Islandia planea conquistar el mundo con juegos de palabras
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Los islandeses, no lo olvidéis, son hijos de los vikingos. Les falló la conquista de América en el año 1000 pero desde entonces andan elaborando un plan mucho más sutil para dominar el mundo. El proyecto incluye una minuciosa labor de orfebrería lingüística, desarrollada a lo largo de los siglos, con la que han creado los topónimos más endiablados del planeta: esperan producir graves lesiones maxilofaciales, musculares y neuronales a los extranjeros que intenten pronunciar los nombres de lugares islandeses. Por el momento, ya están machacando a los desdichados periodistas que intentan pronunciar Eyjafjallajökull.
La Organización Mundial de la Salud, tan histérica con la gripe A, debería tomarse mucho más en serio este asunto y prohibir de manera tajante el uso de topónimos islandeses en los medios de comunicación, porque si se propagan entre la población los intentos de pronunciarlos, corremos el riesgo de colapsar los sistemas sanitarios de medio mundo con afectados por parálisis faciales, espasmos musculares y ataques de hipo.
A la vista de los acontecimientos, ya no parece exagerada la medida que tomó el Reino Unido en noviembre del 2008, cuando declaró a Islandia país terrorista. Porque los vikingos actuales no atacan con hachas sino con medios mucho más refinados: en aquellos años, los bancos islandeses ofrecieron depósitos que daban intereses descomunales, cientos de miles de ciudadanos británicos llevaron sus ahorros a la isla subártica y entonces los banqueros vikingos arrojaron esos 5.000 millones de euros por la grieta tectónica que divide el país, hasta hacerlos cenizas en las calderas de magma del subsuelo. Un buen golpe a la economía de un enemigo secular (recuérdense, por ejemplo, las tres Guerras del Bacalao que ambos países mantuvieron en los años 70, en las que no se disparó ni un solo tiro y en la que el héroe nacional islandés fue un marino que ideó una especie de enorme cizalla y fue cortando las redes de los pesqueros británicos que faenaban en aguas islandesas).
El Gobierno británico se cabreó y aplicó a Islandia las leyes antiterroristas aprobadas tras el 11-S para así requisar los bienes islandeses en el Reino Unido. Los nuevos vikingos respondieron con una campaña que mostraba imágenes de sus temibles terroristas, ataviados con camisetas de equipos de fútbol ingleses:
Y acaban de responder con otra arma contundente: los juegos de palabras. Nos lo ha explicado la vascoislandesa Sigrún Antonsdóttir: "Los ingleses nos reclamaban cash. Pero olvidaban que en el alfabeto islandés no existe la letra ce. Así que les hemos enviado... ash".
Ojito, pues, con los islandeses.
Publicado el 17 de abril de 2010 a las 13:00.