasta que le dejen.

La vergüenza también estará en las zonas nobles de Soccer City.

Publicado el 10 de julio de 2010 a las 22:00.

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Diez cosas que hacer en Durban

Archivado en: Mundial, Sudáfrica, Durban, fútbol

Mañana, España debutará en el Mundial y le ha tocado Durban para hacerlo. Una gran ciudad, aunque no sé si el tiempo acompañará a los afortunados que vayan por allí. Una lástima que sea invierno. Pero a falta de tirarse el día disfrutando de la playa, ahí van 10 recomendaciones con cosas interesantes para hacer en la ciudad.

Durban es una ciudad situada en el este de Sudáfrica de la que bien se podría decir que es el 'benidorm' del sur de África. (...) Aunque también se la conoce con el sobrenombre de el Caribe sudafricano, mucho más glamuroso.

Lo mejor de la ciudad es que tiene mucha vida, gracias  sobre todo a la gran colonia hindú que vive allí y que le da color a  todo con sus mercadillos, restaurantes hindúes, festivales y música por  las calles.

Pero Durban es también la capital de Kwa-Zulu Natal, una de las 9 provincias en las que se divide Sudáfrica y que, como su nombre indica, ocupa la zona de preminencia zulú. Tanto que en su página promocional saludan con un "Bienvenido al reino zulú", algo que también se nota gracias a la presencia de decenas de grupos que bailan danzas tradicionales por el paseo marítimo. 


1.- La primera es obligada. Disfrutar del mar aunque haga frío. Hacer surf, snorkel, buceo o lo que cada uno quiera y pueda permitirse.


 [Foto: Jackie, robada del facebook]


2.- Siguiendo con el agua, visitar el Parque 'uShaka Marine World', un enorme acuario y parque de recreo en el que ver de cerca a delfines y tiburones.




[Fotos: Jackie, también robadas]




3.- Ir al Victoria St. Market, un lugar donde puedes sentirte como en La India por la mezcla de olores y sabores del viejo mercado.

 [Foto: Aurora]

4.- Aprender un poco de historia gracias a su callejero. En esta ciudad, una calle recuerda a Mahatma Gandhi, el líder pacifista y precursos de la independencia india, que pasó sus años de juventud en Durban. Allí se dio de bruces contra el racismo. Era a finales del siglo XIX y en Sudáfrica había miles de hindúes que habían sido llevados  allí por los británicos como mano de obra barata. Por aquel entonces Gandi era un joven y desconocido abogado  dispuesto a ayudar a sus compatriotas en un país donde no eran bien tratados. Tardó poco en comprobar cuán dificil sería  su empresa: en su primer viaje en tren  compró un billete de primera clase pero el revisor le obligó a cambiar a tercera, puesto que la otra estaba reservada para los blancos.

 


 5.- Tomarse un zumo de caña de azúcar. Extremadamente dulce pero refrescante. Y más reciente imposible. 

 


 [Foto: Aurora]

6.- Pasear por el Muelle al atardecer





7.- Aprender a bailar alguna danza zulú.




[Foto: Jackie]


8.- Hacer uno de sus famosos tours en helicóptero y ver la ciudad desde el cielo.





9.-Ir de compras al mercadillo. 




10.- Dormir en el Happy Hippo, el backpacker donde nos quedamos nosotros. Por menos de 15 euros: habitaciones de 2 a 6 personas, una gran terraza, bar y hasta columpios... Y seguro que allí no roban, como a los periodistas que van con las selecciones. 

 

Publicado el 16 de junio de 2010 a las 00:30.

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El Mundo habla de Sudáfrica

Archivado en: Mundial, Sudáfrica, Johannesburgo, fútbol

"El Mundial será recordado como un momento en el que África se puso en pie yn resueltamente, dio la vuelta a una historia de siglos de pobreza y conflicto.” Thabo Mbeki.

Faltan menos de dos días para que los focos se enciendan en Sudáfrica. 48 horas para que comience el acontecimiento que, esperan y esperamos, servirá para dar "una nueva imagen de África", algo que ya está celebrando todo el continente.

Pero la realidad es que hay tan pocas posibilidades de que la nación anfitriona obtenga un beneficio económico y social como de que su selección gane el Mundial.  

 

De hecho, la celebración del torneo tendrá muchas consecuencias negativas, empezando por el dinero destinado a infraestructuras que no siempre benefican a quienes más lo necesitan, el posible aumento de la prostitución y las redes de tráfico de mujeres y el hecho de que se releguen a un segundo plano los problemas reales del país

¿Entonces, realmente merece la pena el esfuerzo?

Probablemente nunca se sepa, pero seguro que es una buena oportunidad.O al menos, una forma de sacudirse complejos de encima, de demostrar que África también puede hacer cosas, y puede hacerlas bien.

Así lo explicaba hace unos días Mark Gevisser (autor del libro ‘A Legacy of Liberation: Thabo Mbeki and the future of the South African Dream’) en el New York Times,en un artículo titulado South Africa’s World Cup Moment

(Como siempre, la traducción es más o menos libre) 

“Ciertamente, el Mundial ha servido de apoyo contra la recesión global y ha provocado un crecimiento temporal. Ha permitido la mejora de las infraestructuras de transporte y ha demostrado que Sudáfrica tiene una formidable capacidad técnica. Pero la pregunta es cuáles serán los beneficios a largo plazo". En este aspecto, Mark Gevisser lo tiene claro: se trata de imagen, orgullo y apertura internacional.

“¿Por qué Sudáfrica ha apostado tan fuerte, y ha gastado tanto, para acoger este torneo?”  “El gobierno sudafricano cree que el beneficio es intangible y no medible: es un aguijón en el ojo del Afropesimismo, es un inapreciable cobertura mundial, la consolidación del orgullo nacional y de la identidad”.

El mundo habla de Sudáfrica, y los sudafricanos están utilizando el Mundial para imaginar el país de sus sueños. ¿Se puede poner precio a eso?” (...)

Según Gevisser, todo esto se debe a que quizás Sudáfrica añora aquel tiempo en el que la lucha de liberación se convirtió en “la causa del final del siglo XX mientras Nelson Mandela se alzaba como el icono global para el perdón y la reconciliación”. Quizás Sudáfrica quiere volver a ser el centro del mundo por unos días.

O quizás tiene que ver con una “psicología maniaco-depresiva: si no somos la ‘nación arcoiris’, el más bonito cuento de hadas del mundo, entonces seremos otro caso perdido africano”. Y Sudáfrica no quiere eso. 

Quizás sea que su pasado, el más reciente, ése en el que se vivió una de las grandes infamias del siglo XX pero también uno de los momentos más esperanzadores para el ser humano, les oprime a la vez vez que les impulsa a hacer algo bueno con su país. 

Sea como sea, ya no hay marcha atrás, así que esperemos que sepan aprovecharlo. 

Publicado el 9 de junio de 2010 a las 23:30.

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Los políticos, y no el asesinato de Terreblanche, son los que desatan las tensiones raciales en Sudáfrica

Archivado en: Sudáfrica, Eugene Terreblanche, Julius Malema

Este domingo fue asesinado en Sudáfrica Eugene Terreblanche, un granjero blanco, a manos de dos de sus empleados, a los que supuestamente no había pagado el dinero que les adeudaba por unos trabajos. El asunto no habría sido más que un asesinato más de los muchos que a diario se cometen en el país -estos días se habla y mucho de los más de 3.000 granjeros asesinados desde que acabó el Apartheid- de no ser porque Terreblanche era, nada más y nada menos, que el líder del  Movimiento de Resistencia Afrikaner (Afrikaner Weerstandsbeweging), un partido de ideología nazi que defiende la supremaciá blanca. Su biografía es todo un ejemplo de que todavía quedan nostálgicos del Apartheid en Sudáfrica y entre sus hazañas figura la de haber pasado cinco años en la cárcel por estar a punto de matar a unos de sus empleados negros a golpes.

Este hecho ha llevado a varios periódicos a hablar de un resurgimiento de la tensión racial en el país y ha obligado al propio Zuma a pedir "calma" a la población. Se teme que los sectores más racistas utilicen la muerte de Terreblanche como excusa para tomarse la venganza por su mano y que, a su vez, esto pueda provocar una contrareacción de la población negra.

El caso tiene además ramificaciones políticas, ya que no han sido pocos los que han acusado al líder de las Juventudes del Congreso Nacional Africano, Julius Malema, de incitar al odio a los blancos debido a sus declaraciones y a su costumbre de cantar en público una canción  de los años de lucha contra el Apartheid en la que se animaba a "matar a los bóers, matar a los granjeros". El Tribunal Supremo le ha impedido utilizarla en los mítines, pero él, con el apoyo de buena parte del CNA, hace caso omiso de los jueces.

En el año que estuve en Sudáfrica no encontré a nadie hablar bien de este personaje de 28 años que no tiene estudios pero que ha conseguido medrar en el partido y convertirse en el portavoz extraoficial, el que dice lo que le viene en gana cuando le apetece, y al que su partido arropa escudándose en su juventud y en que es la voz de la calle. Una afirmación esta última que nadie corrobora ya que los blancos lo ven como el hombre que va a llevar al país al desastre y los negros como un aprovechado que vive del cuento.

No creo que se deba culpar a Malema del asesinato de Torreblanche, pues no sería más que otra forma de seguir incitando al odio racial, pero sí que alguien debería pararle los pies a este tipo, al que ya han condenado por sus afirmaciones machistas en más de una ocasión.

Por otro lado, tampoco sería justo presentar a los blancos como las víctimas en esta situación, ya que hoy en día la población más desfavorecida sigue siendo claramente la mayoría negra que todavía no ha alcanzando un nivel de vida ni remotamente parecido al de los blancos, a pesar de que esté de moda hablar de la pobreza entre los blancos.

 

Lo que sí deberían hacer los políticos sudafricanos, de uno y otro lado, es mostrar más altura de miras y dedicarse a arreglar todos los problemas a los que se enfrente el país en vez de estarse echando muertos encima. Pero claro, esto es mucho más fácil que trabajar por un futuro que, quieran o no, tendrá que ser construido en común.

 

Publicado el 5 de abril de 2010 a las 23:45.

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África se mueve

África se mueve

África se mueve. Un mundo de tonalidades frente a las tinieblas del pasado

Razones para este blog: Poque hoy en día, con un simple mensaje de móvil, una campesina de Malawi puede conseguir un microcrédito para la cosecha del año que viene; porque un país africano celebra el Mundial; porque Facebook ya tiene versión en swahili; porque si a China le importa África, es que es importante; porque buena parte de nuestros recursos vienen de allí, y cada vez los necesitamos más. Pero también porque países como Zimbabwe están hoy peor que hace 20 años; porque el Sida se sigue cebando con África; porque no podemos olvidar el Genocidio de Ruanda y porque la miseria sigue presente en muchos sitios. Y, sobre todo, porque cada día nos cruzamos con africanos en el metro, en la frutería y hasta en la cola del Inem y no sabemos nada de ellos. En definitiva, porque razones hay más que de sobra. Pero hace falta entenderlas

Autora: Aurora Moreno Alcojor. Soy periodista, el año pasado estuve viviendo en Sudáfrica y aproveché para viajar un poco por el continente. Me gusta hablar de un África distinta a la que nos cuentan los tópicos -aunque muchas veces yo misma caigo en ellos-, y me interesan los nuevos medios de comunicación y el papel que, creo, pueden jugar en el futuro de África.

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