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Blog de Luisgé Martín

El infierno son los otros

Qué jóvenes éramos

Archivado en: Crisis, España, Transición, desamor

Yo he conocido parejas que después de diez, veinte o treinta años de amor y convivencia más o menos feliz -con lo que esto quiera decir: no hay diez años de felicidad ni de enamoramiento- han llegado a la ruptura, y que en ese momento, coléricos o desencantados, han abominado de todo. Han dicho encendidamente: "Ha sido todo mentira, todo una ilusión, todo un fuego de artificio que no tenía sustento. He estado engañado diez, veinte, treinta años, he estado viendo lo que no era real, la luminiscencia de una estrella inexistente".

Cuando vemos a parejas así nos parecen lamentables, aunque los queramos. Sabemos que deliran, que están arruinando lo único que pueden conservar: un amor que existió realmente, que tuvo su sustancia y que dio, durante muchos años, sus frutos verdaderos: noches inolvidables, viajes irrepetibles, una madurez emocional particular, quizás hijos... Nos dan ganas -yo a veces lo he hecho, metafóricamente- de abofetearlos y de recordarles que están drogados por el rencor, por la desesperanza o por cualquiera de los efectos narcóticos de la vida, y que justamente en ese estado no deben dar opiniones contundentes.

Algo así nos está empezando a pasar como sociedad y como país. Ahora todo, según se oye, es una cloaca y un sumidero. La Transición fue una gran mentira y un error tremendo. La Movida no existió. La modernización ideológica y social de España no tuvo nunca lugar. El Rey es igual que Franco. La verdadera literatura es la que se hacía durante el franquismo. Y todos los políticos, desde Suárez hasta Cayo Lara, son unos farsantes.

Hay algo de todo eso que se convierte en profecía autocumplida o en análisis autodemostrado en el propio acto de la enunciación (lo que debe de ser una figura retórica de cuyo nombre no me acuerdo): si decimos esto es que un poco imbéciles seguimos siendo y que la historia, en efecto, no ha hecho el lavado generacional que tenía que haber hecho.

Pero no es verdad. Nada de todo eso es verdad. Es muy duro que te dejen después de diez o veinte años, es difícil entender que esa mujer con la que pasaste tantas noches y con la que viviste tantos sueños se haya convertido en una extraña con la que no tienes nada en común, pero aquellos días existieron, y, lo que es más importante, dejaron en ti una huella que no se puede borrar. El amor fue real, y la metamorfosis que produjo en los que lo vivieron también lo fue. Tenemos muchas cosas de las que quejarnos, muchas barricadas que levantar y muchas miserias que lamentar, pero no deshagamos la memoria. La autocompasión es provechosa para sobrevivir, pero no es sana. Es, de hecho, una enfermedad mental.

 

Publicado el 23 de julio de 2012 a las 23:30.

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Comentarios - 4

1 | Palito Ortega - 24/7/2012 - 00:59

Gracias, por describir tan certeramente este otro aspecto de la crisis. Cuando dicen que se está abrasando a una generación de jóvenes yo tengo la sensación de que a la que realmente se está abrasando es a la nuestra. Desde luego nos hicimos jóvenes en una España infinitamente peor que esta y casi todos, cada uno desde sus posibilidades, con mucha lucha y muchas risas también, hemos contribuido a transformarla y, por supuesto, mejorarla. Así que a seguir en la barricada. Sólo te equivocas en un aspecto, si existen más de diez años de felicidad y enamoramiento. Besos.

2 | Sor Ziko - 24/7/2012 - 23:24

En escribiendo "su fruto verdaderos" y "lo de debe ser una figura retórica" no logrará usted nunca el sillón de la RAE.

Por cierto, ¿la figura podría ser tautología?

Lo que importa son los hechos. Y nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio, cantaba Serrat.

Custodia Compartida, ya!

3 | Cristina - 27/7/2012 - 02:19

Me ha parecido muy hermoso. Por lo demás, yo escribo transición (con minúscula), soy republicana hasta la médula y Alaska me ponía de los nervios (aunque, a la sazóm, no conocía a su marido...). Pero sintonizo absolutamente con el espíritu del artículo (admirando su belleza). En particular, me parece devastadora esta explosión de descalificación hacia todos los políticos que, cual impuesto indirecto, se pone por las nubes y castiga y marca por igual a unos y a otros. ¡Cuánto les conviene esto a los hunos!

En mi opinión, Sor Ziko, no es una tautología (que no es una figura retótica, creo yo). Una tautología (si p entonces p) no predica nada del mundo, deja las cosas en éste como estaban. Nada que ver, por cierto, con lo que hace el artículo de Luisgé.

Y sí, hay que levantar barricadas. Precisamente porque existió, existe y existirá...

Gracias, Luisgé.

4 | Jemem - 26/8/2012 - 12:02

Algunos pueblos tienen tendencia a lo bipolar en cuestión de autoestima y afectos, sin duda España es uno de ellos. Pasamos de la euforia y la hipérbole a la depresión mayor con síntomas psicóticos con la mayor facilidad y rapidez; de la exaltación ebria por una tontería como ganar un torneo deportivo a revolcarnos por el barro por no disponer de una clase política preparada, comedida y que vele por el bien común y no por sus intereses individuales o los de su grupo. Creo,sin embargo, que en esta ocasión hay motivo para la queja e incluso para forzar una revolución que vuelva a definir el Estado: ¿Tiene ahora sentido mantener una familia real y un jefe de Estado necesariamente heterosexual? ¿Una administración del Estado fragmentada e hipertrofiada donde un funcionario con plaza ganada tiene que esperar 15 o 20 años para trasladarse a otra comunidad donde reside, por ejemplo su pareja? En fin, la crisis tiene que servir para renovarse y afrontar el futuro con nuevas premisas,dejando atrás un pasado que ya es el de las nuevas generaciones. Si no habremos sufrido inútilmente y seguiremos dando vueltas ciegas a los ciclos bipolares.

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Luisgé Martín

Luisgé Martín

Un blog con olor a azufre y a carne quemada. Ciberllamas en las que arderán todos: no habrá ningún títere al que le quede la cabeza sobre los hombros. El convencimiento es claro: el infierno existe y son los otros. Basta con abrir los ojos y mirar el mundo alrededor. Hablaré de libros, de películas, de canciones y de paisajes extranjeros, pero siempre con el tridente desenvainado.

· En Facebook: facebook.com/luisgemartin

· En Twitter: twitter.com/luisgemartin

Biografía: Madrid, 1962. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Gerencia de Empresas. Autor de los libros de relatos Los oscuros (1990) y El alma del erizo (2002), la colección de cartas Amante del sexo busca pareja morbosa (2002) y las novelas La dulce ira (1995), La muerte de Tadzio (2000), ganadora del Premio Ramón Gómez de la Serna, Los amores confiados (2005) y Las manos cortadas (2009, publicada, como la mayor parte de su obra, por Alfaguara). Ganador del Premio del Tren 2009 "Antonio Machado" de Cuento, que convoca la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, con el cuento Los años más felices.

 

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