Noticias de Burgos

En ocasiones, los silencios dan más que hablar, o mal hablar, que las palabras. Y es lo que está ocurriendo tras los incidentes del pasado viernes día 10, durante la celebración del Pleno municipal. Les recuerdo que durante aproximadamente una hora las puertas de acceso permanecieron cerradas y fue imposible entrar o salir del Ayuntamiento. ¿Por qué se cerraron? Para impedir que agentes de la Policía Local que no estaban de servicio escenificaran su protesta en la sesión plenaria, como ya habían hecho en un pleno anterior. ¿Quién dio la orden de cerrar las puertas? Hasta donde sabemos, partió del Equipo de Gobierno. Pero, ¿de quién, exactamente? ¿Fue legal? ¿Fue una decisión acertada? ¿Se podían haber adoptado otras medidas? Demasiados interrogantes sin respuesta que no hacen sino alimentar ante la ciudadanía un nuevo frente para el alcalde.

La reacción del equipo de Gobierno a este conflicto llega tarde, máxime cuando el resto de grupos políticos, sindicatos, Junta de Personal del Ayuntamiento, Comité de Empresa y Federación de Asociaciones de Vecinos llevan toda la semana opinando, valorando, cuestionando y descalificando una decisión y unos hechos, que incluso IU y el PCAS han denunciado ya en los Juzgados.

Por aquello de la “prudencia”, el portavoz del equipo de Gobierno, Ángel Ibáñez, comentaba el jueves 16 que preferían esperar a la celebración de las comisiones extraordinarias de Hacienda y de Personal y Régimen Interior, previstas para este viernes, y que han sido solicitadas por el grupo socialista, no lo olvidemos, “para aclarar todos los extremos y poder hacer mayores valoraciones”.

Dado que el día 10 se tomaron decisiones “en base a una situación excepcional”, pero con una gran repercusión al impedirse durante una hora la entrada y la salida de los ciudadanos y trabajadores a un edificio público, también la reacción del equipo de Gobierno debería haber sido “excepcional” en cuanto al tiempo y forma de ofrecer explicaciones.

Publicado el 17 de mayo de 2013 a las 12:45.

               

A pocas horas de que se constituya el nuevo Ayuntamiento, el sábado día 11 de junio, se suceden las despedidas y los intercambios de saludos y de buenos deseos entre los corporativos que dejan el Consistorio y los que se quedan.

El miércoles día 8 se celebró el último pleno municipal de la legislatura, el que disolvía la actual corporación y  aprobaba el acta de la sesión anterior, un mero trámite administrativo.Para muchas de las personas allí presentes llegaba el momento del adiós, por eso el alcalde en funciones, Juan Carlos Aparicio, abrió un turno de palabra para todos aquellos corporativos que desearan intervenir. De los 27, lo hicieron nueve. El primero, por veteranía, fue Vicente Orden Vigara, concejal y presidente de la Diputación durante cuatro legislaturas, quien deseó “lo mejor” a la nueva corporación, dio las gracias “a todos los alcaldes” con los que había colaborado y pidió disculpas “por si en algún momento no he estado a la altura de las circunstancias”.

Quienes han sido alcaldes y se van, también tomaron la palabra. Un emocionado José Mª Peña recordó que habían transcurrido 32 años  desde que hizo aparición “en esta ‘santa casa’ -con un intervalo de diez ajeno a ella-, que ha marcado mi vida y en la que he vivido momentos maravillosos, porque he podido trabajar por Burgos y por los burgaleses, y otros menos buenos, debido a la incompresión y la maldad de algunas gentes”.

Ángel Olivares, 17 años concejal y el único alcalde socialista que ha tenido Burgos en su etapa democrática, destacó que “el de alcalde es el cargo más atractivo de todos los que existen en política”.
Juan Carlos Aparicio, que agota sus últimas horas como regidor, reconoció que la Alcaldía “es la responsabilidad más compleja” de cuantas ha tenido y en la que “más ha sentido el peso de la responsabilidad” y su sucesor, Javier Lacalle, ofreció de cara a la nueva legislatura “trabajo e ilusión para seguir avanzando en la ciudad”.

Publicado el 9 de junio de 2011 a las 12:45.