El difícil futuro del tren
La defensa del tren unió el pasado martes 28 de mayo a los tres grupos políticos del Ayuntamiento de León -PP, PSOE y UPL- en la presentación de una moción conjunta en la que se pedía a la Junta de Castilla y León que asuma el mantenimiento de las 38 operaciones ferroviarias regionales que Renfe ha anunciado que suprimirá a partir del 2 de junio. De esta forma, los tres grupos políticos exigían que se garantice la movilidad de los ciudadanos y el empleo del servicio público. Dicha petición tiene todas las papeletas de que caerá en saco roto, dado que ya el propio consejero de Fomento y Medio Ambiente de la Junta, Antonio Silván, ha afirmado con claridad que la reorganización ferroviaria responde a un diseño nacional. “No confundamos los términos”, sentenció Silván. Las peticiones y protestas en el mismo sentido que la capital leonesa se suceden en otras zonas como Astorga, Puebla de Sanabria, Medina del Campo,... pero todo hace indicar que la Administración no puede mantener dispendios cuyo caso extremo, argumenta el Ministerio de Fomento, está en billetes de tren que cuesta al viajero 10 euros y cuentan con un subvención de 400 euros. Todo un disparate en especial en estos tiempos de crisis tan feroz.
El tren fue el vehículo alrededor del cual se articuló la industrialización a lo largo de los siglos XVIII al XX. Pero han pasado varios siglos y los tiempos han cambiado notablemente. El ferrocarril fue durante décadas el único transporte capaz de mover con rapidez a personas y mercancías. Pero ese papel trascendental ha ido decreciendo desde mediados del siglo XX con la llegada de otros transportes como el avión o vehículos como el coche, el autobús o el camión. Con el AVE se ha ganado tiempo y es una gran apuesta de futuro. De ahí la importancia de que la alta velocidad llegue a León lo antes posible para engancharnos cuanto antes al ‘tren del futuro’. Pero los trenes regionales seguirán yendo a menos por la baja ocupación y que hace ruinoso su mantenimiento. No queda otra que racionalizar dicho servicio porque su mantenimiento penaliza en exceso las cuentas públicas. Silván apuesta por el autobús como alternativa de transporte en las zonas que pierden su tren de siempre. Habrá que ver si funciona, ya que todo dependerá de la aceptación social y, otra vez, de que si no es rentable al menos que no sea ruinoso.
Publicado el 31 de mayo de 2013 a las 10:00.