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Blog de Jim McGarcía

Bocados de Biagra

Miedo a la oscuridad

Archivado en: Jim McGarcía, Ruso, Entierro, Miedo a la oscuridad

El ruso entra al salón. Lo hace demasiado despacio, tan despacio que es inevitable pensar que ya ha estado aquí antes.

- Oye... Ruso...

- Me llamo Aleksandr.

- Vale, Aleksandrrrrrrr, ¿te importa repetirme eso de que Paco está muerto? ¿Muerto de qué?

- Lo han matado.

- ¿Cómo?

- Que lo han matado joderrrr (los tacos dichos en idiomas que no son el propio siempre suenan mal, como las palomitas hechas en la sartén o cualquier sirena que no pertenezca a una ambulancia). Estaba vivo y ahora está muerto.

Ya he visto esta película antes. Probablemente en una de esas mierdas que ponen después de comer. ¿Por qué se siguen usando las cámaras con las que se rodó Dinastía si ya entonces el resultado parecía desfasado? No, basta Jim, concéntrate en que un ruso que se llama Alexander, al que no conoces de nada, te está contando que han matado a Paco.

- Vale. ¿Lo has matado tú?- ¿Cómo puede esta frase estar saliendo de mi boca?

- ¡No! Yo quería a Paco... ¡Era mi novio! Mi novio y mi protegido.

Tócate los cojones Mariloli.

- Nunca me ha hablado de ti. Y, por cierto, ¿qué es eso de "tu protegido"?

- Sí, ya lo sé. No quería que tú lo supieras. De hecho creo que, en cierto modo, estaba enamorado de ti. Yo era la otra parte del negocio: el músculo.

-¿Qué? (por poco vomito con lo de "el músculo") Oye tío, ve a contarle este rollo a otro. Paco está bien y va a volver a casa en breve, seguro que se coge un cabreo monumental cuando te vea aquí soltando esta s chorradas. Por favor, sal de nuestra casa.

- Pero... ¿qué pasa?, ¿no me crees? Esto ha sido por lo de las pastillas. Paco sabía que estaban detrás de él. Y ese puto policía... No hizo nada por salvarle.

RING, RING, RING

- Espera aquí. ¿Qué es eso del policía? Voy a abrir la puerta. Seguro que es María, la señora de la limpieza. Ni se te ocurra tocarla, ¿vale chalado? (obviamente María no es la señora de la limpieza, al menos no se dedica a ello profesionalmente, pero prefiero que este gigante no sepa que es mi medio rollo. Teniendo en cuenta la conversación tan edificante que estamos teniendo, me da pánico que el tipo se me fuera a declarar de un momento a otro y le entre un ataque de celos).

Al abrir la puerta, un uniforme de policía sin señora de la limpieza dentro irrumpe en mi casa y empieza a perseguir al ruso llamado Alexandr, que sin previo aviso (la verdad es que no veo por qué debería avisar, pero es una expresión) salta desde el balcón del salón a la calle (claramente conocía el plan de fuga que Paco y yo diseñamos), mientras el policía, corriendo hacia el balcón gritando que se detenga, desenfunda su pistola junto a la mesita sueca de poner los pies, con tan mala suerte  que tropieza, se cae al suelo, y rompe el cristal de la mesita.

Tras levantarse, ciertamente colorado y asomándose al balcón, me dice:

- Chico, vas a tener que venir a comisaría a prestar declaración. ¿De qué conoces a ese tipo? ¿Formas parte del negocio? ¿Sabes que ese ruso es sospechoso de asesinato?

- ¿De asesinar a quién? (Sí, soy imbécil)

- A tu compañero de piso, tu socio, el tal Francisco Cuevas. Ponte algo de ropa decente y acompáñame. Mucho cuidadito con imitar al otro. (Vivo en un primero, pero si saltara a la calle me rompería hasta el pelo). 

- ¿Pero entonces Paco está muerto?

Rematadamente imbécil.

...

Jim ante la muerte de Paco

Un entierro es la cosa más estúpida del mundo. Eso sí, nada tan estúpido consigue una reacción tan deprimente. He estado en dos, ambos de inexcusable ausencia. En este momento, mientras meten el ataúd de madera en una de esas tumbas puestas en alto, en el tercer piso concretamente, aún no puedo creer que Paco vaya ahí dentro. Lo triste del asunto, lo más triste de todo esto, es que Paco era un mentiroso. Me había mentido en todo, al menos, en todo lo que podía mentir. Ahora estoy en su entierro, en libertad bajo fianza bajo préstamo personal del banco a María y de María a mí. 

Debería estar lloviendo, pero el clima no entiende de estas cosas y un absurdo día de sol intenta trivializar la situación. Es imposible concentrarse en el sufrimiento. Hay poca gente. Gente que llora poco. De hecho, sólo María tiene cara de no estar pensando en cualquier otra cosa. Yo aún no he llorado, ¿por qué llorar por un cabrón de ese calibre?

En el último momento, realmente en el momento más último que puede haber, mientras que cierran la placa que aísla el féretro y el sepulturero se da la vuelta hacia los asistentes como esperando el reconocimiento de su público, pienso que Paco tiene miedo a la oscuridad. Inexplicablemente la idea de dejarle solo y a oscuras ahí dentro me revuelve el estómago. Nadie miente sobre el miedo. Puede que me haya engañado en todo lo demás, pero Paco era mi amigo. 

Si pudiera dejar de balbucear y hacer pucheros como una niña con coletas, clamaría venganza al cielo. 

No tengas miedo Paco, sólo está oscuro.

Lo peor para ti ya ha pasado.

 

Publicado el 1 de mayo de 2009 a las 18:15.

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Jim McGarcía

Jim McGarcía

Me llamo Jim McGarcía. No es un nombre fácil. Intuyo que no ha sido una infancia fácil. Lo cierto es que aún no sé cómo ha sido mi niñez pero ¿quién con un nombre así puede haber tenido una infancia fácil?

Sé que vendo Biagra por Internet. Sé que soy raro porque los demás no son como yo. Y aunque no lo sé, tengo el presentimiento de que la voy a cagar.

Me verás por aquí los viernes.

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