Al Karakórum, con estilo alpino y ocho reyes
Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza son tres montañeros excepcionales. Deportistas portentosos, pero también artistas: cuando escogen un pico y buscan nuevas maneras de escalarlo, les oyes hablar de estilo, belleza, elegancia, de las formas de las rocas y las texturas de la nieve, y te parece escuchar a un pintor o a un escultor. Suben a las montañas más altas del planeta pero no quieren hacerlo de cualquier manera. Se empeñan en abandonar los caminos trillados, en salirse de las huellas ya abiertas, no por arrogancia o afán de exclusividad, sino por vivir la esencia más pura y más fascinante del montañismo: la posibilidad de explorar, de descubrir, de mirar por primera vez. Por la posibilidad de palpar los límites humanos y tratar de empujarlos una pizca más allá.
Practican un "montañismo de renuncia" (la etiqueta es de Reinhold Messner), sin ortopedias, lo más limpio posible. Es un montañismo que tiene el fracaso casi asegurado, si entendemos por fracaso el hecho de no alcanzar la cumbre, como les ha ocurrido a Iñurrategi, Vallejo y Zabalza en sus dos últimos intentos (al Everest por el corredor Hornbein y al Makalu por el Pilar Oeste, en ambos casos por culpa del mal tiempo y el poco refugio que ofrece su estilo y sus tremendas rutas). Pero ampliemos la perspectiva: Iñurrategi, Vallejo y Zabalza hablan de montañas, no sólo de cumbres.
A pesar de todo, tienen una carencia evidente: son tres. Y en el campo base hay muchas horas, días y semanas de espera. Así que me han llamado para completar un cuarteto y así podremos jugar al mus. Vuelo con ellos el próximo miércoles, 2 de junio, a la cordillera del Karakórum, Pakistán. Además de lanzar órdagos, me tocará escribir el blog de la expedición y mandar textos, fotos, audios y vídeos a los medios.
Esta vez pretenden subir al Broad Peak (8.047 m.), probablemente el ochomil más sencillo para quienes escogen su vía normal. Pero las intenciones de Iñurrategi, Vallejo y Zabalza son peliagudas: pretenden abrir una vía nueva y, además, encadenar las tres cumbres de la montaña, una travesía que sólo los legendarios polacos Kukuczka y Kurtyka consiguieron, hace ya veintiséis años. Además, van a intentarlo en estilo alpino: sin equipar la vía con cuerdas fijas, sin montar campamentos, sin contar con la ayuda de porteadores de altura y, por supuesto, sin oxígeno artificial. Todo lo que necesiten lo llevarán en la mochila. Casi todas las huellas que dejen en la montaña las borrarán el viento y la nieve. Es el estilo más puro, más limpio y más difícil.
Otra característica de su montañismo es que juegan con ocho reyes. Yo también, aunque hace años que no practico, y ya ando con la baraja para aclimatarme lo mejor posible al mus en altura.
Publicado el 25 de mayo de 2010 a las 13:00.