Las almas enfermas de Machcado de Assis
Archivado en: Cuaderno de lecturas, "La causa secreta y otros cuentos de almas enfermas" de J.M. de Assis
Si no fuera por el subyugante magnetismo que ejerce sobre mí la narrativa de fondo editorial decimonónica nunca hubiera descubierto al brasileño Joaquín María Machado de Assis (1839-1908). Considerado uno de los grandes autores de aquellas letras, me fue dado en los relatos reunidos por Celeste Ediciones en La causa secreta y otros cuentos de almas enfermas (2000). Aún guardo memoria de la grata sorpresa que supuso el descubrimiento hace ahora quince años.
Ya en la primera pieza, La causa secreta precisamente, quedó satisfecho con creces el entusiasmo con que lo leí. El narrador y protagonista es un médico que nos cuenta la causa secreta de que un amigo suyo atienda a los heridos: es un sádico que se complace con el dolor ajeno. Así, disfruta tanto torturando a míseros ratones como montando un hospital. Aunque su publicación se remonta a 1896, cuando fue recogida en el libro de cuentos Varias historias después de haber conocido una primera edición en la Gaceta de Noticias de Río de Janeiro, invita a una reflexión sobre ciertas inquietudes filantrópicas de nuestros días.
Reunidas y prologadas por Ernesto Pérez Zúñiga, El caso de la vara, la segunda de las narraciones es la única que no pertenece a Varias historias. Fue antologada por primera vez en Páginas recolhidas (1899). Cuenta la huida de Damián, un joven que se fuga del seminario. Yendo a buscar refugio a casa de la amante de su padrino, una de las costureras que allí trabajan se distrae escuchándole. Cuando la señora le promete unos azotes en caso de que la muchacha no acabe su labor al finalizar el día, Damián resuelve que, si es necesario, intercederá por ella. Sin embargo, cuando llega el momento de hacerlo, viendo peligrar el favor de la amante de su padrino -quien ha obligado a éste a hablar con el padre del joven para que no tenga que volver al seminario-, Damián decide no actuar, incluso será él quien acerque a la señora la vara con la que azotará a la costurera. Ese retrato de la cicatería, frente a las grandezas a las que suelen atender los cuentos, me llamó mucho la atención.
Entre santos me resultó mucho menos interesante que sus predecesores, pero también abunda en el retrato de lo mezquino. Cuenta cómo san Francisco de Sales da noticia de la mezquindad de uno de sus devotos, quien, en caso de que su esposa se salve de la muerte, ofrece al santo oraciones como si se tratase de dinero.
Por último, La cartomante (sic) es la historia de un adulterio. Camilo se entiende con Rita, la mujer de un amigo, Vilela. Cuando comienzan a llegar anónimos que dan cuenta de su aventura, Camilo deja de ver a Rita. Ella, angustiada ante el abandono, empieza a consultar a una adivinadora, la cartomante del título. En un momento dado, Camilo recibe un billete de Vilela en el que le urge a que se acerque a su casa. Temiéndose lo peor, Camilo consulta a la echadora de cartas. La adivina le asegura que no va a pasar nada. Miente, cuando Camilo llega al domicilio de Vilela, éste ha matado a su mujer y da idéntico fin a su amigo.
Escritor de rica prosa, los estudiosos señalan que uno de los principales artificios de Machado de Assis consiste en comenzar a referirnos la anécdota de la que nacerá el final e interrumpir la narración. Antes de abrir un flash-back para ponernos en antecedentes, incluso nos recalca que no sabemos nada de cómo han llegado hasta el punto en que los hemos conocido los personajes.
Publicado el 27 de enero de 2016 a las 13:30.