Las tribulaciones del joven McGarcía
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-Puto calor de los cojones... - Me despierto entre babas espesas, sábanas sólidas y olor a madera quemada. Menos mal, sólo es el parqué. No puedo dejar las contras abiertas. Sonrío pensando que esta frase bien podría haberla pronunciado un entrenador de fútbol. Estoy mal de la puta cabeza. -Estás mal de la puta cabeza- le digo a mi reflejo del espejo del baño. Vacío lo acumulado por la noche mientras reconpongo el aspecto de mis calzoncillos. De camino al salón (breves ambos, camino y salón), procuro no pisar las líneas que forman las junturas del parqué. Es la única manera de empezar el día con buen pie. Sólo espero no haber pisado demasiadas entre la habitación y el baño. Contaré hacia atrás desde 100 de tres en tres para solucionar el posible desaguisado.
- 91- pitillo
- 85- mechero
- 79- mando de la tele...
- 67- ¿dónde cojones está el mando de la tele?
- 61- aquí está
- 55- Operación Triunfo (redifusión)
- 52- Pies encima de la mesa
- 49
- 46
- 43
- 40
- 37
- 34- teléfono... joder no me llaméis ahora
- 31- ¿sí?
- 28- ahora no Paco, no me jodas
- 25- ¿otra vez esta noche? ¿Que le gusto?
- 32- no, esto... (joder, me he perdido)
- Vale, de puta madre. Nos vemos esta noche en Las Cuevas. Sí, ya sé que soy un poquito imbécil, pero sabes que la gente rarita me saca de quicio.
- ¿Qué quieres decir con eso de las pajas en los ojos?... Mira tío, no te preocupes, hoy estaré mejor. Tú asegúrate de que vaya, ¿vale?
- Venga, hasta luego...
Me cago en Paco y en toda su parentela. Espero no haberla jodido demasiado interrumpiendo la cuenta atrás. Bueno, da igual. Esta noche vuelvo a ver a María. El día promete...
Aaaaah María... Embriagadora se me antoja una nueva noche contigo y tus conversaciones futbolísticas. Me gusta cuando hablas de tu blog de fútbol como del tratado de Versalles, deleitándote en conceptos como rabona, fuera de juego y folha seca, suena tan sucio que me entran ganas de prestarte atención. Parece que ya está un poco menos cabreada. Lo tengo hecho.
Como.
Duermo.
Camino sin pisar rayas.
Cuento por si acaso.
Me ducho exhaustivamente. Me afeito con meticulosidad y cuchilla nueva.
Me seco y abro la ventana para no sudar. Compruebo el tamaño de mi polla y rezo por que María haya dedicado más tiempo al fútbol que a los hombres, por muy inquietante que resulte cualquiera de estas combinaciones.
Elijo la ropa que me consagrará como persona normal. Pantalones vaqueros, ni muy planchados ni muy arrugados. Ahora, ¿camisa o camiseta? La camisa me hace más ancho de espaldas y me aporta un toque de clase. La camiseta me hace más deportivo, me acerca al gremio futbolero que tanto gusta a María. Mejor camisa: quiero echar un polvo, no competir en conocimientos de estadísticas extrañas. Calcetines siempre negros y botas. Las botas recomponen todo mi cuerpo, son como una clave de armonía para mí. ¿Chaqueta? No, mangas remangadas. Cuidado, parece muy pija, así que mejor me las remango hasta el codo. Sospechosamente, esto significa cuatro vueltas en manga derecha y tres en manga izquierda. Colonia: dos chorros en el cuello y dos chorros en las muñecas. Cepillado de dientes. Uno de los buenos de verdad, de los que me pulen las encías y me llenan la boca de sangre. Diez enjuagues hasta que el agua deja de salir roja. Pitillo cicatrizador y cuatro vueltas delante del espejo. Joder Jim esta es la buena. Frente al espejo, finjo mirar distraído y después disparo cuatro veces a mi reflejo. No puedo evitar imaginarme en blanco y negro.
Una vez recuperado el color, bajo a la calle hacia Las Cuevas. Voy andando, mientras intento que la brisa no incida demasiado en mí. Ya salí de casa con un peinado perfectamente fiel al concepto "despeinado-por-la-brisa".
Entro en Las Cuevas, que por supuesto es un bar. Si fueran cuevas de verdad, en lugar de con camisa habría salido con un garrote. Ah... qué tiempos aquellos. Los cavernícolas sí sabían montárselo bien. Un poco de caza, un poco de pintura, un poco de garrote y a follar toda la noche. Me pregunto hasta qué punto han avanzado las cosas mientras bajo de dos en dos las escaleras del local.
Entre el humo y los gritos intuyo a Paco. Está solo. Me siento a su lado como se sienta George Clooney junto a Brad Pitt en Ocean´s Eleven, dominando la situación.
- ¿Dónde están las señoras, tío?
- Jim... -A Paco le tiembla la voz- Soy gay.
-
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-
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-
-
- Jooooooder Paco. ¿Desde hace mucho?
Paco se levanta y se va. Me cago en la puta, me he ganado el Oscar a la reacción más desacertada de comedia o musical. -Si ya lo sabía hombre-, debería haber mentido.
De vuelta a casa, tras colgar la camisa de nuevo en la percha, sólo puedo pensar en que tengo que levantarme con más cuidado de la cama. Putas junturas de los cojones...
Publicado el 3 de abril de 2009 a las 10:15.