"Los jóvenes queremos la vía pacífica pero no tememos a la guerra"
Archivado en: Sáhara
Arde El Aaiún, la ciudad de la que huyeron hace 34 años los padres de Mohammed Lamin tras la invasíon marroquí, y me acuerdo de aquel chaval nacido y criado en un campamento de refugiados en pleno desierto, del que quizá nunca pueda salir, y de sus palabras como cinceles.
(Foto: Mohammed Lamin, en el desierto de Tindouf, Argelia).
"Estoy muy concienciado. Sé lo que le pasó a mi familia, estudié la historia de mi pueblo, conozco la actualidad internacional. Participo en los movimientos políticos. Y quiero darlo todo por la causa saharaui.
Admiro a la generación de nuestros padres. Construyeron un país en el desierto, abrieron un camino donde no había nada y gracias a ellos los jóvenes hemos podido formarnos. Somos una generación preparada. Ahora queremos decir a los mayores que tomaremos el relevo, que seguiremos su lucha con todas nuestras fuerzas.
Mi familia era de El Aaiún. Mi padre luchó con el Frente Polisario y estoy muy orgulloso de él. Pon su nombre, por favor: Mustafá Abdallah. Estoy orgulloso porque arriesgó la vida por su gente, por una causa justa.
Cuando llegó la invasión marroquí, mi familia escapó de noche. Tuvieron que dejar en El Aaiún a algunos viejos y a algunas embarazadas que no podían huir. Desde entonces no los han vuelto a ver. ¿Viste ayer, durante el concierto en las dunas de Dajla, cómo salieron dos chicos al escenario con una bandera saharaui? Son primos míos que han venido de El Aaiún, activistas de los derechos humanos en los territorios ocupados. Participan en las manifestaciones pero son pacíficos. Uno de ellos estuvo preso. Y es la primera vez que vienen a los campamentos, a conocer a sus familiares. Yo no los había visto nunca".
Unos días más tarde, cuando regresaron a El Aaiún, los dos primos de Mohammed y otros nueve defensores de los derechos humanos fueron recibidos por una multitud de saharauis, concentrados para reivindicar el derecho a la autodeterminación. La policía marroquí cargó contra la muchedumbre y dejó decenas de heridos.
Mientras tanto, un tribunal militar marroquí prosigue su juicio contra otros seis saharauis que también fueron apresados al regresar de una visita a los campamentos de refugiados, en octubre de 2009. Entre ellos se encuentra Brahim Dahane, presidente de la principal asociación saharaui defensora de los derechos humanos, quien ha sido encarcelado varias veces en prisiones secretas, según denunciaron Amnistía Internacional y Human Rights Watch, y que fue premiado por el Gobierno sueco y la Comisión Internacional de Juristas "por arriesgar su vida con tenacidad y medios pacíficos en su lucha por los derechos humanos en el Sáhara Occidental". Dahane y las otras cinco personas están acusadas por Marruecos de "atentar contra la seguridad del Estado" y "colaborar con el enemigo".
Sigue Mohammed:
"El asunto está muy claro. Nuestro objetivo irrenunciable es la libertad. Para conseguirla, hay dos caminos: las palabras o las armas. Queremos seguir con la vía pacífica, defendernos con argumentos, hablando, negociando. Y sólo pedimos que se cumpla la ley, lo que dicen las resoluciones de la ONU. Pero ¿cómo contesta Marruecos? Con palizas, secuestros, cárceles y torturas. No nos dejan otro camino que tomar las armas. Y si es lo último que nos queda, lo haremos. Los jóvenes no tenemos miedo a la guerra".
*
Este testimonio es parte del reportaje "Once voces del desierto", que pronto publicaré en versión íntegra en la nueva revista digital Píkara.
Publicado el 8 de noviembre de 2010 a las 18:00.