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El insolidario

Otra sobresaliente antología de Valdemar (y II)

Archivado en: Cuaderno de lecturas, sobre "Cthulhu una celebración de los mitos"

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(viene del asiento anterior)

Un enemigo de Lovecraft

            El caso del filósofo Colin Wilson -uno de los Jóvenes Airados de la literatura inglesa, autor de ciencia ficción y genuino representante de ese mundo académico que desdeña a Lovecraft como al resto de los escritores de género- es en verdad curioso. Aunque entró en contacto con Derleth polemizando contra él sobre el valor de la obra del Outsider, fue el propio Derleth quien le exhortó a escribir sobre los mitos de Cthulhu. Así las cosas, mientras por un lado disertaba en sus ensayos contra el extraño recluso de Rhode Island, por el otro escribía El regreso de los Lloigor (1969-1974), su pieza incluida aquí.

            Amén de padre de los mitos, Lovecraft es un personaje frecuente en estas páginas y la narración de Wilson es un buen ejemplo de ello. Su protagonista, Paul Dumbar Lang, es un investigador universitario que está a punto de cumplir 72 años cuando comienza su narración. Esto de encontrar en una ficción a alguien mayor que yo ha sido toda una satisfacción. Dumbar es una de esas eminencias que dudan de que Shakespeare fuese el autor de sus obras.

            En 1969, el año en que está ambientada la narración -el mismo en que Wilson comenzó a escribirla- viaja hasta el Reino Unido -es estadounidense- en la creencia de que elNecronomicón es el Manuscrito de Voynich. Este último es un misterioso libro real e ilustrado, de contenidos desconocidos, escrito hace unos 500 años por un autor anónimo en un alfabeto no identificado y un idioma incomprensible. Dumbar llega a su conclusión en unas referencias a cierta lengua de las brujas, hablada en Gales de Arthur Machen, hechas por Lovecraft en su impagable ensayo El horror en la literatura.

            Desplazado a Gales, a las tierras descritas por Machen en sus páginas, el erudito estadounidense entrará en contacto con el coronel Lionel Urquart, quien ha escrito unos textos sobre las inquietantes tradiciones del lugar, emparentadas con las de una tierra que él llama Mu.

            El erudito galés sostiene que Mu fue un resto de la Atlántida. Dumbar, consciente de la afición al halago de los escritores, se lo gana alabando sus textos. Urquart le pone así en antecedentes sobre los Llogor, unos seres llegados de las estrellas en la noche de los tiempos. Son capaces de penetrar en la materia para hacer con ella a su antojo. Y el rincón de Gales que han escogido registra muchas concomitancias con Innsmouth. Al igual que Chikno con el Obed Marsh del Outsider. De hecho, Urquart ha sido corresponsal de los herederos del terrible capitán Marsh.

            Los gitanos galeses, con su patriarca Chikno a la cabeza, son quienes salvaguardan el secreto de cuanto concierne a los Lloigor. Así pues, son los calés los que urden en torno a Dumbar todos los misterios que cabe esperar. Será el propio Chikno quien, tras beber con el profesor estadounidense, le dirá que se vaya. Pero los Lloigor deciden fulminarle a él, al patriarca, mediante una extraña explosión que según los expertos no es terrenal. Cuando Dumbar y Chikno comienzan a sentir que pierden sus fuerzas, tienen el convencimiento de los Lloigor se están apoderando de ellos.

            Así las cosas deciden abandonar el mundo de Arthur Machen. El manuscrito de Dumbar se interrumpe cuando se da noticia de que él y Urquart se disponen a tomar un avión que les llevara a Washington para advertir del peligro que los Lloigor, cuya vuelta es inminente, suponen para el mundo.

            A continuación, su editor, un sobrino del investigador, da cuenta en una nota de que el avión en que viajaban Dumbar y Urquart ha desaparecido misteriosamente en una nube.

Un intento de redimir las viejas fobias

            De entrada, Mi barca, de la feminista y notable autora de ficciones científicas Joanna Russ, se me figura mucho más próxima a ciertas fantasías de Ray Bradbury que a los mitos de Cthulhu. Salvo una referencia al Necronomicón -metida con calzador, coloquialmente hablando- y otra a La onírica búsqueda de la desconocida Kadath, poco tiene que ver este relato con el universo del Outsider y su círculo.

            Sí tiene que ver -y mucho- con su racismo, que también parece haberse convertido en algo consustancial a ese género de la literatura de terror que son los Mitos. Es de hacer notar que son gitanos los mamporreros de los Lloigor de Wilson, a quien cabe suponer un hombre progresista como ese joven airado de las letras inglesas que fue. De modo que tengo la sensación de Arkham House incluyó Mi barca en esta celebración para redimirse de las antiguas fobias de sus autores y su mentor. A poco que se avanza en su asunto se comprende este afán.

            Jim, el narrador, es un guionista que no vende libretos y cuando su agente, Milt, le sugiere uno, él le cuenta la historia en cuestión. El mismo guionista fue uno de sus protagonistas en 1952, cuando cursaba sus estudios en uno de los primeros institutos estadounidenses que integraron en sus aulas a estudiantes negros. Entre los afroamericanos recién llegados sobresale una chica, Cecilia Cissie Jackson, por su inteligencia y sus dotes para la interpretación en las obras escolares.

            Al y Jim, como son "liberales", simpatizan con la chica por su color. Pero no tardan en admirarla de verdad. Hasta que la complicidad que nace entre Al y Cecilia es mayor. Una tarde proponen a Jim dar un paseo en la barca de Cissie y el viaje resulta ser tan fabuloso como el contado en La onírica búsqueda de la desconocida Kadath, el célebre relato fantástico -que no de terror- de Lovecraft, que Russ cita textualmente.

            Entre varios prodigios, la barca les lleva a la corte de la reina de Saba. Tras visitar otros lugares míticos del pasado, Jim se ve sólo en el embarcadero. No vuelve a tener noticias de Al hasta veinte años después, cuando el antiguo compañero -por quien el tiempo no ha pasado- regresa a la casa de su adolescencia en busca de su ejemplar delNecronomicón.

            No me cabe duda, Mi barca es una historia mágica. Toda una parábola sobre la tolerancia. Seguro que Arkham House la incluyó en este volumen porque celebra la buena voluntad, no porque tenga algo que ver con los mitos que nos ocupan.

Terror entre dos cultivadores del género

            Karl Edward Wagner es a Robert E. Howard lo que Derleth a Lovecraft, su editor por antonomasia. En Buena medida, se debe a Wagner el renombre alcanzado por Conan el bárbaro. Wagner fue uno de los editores y continuadores de las aventuras del cimmerio. Llegando a ser con sus propios personajes uno de los grandes de la fantasía épica. Con Palos -su aportación a estas páginas- retorna el ambiente ominoso consustancial a los mitos.

            El comienzo del relato ha sido uno de los que más me han llamado la atención de toda la antología. Fechado en 1942, Colin Leverett, su protagonista -ignorante de que en su casa le espera la carta que le llama a filas para combatir en la Segunda Guerra Mundia-, pasea por los bosques del interior del estado de Nueva York.

            Llega así un paraje, más allá del arroyo de Mann, no hollado desde tiempo inmemorial por ninguna persona. Adentrándose en el lugar da con una granja colonial, de aspecto amenazador, rodeada de misteriosas celosías. Siendo Leverett un artista de inspiración macabra, toma apuntes de las estremecedoras celosías y no duda en adentrarse en la casa. Allí descubrirá un cadáver que muestra unos ojos llenos de vida. De hecho, el aparente muerto intentará agarrarle por la muñeca. Pero el artista conseguirá desasirse.

            Al volver de la guerra, su inspiración ha cambiado. Hasta Weird Tales comienza a considerar "demasiado fuertes" sus ilustraciones, esto obliga a Leverett a buscar nuevos cauces para subsistir de su trabajo.

            Al cabo de los años, ya a comienzos de los 70, un amigo de los viejos tiempos, ahora editor, Prescott Brandon, mediante una carta que da paso a la correspondencia en la que se irá desarrollando el argumento, le propone ilustrar un libro de relatos de H. Kenneth Allard, un autor tan macabro como el propio Leverett.

            Puesto a ello, el artista vuelve a los apuntes tomados en la excursión al arroyo de Mann de antes de la guerra y las extrañas celosías llaman la atención de Brandon. Sale entonces a relucir aquel paseo y entra a formar parte de la correspondencia el doctor Alexander Stefroi, un experto en la historia de la región, que estima que las celosías son manifestaciones de un culto ancestral y terrible practicado en la región. Leverett, después de treinta años, vuelve entonces al arroyo de Mann. Unas inundaciones habidas últimamente se han llevado la inquietante granja.

            Entretanto, aparece el libro de Allard, Lugares execrados y Brandon, su editor, es asesinado por uno de los muchos "maniáticos de lo oculto" que comienzan a molestarle tras la publicación. Stefroi sostiene que el del arroyo de Mann es un emplazamiento megalítico.

            Eso es lo que hay cuando Dana Allard, que dice ser sobrino de Kenneth y el heredero de sus manuscritos -hasta entonces no teníamos noticia de que el escritor estuviese muerto-, se presenta a Leverett. Está en posesión de más textos y quiere que nuestro artista los ilustre en nuevos libros. En sus relatos, Allard hace alusión a las mismas celosías que él vio en la granja.

            En paralelo, Stefroi descubre otra granja con las mismas celosías que la del arroyo. No tarda en morir en extrañas circunstancias. Leverett comprende entonces que las celosías son glifos, signos del ritual de un culto impío que aún se practica. Sus seguidores han asesinado a Brandon y a Stefroi, y se disponen a darle muerte a él mismo. Así se lo hace saber a Allard cuando se presenta atropelladamente anunciándole que han de destruir los nuevos libros, recién llegados de la encuadernación.

            La verdadera sorpresa se produce entonces. Cuando Allard le firma un ejemplar, comprueba en la dedicatoria que no se trata Dana, el sobrino del escritor, como éste le hizo creer. Es el propio H Kenneth Allard quien Leverett tiene enfrente. Y Allard, el autor de los textos, no es otro que aquel muerto viviente que intentó agarrar al artista en su visita a la granja de las celosías, convenientemente maquillado para aparentar estar vivo. El culto del que las celosías son glifos es el que rinden a Althol, uno de los "Antiguos Mayores", y el escritor, uno de los muertos que le adoran. Merced a los dibujos de Leverett reproducidos en el libro, todos los que los han visto han vuelto a invocar al fatal Althol sin ellos saberlo.

***

            Aunque su autor, Philip José Farmer, fue un renombrado cultivador de la ciencia ficción, Matriculado en primero no está a la altura de Palos. De hecho, en líneas generales se me ha antojado como una de esas comedias estudiantiles que proliferaron en el cine estadounidense a raíz del éxito de la execrable Porky´s (Bob Clark, 1982). Roderick Desmond, su protagonista, es un hombre ya mayor que finalmente ha sido admitido como alumno en la Universidad del Miskatonic -al menos eso es lo que he supuesto yo tras las iniciales M. U. con las que Farmer se refiere al centro- gracias a un trabajo sobre el verdadero origen del nombre de Alhazred.

            "Novicio" de una de esas fraternidades de estudiantes de los campus estadounidenses, la Lam Kha Alif, Desmond tiene acceso en su biblioteca a un grimorio encuadernado con la piel del brujo que lo escribió: Atechinronnon. Entre los conjuros allí consignados hay uno que permite librarse de alguien mediante una serie de dibujos. Desmond que ya es casi un anciano que ha vivido toda su vida sutilmente sojuzgado por su madre, decide utilizarlo para librase de ella. Cuando lo acaba le llaman por teléfono para darle noticia de la muerte de su progenitora en el hundimiento de su casa.

Dos tributos a Robert Bloch

            "Príncipe oscuro y barroco de la historia del horror del siglo XX". Así define Stephen King a Lovecraft en Danza macabra. En este notabilísimo ensayo sobre el cine y la literatura de miedo de la amada centuria pasada, que conoció una traducción española de Valdemar en 2006, el autor de Carrie (1971), El resplandor (1977), La zona muerta (1979) y tantas otras novelas que han dado lugar a películas memorables, se refiere con idéntico entusiasmo a Robert Bloch, Frank Belknap Long y Donald Wandrei, tres destacados miembros del Círculo de Lovecraf.

            No hay duda, a King, ser uno de los autores de literatura fantástica más conocidos de nuestro tiempo, no le impide ser también uno de los más aplicados cultivadores de los mitos. Tanto es así que Jereusalem's Lot, su propuesta, gira en torno a De Vermis Mysteriis el grimorio apócrifo aportado por Bloch a la biblioteca maldita. Cabe apuntar por tanto que Stephen King homenajea a Bloch antes que a Lovecraft o a éste a través de aquél.

            La acción Jerusalem's Lot está situada en 1850 y se trata de una narración epistolar, construida mediante las cartas que Charles Boone envía a dos de sus amigos y compañeros en la causa del abolicionismo: Bones y Richard. Aunque nunca se reproducen las respuestas de sus corresponsales, sí se intercalan algunas anotaciones del diario de Calvin McCann. Este otro amigo de Boone, será quien le ayuda a instalarse en Chapelwaite, la siniestra mansión que acaba de heredar en un lugar de la costa de Oregón.

            Desde el primer momento, hay dos cosas que llaman la atención de Boone: el ruido que hacen las ratas al otro lado de las paredes y la animadversión que le demuestran los vecinos de Preacher's Corners, el pueblo cercano. Asimismo, paseando los alrededores de sus propiedad, Boone y McCann dan con Jerusalem's Lot, un pueblo abandonado donde encuentran un extraña templo. Fue allí donde uno de los ancestros de Boone llevó a cabo el conjuro consignado en De Vermis Mysteriis. Al convocando al gusano al que alude el título del apócrifo. No hay duda de que tanto en la pieza de King como en el falso grimorio de Bloch gravita La madriguera del gusano blanco (1911), de mi aborrecido Bram Stoker. Pero también es indiscutible que sobre ese rumor de ratas que va preludiando el peligro a lo largo de toda la narración también resuena la frase de un título clave de Lovecraft, Las ratas en las paredes. Al igual que esa idea de culpa atávica, de mal heredado por el protagonista de sus familiares, que inspira al Outsider en dicha pieza.

            En la de King, ese mal fue que el desató uno de los ancestros de Boone. Aquél, tras enemistarse con su hermano por la posesión de De Vermis Mysteriis, puso en marcha un siniestro culto en la iglesia de Jerusalem's Lot. Siguiendo las instrucciones del texto impío se conjuró al monstruo invertebrado. Fueron tales los horrores que desató que el todo el pueblo quedó abandonado y detenido en el momento de su irrupción, como Pompeya por la lava del Vesubio.

            Desde entonces los Boone son una familia maldita por los lugareños. De hecho, cuando nuestro protagonista se hace cargo de su heredad, vuelven a nacer niños sin ojos y becerros con dos cabezas. Son presagios de que el gusano regresara. Y en realidad, esos ruidos que achacan a los roedores, los produce el monstruo con su reptar.

            Muchos años después de que la abominación acabe con el fiel Calvin McCann y Charles Boone se arroje al mar por haberla desatado, ya en 1971, otro familiar de Boone se hace cargo de la heredad y comienza a escuchar los ruidos que cree son de las ratas. Pero nosotros sabemos que el gusano vuelve a acechar.

***

            Richard A Lupoff, autor de El libro de Lovecraft pone punto final al volumen conDescubrimiento de la zona ghoórica, pieza que, en determinados aspectos, reproduce los mismos esquemas que El libro de Lovecraft.

            He apuntado en muchas ocasiones que la línea que separa el terror de la ciencia ficción es difusa. Pero aquí no hay lugar a dudas, el Descubrimiento de la zona ghoórica esfantaciencia pura. De hecho, está ambientado en diversas épocas, separadas por siglos -2037, 2137, 2337...-, el nexo común entre todas ellas consiste en que el día siempre es el 15 de marzo, la fecha de la muerte del extraño recluso de Rhode Island.

            Pero el texto de Lupoff no sólo recupera el aspecto fantacientífico de Lovecraft, a menudo eclipsado por el terror, también apunta a lugares tan comunes a la ciencia ficción como el colonialismo terrestre en el espacio y a un nuevo orden mundial, claramente heredero de la Eurasia, Oceanía y Estasia propuesta por Orwell en 1984 (1948). Cómo los países que ahora conocemos llegaron a formar parte de los nuevos imperios se nos cuenta en las distintas analepsis que se intercalan en la narración. También es en estos flashbackdonde se nos refiere cómo se adoró en la superficie a los seres imaginados en las profundidades marinas por el Outsider.

            La narración da comienzo el 15 de marzo de 2337, con la nave Khons salida de una colonia terrestre de Plutón, disponiéndose a aterrizar en un planeta en la órbita de Yuggoth, el lugar donde fabricó el trapezoedro resplandeciente de esa serie de relatos que encadenaron Lovecraft y Bloch. Sus tripulantes son un hombre y dos cíborgs. Todos losflashback se incluirán entre las descripciones de los prolegómenos a la maniobra. En una de estas analepsis, la referida al 15 de marzo de 1937, al igual que en Libro de Lovecraft, Lupoff hará un recorrido por los principales hechos históricos de aquellos días. En esas líneas, cayendo en un craso error, afirmará que Franco era coronel cuando se alzó contra la república (pág 564). No es más que una minucia pero ahí está.

            Finalmente, cuando la tripulación de la Khons llega a La zona ghoórica, se queda atrapada allí para la eternidad. 

 

Publicado el 10 de noviembre de 2012 a las 04:15.

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Javier Memba

Javier Memba

            Periodista con más de cuarenta años de experiencia –su primer texto apareció en la revista Ozono en 1978-, Javier Memba (Madrid, 1959) fue colaborador habitual del diario EL MUNDO entre junio de 1990 y febrero de 2020. Actualmente lo es en Zenda Libros. Estudioso del cine antiguo, en todos los medios donde ha publicado sus cientos de piezas ha demostrado un decidido interés por cuanto concierne a la gran pantalla. Puede y debe decirse que el setenta por ciento de su actividad literaria viene a dar cuenta de su actividad cinéfila. Ha dado a la estampa La nouvelle vague (2003 y 2009), El cine de terror de la Universal (2004 y 2006), La década de oro de la ciencia-ficción (2005) –edición corregida y aumentada tres años después en La edad de oro de la ciencia ficción-, La serie B (2006), La Hammer (2007) e Historia del cine universal (2008).

 

            Asimismo ha sido guionista de cine, radio y televisión. Como novelista se dio a conocer en títulos como Homenaje a Kid Valencia (1989), Disciplina (1991) o Good-bye, señorita Julia (1993) y ha reunido algunos de sus artículos en Mi adorada Nicole y otras perversiones (2007). Vinilos rock español (2009) fue una evocación nostálgica del rock y de quienes le amaron en España mientras éste se grabó en vinilo. Cuanto sabemos de Bosco Rincón (2010) supuso su regreso a la narrativa tras quince años de ausencia. La nueva era del cine de ciencia-ficción (2011), junto a La edad de oro de la ciencia-ficción, constituye una historia completa del género, aunque ambos textos son de lectura independiente. No halagaron opiniones (2014) fue un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada. Por su parte, David Lynch, el onirismo de la modernidad (2017), fue un estudio de la filmografía de este cineasta. El cine negro español (2020) es su última publicación hasta la fecha.  

 


 

          

 

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La valentía de Ramón Acín

Sylvie Vartan

La cruz de Malta de Wim Wenders

La epifanía de Louis Daguerre

Carroll Baker

Marie Laforêt y mi amigo Eloy

Eliseo Reclus atisba su quimera

Patty Pravo

Richard Pryor contra sí mismo

Miroslava, una actriz marcada por la fatalidad

France Gall y el doble sentido

Robert Bresson y el cine puro

La gesta de Alekséi Stajánov

Nace el Rimbaud del Rock & Roll seminal

Dominique Dunne, una filmografía que se quedó en el aire

Un actor vampirizado por un personaje

Tolkien publica El Hobbit

La segunda musa de Godard

John Dos Passos entra en la eternidad

Alain Resnais, el cine de la memoria

Una musa del filme noir

El cadáver de Nancy Spungen en el Chelsea Hotel

La historia de Bobby Driscoll

Un icono del feminismo

Recordando a Tina Aumont

Colgaron a Gilles de Rais

Dario Argento

Nico en el cine

Dylan Thomas en su último trance

Brigitte Helm

Un punkie en la Disney 

Nace Billy el Niño

The Wall

Tennessee Williams

Vivien Leigh

Kazuo Sakamaki salva la vida en Pearl Harbor

El proscrito de la Escuela de Barcelona 

47 hombres de honor

Charlotte Rampling

La incomunicabilità del gran MIchelangelo Antonioni

F. Scott Fitzgerald

Un pilar del cómic estadounidense

Juliet Berto

Erik, el fantasma de la Ópera

Una comedia francesa

Un pesimista alegre

Una mirada indolente a la derrota 

Sender en Casas Viejas

Kipling en su último momento

Los hermanos Marx

Puente sobre aguas turbulentas

Anouk Aimée

Mary Shelley

Quentin Tarantino

Neal Cassady 

Natalie Wood

La heterodoxia de Ermanno Olmi

Fu-Manchú

Stefan Zweig pone fin a sus días

 

 

 

 

 

 

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