viernes, 19 de abril de 2024 16:56 www.gentedigital.es
Gente blogs

Gente Blogs

Blog de Javier Memba

El insolidario

Más discípulos del "outsider" de Providence

Archivado en: Cuaderno de lecturas, sobre "Cthulhu 2000"

Foto: Javier Memba

                   Acaso menos interesante que El Necronomicón -si bien esto podría ser una afirmación meramente subjetiva, habida cuenta de esta antología, por ser más de lo mismo en relación con la anterior, no ejerció sobre mí la fascinación de aquélla- esta Cthulhu 2000 es otra estimable adecuación de los horrores de Lovecraft a nuestros días. Dados a la estampa por La Factoría de Ideas en 2000, Jim Turner fue su editor para Arkham House, la hoy mítica editorial que August Derleth fundara para publicar adecuadamente a Lovecraft. Descubrí estos textos en la primavera de 2002. Al volver ahora sobre mis notas de entonces, recuerdo esa lectura -como casi todas- con sumo cariño.

                   Tal vez por ser la de F. Paul Wilson una de las mejores piezas aquí reunidas, Los Barrens, el texto en cuestión, es el que abre la selección. Su narradora, Kathleen McKelston, es una mujer que se ve llevada al horror por un antiguo novio de sus días de estudiante en los años 60: Jonathan Creighton.

                   Metido Creighton en la investigación de extraños fenómenos que tienen lugar en la zona de Estados Unidos a la que alude el título, recuerda que Kathleen es de allí y se pone en contacto con ella para que le sirva de introductora en la región.

                   Los Barrens son una de esas regiones atrasadas, apartadas de la civilización. Poblado por semiretrasados que se casan entre ellos -tan de Lovecraft-, éstos evitan atemorizados cuanto concierne al paraje que más interesa a Creighton. Allí, los pinos, en determinadas épocas del año, son coronados por extrañas luces de carácter sobrenatural. Más aún, incluso los animales lo rodean para no tener que pasar por él.

                   Finalmente, cuando Creighton consigue asistir a los extraños fenómenos de los Pine Barrens (sic) sufre unas extrañas quemaduras, que no son sino el comienzo de su paulatina degeneración. Antes de su final, tiene tiempo de consultar la biblioteca de la Universidad de Miskatonic y robar uno de los textos que guarda. Por último, Creighton vuelve a los Pine Barrens. Esta vez, Kathleen también se adentra en el centro del misterio. Una vez allí descubre que es un punto fuera de la región donde se encuentra. Pertenece a otro mundo, onírico o cósmico, del que Creighton no saldrá. Aunque Kathleen sí regresa, comienza a ser presa de la misma atracción por los Pine Barrens  que hemos visto en Creighton.

***

                   Lawrence Watt-Evans presenta El módem de Pickman, una grotesca variación de El modelo de Pickman que alcanza una de las cotas más bajas de la antología. El narrador nos cuenta la experiencia de Pikcman, con quien mantenía una correspondencia electrónica, antes de que este fuera tragado por alguna siniestra entidad que navegaba por la Red.

***

                   Parecido en cuanto a planteamiento, pero mucho mejor en cuanto a realización, es El Pozo número 247, original de Basil Copper. Ambientado en una mina, el pozo al que alude el título se traga a distintos mineros.

***

                   Poppy Z. Brite firma Su boca sabrá a ajenjo. Es, con mucho, la mejor pieza de toda la selección. Sus protagonistas, que de alguna manera vienen a recordarnos a Verlaine y Rimbaud, son una pareja de jóvenes libertinos -Louis y el narrador- que sintetizan a la perfección la filosofía del exceso.

                   Brindando a la "salud de los placeres de la tumba" se entregan a cuantas disipaciones pueden imaginar, desde la homosexualidad a la necrofilia. Tras profanar la sepultura de los padres de uno de ellos, comienzan a coleccionar objetos sustraídos en los sepulcros de Baton Rouge, su lugar de residencia.

                   Es en una de estas impiedades cuando Louis encuentra un enigmático amuleto, procedente de los antiguos ritos vudú celebrados en la región. No duda en colgarselo del cuello. Con la fatal gema se adentra en un bar donde conocen a un inquietante chapero que define el objeto como un "vevé" y se ofrece a explicarle su significado.

                   Tras la pequeña orgía introductoria, el chapero se dedica a Louis. A la mañana siguiente, el narrador se encuentra a Louis momificado y una "cosa casi transparente a los pies de la cama", única huella dejada por el extraño prostituto. El amuleto ha desaparecido.

                   A partir de entonces, el narrador comenzará a buscar la tumba donde encontraron la fatal gema para colgársela y ser así momificado por la inquietante entidad.

***

                   La víbora, publicado en 1989 por Fred Chappell nos propone un terror literario. Así, su trama, después de la excelencia descubierta en estas páginas, no está a la altura de las circunstancias. Lo tratado, con todos los prolegómenos que el asunto requiere, es cómo una edición del Necronomicón va modificando las obras a las que roza. Lo más curioso es que dicha contaminación no afecta únicamente al volumen en cuestión, sino a también a todas las ediciones de esa misma obra. Como ejemplo se nos propone lo acaecido a El paraíso perdido, de Milton.

***

                   Fat Face, de Michael Shea, es otra de las cimas más altas de esta antología. Su protagonista es una prostituta de Hollywood, dotada de ciertos poderes premonitorios que le hacen imaginar horrores que luego se convierten en realidad. Entre su campo de acción se encuentra una clínica de hidroterapia que también es una residencia de animales abandonados. Todos los visitantes de la casa son personas que llaman la atención por su extremada obesidad. Fat Face, el responsable, es un hombre bonachón que nunca deja ver sus piernas y que es objeto de constantes burlas por parte de las chicas, a excepción de Patti, nuestra protagonista.

                   Tras encontrar a su compañera más querida medio devorada, Patti es internada en una casa de salud. Al salir se entrega a Fat Face, es entonces cuando el bueno se nos descubre un monstruo. La parte de su cuerpo que no se ve resulta ser una "glutinosa gelatina púrpura". Los aullidos que emitían los animales que entraban en la clínica eran gemidos de agonía y dolor ante las "formas elefantinas" que abundan en el foso que se abre en la piscina del lugar Según comenta Fat antes de devorar a Patti, el terror de las víctimas les da más sabor. Si los monstruos únicamente dejan de ellas la cabeza, es para imitarlas al adoptar sus formas humanas.

***

                   En El pez gordo hay que destacar la originalidad de esta propuesta de Kim Newman. Se trata de un relato protagonizado por un detective de Bay City que tiene que dar con un niño -Franklin Wilde- a quien se cree en manos de Janice Marsh. Esta descendiente de Obed Marsh -de la mítica familia imaginada en sus relatos por Lovecraft- es una suerte de Esther Williams en el Hollywood de la Segunda Guerra Mundial.

                   Como se ve, es un traslado de todos los mitos de Innsmouth a los planteamientos de la novela negra. Tanto es así que Janice, en lugar de ser una repugnante adoradora de Dagon, aunque efectivamente rinde culto al abominable dios del mar, es toda una seductora al estilo de las Veras, las mujeres de Raymond Chandler. Finalmente, el detective rescata al niño destruyendo a la vez el lugar donde se rinde culto al terrible dios.

***

                   Lo había arrugado despreocupadamente en mi bolsillo... Pero por Dios, Eliot, era una fotografía de la vida, de Joana Russ, trata sobre un hombre, solitario hasta la enfermedad, que conoce a una mujer en el parque. Intercambian impresiones sobre libros. Convencido de que va a casarse con ella, el tipo intenta presentársela a la única compañera de trabajo que se apiada de él. Pero todo es una figuración del solitario, con quien la mujer no ha hecho nada más que intercambiar comentarios sobre literatura.

                   Empecinado en esa boda que tan solo imagina, abandona el trabajo. Nuestro protagonista será encontrado congelado en el parque, en el mismo lugar donde, suponemos, debería de haberse encontrado con ella. Todo parece indicar que incluso ella ha sido una ilusión.

***

                   H.P.L., de Gahan Wilson, es una fantasía fallida y tediosa en la que el narrador se encuentra con un Lovecraft aun vivo que le invita a tomar el té junto a Clark Ashton Smith. El resto es una trama -por así llamarla- concebida para la cita de algunos relatos del maestro.

***

                   El inimaginable de Bruce Sterling, tiene tan poco interés como relación con el espíritu de la selección. Dos científicos, uno ruso y otro norteamericano, hablan de armas estratégicas en la cabaña de uno de ellos en Suiza.

***

                   Intercalado con un soliloquio dirigido a Lovecraft, El negro con una trompeta de T. E. D. Klein también es de lo mejor de la selección. La historia que se nos cuenta, referida por un hombre que conoció a Ambrose Mortimer su, protagonista, en un avión, es la de un misionero que regresa de un lugar de Malasia: Negri Semnbilan. Allí los árboles invadían las casas, las "carreteras construidas por el gobierno desaparecían", unas diminutas arañas rojas eran capaces de saltar a los hombros de una persona y una especie de caracoles eran las criaturas más temidas. Allí, en medio de tan exuberante flora y tan inquietantes moluscos, el religioso ha de abrir una nueva misión. Abandonado por sus guías, una semana después, en un breve fragmento que tal vez sea el mejor de todo el libro (pág. 205, séptimo párrafo) vuelve a encontrar a uno de ellos todavía vivo, pero sin poder hablar: los nativos "habían hecho crecer algo en él".

                   Tras renunciar a la "llamada", regresa a Estados Unidos de seglar -el traductor en un error pone civil (pág. 206)-. Es en el vuelo que le devuelve a su país donde le conoce el narrador, quien le define en la primera línea del capítulo 3 como un hombre que teme por su vida. En efecto, Mortimer se cree perseguido por un nativo de la tribu tcho-tcho quien tararea una canción en el Lenguaje Antiguo de Negri Semnbilan que le es conocida. Le ha escuchado entonar la siniestra melodía en todos los aeropuertos donde ha hecho escala. Sin embargo, será en el de Nueva York donde descubra un álbum de John Coltrane, cuya portada muestra al músico tocando el saxofón en una imagen aparentemente inocua, pero que a Mortimer le hiela la sangre.

                   Posteriormente, durante una visita del narrador al Museo de Historia Natural de la ciudad de los rascacielos, en la reproducción de una escena malaya, éste tiene oportunidad de descubrir una figura que representa a una suerte de brujo que asusta a los nativos. Como John Coltrane toca una trompeta y guarda un asombroso parecido con el jazzmen. Resulta ser el "Heraldo de la muerte", según se dice en un folleto explicativo que el traductor tiene a bien llamar "panfleto" (pág. 210).

                   Un mes después, el narrador sabe de la desaparición del misionero en una tormenta y decide iniciar una investigación para descubrir qué ha sido de él. La policía le explica que un malayo -"malasiano" para el traductor- le rondó en sus últimos días, aunque abandonó el hotel donde se hospedaba un mes antes de la desaparición de Mortimer. Se trataba de una suerte de sacerdote que hizo crecer algo en él hasta que le explotaron los pulmones, al menos eso es lo que se desprende cuando se nos dice que en la habitación ocupada por Mortimer se encontraron muestras de tejido pulmonar. Igualmente, la famosa trompeta era uno de esos caracoles de Negri Semnbilan. Según explica un pequeño en un documental de 1937, a cuyo guión tiene acceso el narrador, por el que no se soplaba, sino que se inspiraba. La historia, la mejor pese a su racismo -las referencias a los negros, tanto las sutiles como las evidentes son constantes- y los fallos del traductor, acaba con el narrador esperando el mismo destino que Mortimer.

***

                   El Arcano Filtro del Amor de Esther M. Friesner es una memez en la que la única herencia de Lovecraft son los nombres -Pickman, Alhazred, el mismo Lovcecraft-. Se trata de un engendro epistolar referido a la publicación de un manuscrito.

***

                   La última fiesta de Arlequín, original de Thomas Ligotti, es un relato extraño, digno, aunque sin llegar a ser una de las cimas de la selección. Un estudioso de la antropología de las festividades visita Mirocaw atraído por un extraño festival que se celebra allí. Sobre dicha fiesta ha escrito un trabajo su antiguo mentor: el doctor Raymond Thoss. Se trata de una celebración en la que unos hombres, disfrazados de payasos -"clowns"-, se prestan indolentemente a todas las barbaridades que la gente quiera hacerles: "toda la diversión en Mirocaw era algo permitido tan sólo por su sufrimiento", se lee en la página 263. Intrigado ante el extraño comportamiento de los payasos, el narrador se hace pasar por uno de ellos y es recogido por uno de los camiones donde se los llevan a todos.

                   En el extraño paraje al que es conducido, el narrador es testigo de cómo los clowns se transforman en gusanos en medio de un ritual conducido por el doctor Thoss y presidido por una diosa de la muerte: Perséfone. Aterrado ante lo que acaba de ver, nuestro hombre emprende la huida. Reconocido en ella por Thoss, éste le deja escapar. Una vez más, la historia concluye con el narrador esperando un destino igual que el acaba de descubrir. En este caso, esperando su transformación.

              ***

                   Esperaba más de La sombra en el umbral, de James P. Blaylock, habida cuenta de la excelencia de su planteamiento. Pero he de apuntar que ésta, además de conjugar a la perfección algunas de las constantes del maestro en una propuesta original, es otra de las grandes piezas aquí reunidas. Se inicia con la visión de una forma pisciforme por parte del protagonista. Apenas acaba de leer 20.000 leguas de viaje submarino y sólo han pasado seis meses desde que de desmontara su propio acuario. Su atracción por los viveros de peces se remonta a 30 años antes, cuando, siendo nuestro protagonista un muchacho, tuvo oportunidad de conocer una tienda de acuarios propiedad de un oriental. En dicho establecimiento, se guardaban extrañas especies.

                   Además de aquél, nuestro protagonista llegó a conocer dos casas de idénticas características. El misterio radica en los propietarios de las tiendas, al parecer, los clásicos hombrespez de Lovecraft. De ahí que me haya resultado poco para tan brillante planteamiento.

***

                   Gene Wolfe presenta Señor de  la tierra, donde se cuenta una historia referida a un extraño fósil o meteorito -no recuero bien- y a un tipo que cobra por verlo. Es otra de las piezas que menos me han interesado. 24 vistas del Monte Fuji, da cuenta del acercamiento al volcán de Tokio por parte del narrador. Muy probablemente -máxime considerando su gran extensión- es la peor pieza de toda la selección.

***

                   Por muchos motivos, aunque a la postre ha habido otros cuentos en la selección que me han llamado más la atención, Los rostros de Pine Dunes es el relato que más me han interesado. Su protagonista es Michel, un joven que vive con sus padres en una caravana. El lugar en que acampan cuando la narración empieza -Pine Dunes- parece ofrecer cierta atracción sobre los progenitores del joven, a quien éste cree poseídos por un extraño misterio.

                   Empleado como camarero en un bar cercano, Michael conocerá a June, una joven consumidora de LSD con quien comienza a mantener una relación. Pero el misterio de sus padres pesa sobre Michel cada vez más. Tras descubrir en la biblioteca de Liverpool un volumen titulado Lancashire fantasmal, en el capítulo dedicado a Pine Dunes, Michael descubre que el lugar donde se encuentra la caravana de sus padres es un paraje maldito, evitado por cuantos saben de él. Allí se halla la entrada a una cueva cuyas tinieblas guardan una monstruosidad. Abominación que muy probablemente podría ser convocada con los libros de conjuros que guarda el padre de Michael en su caravana.

                   Tras perderse finalmente en la cueva junto a June, nuestra simpática pareja descubrirá que los Grandes Antiguos aún existen. El cuento acaba con una alusión de Michael al LSD de June: "podía ayudarles a convertirse en uno".

 

Publicado el 18 de agosto de 2011 a las 16:15.

añadir a meneame  añadir a freski  añadir a delicious  añadir a digg  añadir a technorati  añadir a yahoo  compartir en facebook  twittear  votar

Comentarios - 0

No hay comentarios



Tu comentario

NORMAS

  • - Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
  • - Toda alusión personal injuriosa será automáticamente borrada.
  • - No está permitido hacer comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • - Gente Digital no se hace responsable de las opiniones publicadas.
  • - No está permito incluir código HTML.

* Campos obligatorios

Javier Memba

Javier Memba

            Periodista con más de cuarenta años de experiencia –su primer texto apareció en la revista Ozono en 1978-, Javier Memba (Madrid, 1959) fue colaborador habitual del diario EL MUNDO entre junio de 1990 y febrero de 2020. Actualmente lo es en Zenda Libros. Estudioso del cine antiguo, en todos los medios donde ha publicado sus cientos de piezas ha demostrado un decidido interés por cuanto concierne a la gran pantalla. Puede y debe decirse que el setenta por ciento de su actividad literaria viene a dar cuenta de su actividad cinéfila. Ha dado a la estampa La nouvelle vague (2003 y 2009), El cine de terror de la Universal (2004 y 2006), La década de oro de la ciencia-ficción (2005) –edición corregida y aumentada tres años después en La edad de oro de la ciencia ficción-, La serie B (2006), La Hammer (2007) e Historia del cine universal (2008).

 

            Asimismo ha sido guionista de cine, radio y televisión. Como novelista se dio a conocer en títulos como Homenaje a Kid Valencia (1989), Disciplina (1991) o Good-bye, señorita Julia (1993) y ha reunido algunos de sus artículos en Mi adorada Nicole y otras perversiones (2007). Vinilos rock español (2009) fue una evocación nostálgica del rock y de quienes le amaron en España mientras éste se grabó en vinilo. Cuanto sabemos de Bosco Rincón (2010) supuso su regreso a la narrativa tras quince años de ausencia. La nueva era del cine de ciencia-ficción (2011), junto a La edad de oro de la ciencia-ficción, constituye una historia completa del género, aunque ambos textos son de lectura independiente. No halagaron opiniones (2014) fue un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada. Por su parte, David Lynch, el onirismo de la modernidad (2017), fue un estudio de la filmografía de este cineasta. El cine negro español (2020) es su última publicación hasta la fecha.  

 


 

          

 

Miniatura no disponible

 

Javier Memba en 2009

 

Javier Memba en 1988

 

Javier Memba en 1987

 

1996

 

 

Javier Memba en la librería Shakespeare & Co. de París

 

 

 

 

Imagen

 

 

COMPRAR EN KINDLE:

 

 

 

contador de visitas en mi web



 

 

Enlaces

-La linterna mágica

-Unas palabras sobre Vida en sombras

-Unas palabras sobre La torre de los siete jorobados

-50 años de la Nouvelle Vague en Días de cine

-David Lynch, el onirismo de la modernidad en Radio 3

-Unas palabras sobre Casablanca en Telemadrid

-Unas palabras sobre Tintín en Cuatro TV

 

 

ALGUNOS ARTÍCULOS:

Malditos, heterodoxos y alucinados de la gran pantalla

Nuevos momentos estelares de la humanidad

Chicas yeyés

Chicas de ayer

Prólogo al nº 4 de la revista "Flamme" de la Universidad de Limoges

Destinos literarios

Sobre La naranja mecánica

Mi tributo al gran Chris Marker

El otro Borau

Bohemia del 89

Unos apuntes sobre las distopías

Elogio de Richard Matheson

En memoria de Bernadette Lafont

Homenaje al gran Jean-Pierre Melville

Los amores de Édith

Unos apuntes sobre La reina Margot

Tributo a Yasujiro Ozu con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento

Muere Henry Miller

Unos apuntes sobre dos cintas actuales

Las legendarias chicas de los Stones

Unos apuntes sobre el "peplum"

El cine soviético del deshielo

El operador que nos devolvió el blanco y negro

Más real que Homeland

El cine de la Gran Guerra

Del porno a la pantalla comercial

Formentera cinema

Edward Hopper en estado puro

El cine de terror de los años 70

Mi tributo a Lauren Bacall

Mi tributo a Jean Renoir

Una entrevista a Lee Child

Una entrevista a William McLivanney 

Novelistas japonesas

Treinta años de Malevaje

Las grandes rediciones del cómic franco-belga

El estigma de La campana del infierno

Una reedición de Dalton Trumbo

75 años de un canto a la esperanza

Un siglo de El nacimiento de una nación

60 años de Semilla de maldad

Sobre las adaptaciones de Vicente Aranda

Regreso al futuro, treinta años después 

La otra cabeza de Murnau

Un tributo a las actrices de mi adolescencia

Cineastas españoles en Francia

El primer surrealista

La traba como materia literaria

La ilustración infantil de los años 70

Una exposición sobre la UFA

La musa de John Ford

Los icebergs de Jorge Fin

Un recorrido por los cineastas/novelistas -y viceversa-

Ettore Scola

Mi tributo a Jacques Rivette

Una película a la altura de la novela en que se basa

Mi tributo a James Cagney en el trigésimo aniversario de su fallecimiento

Recordando a Audrey Hepburn

El rey de los mamporros

Una guía clásica de la ciencia ficción

Musas de grandes canciones

Memorias de la España del tebeo

70 años de la revista Tintín

Ediciones JC regresa a sus orígenes

Seis claves para entender a Hergé

La chica del "Drácula" español

La primera princesa de la lejana galaxia

El primer Tintín coloreado

Paloma Chamorro: el fin de "La edad de oro"

Una entrevista a la fotógrafa Vanessa Winship

Una recuperación del Instituto Murnau

Heroínas de la revolución sexual

Muere George A. Romero

Un mito del cine francés

Semblanza de Basilio Martín Patino

Malevaje en la Gran Vía

Entrevista a Benjamin Black

Un circunloquio sobre la provocación

Una nueva aventura de Yeruldelgger

Una dama del crimen se despide

Recordando a Peggy Cummins

Un tributo a las yeyés francesas

La última reina del Technicolor

Recordando a John Gavin

Las referencias de La forma del agua

El Madrid de 1988

La nueva ola checa

Un apunte sobre Nelson Pereira dos Santos

Una simbiosis perfecta

Un maestro del neorrealismo tardío

El inovidable Yellowstone Kelly

Que Dios bendiga a John Ford

Muere Darío Villalba

Los recuerdos sentimentales de Enrique Herreros

Mi tributo a Harlan Ellison

La inglesa que presidió el cine español

La última rubia de Hitchcock

Unos apuntes sobre Neil Simon

Recordando Musicolandia

Una novelista italiana

Recordando a Scott Wilson

Cämilla Lackberg inaugura Getafe Negro

Una conversación entre Läckberg y Silva

El guionista de Dos hombres y un destino

Noir español y hermoso

Noir italiano

Mi tributo al gran Nicholas Roeg

De la Escuela de Barcelona al fantaterror patrio

Recordando a Rosenda Monteros

Unas palabras sobre Andrés Sorel

Farewell to Julia Adams

Corto Maltés vuelve a los quioscos

Un editor veterano

Una entrevista a Wendy Guerra

Continúa el misterio de Leonardo

Los cantos de Maldoror

Un encuentro con Clara Sánchez

Recuerdos de la Feria del Libro

Viajes a la Luna en la ficción

Los pecados de Los cinco

La última copa de Jack Kerouac

Astérix cumple 60 años

Getafe Negro 2019

Un actriz entrañable

Ochenta años de "El sueño eterno"

Sam Spade cumple 90 años

Un western en la España vaciada

Romy Schneider: el triste destino de Sissi

La nínfula maldita

Jean Vigo: el Rimbaud del cine francés

El último vuelo de Lois Lane

Claudio Guerin Hill

Dennis Hopper: El alucinado del Hollywood finisecular

Jean Seberg: la difamada por el FBI

Wener Herzog y la cólera de Dios

Gordad, el gran maese de la heterodoxia cinematográfica

Frances Farmer, la esquizofrénica que halló un inquietante sosiego

El hombre al que gustaba odiar

El gran amor de John Wayne

Iván Zulueta, arrebatado por una imagen efímera

Agnès Varda, entre el feminismo y la memoria

La reina olvidada del noir de los 40

Judy Garland al final del camino de adoquines amarillos

Jonas Mekas, el catalizador del cine independiente estadounidense

El gran Edgar G. Ulmer

La última flapper; la primera it girl

El estigmatizado por Stalin

La controvertida Egeria del Führer

El gran Tod Browning

Una chica de ayer

El niño que perdió su tren eléctrico

La primera chica de Éric Rohmer

El último cadáver bonito

La exnovia de James Dean que no quiso cumplir 40 años

Don Luis Buñuel, "ateo gracias a Dios"

La estrella cuyo fulgor se extinguió en sus depresiones

El gran cara de palo

Sylvia Kristel más allá de Emmanuelle

Roscoe Arbuckle, cuando se acabaron las risas

Laura Antonelli, la reina del softcore que perdió la razón

Nicholas Ray, que nunca volvió a casa

El vuelo más bajo de la princesa Leia Organa

Eloy de la Iglesia y el cine quinqui

Entiérralo con sus botas, su cartuchera y su revólver

La chica sin suerte

Bela Lugosi y la sombría majestuosidad de Drácula

La estrella de triste suerte

La desmesura de Jacques Rivette

Françoise Dorléac

Klaus el loco

Una hippie de los 70

Jean Esustache, entre la Nouvelle Vague y el ascetismo

Nadiuska, un juguete roto

Thea von Harbou

Jesús Franco

David Cronenberg

Sharon Tate, como en un cuento de Sheridan Le Fanu

Un guionista sediento

La reina del fantaterror patrio

Dalton Trumbo y los diez de Hollywood

La primera chica que arrojó una tarta 

El desdichado Hércules contemporáneo

En la tradición familiar

El músico del realismo poético

Otro tributo a la gran Patty Shepard

Elmer Modlin y su extraña familia

Las coproducciones internacionales rodadas en España

Marilyn Monrore y su desesperado último gesto

Un amor más poderosos que la vida

El actor atrapado en sus personajes

Entre el fantasma de su madre y el final del musical

Barbet Schroeder

Amparo Muñoz

Samuel Bronston más alla de Las Rozas

Chantal Akerman

Françoise Hardy 

Un antiguo dogmático

Jane Birkin

Anna Karina, su turbulento amor y el Madison

Sandie Shaw, ya con calzado

El gran Serge Gainsbourg

Entre la niña prodigio y la mujer concienciada

La intérprete de Shakespeare que inspiró a The Rolling Stones

La maleta del capitán Wajda

Val Lewton y su dramatización de la psicología del miedo

La alimaña de Whitechapel

Cristina Galbó

La caravana Donner

Eddie Constantine

Un nuevo curso del tiempo

Rosenda Monteros

Una criatura de la noche

Una carta a Nicolás I

Edison y el 35 mm

Barbara Steele

El felón Esquieu de Floyran acaba con los templarios

Entre Lovecraft y Hitchcock

Tchang Tchong Yen recuerda a Hergé

La musa del ciberpunk

Néstor Majnó

Una leyenda del Madrid finisecular

El rey de la serie B

La primera cosmonauta soviética

Cuando la injuria sucede a la fatalidad

Bajo Ulloa y sus cuentos crueles

La cicerone de los Stones en el infierno 

Nace Toulouse-Lautrec

El París del Charlestón se rinde a Josephine Baker

Nastassja Kinski, la dulce hija del ogro

Un tributo a Sam Peckinpah

La leyenda del London Calling

Fiódor Dostoievski frente al pelotón de fusilamiento

Mi alucinada favorita

El hombre de las mil caras

El 7º de Caballería pierde la gloria

Un recuerdo de Silke

El genocidio camboyano

Peter Bogdanovich

Guy Debord y la sociedad del espectáculo

Un héroe de Iwo Jima 

Lupe Vélez tras el último tequila sunrise

El general Lee

Roman Polanski

Un hampón italoamericano

Jane Fonda en su juventud

Kraken en la Cuesta de Moyano

Josef von Sternberg

The Beatles en The Carvern y en el show de Ed Sullivan

Que la tierra le sea leve a Douglas Trumbull

El último superviviente del hampa de Chicago

Inma de Santis

El Álamo

Una musa insumisa

El malvado Zaroff y un elogio a las revistas pulp

Miles Davis

Un polaco y el amour fou

La Legión extranjera como género literario

Conchita Montenegro

Peter Lorre y su cara de villano

El juez de la horca

Syd Barrett

Kathleen Turner

Una caricatura de la hombría

Eric Clapton

Helga Liné

Butch Cassidy

Carlos Arévalo, un cineasta español

Nace el último bohemio

Pascual García Arano

María Perschy

El Combray de Ingmar Bergman

Carlos Castaneda

Una canción de Neil Young

Un suicida dandi

Hedy Lamarr

Philip K. Dick y sus realidades bastardas

La última mujer fatal

Andréi Tarkovski, otro maldito por la censura soviética

Nace la música de la New Age

"Wie einst" Lili Marleen

Una lectura de Byron en Villa Diodati

Un apostol de la sedición juvenil

Ava en mi ciudad

Rider Haggard

Una entrada para la "Historia universal de la infamia"

La Marguerite Duras cineasta

Gallardo y calavera

El hombre que vendió su alma a Elizabeth Taylor

El crímen de Charlotte Corday

Un elogio entusiasta de la urbe

Un ángel caído

Mary Bradbury teme por su vida

Pierre Étaix y su triste gracia

El mejor verano de los Rolling

María Rosa Salgado y su conmovedora discrección

La valentía de Ramón Acín

Sylvie Vartan

La cruz de Malta de Wim Wenders

La epifanía de Louis Daguerre

Carroll Baker

Marie Laforêt y mi amigo Eloy

Eliseo Reclus atisba su quimera

Patty Pravo

Richard Pryor contra sí mismo

Miroslava, una actriz marcada por la fatalidad

France Gall y el doble sentido

Robert Bresson y el cine puro

La gesta de Alekséi Stajánov

Nace el Rimbaud del Rock & Roll seminal

Dominique Dunne, una filmografía que se quedó en el aire

Un actor vampirizado por un personaje

Tolkien publica El Hobbit

La segunda musa de Godard

John Dos Passos entra en la eternidad

Alain Resnais, el cine de la memoria

Una musa del filme noir

El cadáver de Nancy Spungen en el Chelsea Hotel

La historia de Bobby Driscoll

Un icono del feminismo

Recordando a Tina Aumont

Colgaron a Gilles de Rais

Dario Argento

Nico en el cine

Dylan Thomas en su último trance

Brigitte Helm

Un punkie en la Disney 

Nace Billy el Niño

The Wall

Tennessee Williams

Vivien Leigh

Kazuo Sakamaki salva la vida en Pearl Harbor

El proscrito de la Escuela de Barcelona 

47 hombres de honor

Charlotte Rampling

La incomunicabilità del gran MIchelangelo Antonioni

F. Scott Fitzgerald

Un pilar del cómic estadounidense

Juliet Berto

Erik, el fantasma de la Ópera

Una comedia francesa

Un pesimista alegre

Una mirada indolente a la derrota 

Sender en Casas Viejas

Kipling en su último momento

Los hermanos Marx

Puente sobre aguas turbulentas

Anouk Aimée

Mary Shelley

Quentin Tarantino

Neal Cassady 

Natalie Wood

La heterodoxia de Ermanno Olmi

Fu-Manchú

Stefan Zweig pone fin a sus días

 

 

 

 

 

 

EN TU MAIL

Recibe los blogs de Gente en tu email

Introduce tu correo electrónico:

FeedBurner

Archivo

Grupo de información GENTE · el líder nacional en prensa semanal gratuita según PGD-OJD