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Blog de José Juan Taboada

De caza

La seguridad en detrimento de la tradición

Archivado en: Monterías, puestos elevados, seguridad, accidentes de caza

El año pasado ha sido especialmente trágico para el ‘gremio’ de cazadores. Quizá haya sido la temporada en la que mayor número de accidentes y muertes se han producido de las que yo recuerdo. No ha habido semana en la que no haya aparecido alguna noticia que relatase algún percance cinegético grave.

¿Quién de nosotros no puede contar alguna experiencia desagradable acaecida en alguna montería? ¿Cuántos no hemos dicho alguna vez “yo no vuelvo con esta organización” o “anda que no he pasado miedo” o “me han silbado las balas”?

Está visto que unas veces por desconocimiento y otras por dejadez muchos de nuestros compañeros de montería incumplen sistemáticamente las normas básica de actuación y comportamiento en este ‘arte tradicional’ de la caza.

Todos estamos hartos de ver cómo se realizan disparos que no se entierran o que rebotan cual bola en una máquina de ‘pinbal’. Hay quien no respeta las líneas de fuego y no le duelen prendas en que su rifle o escopeta nos apunte unos instantes siguiendo la trayectoria de un jabalí o ciervo antes de su disparo. Eso en el mejor de los casos, pues son muchos los monteros que han perdido la vida por un tiro directo sin necesidad de rebote. Esta situación se ve potenciada por incumplir la recomendación de disparar a ‘bicho pasado’, ya que muchos prefieren aprovechar el momento en el que se paran antes de atravesar un cortafuegos.

Otra de las situaciones comunes de riesgo se produce por moverse del puesto. Hay monteros a los que les resulta imposible no salirse del puesto durante toda una batida o montería. Esto tiene dos consecuencias directas: la primera es que puede provocar que le pegues un tiro a alguien que está donde no debería estar; y la segunda es que, como has dejado de ver al ‘compañero’ en su puesto y no lo tienes localizado, dejes de intentar cazar para evitar que una bala se lo encuentre detrás de un matorral.

Con los puestos elevados todas estas situaciones desaparecerían. Los puestos elevados de caza nos ayudan a mejorar la seguridad en monterías y batidas. Al estar entre dos y tres metros por encima se evita disparar a la misma altura que los cazadores de puestos vecinos. El tiro siempre es hacia abajo, enterrándose en la tierra y reduciéndose así el riesgo de rebote.

Al estar sobre una plataforma, el montero no se mueve de su porque tiene mayor dificultad para estar subiendo y bajando constantemente. En el supuesto de que lo hiciera, la visibilidad de los que se encuentran en los puestos adyacentes es mejor, permitiendo conocer en todo momento el lugar en el que se encuentra el sujeto.

Con el abandono del mundo rural y la desaparición de la ganadería extensiva, estamos asistiendo a la colonización de prados y pastizales por la vegetación autóctona de la zona. Carrascos de encina o roble, escobas, aulagas, brezos, jaras y demás arbustos de nuestros montes crecen y se expanden exponencialmente dificultando la visibilidad de las zonas naturales de paso de la caza. Además, debido a la incomodidad añadida de acceder a los puestos, muchos de ellos se dejan de utilizar o se modifican. Con ello lo que se consigue es que las manchas no queden bien cerradas y los animales superen con comodidad la línea de tiro. En ocasiones se reduce la distancia entre puestos debido a lo cerrado del terreno, aumentado el riesgo de accidentes.

Con la instalación de puestos elevados se mejora la visión donde la vegetación es alta. Se puede instalar un puesto en zonas donde el crecimiento de la vegetación no permite disparar desde el suelo, recuperando así antiguos pasos tradicionalmente muy buenos.

Otra ventaja es la facilidad para identificar a los animales ya que se produce antes y las posibilidades de tiro son mayores. Esto nos ayudará a obtener mejores resultados en nuestras monterías, sobre todo en aquellas en las que hay un cupo limitado de animales a abatir. Desde la plataforma podremos ver al animal con tiempo suficiente para poder decidir si el trofeo se ajusta a nuestro gusto o si está dentro de las especificaciones que debe cumplir para ser abatido.

En las ‘cacerías de gestión, más conocidas como ‘descastes’, las plataformas son un excelente aliado para distinguir “sólo hembras”, “machos de menos de x puntas”, “varetos que no sobrepasen las orejas”, etc.

¿Cuántos no hemos tenido la sensación de estar “aireando la mancha” por tener el aire en contra? Desde las plataformas se minimiza o desaparece este contratiempo.

Entiendo que habrá muchos detractores de estos elementos artificiales que nunca han estado presentes en nuestras tradicionales monterías. Comprendo a quienes se oponen a ellos por entender que se desvirtúa la caza al colocar al cazador en una situación ‘privilegiada’ sobre los animales salvajes. También a quien sólo ven en ellas un sobrecoste en la organización y desarrollo de las monterías. A todos les entiendo, sin excepción. Pero… ¿cuántos accidentes se evitarían? ¿Cuántas muertes nos ahorraríamos cada temporada? ¿Cuántos rehaleros dejarían de pasar miedo?

A lo largo de la historia han sido muchas las modificaciones que se han ido introduciendo en las normas de la montería. Algunas de ellas se introdujeron por la evolución de las armas fuego como la aparición de los rifles semiautomáticos. Otras fueron polémicas en su día, como la limitación de balas en los cargadores. Yo no puedo hablar de lo que no he conocido pero los planes cinegéticos obligatorios son ‘relativamente’ recientes, hasta su implantación podía llegar a esquilmarse una zona.

Todo cambio llega aparejada su polémica e incomprensión por parte de algunos sectores, pues no todos priorizamos lo mismo. Para unos es más importante “mantener la tradición” y para otros es más importante “mejorar la seguridad”.

Los puestos elevados son comúnmente utilizados en toda Europa e incluso en determinadas modalidades de caza en África y en Argentina para dominar amplias extensiones de terreno, tanto en zonas de monte como en zonas de pradera. Aquí en España ya se están empezando a utilizar principalmente para esperas y aguardos. Dentro de poco los iremos viendo también en monterías.

Publicado el 20 de julio de 2011 a las 12:00.

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La gestión cinegética en el punto de mira

Archivado en: caza, gesión, monterías

Ayer me fui a Pedrafita do Cebreiro para iniciar el tramo gallego del Camino Francés a Santiago de Compostela. Completé la etapa que finaliza en Triacastela. Un paseo en el que  disfrutar de la naturaleza y que aproveché para pensar sobre lo divino y lo humano. En esto andaba hasta que llegué al Alto de Poio, lugar en el que me senté a disfrutar del entorno con una cerveza fresquita. El destino me tenía reservada una sorpresa para que mi cabeza se evadiera un poco de los nefastos pensamientos en los que estaba inmerso: tres coches todo terreno con sus carros repletos de perros de rastro aparcaron en el restaurante del otro lado de la carretera y de ellos se aperaron doce cazadores uniformados. No puede resistir la tentación y me acerqué para preguntarles cómo se había dado la mañana.
-    De momento no hemos cazado ningún jabalí, aunque hemos podido ver varios. Me dijo uno de ellos.
-    ¡Sois pocos de cuadrilla! ¿No? Pregunté yo.
-    La crisis, la gente no está para gastar mucho y los madrileños que nos acompañaban otros años se nos han caído de la lista. Sentenció el gallego con su particular acento.

Foto de El Club de Monteros publicada en CazaliaSus palabras reactivaron en mi mente todos los pensamientos que me habían surgido días atrás tras recibir varios correos electrónicos de Emilio San Pastor. Emilio es un ‘ciber-amigo’ que hice el año pasado gracias a la red social ‘Cazalia’ y que conocí en una de las monterías que él y ‘El Club de Monteros’ organizaron en uno de los cotos que gestionan en Muelas del Pan (Zamora).

Emilio me había informado de las modificaciones en las fechas de la primera de las monterías que organizaban este año en Alcántara (Cáceres). El motivo es que los cazadores no habían respondido como en otras ocasiones y había algunos puestos libres. El intercambio de correos electrónicos le sirvió a Emilio para desahogarse sobre la falta de valores que está apoderándose de las artes cinegéticas. Para muchos cazadores prima más el número de piezas abatidas que la belleza del lance. Para muchos es más importante formar parte de un tiroteo que de la plasticidad de un abate en justa lid. Para muchos es más importante conseguir un espectacular trofeo con el que adornar una pared del salón que disfrutar de la camaradería y arte de la montería española.

Estamos viviendo una época en la que el cazador-gestor está en peligro de extinción al ser fagocitado por el cazador-esquilmador, el coleccionista de trofeos que ha olvidado que para que haya ejemplares espectaculares hay que trabajar, cuidar y mimar los cotos durante muchos años, día a día.

Emilio, en unos de sus correos electrónicos dejaba fluir sus pensamientos que a continuación reproduzco y sirvan de debate:

“Buenas noches José Juan. Adjunto te envió el archivo de las monterías nuestras de éste año. Tiene un ‘defecto’: la de Cáceres es el 16 y no el 9 y no puedo cambiarlo!!!  Eran ‘definitivas’ pero visto lo visto son ‘provisionales’ por la respuesta de los cazadores. Te lo aclaro: de donde vengo y lo que me han enseñado en la vida como ‘tío de campo’, cuando gestionas un coto como propietario o como arrendatario eres el responsable máximo de la ‘vida o la muerte’ de las especies cinegéticas de las que eres ‘propietario’. Eso, que actualmente suena a cachondeo, es algo muuuuy serio, al menos para mi. Estamos hablando de la vida de un animal que, quizá, haya hecho más méritos que muchos de los seres humanos que pueblan éste planeta en lo que catalogamos como ‘civilización’. Muchos me encasillan como ‘radical’, pero cuando has estado años observando el comportamiento de decenas de especies en su medio pasan a formar parte de tu vida más cercana, más que muchos familiares de esos que te llaman en navidades para ver cómo estás y cuándo cascas para heredar...
 
Por eso me atreví a constituir el Club, a recuperar el espíritu del original Club de Monteros, del que mi padre y mis antepasados fueron socios, y del que conservo el sello y el escudo, del que se reunía en la Gran Peña de Madrid, donde me hicieron novio, y por eso lucho.

Foto de El Club de Monteros publicada en Cazalia¡No te puedes ni imaginar la pena que me da cuando me llama gente para preguntar "cuánto se ha matao" o para decirme que "ya iré y pagaré”! Por desgracia la gestión hoy en día no existe y el que se preocupa por ella o es un gilipollas o un nostálgico o un vendedor de humo....

Quizá a esas personas habría que recordarles el origen de la montería española, cómo se recuperó una de las especies que en los años 40 estuvo a punto de extinguirse: el venado, de qué manera se monteaba con 10 amigos y 3 ó 4 días perdidos en Sierra Morena para regresar con 3 venadetes. A esos mismos que, enriquecidos por la desgracia de las hipotecas que se consideran el ombligo de la gestión española, sacan pecho por su "record", cuando NUNCA han sabido cazar sin un verdadero cazador que les diga dónde y cuándo. ¡Me da un asco muy profundo todo eso!

Por eso y sólo por eso lucho y el ver como, a estas alturas, hay gente que ‘promete’ ir a la junta y ‘hacerme’ el favor de pagar un puesto que, a precio de mercado vale el doble pero que como soy ‘tonto’ lo vendo mas barato..., ¡En fin...!

Estoy ‘acojonao’ porque esto lo estoy sosteniendo yo, ahora, porque creo en ello. Es probable que, éste año, si no cubrimos al menos los gastos básicos (gestión aparte), tengamos que dejar la gestión de algunos de los cotos y Dios dirá que sucederá en ellos a partir de entonces...”


Es duro decirlo pero la realidad es la que es. No hay cosa peor que el que algo se ponga de moda y pueda acceder a ello cualquiera. Desde que la caza se ha convertido en la moda de exponer en el salón de casa el mayor número de trofeos, desde que los animales se han convertido en objetos de decoración, desde que cazar se ha convertido en manifestación opulenta para los nuevos ricos, todos los demás hemos salido perdiendo. Todo pierde, lo hace la gestión, lo hace la tradición, lo hacen los cazadores, lo hace la fauna, lo hace la flora, lo hacen los pueblos. Todos pierden. Los cotos se esquilman o se provoca una superpoblación para favorecer el abatimiento del mayor número de ejemplares sin importar la calidad del trofeo, ni la tradición de las artes de caza.

Foto de El Club de Monteros publicada en CazaliaNo hay cosa peor que la popularización entendida como 'masificación'. Ojalá que esta crisis nos devuelva a lo que ha sido la caza, a esos tiempos en los que los cazadores, bien propietarios de las fincas, bien habitantes de los pueblos, bien amantes de la naturaleza, disfrutábamos de jornadas en las que con el solo disfrute de ver animales volvíamos emocionados a casa. Esos días en los que era una fiesta el abatimiento de un ejemplar, esos días en los que daba igual disparar o no.
 
Pese a las duras palabras de Emilio, fiel reflejo de lo que estamos viviendo, su escrito finalizó con un alo de esperanza al hablar de la gente con la que le gusta compartir sus jornadas de caza y con lo que disfruta de la gestión: “… algo que no puedo decir de muchos, por mucho que paguen... eso sí, nunca jamás me van a quitar la ilusión, porque esa depende de mí, de mi hija y de mis amigos, no de ‘esos’...”

Al igual que Emilio y el Club de Monteros, estoy completamente convencido de que lo verdaderamente importante de la caza es la gestión que se hace para conservar, mantener y comercializar las especies cinegéticas. Jamás habrá buenos trofeos de caza, lances inolvidables, montes cuidados o vida en nuestros pequeños pueblos si no existe una buena gestión. Será imposible mantener nuestras tradiciones y peculiaridades cinegéticas si la caza se convierte coleccionismo de trofeos o en tiroteos al aire libre. Será imposible mantener nuestra diversidad biológica si los animales se convierten en objetos de decoración. Todo esto no se paga con dinero solamente, se paga también con el apoyo a iniciativas que se centran en la gestión ordenada de nuestros recursos.

Querido Emilio, querido Club de Monteros, todo mi apoyo y respeto desde aquí. Espero que vuestra labor no sólo no se pierda sino que calé hondo en otros cazadores y/o gestores.

¡ÁNIMO!

Publicado el 20 de septiembre de 2010 a las 13:00.

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Club de Monteros, monterías a la vieja usanza

Archivado en: caza, Castilla y León, monterías

El pasado sábado día 23 asistí a una montería organizada por el Club de Monteros en la localidad zamorana de Muelas del Pan. Hace cuatro años estuve cazando en el mismo municipio, la misma mancha (El Uno) pero con distinta organización. Muchas cosas han cambiado en estos cuatro años, -incluso la máquina de refrescos que hay frente al lugar de encuentro: Pepsi-Cola le ha ganado la batalla a Coca-Cola-, quizá la más importante de ellas sea que quien organizaba la montería era el Club de Monteros y que gracias a ellos se han producido una serie de cambios que hacen que la montería haya recuperado su esencia más primigenia.

El futuro de la montería está asegurado. Fotografía de Emilio Sanz Pastor.Sorprende en primer lugar la puntualidad horaria según el programa establecido. La hora de reunión estaba prevista a las nueve de la mañana y a esa hora ya estaban preparando el papeleo propio de este evento en el comedor del ‘La Tomasita'. Tras las migas de rigor, comenzó el sorteo de los puestos a las 10'45 horas con las pertinentes normas y explicaciones de la mancha a cazar.

Otro de los cambios fue que cada armada que se sorteaba, salía con su postor en ese momento para ocupar su puesto en el monte, en lugar de esperar a que se sortearan todos las armadas. El tercer gran cambio, que para mí supone además un salto cuantitativo en la calidad de una montería, es que a los puestos no se iba en remolques de tractores. Si por algo nos caracterizamos la mayoría de los monteros es por la posesión de vehículo todo terrero, así que fuimos al monte ‘como Dios (y la Guardia Civil) manda'. Aquí es donde se empieza a ver el espíritu sociable y amigable que singulariza a la montería, los cazadores no dudamos en poner nuestros vehículos a disposición del resto de compañeros, conocidos o no, para desplazar el menor número de coches al monte y agilizar el desarrollo de la jornada montera.

El número de piezas abatidas superó con creces a la montería de hace cuatro años, catorce jabalíes frente a los casi cincuenta abatidos el sábado.'Noviazgo' de un joven montero durante el fin de semana. Fotografía de Emilio Sanz Pastor.

El día amaneció tal y como la predicción meteorológica había vaticinado durante los días previos: lluvia. Pese a ello, la jornada cinegética estuvo marcada por la abundante caza observada y su variedad.

Durante el sorteo de los puestos había quedado suficientemente claro que sólo podríamos abatir al jabalí, el resto de animales estaba completamente prohibido tirarles, a excepción del zorro. Pese a ello, sólo se cazaron jabalíes, casi cincuenta, un buen número.

La mancha de 'El Uno' se caracteriza por estar pegada al embalse de Ricobayo, lo que hace que el terreno sea tremendamente escarpado con unas pendientes fortísimas. La vegetación arbórea está compuesta por encinas, roble y alcornoques con algún rodal de pino en alguna ladera. Sin embargo, el suelo está plagado de jara, lo que dificultaba tremendamente la visibilidad y obligaba a los monteros a estar concentrados en el asunto durante toda la jornada pues de no ser así, podías pasarte el día oyendo pasar a los animales sin conseguir divisarles. La falta de limpieza del monte propició el resguardo necesario para los suidos, lo que conlleva que además de obtener unos excelentes resultados, el número de cochinos que quedan en el monte sea el suficiente para asegurar una fantástica recuperación de la especie de cara a futuras monterías.

Respecto a los números hay que decir que de los 107 puestos ofertados se cubrieron 90 y que, para mover las reses que había en las 800 hectáreas de la mancha, se utilizaron 16 rehalas.

La típica 'alfombra de cochinos' tras la jornada. Fotografía de Emilio Sanz Pastor.En cuanto a la montería del domingo, se abatieron 25 cochinos entre 65 posturas en una mancha bastante distinta a la del sábado. La orografía era mucho más suave aunque con una vegetación muy similar.

No quiero terminar sin destacar un hecho formidable: el Capitán de la Montería se encontraba dirigiéndola en un alto en el centro de la mancha, por lo que podía controlar el recorrido de las rehalas para que todo el mundo disfrutara. Lo interesante e importante es que a mitad de montería se habían abatido ya 20  jabalíes y el Capitán tomó la decisión de recoger a las rehalas debido a que la mancha es "caliente de paridera y no quise seguir golpeándola para dejar madre para el año que viene", palabras de Emilio Sanz Pastor. Esta decisión fue alabada por los monteros participantes.

Desde este espacio quiero felicitar al Club de Monteros tanto por la excelente preparación y desarrollo de la montería, como por su afán de mantener este arte lejos de la comercialización pura y dura de la caza que hemos vivido en los pasados años de bonanza económica.Su padre estuvo el viernes hasta las tantas de la mañana en urgencias con su madre, pese a ello el sábado no faltaron a la cita.

Quizá la crisis haya servido para que los nuevos escopeteros coleccionistas de trofeos y las ‘orgánicas' cuyo único objetivo era lucrarse a costa de la caza y la seguridad en la misa, desaparezcan y este arte vuelva a recuperar la nobleza que siempre tuvo.

Publicado el 27 de enero de 2010 a las 12:00.

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Los Medranos: muchos guarros y mucho frío

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Hago un alto en el camino de mi reflexión sobre lo que sucede en algunas monterías y lo que deberíamos exigir, para reporducir la nota enviada por SP Caza en la que nos explican cómo se ha desarrollado la montería organizada en Los Medranos.

Exposición de trofeos en la junta de carnes. La foto está realizada por SP Caza.Los Medranos, una finca situada en el término municipal de Porzuna, junto a la carretera que une esta localidad con Ciudad Real, ha vuelto a deparar unos grandes resultados cinegéticos con la gestión de SP Caza. El pasado nueve de enero los monteros disfrutaron de una jornada inolvidable de caza, quienes van a recordar más la cantidad y sobre todo la calidad de los guarros abatidos, que el intenso frío y el viento que también quisieron ser protagonistas.

Se cazaron 560 hectáreas de esta reconocida finca, para 25 puestos, con un cupo de cinco guarros y se soltaron 14 rehalas, para cobrarse 80 jabalíes abatidos por los cazadores, más 12 jabalíes de agarres con los perros.

Del total de guarros fueron 38 bocas, con 25 bocas de primera línea, de las cuales unas 15 homologables, siendo el resto de navajeros importantes aún sin llegar a ser medallas.Cuatro magníficas bocas. La fotografía es de SP Caza.

La climatología, con temperaturas muy frías y vientos muy fuertes, ocasionó que la caza se cargara hacia el lado este de la mancha, por lo que las dos armadas situadas en la zona oeste, de las siete en total que se colocaron, fueron las que menos oportunidades tuvieron.

Sin embargo, en armadas como la de Santa María y la de Cabezaparda los cazadores hicieron el cupo con relativa facilidad antes de la una de la tarde, observándose numerosos y vistosos lances, en una montería que se ha consolidado como una de las más importantes de guarros dentro del calendario cinegético español.

Publicado el 17 de enero de 2010 a las 18:45.

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Tercera entrega de Monterías de Mentira

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La segunda parte finalizaba con el tema de la puntualidad en las monterías. Tras una noche de ‘duerme vela' provocado por la emoción de la llegada de la montería, te presentas en el lugar establecido por la organización, llegas a tu hora, la marcada para todos, desayunas tus migas con huevos fritos, Plato de migas con su huevo fritocharlas con otros cazadores, das un paseo entre los carros y furgones de las rehalas para admirar a los perros y cuando has terminado de todo esto, te vuelves al centro de reunión para no retrasar el sorteo de los puestos. JA, JA, JA.

A casi todas las monterías a las que he asistido, siempre ha habido que esperar por alguien y esto es algo que no entiendo. Si se establecen unos horarios será para cumplirlos, pero para cumplirlos todos y el que no esté pues allá se las entienda con la organización a la hora de reclamar. Lo que es del todo inaceptable es que estemos el resto de ‘escopetas' esperando al listo de turno, que muchas veces coincide con algún amiguete de la organización.

En fin, que empieza el sorteo, aquí no voy a detenerme mucho porque esto es lo que es, nunca te toca el puesto deseado o esperado, así que de lo que no tiene remedio mejor no hablar.

Magínifico lance 'cochinero'. La foto es de Félix Sánchez Montes y puede verse la colección completa en www.cazalia.comCuando te dan tu plano de la mancha a batir y cuentas el número de puestos es cuando empiezas a asustarte y a rezar porque los compañeros que te tocan a derecha e izquierda sean serios y responsables, pues la conclusión que sacas es que los puestos no estarán colocados a más de 50 metros unos de otros. En los últimos años se ha adoptado como norma esta distancia y es algo completamente de locos por varias razones pero principalmente por dos: la primera por cuestión de seguridad entre cazadores y la segunda porque no se deja prácticamente oportunidad de salvación a ningún animal que intente atravesar el cerco. Con esta distancia es imposible asegurar suficientemente tanto la seguridad como la salida del bicho. Lo aconsejable es que la distancia entre puestos no sea inferior a 80 metros y la óptima es entre 150 y 200 metros.

Antes de llegar al puesto hay que escenificar la romería de las posturas. Como hay más escopetas que en la Guerra de la Independencia, la llegada los puestos se convierte en una procesión con más cofrades que el paso de la Esperanza de Triana  en la ‘Madrugá' sevillana. Hay que huir del transporte en tractores y vehículos agrícolas pues estos carecen de medidas de seguridad y su uso no es el transporte de personas. Si el paseo hasta el puesto es largo pues habrá que salir antes. Las posturas se deben montar empleando los mínimos vehículos y siempre en silencio, evitando todo tipo de ruidos, portazos y conversaciones...

CONTINUARÁ

Publicado el 14 de enero de 2010 a las 11:00.

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Monterías de mentira, segunda parte

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En esta continuación sobre las ‘monterías de mentira' reflexionaremos sobre la organización y logística que algunas orgánicas nos están ofreciendo, las cuales distan mucho de lo que debería ser.
 
Lo normal es que cuando la organización y la logística no son adecuadas, la montería se convierte en un absoluto fracaso del que siempre se culpa a los mismos: los rehaleros. Los ‘delitos' cometidos por estos son de diferente índole pero siempre los mismos: que los perros no eran buenos, que los rehaleros se han movido poco, que se han juntado todas las rehalas en lugar de diseminarse por la mancha, que han dejado zonas sin batir, etc., etc., etc. Tonterías y excusas con las que disfrazar el fracaso y engaño a los monteros, pues la verdad absoluta es que hemos monteado una mancha en la que no hay nada, bien porque está esquilmada con el exceso de monterías semanales, bien porque los animales se han desplazado a otra zona o bien porque han sido desplazados intencionadamente por la organización en días previos.Remate a chuchillo en Las Mesillas (Malcocinado, Badajoz), el 21 de octubre de 2006. La fotografía es de Félix Sánchez Montes y puede verse en www.cazalia.com/group/65/album/1907/

He monteado en manchas en las que, tras finalizar la jornada, he podido comprobar que no aparecía ni el más mínimo rastro fresco de animales cazables. No voy a sentenciar con que todas las organizaciones sean estafadoras, algunas lo son, pero sí puedo decir que hay quien organiza monterías sin comprobar la existencia de señales y rastros que aseguren la presencia de animales en la mancha. No se comprueban ni los senderos, ni los sitios más frecuentes en los que se alimentan o encaman, ni tan siquiera las entradas.

Como decía antes, otro factor que influye de manera fundamental es el exceso de monterías y batidas en la misma zona. Esto no sólo hace que los animales migren a otros parajes más tranquilos, sino que las bajas que se producen son excesivas para la población existente de jabalíes y/o ciervos. Las manchas a batir deberían estar en ‘barbecho' no menos de dos meses, es decir, que en este tiempo no se practique en ella ninguna modalidad de caza, ¡NINGUNA! Estoy harto de leer publicidad sobre monterías en manchas que llevan cinco o seis años sin tocarse y luego resulta que es una mentira más grande que un templo, pues en este periodo lo que se ha estado haciendo han sido recechos y esperas nocturnas, con alguna batida "para ver cómo está la mancha de bichos".

Otra fea costumbre es organizar monterías en zonas seteras en las que casi a diario se produce la entrada de lugareños y foráneos para recolectar los preciados hongos o níscalos. He monteado zonas en las que se podía ver con toda claridad que en los días previos se habían estado realizando labores de poda y/o limpieza del monte. ¿Alguien puede indicarme dónde está la tranquilidad de la zona para que los animales campen a sus anchas? Aquí es imposible ver algo corriendo y atravesando tu puesto, quizá algún zorro despistado.

Montando la armada. La fotografía es de Félix Sánchez Montes y está realizada en El Águila (Cardeña, Córdoba) el 21 de noviembre de 2009
La mayoría de los tratados de montería, así como los monteros y organizadores de toda la vida, aconsejan que los puestos se señalen con no menos de quince días de antelación. Por el contrario, en muchas ocasiones y tras una charla distendida con los vecinos de la zona, te enteras que los puestos se montaron el sábado anterior a la cacería, es decir, menos de 24 horas antes y en lugar de hacerlo la gente que transita habitualmente por la mancha con sus vehículos, lo hicieron otros en sus propios todoterrenos.

Dejemos a un lado la preparación de las montería para adentrarnos en el ‘aterrador' mundo de la logística del día tan esperado. Ahora es cuando empieza la fiesta de verdad, es decir, aquí es cuando la emoción se transforma en desesperación. Yo siempre aplico una máxima que decía el escritor francés Nicolas Boileau: "procuro ser siempre muy puntual, pues he observado que los defectos de una persona se reflejan muy vivamente en la memoria de quien la espera.", o lo que es lo mismo, que procuro no llegar tarde para que no se acuerden de mi madre.

Hasta aquí esta segunda entrega, prometo que la tercera tardaré menos en publicarla. Quizá mañana, tampoco quiero saturar.

Publicado el 2 de enero de 2010 a las 12:30.

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Monterías de mentira, primera parte

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En los últimos años he asistido a muchas monterías en diferentes provincias de Castilla y León. Algunas han sido de las que se sortean de las Reservas de Caza, otras han sido en cotos particulares de amigos y la mayor parte han sido con distintas organizaciones privadas.

Voy a centrarme en estas últimas, ya que creo que son las más frecuentes para todos. No voy a engañaros, nunca he ido a una montería en la que el puesto costara más de cuatrocientos euros. Bien es cierto que es el precio que tienen la mayor parte de ellas, aunque, como siempre, lo barato sale caro, pues los buenos resultados monteros ‘sólo' se dan en las que pasan de los mil euros por puesto.
 
No hace tantos años que en nuestra región la montería se practicaba en muy pocos lugares y casi siempre con poca gente y pocos perros. Lo importante era el intenso día que pasabas entre amigos y compañeros, y de haber algún lance y cobro de alguna res, se celebraba como un éxito colectivo. Hoy en día, gracias al paulatino abandono del campo y del medio rural, los jabalíes, ciervos y lobos han vuelto a ocupar los terrenos que les fueron ‘robados' para el uso agrícola, ganadero o forestal. Gracias a esto, en los últimos años han proliferado las monterías copiando el estilo y organización de las que se desarrollan en Extremadura o Castilla-La Mancha, por poner algún ejemplo.

Con la comercialización de las monterías, hemos conseguido perder el verdadero espíritu montero para convertirlo en una mera transacción económica con mejores o peores resultados cinegéticos. Además, no hay cosa más dañina como que algo se ponga de moda, porque entonces es cuando surgen ‘orgánicas' de toda índole y condición, la mayoría sin la suficiente garantía y experiencia.

En las últimas temporadas, me refiero a las anteriores a ésta, que, gracias a la crisis está teniendo situaciones diferentes que analizaremos en otra ocasión, en las últimas temporadas, como decía, multitud de gente se ha dedicado a organizar monterías con el objetivo de hacer caja para, en unas ocasiones cubrir los gastos de los cotos, otras veces para satisfacer los alquileres y daños reclamados por los agricultores y en la mayoría de los casos para conseguir dinero fácil del que dar poca o ninguna cuenta a Hacienda.

Hemos vivido situaciones en las que la organización  preparaba monterías a sabiendas de que no había nada que cazar porque el coto lo tenían ellos más que cazado y explotado con recechos, esperas y las jornadas propias para los socios. Con la organización de las monterías conseguían que los gastos anuales del coto fueran satisfechos por los ‘pardales' que asistimos con el ánimo de cobrar algún marranete o ciervo.

Al acabar la jornada y ver que los resultados nunca son los prometidos por los organizadores ni los deseados por los participantes, siempre se utilizan las mismas excusas: no se ha monteado bien la mancha, los perros no han trabajado lo suficiente, alguien no ha cubierto bien su puesto y se han salido las reses por esta o aquella punta, o  el tan manido "es increíble, esta zona lleva sin cazarse cuatro o cinco años y está plagada. Se conoce que andan cerca los lobos y han espantado la caza". ¡MENTIRA! En el mejor de los casos, la caza de algún ‘bicho' y el avistamiento de algún otro sirven como justificación con la que ocultar el fracaso de la montería.

Publicado el 20 de diciembre de 2009 a las 21:00.

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José Juan Taboada

José Juan Taboada

Nací en Salamanca en 1970 y me crié en Extremadura en el seno de una familia en la que nadie en absoluto cazaba. Pese a ello, me inculcaron el amor y respeto por la naturaleza y el mundo rural del que procedo. Viví en Villanueva de la Serena (Badajoz) hasta el verano de 1988, momento en el que me trasladaron a Valladolid. En la actualidad soy director de Castilla y León y de Valladolid del Grupo de Comunicación Gente.

Amante de la caza, pero sobre todo del tiro certero en justa lid. Me gusta cazar solamente lo que me voy a comer, en compañía o en soledad. Un día de caza es un día agradable de paseo por el monte, el páramo o la ribera, o bien un día que comienza con unas migas para, tras unas horas de quietud y silencio en el puesto, terminar con una fraternal comida con un buen guiso casero. Magnífico día si hay abate pero, si no ha sido así, la jornada no habrá desmerecido porque eso habrá querido decir que los animales han sido más listos o rápidos que uno mismo.

El blog pretende ser una zona de intercambio de conocimientos cinegéticos, así como de opiniones relacionadas con el mundo de la caza, abarcando todas las modalidades: caza menor, caza mayor, con galgos, cetrería, con arco y caza internacional, sin olvidar todo el mundo que rodea a esta actividad considerada deporte para algunos y entretenimiento para otros. Intentamos crear un espacio para conocer también los últimos avances en productos y materiales relacionados con las artes cinegéticas.

 

Enlaces

Revisión de estilo hecha por VERBA BONA

www.cazalia.com

www.cazaworld.com

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