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A topa tolondro. Viajes, escapadas y barzoneos

Oasis en el fondo del océano: ¿el origen de la vida?

Archivado en: Haitzen hitza, Thierry Juteau, black smokers

Thierry Juteau vivió un privilegio estremecedor: fue la primera persona que vio un oasis de vida a 3.000 metros de profundidad bajo el océano Pacífico. Ocurrió el 21 de abril de 1979, cuando este experto en vulcanismo submarino descendió en un batiscafo y descubrió las black smokers o fumarolas negras. El lecho oceánico es un absoluto desierto biológico, pero Juteau comprobó que alrededor de estas chimeneas calientes se extendían unos oasis rebosantes de seres vivos. Ayer contó los detalles de su descubrimiento en la tercera jornada del ciclo Haitzen hitza, en San Sebastián, donde también proyectó algunas imágenes de ese fascinante mundo submarino.

(Thierry Juteau, ayer en la punta Algorri de Zumaia. Foto de Gorka Zabaleta).

Las profundidades del océano son muy hostiles para el ser humano: a partir de los 300 metros se entra en un mundo de oscuridad absoluta, de frío intenso (alrededor de cero grados: allí el mar no se congela gracias a la concentración de sal) y, sobre todo, de una presión aplastante (una atmósfera más cada diez metros, de manera que a 3.000 metros de profundidad se soportan presiones de 300 atmósferas).

En 1979, Juteau descendió a las profundidades del Pacífico en el interior del sumergible Alvin, una bola metálica de dos metros de diámetro, con la compañía de un piloto y otro científico. Se dejaron caer hasta el fondo "en una hora y media de descenso impresionante. El sonar nos indicó que nos acercábamos al fondo, y entonces el piloto largó lastre para poner el batiscafo en equilibrio flotante, encendimos los focos y empezamos a pasearnos sobre el fondo".

Pronto vieron una fumarola negra: la primera black smoker vista por un ser humano. Los científicos suponían que debía existir actividad hidrotermal en las dorsales submarinas, pero jamás habían visto esos chorros de agua caliente y negra que brotan con gran violencia y a una temperatura muchísimo más caliente de lo que esperaban Juteau y sus compañeros. Llevaron un aparato que podía medir hasta 35 grados, porque la máxima registrada en el fondo de un mar no superaba los 23, pero pronto comprobaron que el aparato, fabricado con pvc, se estaba fundiendo. Y el pvc se funde... a 280 grados. En inmersiones posteriores midieron temperaturas medias de 350 grados, con picos de 400.

El material expulsado por estas chimeneas ha modelado formaciones impresionantes en el fondo del mar: grandes murallas de lava solidificada, con columnas y arcos naturales, que se extienden hasta componer una especie de ciudad arruinada y hundida en las profundidades del océano. En ese entorno volcánico se precipitan grandes cantidades de cobre, hierro, cinc, oro, plata, níquel o platino, formando yacimientos polimetálicos de millones de toneladas. Juteau prevé que algún día bajaremos al fondo del mar a explotar esos inmensos campos de metales, igual que ahora extraemos hidrocarburos.

La verdadera sorpresa llegó un poco después.

"Al llegar al fondo, yo tenía que tomar un micrófono y empezar a describir lo que hubiera allí. Pero nos quedamos mudos casi cinco minutos, impresionados con lo que estábamos viendo, hasta que el piloto me recordó que debía hablar por el micrófono", explicó  Juteau. En esas profundidades de las dorsales submarinas, el lecho es un inmenso desierto de basalto, un amontonamiento de rocas estériles. Pero los tripulantes del Alvin descubrieron un mundo rebosante de vida en las aguas cálidas cercanas a las fumarolas negras, cuyas imágenes pudimos contemplar ayer en San Sebastián: "Vimos praderas de grandes tubos blancos, de uno o dos metros de alto, por los que asomaban unas branquias rojizas. En el interior de los tubos vivían unos gusanos gigantes, y en las paredes externas estaban adheridos unos pequeños gasterópodos. También encontramos bivalvos, una especie de mejillones gigantes que se acumulaban formando grandes montículos. Y esponjas, anémonas, peces, pulpos, cangrejos, gambas, langostas...".

En este ecosistema ignoto se han registrado ya unas 400 especies nuevas, y todavía quedan otras sin identificar, como el pequeño ser translúcido que nada con unas patas en forma de raquetas y que ayer vimos en las imágenes de Juteau: "No sabemos lo que es", dijo.

Nos encontramos ante un ecosistema muy peculiar, casi único en nuestro planeta, porque prescinde absolutamente de la energía solar y se alimenta de la energía interna de la Tierra. Es decir: de la quimiosíntesis y no de la fotosíntesis. Veamos cómo. Las fuentes hidrotermales de estos lechos submarinos liberan mucho ácido sulfhídrico, con el que se alimentan unas bacterias anaerobias. Estas bacterias fabrican materia orgánica a partir del dióxido de carbono y el oxígeno mezclados en el agua. Esa materia orgánica nutre a organismos fijos, como los gusanos de los tubos y los bivalvos. Y la cadena trófica se extiende a los peces, cangrejos, pulpos...

Los biólogos se plantean si la vida surgió en un entorno como el descubierto por Juteau, al calor de unas erupciones volcánicas submarinas. Hay varios puntos a favor: en estos lugares se dan las temperaturas adecuadas y los elementos químicos necesarios para la vida; además, en el fondo del océano la vida primitiva pudo estar a salvo del intenso bombardeo de asteroides que sufrió nuestro planeta en sus inicios. Y se han encontrado arqueobacterias: bacterias muy antiguas, con un ARN muy primitivo, y que son termófilas (capaces de vivir en entornos de temperaturas muy altas, hasta de 113 grados).

Estos ecosistemas hidrotermales también abren otra puerta a la posibilidad de vida extraterrestre, porque las condiciones de vulcanismo submarino también pueden darse en lunas como Ganimedes, Europa o Titán, y en planetas de fuera del Sistema Solar.

* * *

Thierry Juteau recuerda a aquellos sabios con los que viajaba Tintín en sus exploraciones. Se jubiló y ahora vive en San Sebastián: paseando por La Concha podéis cruzaros con el descubridor de un mundo submarino que quizá fue el origen de la vida.

Publicado el 7 de mayo de 2009 a las 12:00.

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Comentarios - 3

1 | Rebufo (Web) - 07/5/2009 - 19:15

Maraviloso. Lo vi una vez en un documental en la tele.

2 | Luis (Web) - 07/5/2009 - 19:20

Esta claro que la realidad supera la ficción. Ander, muchísimas gracias por compartirlo.

3 | Jurdan (Web) - 07/5/2009 - 23:08

¡Buah...!

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