Los días más felices de mi vida

Veinticuatro
Hace once, trece, quince años, por estas mismas fechas, coincidían la cumbre de mi edad y la edad dorada de mi existencia. Y es ahora, en la distancia, al volver sobre las fotografías de los veranos de aquella época, cuando comprendo que aquellos días fueron los más felices, lo mejor de mi vida.
Mis colaboraciones periodísticas me proporcionaban un desahogo económico del que no había gozado desde que dejé de vivir en casa de mi madre. No me faltaban comodidades, lujos incluso. El cuerpo me aguantaba cualquier tipo de exceso y, al pensar en la difusión de la que gozaba mi obra, que entonces, prácticamente, se reducía a aquellos artículos periodísticos, también me daba por más que satisfecho. Todas las semanas publicaba dos o tres y, a menudo, varios al día.
Puede que esa bonanza generalizada me hiciera olvidar que toda gloria es efímera, algo que comprendí e hice mi máxima en el esplendor de la juventud. Fue cuando advertí -mientras aún disfrutaba de ella- que aquella gracia de la lozanía era pasajera, como los placeres que procuran los excesos. Puede que hasta llegara a ignorar eso otro con lo que conté desde que comencé a confiar mis ingresos, en exclusiva, a mi obra: que llegaría un momento que dejarían de pedirme artículos en las redacciones. Pero nunca imaginé que el periodismo en pleno habría de verse demediado hasta el borde la extinción por el expolio del que es objeto por parte de las nuevas tecnologías.
De algún modo, hubo un día, del que yo no fui consciente, a partir del cual las cosas empezaron a torcerse. Desde entonces, sin remisión, siguen viniendo mal dadas. Pero como yo sigo sin recordar haberme sentido desgraciado en ningún momento de mi existencia, al volver ahora sobre las fotos de mis días más felices, me parece que el tiempo no ha pasado, que aún es el mes de agosto del 2000 o 2001. Estoy junto a Cristina en Formentera, cuando me llaman del periódico para que escriba folio y medio en una hora, ésa era mi medida... Perseverando en esa quimera, aguardo hasta que vuelvan las horas más felices de mi vida.
Publicado el 22 de agosto de 2013 a las 14:00.








