Acabo de perder un cliente
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Me escriben de una revista de viajes para proponerme un reportaje de urgencia. Respondo que lo haré encantado y rápido, pero les recuerdo que no firmé cierto documento que nos hicieron llegar a los colaboradores hace unos meses. Y que no pienso firmarlo.
Según ese documento, la empresa editora de la revista (un gran grupo internacional) se guarda la posibilidad de explotar mis textos en el futuro de la manera que mejor le parezca, sin que yo tenga nada que decir y sin pagarme un céntimo. La empresa me pide que renuncie a mis derechos y a cambio me ofrece... nada.
Pero es obligatorio firmar esa renuncia si quiero seguir siendo colaborador.
Veamos un ejemplo.
Yo publiqué varios reportajes sobre ciertas ciudades en esa revista. Y a cambio me pagaron la tarifa habitual. Imaginad que la empresa editora empaqueta mis textos y los de otros colaboradores, y elabora con ellos una guía turística. La publica ella misma o, lo que es bastante común, se la vende a una compañía telefónica o a un banco para que la publiquen con su nombre. La jugada produce unos buenos milloncejos y los autores de los textos no se enteran de nada.
No he recurrido a la imaginación para plantear esta hipótesis: conozco a periodistas que trabajan en diarios y han descubierto textos suyos publicados en una guía editada por una compañía telefónica. Algunos grandes grupos hacen negocio reutilizando los contenidos elaborados por sus trabajadores. Quizá los redactores asalariados cedan por completo los derechos de explotación de sus textos, no lo sé, ya me lo diréis, pero al menos los autónomos deberíamos andar más atentos con los negocios que hacen con nuestras letricas.
Les digo que estaré encantado de escribir el reportaje, pero entiendo que ellos me pagan por publicar el texto en la revista, como siempre. Y si en el futuro la empresa va a obtener más beneficios por utilizar mi trabajo en otros ámbitos que no hemos pactado, me parece de justicia que a mí me corresponda al menos una pequeña parte de esos beneficios o que me paguen por renunciar a esos derechos.
La respuesta es muy amable: respetan mi opinión, pero consideran que este tipo de contratos (yo lo llamaría renuncias) son "cada vez más habituales", que son "meros trámites" y que probablemente los textos no se reutilicen "jamás".
Mi penúltima contestación: si en este caso a la revista le compensa pagarme por el reportaje y quiere añadirme un pequeño plus a cambio de reservarse el uso futuro de ese texto en cualquier forma, estaré encantado de escribirlo. Si no, por mucha rabia que me dé y por cuatro pelas que sean, creo que no debo hacerlo.
Ellos lamentan la situación y me dicen que si cambio de idea, estarán encantados de contar conmigo. Yo les digo lo mismo.
No sé si otros colaboradores de la revista se habrán negado a firmar el documento (¿muchos, pocos, ninguno?). Pero si la mayoría no aceptáramos que las empresas multiplicaran el negocio con nuestros trabajos a cambio de nada, tendrían que replantearse este abuso.
Publicado el 5 de octubre de 2009 a las 17:00.