Explicando las instantáneas
Archivado en: Entre la imagen y las mil palabras, fotografía
Paisanaje I (los rodajes)
A medida que ha ido pasando el tiempo, que es como todo se aclara, he comprendido que mi cinefilia y mi afición a la fotografía guardan entre sí una relación mucho menor de la que imaginaba. Es cierto que en la revista Arte fotográfico, mediados los años 70, las primeras críticas sobre las cintas de Fellini que leí compartieron el mismo espacio que los artículos dedicados a dar noticia de las nuevas emulsiones, ópticas, procesos de revelado... todos esos asuntos, en fin, que ahora estimo tanto como el resto de las cosas que aprendí con avidez cuyo conocimiento hoy no tiene utilidad alguna.
Por lo demás, puede que mi inquietud filmófila y fotográfica sólo corrieran en paralelo en los primeros años 80. En aquellos días, además de impresionar los primeros negativos que conservo -hubo otros antes, los tomados con la Zenit E mediados los años 70, que avergonzado con su escasa calidad artística tiré, de lo cual hoy me arrepiento-, me empleaba como técnico de cine e incluso director de cortometrajes. En ambos casos gustaba de llevar mi Yashica FX3 a los rodajes y tomar las vistas que más me llamaban la atención. Así pues, entre mis primeros clichés abundan los concernientes a alguna filmación.
El de tipo trabajando (1) data del otoño de 1983 y corresponde a un cortometraje que realicé entonces bajo el título de Cernuda, tres fragmentos. En sus distintas secuencias intenté aludir a otros tantos poemas del autor de La realidad y el deseo. Una de aquellas alusiones simbólicas estaba localizada en una fábrica de cacerolas -acababa de saber, para mi sorpresa, que Cernuda fue un fugaz militante comunista- y, mientras preparábamos el plano, tomé la foto del tornero. Entonces, el uso de los zoom aún no se había generalizado y yo utilizaba con mucha frecuencia un angular -28 mm.-, que me permitía trabajar con una velocidad de obturación de 30 sin fijar la cámara en el trípode y sin registrar vibración alguna. Asimismo, este procedimiento me posibilitaba el retrato de lo que se movía en el instante del disparo. Verbigracia, el torno y el brazo del sujeto.
Mi emulsión favorita era el Tri-X, que a menudo forzaba a 800 o 1.200 ASA. Ese fue el caso del la instantánea del guardia civil (2), tomada durante un rodaje en las inmediaciones de Vigo a finales de 1984. En realidad no era guardia, sino un actor de la película.
Y en realidad no fue el rodaje, sino el montaje, lo que me ocupó el verano de 1984 en Poppers. Ayudante de Luis Manuel del Valle, el montador de la cinta, simpaticé con José María Castellví, su realizador. Conociendo este último mi afición a la fotografía, me cedió amablemente su estudio durante una tarde para que le retratara junto a Taida Urruzola, una actriz amiga suya (3). Acabábamos de leer un texto autógrafo de leer un texto autógrafo de Orson Welles, pues Castellví, además de uno de los fotógrafos más destacados del destape, fue el foto fija de The Other Side of the Wind (1972), la película inacabada e inédita de Welles.
Unos meses antes, en el invierno de ese mismo año 84, contratado para llevar el sonido de referencia de Oro blanco, me desplacé hasta Málaga. Allí tomé esta imagen (4) de Helvio Soto, el realizador, preparando un plano. Ahora, que valoro más el carácter de documento de mi pasado que han cobrado mis fotografías y mis filmaciones que su calidad artística, nunca me hubiera desecho de aquellos primeros clichés de los años 70 y creo que estas instantáneas de Oro blanco -y esas otras de Nosotros en particular- tienen, respectivamente, el valor de ser el testimonio de una película que Soto nunca pudo llegar a acabar y una de las primeras en las que participaron Emma Suárez y Fernando Guillén Cuervo (5).
Nosotros en particular fue dirigida por Domingo Solano en Madrid y en Collado Villalba a comienzos del verano de 1985. Ya al final de la filmación me regalaron a la inolvidable Moneypenny, la perra que fue mi camarada inseparable hasta que La Parca se la llevó en el 99 (6). Aquí la muestro en uno de nuestros paseos por el sempiterno Campamento en aquel año de todos los prodigios que fue el 92.
También fue en el 85 cuando colaboré por última vez con Luis Suárez, el protagonista de mi cortometraje Pandémica, una road movie triste (7) ambientada en las carreteras que llevan de Madrid a Toledo.
Cumple por último dar cuenta de la instantánea del boxeador (8). Fue una de las pocas que en verdad estimo de las muchas que tomé con mi Yashica Mat 124-G de 6 x 6, aquel formato medio que tanto anhelé, al que accedí finalmente cuando me pude comprar aquella TLR merced a un premio de novela que me dieron en la discoteca El Sol. En cuando a la escena fotografiada en aquella ocasión, tengo que confesar que no se trataba de una auténtica velada de boxeo, sino del rodaje de un anuncio de gaseosa La Casera en el que yo trabajé como ayudante de producción.
Publicado el 25 de septiembre de 2012 a las 17:30.