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Blog de Luisgé Martín

El infierno son los otros

El artista en el trapecio

Archivado en: Derechos de Autor, Sabina, JK Rowling, Cultura Digital

RowlingEl otro día, en torno a una mesa de taberna y a unas cervezas, estuve hablando con unos amigos de uno de los temas que más me aturden -para lo bueno y para lo malo- en los últimos tiempos: la cultura digital. Como es inevitable pasar una y otra vez por los tópicos, como sísifos irredentos, hablamos de la venta de música -en discos o plataformas digitales- y de la asistencia a conciertos. Y entonces se produjo ese momento mágico que me electriza. Uno de mis amigos repitió una de esas ideas reaccionarias que ha calado entre los partidarios de la cultura gratis -que no libre- y que nos devuelve a la oscura noche de los tiempos: "Los músicos tienen que ganarse la vida dando conciertos. A mí no me parece bien que uno componga una canción en diez minutos y se haga rico para el resto de su vida".

Pueden encontrar opiniones idénticas, expresadas casi siempre con mayor virulencia, en cualquier foro de Internet dedicado a comentar noticias de cultura digital. Estamos regresando a esos tiempos en que a los artistas se los tenía por vagos y hasta por maleantes. Ninguna señora decente quería que su yerno fuera músico, escritor o cómico, en sus distintas modalidades. "Eso no es trabajar", se decía. "Trabajar es cavar zanjas al sol, madrugar antes de que amanezca y, sobre todo, hacer algo que te desagrade. Lo demás son mariconadas. Si uno quiere componer canciones y redactar versos, que lo haga en sus ratos libres. Como el ganchillo, las maquetas de barcos o la filatelia".

Los artistas somos así: nos sentamos diez minutos, componemos Yesterday, El corazón partío o Yolanda, y hala, a vivir en el Caribe a todo trapo. Es verdad que los escritores lo tenemos un poco más difícil, porque escribir Harry Potter, Soldados de Salamina o incluso Millenium te lleva algo más de tiempo. Cuando llegas al Caribe los músicos ya están morenos.

¿Cuántas canciones se componen cada año en España? ¿Y en el mundo? No tengo ni idea. Yo diría que centenares de miles. Si en nuestro país se escriben anualmente unos cincuenta mil libros, según calculó alguien recientemente tomando como base lo que las editoriales reciben, supongo que se compondrán al menos cuatro veces más canciones. De esas canciones y esas novelas, la mayoría -un 95%, quizá más- no son publicadas y no obtienen, por lo tanto, ninguna remuneración. Más aún, son gravosas para el artista, porque para grabarlas, aunque sea artesanalmente, ha tenido que incurrir en gastos. Incluso la novela, que no tiene costes de producción, debe ser imprimida y enviada por correo al editor. Del 5% restante de canciones, la inmensa mayoría pasan inadvertidas. Tienen ventas escasas o prudentes. O ventas relativamente exitosas que le permiten al autor cobrar, pongamos por caso, treinta mil euros durante el año del lanzamiento. Y hay, por fin, un porcentaje ínfimo de canciones (habrá que usar decimales para fijarlo) que triunfan sin restricción, que arrasan. Que hacen rico a su autor y lo mandan de cabeza al Caribe. ¿Una entre mil? ¿Entre diez mil? ¿Entre cien mil, si tomamos como base no las editadas, sino las que fueron compuestas?

Una entre mil, entre diez mil o entre cien mil, pero es ésa justamente la que nos interesa, la que nos llama la atención, la que nos parece emblema de la gran injusticia. Hay cientos de músicos muertos de hambre o quitándose horas de sueño para poder componer después de servir copas en un bar o dar clases de inglés en una academia, pero quien nos preocupa es Sabina, ese gran vago, que hizo un puñado de canciones magníficas -en diez minutos y por casualidad, no porque tenga talento- y desde entonces vive de las rentas.

Yo, que soy un autor respetado por los críticos -modestia aparte- y con una ya larga trayectoria literaria, hice hace poco un cálculo de lo que ganaba con la escritura y resultó que la hora de trabajo -sin contar las horas de reflexión y de prolegómenos, porque sólo faltaría que además fuéramos a cobrar por observar el mundo y tratar de metabolizarlo- me salía más o menos a la mitad de lo que le pago a la asistenta que viene los martes y los jueves a planchar. Y yo, dentro de lo malo, soy un afortunado. Tengo colegas a los que la hora les sale aún peor y conozco gente que después de darle vueltas durante dos años a una novela tienen que guardarla en un cajón. Pero el que nos importa aquí es el cabrón de Cercas (no hablo ya de García Márquez o de Rowling, los grandes depredadores de la humanidad), que saca un librito hablando de un asunto de la Guerra Civil y se forra. Qué vagos, los artistas.

Yo, como mi amigo, estoy también en contra de que uno de estos holgazanes se haga rico por las buenas. Eso sí, me parecería justo, en contrapartida, que ninguno de los otros fuera pobre. Yo estoy por una opción comunista: le ponemos un precio a la canción -cincuenta euros, por ejemplo- y a la novela -diez mil euros las de menos de doscientas páginas y quince mil las más largas- y abrimos en el Ministerio de Cultura una ventanilla para que los artistas pasen por allí a cobrar. Todos. Los inmortales y los inéditos. Los que tienen chispa y los que sólo tienen ceniza. Lo mismo por Mediterráneo que por Mis ojos tristes, que ha compuesto un amigo mío sin que nadie quiera publicársela. O incluso, si me apuran, más por Mis ojos tristes que por Mediterráneo, porque Serrat es un tío bregado y seguro que compuso la canción en media tarde, y mi amigo, que no tiene muchas luces musicales, se ha pasado tres meses corrigiendo compases, haciendo arreglos y revisando las rimas de la letra. Y con las novelas, igual: yo sé que García Márquez escribe con una envidiable soltura, casi al dictado de su cabeza, de modo que es razonable que me paguen más a mí, que tengo que pelearme con las frases, corregir, tachar, reescribir.

SabinaSi el presupuesto (público) se nos dispara, siempre nos queda la posibilidad de poner en la ventanilla del Ministerio comisarios artísticos que decidan qué es bueno y qué es malo. Esta canción es genial, quinientos euros; ésta es mediocre, cinco euros; ésta es indigna, a prisión con el autor. ¿Es relevante a la hora de ganar dinero que la canción que uno ha compuesto esté en dos millones de iPods o esté en cien? En absoluto. Lo relevante deben ser los madrugones que se pegue el autor, los kilómetros de carretera que recorra en una gira, los bises que haga en un concierto. Ya lo dijo el Arcángel San Gabriel (creo): ganarás el pan con el sudor de tu frente. Y cuando Caín, que tenía ínfulas artísticas, le preguntó por el valor del talento, el Arcángel respondió: "Eso son mariconadas".

"Yo soy carpintero y no cobro cada vez que alguien usa el mueble  que he fabricado", dice uno. "Yo soy albañil y me encantaría cobrar cada vez que alguien pasara por la puerta que he construido", dice el otro. "Yo soy técnico informático y me pagan un sueldo, no una comisión cada vez que alguien usa un ordenador que yo he arreglado", dice el de más allá. España de pandereta, de sacristía. Luces cortas, capacidad de pensamiento limitado. Incapacidad de discernir, de saber qué es un trozo de tocino y qué es una velocidad. Por eso lo mejor va a ser poner una tarifa fija por canción. Y que se pague del erario público. O suprimir las canciones, que tampoco hacen tanta falta.

Se dice muchas veces que para hacerse rico hay que haber cometido algún delito. Haber sobornado, haber cruzado la línea de la legalidad, haber abusado de los débiles. Leemos las listas de los hombres más ricos del mundo y pensamos que algo tienen que ocultar. Banqueros, constructores, traficantes, dirigentes de grupos de comunicación... "Nadie se hace rico trabajando honradamente", es la expresión que se usa. La única excepción en esas listas quizá sean los creadores, que a veces aparecen: JK Rowling, Paul McCartney. Claro que a éstos lo que les falla es el verbo, no el adverbio. Podemos pensar que Florentino Pérez o Amancio Ortega han llegado a ser millonarios trabajando no del todo honradamente. Almudena Grandes, Aute, Javier Bardem o David Bisbal, en cambio, son seguramente honrados, pero no han pegado un palo al agua en su vida. En una tarde compusieron una canción, y al Caribe.

Publicado el 27 de abril de 2010 a las 16:15.

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Comentarios - 27

1 | david - 27/4/2010 - 20:11

Que alegría descubrir que tienes un blog.
He de decirte que me gusta mucho como escribes y que la única pega que te pondría es que seas menos prolífico que Millás y no nos alegres con una novela al año… Tranquilo, sé lo difícil que es eso..
De momento solo he leído tus 2 últimas novelas, estoy intentando conseguir la otras en librerías de viejo o dónde sea…
Gracias, sobretodo por “Los amores confiados”, si tuviera dinero te compraba los derechos para convertirla en guión.
David

2 | Luisgé - 27/4/2010 - 22:35

David, me he sonrojado. Debo decirte, eso sí, que el pobre Millás es un mal ejemplo, porque publica casi menos que yo. Su última novela es la que obtuvo el Premio Planeta, que va ya para al menos tres años.

Respecto al guión de Los amores confiados, el problema no son mis derechos, sino el productor que haga la película.

Muchas gracias por tus palabras

3 | Angel De Manuel - 28/4/2010 - 15:28

No sabía que la cultura gratis era algo reaccionario...uno no deja de aprender.
El tema es muy interesante..he de confesar que te he echado de menos.
Primero decirte que el argumento de tu amigo me parece simplemente ridículo. Pero no es ese el problema de la música.
Creo que no se le pueden poner puertas al campo (Internet) y cualquier intento de parar lo imparable es inútil. No se si esto es justo, injusto, malo, bueno, reaccionario,....simplemente es así,y no tiene ningún remedio. De echo todas las ideas que que salen de las sociedades de gestión son profundamente reaccionarias y pasarían por controlar lo que hacemos con Internet en nuestras casas para luego penalizarnos.
Creo que el mundo de la música debe cambiar sus métodos de negocio... lo está haciendo. Mientras las cosas les favorecieron no había problema y algunos ganaron mucho, sobre todo las compañías de discos. Ahora todo ha cambiado y los comportamientos del consumidor de música han cambiado.
En los otros tipos de creación los problemas son distintos. La literatura y las artes plásticas tienen infinitamente menos problemas. Quizás también porqué se han identificado menos con el mercado. Quizás esta identificación total de la música con el mercado sea su pecado y ahora lo esta pagando.
Muchos años de producir productos de baja calidad y con la sola finalidad de vender como churros.
En la literatura también se empieza a transitar este camino peligroso, pero está muy lejos de los niveles que alcanzó la música.
De todas maneras siempre habrá música y siempre habrá libros. Aunque no se ganase un duro con ello siempre habrá quien tenga la necesidad de crear, porqué como tu mismo recuerdas la mayoría de las canciones y libros nunca llegan a ganar un céntimo.
Un abrazo

4 | Luisgé - 28/4/2010 - 17:22

Yo también te he echado de menos, Ángel. Si relees, verás que no he dicho que la cultura gratis sea una idea reaccionaria (aunque seguramente lo es, a juzgar por sus efectos devastadores). Lo que he dicho que es reaccionario es la idea, machaconamente repetida, de que un artista no puede ganar mucho dinero con una canción o una novela. A veces lees muy deprisa.

2. Como ya han dicho tantos y tantos a estas alturas, el campo está lleno de puertas. Justamente el campo es lo que más puertas tiene. Date una vuelta en coche por donde quieras.

3. Lo imparable a lo mejor es imparable pero también es bueno o malo, y no esta mal que lo analicemos.

4. Todas las artes se identifican con el mercado, lo que pasa que algunas tienen mercados más elitistas. Y eso, además, no tiene nada que ver con lo que hablamos. Lo que se piratea hoy es lo mismo que se compraba ayer. Lo que circula hoy es lo mismo que se vendía ayer. Lo que se compone o se escribe hoy es igual de bueno o malo que lo que se componía o escribía ayer. La única diferencia es el dinero que hay por medio y la tecnología que se usa.

5. No dudo de que siempre habrá literatura y música. De lo que dudo, cada vez más seriamente, es de que su empobrecimiento no sea monstruoso, debido a la desprofesionalización. No sólo de la creación, sino también de la industria.

y 6. El problema, en cualquier caso, es de dignidad y de justicia, no sólo de utilitarismo industrial. Una sociedad que remunera a sus creadores de ese modo es una sociedad miserable. Aunque siga habiendo canciones y novelas.

5 | Angel De Manuel - 28/4/2010 - 18:20

Sigo pensando que esta por verse a donde nos lleva todo esto. Internet es un recién nacido y tiene cosas enormemente positivas y otras negativas. Hay artistas que hoy son profesionales por que un día colgaron sus canciones en Internet (Russian Red) después de ser rechazados por las compañías discográficas. Para ellos la puerta para ganar dinero fue esa.
No creo que el profesionalismo desaparezca. No creo que lleguemos al punto de que los creadores vivan en la miseria. Yo ya he vivido en la miseria vendiendo mis cuadros en la calle y conozco muchos que viven ahora. Los conocía cuando Internet no existía.
Sólo digo que hay que adaptarse. El ser humano tiene salidas para todo. Creo que se llegará a una solución que posiblemente no llegue de los grandes complejos empresariales de la cultura, ni de las sociedades de gestión. Y como siempre vivirán algunos bien y otros mal. Con otro modelo.
Lo que no me parece bien, y siento decírtelo, es esta aptitud que han tomado desde algunos sectores de la cultura de lloriqueo constante (se que esto te va a indignar) y petición de mano dura a los poderes públicos. Me chirría, lo siento. Me siento más identificado con las asociaciones de internautas y esto va más allá de ideologías.

6 | Luisgé - 29/4/2010 - 00:50

Ángel, está visto que no puedes darme ni una alegría completa. Te estaba leyendo con comprensión, al margen de los matices y de las glosas, hasta que al final, claro, has tenido que darme el disgusto. Sí que te he echado de menos, sí. Yo creo que incluso en estas últimas semanas se me habían reducido las transaminasas.

Lo que pasa que las emociones no las puedo debatir, desgraciadamente. No me extraña que no te guste la actitud de los sectores de la cultura, son todos unos rojos revenidos. Yo en cambio no lo llamaría lloriqueo, sino reclamación de protección de los propios derechos (para eso están los poderes públicos), pero claro, eso tiene que ver con las emociones. Como los chirridos. Las asociaciones de internautas, en cambio, defienden la Libertad, la Cultura y la Paz Mundial, o sea que no me extraña que les tengas simpatía. Yo, si no fuera por la mezquina defensa de mis intereses personales, se la tendría también.

Y respecto a los artistas en la miseria, hay que reconocer que los creadores nos creemos todos geniales y muy pocos lo son. Nos creemos todos merecedores de reconocimiento, dinero y fama, y muy pocos lo merecen de verdad. Habrá algunos que morirán en la miseria acusando al mercado, al sistema o a la sociedad de que no venden cuadros o novelas. Pero eso no tiene nada que ver con este asunto. De lo que hablamos es de los que sí venden pero, ahora, no cobran.

Y por último: que conste que yo no hablo de la industria de la cultura, que vaya usted a saber qué es eso, sino de la industria del entretenimiento, que me parece una industria cuando menos tan respetable como la del automóvil, la de la nanotecnología o la alimentaria.

7 | Miguel Bernal - 29/4/2010 - 12:39

El problema Luis es que muchas veces, en el mundo donde yo me muevo, los que más reciben son los que montan el cotarro y no los que interpretan y ponen voz (en mi caso) o instrumento a la canción, aria o romanza que sea. Eso sin tener en cuenta las horas que te ha llevado tener los arrestos para subirte a un escenario delante de bastante gente y que no te dé un síncope.

8 | Luisgé - 30/4/2010 - 00:07

Se ha confirmado, Ángel. Hoy me he hecho análisis y vuelvo a tener las Gammaglutamiltransfesaras en 101, cuando los valores de referencia son entre 11 y 61. ¡Y eso que todavía no había leído lo de "censurar medios y cerrarlos"! Si me los hago mañana me ingresan seguro.

9 | Luisgé - 30/4/2010 - 00:11

Miguel, ya sabes que no controlo los entresijos de tu mundo, pero no creo que sea muy diferente al que yo controlo. En el mío también "muchas veces [..] los que más reciben son los que mueven el cotarro". Y muchas otras los únicos que pierden son los que mueven el cotarro. Es decir, bienvenidos al capitalismo. Si queréis hacer la revolución y me llamáis, es posible que me apunte, pero siempre y cuando la hagamos por orden. Empezamos por los banqueros y los terratenientes, como se ha hecho siempre.

¿Eres tú el organista de Espe? ¿O es un tocayo?

10 | nano cañas - 30/4/2010 - 01:11

Para la revolución sí me apunto yo.¡Ah,de paso,la guillotina podemos construirla con la madera que sobre de las "puertas al campo" que dejaremos de poner...!¡Eso si que sera imparable!(me refiero a la cuchilla una vez que hayamos puesto en marcha el mecanismo).Intento no ser bruto.Pero es que algunos casos no tienen solución.

11 | Angel De Manuel - 30/4/2010 - 17:40

Por favor Luisge...ilumíname y dime cuales son las medidas a tomar. Quiero saber que es lo que debemos hacer para impedir la copia, la piratería, etc.

12 | Luisgé - 30/4/2010 - 17:52

1. Dejar de tomar alcohol radicalmente

2. Reducir en la medida de lo posible la ingesta de chocolate

3. El picante, ni probarlo.

4. Tratar de acompañar los platos con guarniciones de arroz y verduras hervidas.

13 | Angel De Manuel - 30/4/2010 - 19:16

Quizás mejor sean:
1 Aceptar la discrepancia
2 Saber perder
3 Confrontar argumentos, no planfetos ideológicos
Y en esto, por mucho que te duela, los poderosos, son los que tu defiendes. Y no representáis a la cultura,representaís vuestros intereses..igual que haría cualquier empresario, multinacional, etc..lo cual desde el punto de vista del mercado es lo lógico y normal.

14 | Luisgé - 30/4/2010 - 19:48

Ah, lo había olvidado: beber mucha agua desde por la mañana y hacer algo de ejercicio, aunque sea un pequeño paseo. Y fundamental: no tomar medicamentos a tontas y a locas.

15 | Angel De Manuel - 30/4/2010 - 20:01

Que afilado...
tocado y hundido ? jijijiijii

16 | Luisgé - 30/4/2010 - 20:40

Sí, Ángel. Me ha costado mucho reconocerlo (es duro, después de haber ido a un colegio de pago), pero es verdad que no estoy intelectualmente a tu altura. Has desarmado todos mis argumentos. El lunes mismo, después de hacerme otra analítica, voy a matricularme en la Facultad de Filosofía.

17 | Angel De Manuel - 30/4/2010 - 22:10

jijiijiijiiii

18 | Luisgé - 30/4/2010 - 22:32

Para alguien de tu nivel es mejor juájuájuájuá. Bueno, creo, tú lo sabrás mejor, tienes más mundo.

19 | Angel De Manuel - 02/5/2010 - 00:38

juajuajua es para los que mirais de las alturas, es como más libre, más moral, más justo y sobre todo menos carca, no?

20 | Luisgé - 02/5/2010 - 03:28

Creo que no es juajuajua, sino juájuájuá. Pero a lo mejor estoy equivocado, Ángel, no quiero llevarte la contraria.

21 | Sor Dina - 02/5/2010 - 10:14

Me encanta cómo te enganchas Luisgé(gégé) cuando no estoy yo por el medio.

22 | Luisgé - 02/5/2010 - 12:44

Soy un yonqui, hermana impostora. ¿O a su edad ha decidido profesar?

23 | Sor Dina - 02/5/2010 - 21:02

Has dado en el clavo. Lo intenté a los 19 pero... ¡nunca es tarde si la dicha (perdon, picha) es buena!

24 | Luisgé - 02/5/2010 - 21:05

Pues creo que últimamente en los conventos las dichas tienen otras ocupaciones. Pero por intentarlo...

25 | Sor Dera - 02/5/2010 - 23:24

No soy Sor Dina.

Esto ocurre en los blogs de famosos: la impostura con sordina.

¡Como si no hubiera códigos ASCII para organizarse un nick!

Le ruego me telefonee LuisG., para la coordinación.

26 | Sor Didez - 03/5/2010 - 00:20

Abandono el blog. Voy a montar una congregación de monjas lesbianas.

27 | Mr. Dick - 03/5/2010 - 11:05

Sor Dera, afine su oído. La pobre Sor Dina, siente la llamada apostólica y la llaman impostora. Esto ocurre en ese mundo materialista en el que se mueven algunos que sólo escuchan la llamada de la carne. Hay que tener amplitud de miras.

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Luisgé Martín

Luisgé Martín

Un blog con olor a azufre y a carne quemada. Ciberllamas en las que arderán todos: no habrá ningún títere al que le quede la cabeza sobre los hombros. El convencimiento es claro: el infierno existe y son los otros. Basta con abrir los ojos y mirar el mundo alrededor. Hablaré de libros, de películas, de canciones y de paisajes extranjeros, pero siempre con el tridente desenvainado.

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Biografía: Madrid, 1962. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Gerencia de Empresas. Autor de los libros de relatos Los oscuros (1990) y El alma del erizo (2002), la colección de cartas Amante del sexo busca pareja morbosa (2002) y las novelas La dulce ira (1995), La muerte de Tadzio (2000), ganadora del Premio Ramón Gómez de la Serna, Los amores confiados (2005) y Las manos cortadas (2009, publicada, como la mayor parte de su obra, por Alfaguara). Ganador del Premio del Tren 2009 "Antonio Machado" de Cuento, que convoca la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, con el cuento Los años más felices.

 

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