Noticias de Burgos

Tras la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) que dictamina que el denominado ‘céntimo sanitario’ -impuesto sobre los carburantes que aplicaban distintas comunidades autónomas, entre ellas Castilla y León, y cuyos ingresos se destinaban a financiar la sanidad- vulnera la legislación comunitaria, a la inmensa mayoría de los ciudadanos de esta autonomía nos hubiera gustado que el Gobierno regional hubiera anunciado su supresión. Así lo ha hecho la Administración extremeña, que el mismo día en que se conoció dicha sentencia, el jueves 27, avanzó que lo eliminará “de manera progresiva”.

Pero no, en Castilla y León, el Ejecutivo que preside Juan Vicente Herrera, a través de su portavoz, José Antonio de Santiago Juárez, se ha limitado a decir que la Comunidad es “posiblemente la menos afectada” de España por la sentencia del TJUE porque “sólo se aplicó durante diez meses”. ¡Menudo consuelo!

Este impuesto sobre la venta de hidrocarburos conocido como ‘céntimo sanitario’, supone en Castilla y León un gravamen de 4,8 céntimos por litro de combustible y desde su entrada en vigor el 1 de marzo de 2012 ha generado fuertes críticas y un rechazo generalizado por parte de organizaciones empresariales, empresas de transporte y consumidores, en general, que no han dudado en repostar en comunidades limítrofes en las que no se ha implantado, para conseguir un poco más barato el combustible.

Si de verdad los gobernantes de esta Comunidad piensan en los ciudadanos, tienen ante sí una nueva oportunidad para demostrarlo, dejando en un segundo plano su afán recaudatorio. Supriman la recaudación de este impuesto, que tanto daño ha hecho al sector de la venta de combustible y del transporte por carretera.

Los ingresos que este impuesto ha generado a las arcas públicas desde que comenzó a aplicarse en 2002, y que en enero de 2013 se modificó para cumplir con la legislación comunitaria, se cifran en 13.000 millones, que el Estado tendrá que devolver. ¿Cómo nos compensará por el cobro indebido?

Publicado el 27 de febrero de 2014 a las 23:00.

Ya me estoy cansando del ‘y tú más' al que nos tiene acostumbrada la clase política. En esta ocasión, los protagonistas del supuesto ‘rifi-rafe' son los alcaldes de Burgos, Juan Carlos Aparicio (PP), y de Segovia, Pedro Arahuetes (PSOE). El motivo, la candidatura a la capitalidad europea de la cultura en 2016.

Y digo supuesto porque de primera mano solo conozco las declaraciones de Aparicio. Las de Arahuetes las he conocido a través de los colegas de la prensa de Segovia, reproducidas en diversos medios regionales.

Aparicio comentó el pasado lunes día 22, horas antes de desplazarse a Bruselas para participar en los actos de celebración del 25 aniversario de las Capitales Europeas de la Cultura, que a pesar del entorno económico adverso, de cara a la financiación de la candidatura de Burgos, "se están haciendo bien las cosas; la originalidad, fuerza y solidez que aporta esta candidatura no la aportan otras y responde plenamente a lo que es un proyecto cultural". El regidor burgalés se mostró optimista "de cara a ese primer corte" que se producirá antes de que finalice 2010 y que dejará reducida la lista de ciudades españolas aspirantes a cuatro o cinco.

Aparicio reconoció que para tener un buen proyecto, hace falta una buena idea y medios adecuados, tanto humanos como económicos. "Es importante contar con medios suficientes, nos hubiera gustado movernos en un entorno más amigable y que se hubiera dado la situación de hace tres o cuatro años, que hubiera permitido una mayor apuesta económica por parte del tejido empresarial y social de la ciudad".

Añadió que "si pasamos el primer corte, y no deseo mal a nadie, y somos la única ciudad de Castila y León, supuesto que no descarto, pues estoy seguro de que recibiremos otras ayudas que hasta ahora no han sido posibles por mor de una deseable neutralidad o equilibrio en la actuación de la administración autonómica y, de igual manera, las voluntades del Ministerio de Cultura se irán concentrando en los proyectos que pasen la primera selección".

Entrecomillo esta última frase porque así la dijo. Tal cual. Y son estas declaraciones las que al parecer han sentado mal al alcalde de Segovia, quien un día después, ayer, se despachaba a gusto y acusaba a Aparicio de "desleal" en la carrera por la capitalidad 2016 y de estar "empleando estrategias poco adecuadas", además de tachar de poco preparado al proyecto burgalés.

Señor Arahuetes, si el señor Aparicio se mostró optimista y, además, confió en que la parte nacional del jurado, -6 de los trece miembros serán nombrados por el Ministerio de Cultura-, "va a saber guardar las reglas de objetividad y va a saber atenerse a los conceptos básicos que configuran el proyecto", es porque no sería de recibo que el color político influyera en esta primera selección. Si es así, todos sabemos que su ciudad tiene las de ganar.

A su regreso de Bruselas, hemos preguntado a Aparicio qué piensa de las declaraciones de Arahuetes, a lo que nos ha contestado que “en ningún momento” mencionó a Segovia, por lo que no entiende cómo se ha generado este conflicto.

No seré yo quien defienda al señor Aparicio, a quien hemos criticado en más de una ocasión por no defender con más garra asuntos de gran calado para Burgos y optar por el silencio, pero en el caso que nos ocupa está en todo su derecho a formular las declaraciones que hizo. Si alguien quiere ver fantasmas donde no los hay, es su problema, al igual que si alguien se da por aludido.

Publicado el 24 de marzo de 2010 a las 14:45.

Declarado el 23 de abril de 1987 por el Consejo de Europa ‘Primer Itinerario Cultural Europeo’, en reconocimiento a su trascendencia histórica y artística y destacando el valor trascendental de la peregrinación en la formación de una civilización común a todos los pueblos europeos, y Patrimonio Universal de la Humanidad en 1993 por la UNESCO, el Camino de Santiago fue incluido el pasado día 2 de junio dentro del grupo de candidatos –medio centenar– llamados a convertirse en uno de los diez tesoros del Patrimonio Cultural Inmaterial de España.

La iniciativa, desarrollada por el Bureau Internacional de Capitales Culturales (www.ibocc.org), persigue la promoción, divulgación, sensibilización y salvaguarda del rico patrimonio cultural inmaterial español y sobra decir que el Camino de Santiago reúne cualidades de sobra para ser incluido en tan selecto grupo.

Con motivo de mi participación hace unos años en el curso de verano ‘Europa y el Cristianismo’, de la Universidad de Burgos, concretamente en la mesa redonda “El Camino de Santiago y las peregrinaciones: un hito en la configuración de Europa. Pasado, presente y futuro”, comentaba que en las raíces de lo que se ha dado en llamar Unión Europea figura la realidad de una ruta, de un camino, en el que las ideologías, las culturas y las manifestaciones artísticas y religiosas, por no hablar de las de tipo social y económico, contribuyeron a lo que diversos estudiosos en la materia del Camino han definido como “el germen de la construcción europea” y un “eje vertebrador de la primera conciencia común de Europa”.

Quiero recordar hoy las palabras del novelista y dramaturgo alemán Goethe cuando dijo aquello de “Europa se hizo peregrinando a Compostela”.

A lo largo de los siglos, las peregrinaciones han pasado por diversos periodos. Una primera etapa, de nacimiento y extensión, coincide con el descubrimiento de la tumba de los restos del apóstol Santiago, considerado el primer evangelizador de la península Ibérica, que fueron descubiertos el 25 de julio del año 814 por el monje Pelayo en un paraje de Iria-Flavia (actual Padrón), y se prolonga a lo largo de los siglos X, XI y XII.

Un segundo período se corresponde con los siglos XII y XIII y supone la época de esplendor de las peregrinaciones, que continúa hasta el final de la Edad Media.

El declive llega a partir de los siglos XIV y XV, y obedece de un lado a las catástrofes, como la peste negra, y las guerras que asolaron el continente europeo y al cisma que se produjo en la cristiandad en 1378. La aparición del protestantismo en el s XVI hizo que la Ruta Jacobea viviera su época de mayor decaimiento. En los dos siglos siguientes –XVII y XVIII-, el Camino de Santiago vivió una cierta recuperación, pero en el siglo XIX la crisis de peregrinos era bien patente. Habría que esperar hasta el año 1879, cuando se redescubrieron los restos del Apóstol, que habían sido escondidos en el siglo XVI ante las amenazas de las invasiones  inglesas comandadas por el pirata Drake, para que las peregrinaciones volvieran a resurgir, lo que se produjo cuando en 1884 el papa León XIII declaró como auténticos los restos reaparecidos en unas excavaciones.

Con la formación de una nueva Europa, con la ampliación de nuevos estados miembros, las peregrinaciones registran un nuevo auge, que se constata año tras año. Podríamos hablar de una segunda edad dorada en la que motivos de todo tipo –religiosos, culturales, artísticos, turísticos y deportivos–, muy distintos de los que movieron a los peregrinos de la Edad Media, hacen que cada año lleguen a Santiago millones de caminantes.

La Ruta Jacobea, también llamada ‘Calle Mayor de Europa’, está, creo, más viva que nunca y, en vísperas de un nuevo Año Jacobeo, añadir a sus títulos de Patrimonio de la Humanidad e Itinerario Cultural Europeo, el de Tesoro del Patrimonio Cultural Inmaterial de España bien merece nuestro apoyo. Si con este nuevo título llega una mayor protección al Camino, bienvenido sea.

Se puede votar por la candidatura del Camino de Santiago en la página web www.ibocc.org hasta el día 28 de junio.

Publicado el 22 de junio de 2009 a las 20:15.