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Knopfler enseña su lado más folk y pausado en una sauna santiaguesa

Archivado en: música, concierto, Mark Knopfler, Get Lucky, Multiusos do Sar, Santiago

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Cerca de 9.000 personas llenaron casi en su totalidad el Multiusos do Sar de Santiago para ver en directo el directo de Mark Knopfler, que forma parte de la gira europea de 'Get Lucky', su último disco. El artista, que tocó con brillantez diversas guitarras sentado en una silla, ofreció su lado más folk para decepción de quienes deseaban ver la vertiente rockera del que fuera líder de Dire Straits. El espectáculo tuvo como notas negativas el insoportable calor que había en el recinto y muchos asistentes se quejaron también del deficiente sonido existente en el coliseo santiagués.

Cientos de personas aguardaban en la entrada del Multiusos do Mar a que abriesen las puertas para pillar un buen sitio en la pista o en las gradas poco antes de las ocho de la tarde. Con media hora de retraso, el público comenzó a entrar en el pabellón santiagués, que con el paso de los minutos se convirtió en un horno calorífico, debido a la ola de calor que sufre Galicia durante estos días y al deficiente acondicionamiento del recinto para que los espectadores no sudasen como pollos asados hasta las doce de la noche, hora a la que terminó el evento musical. Cuando uno paga cincuenta euros por un espectáculo no sólo debe exigir una calidad artística acorde con semejante precio, sino también una infraestructura adecuada para disfrutar del mismo con un digno bienestar. Si a este aspecto le sumamos los problemas en el sonido, que recibió numerosas quejas cuando el personal desalojaba el recinto, uno debe buscar culpables en la organización o en el equipo del propio Knopfler, que debería ser consciente de la situación.

Ante un público de todas las edades, con entrañables escenas de padres con hijos o grupos compuestos por diferentes generaciones, Mark Knopfler arrancó el concierto de la misma manera que comienza 'Get Lucky'. 'Border River', un maravilloso tema folk, animó de forma notable a los asistentes, que tenían ganas de marcha. Lo hizo con un retraso de diez minutos sobre la hora prevista: las 22:00 horas.

Guy Fletcher (teclados), Danny Cummings (batería), Richard Bennett (guitarra), Glenn Worf (bajo), Matt Rollings (teclados) John McCusker (violín) y Mike McGoldrick (flauta) acompañaron a Knopfler durante toda la velada, porque el romanticismo sonoro marcó este directo. Posteriormente, el escocés interpretó 'What it is', 'Sailing to Philadelphia' y 'Coyote', temas pertenecientes a uno de sus álbumes en solitario y demostraba que seguiría al dedillo el repertorio realizado durante los anteriores conciertos de su periplo español.

La solidez armónica del conjunto maravillaba a cualquiera, pero la voz del protagonista no tiene tanta fuerza como antaño y faltaba un poco de entusiasmo en el ambiente. Nadie duda del virtuosismo instrumental y sonoro que desprendía el escenario, pero la tranquilidad era excesiva allí arriba. 'Hill farmer's blues', del 'Ragpicker's Dream', aceleró un poco la fiesta y fue el preludio de dos temas consecutivos de Dire Straits, el principal reclamo de la gente que acudió al concierto. Muchos de ellos todavía recordaban aquel conciertazo de la banda en el estadio vigués de Balaídos durante el verano de 1992. Los acordes de 'Romeo and Juliet' emocionaron al público, así como el ritmo eterno de 'Sultans of Swing'. Arriba, la gente se levantaba de sus asientos para mover el esqueleto. El calor seguía machacando el cuerpo y la mente de los presentes.

Superado el ecuador del concierto, Knopfler regresó a esa constante combinación de folk y blues, con mayor carga del primer estilo, que preside su carrera en solitario. 'Done with Bonaparte', 'Marbletown' y 'Speedway at Nazareth' profundizaron su vertiente más reciente. Más moderna. Como si de un funcionario se tratase, el mítico componente de Dire Straits apenas se comunicó verbal o gestualmente con los espectadores, a excepción del clásico 'estoy encantado de estar aquí', expresado en inglés. Algún saludo con la mano y el acompañamiento guitarrero de ciertos '¡oe oe oe!', coreados por el público, fueron los únicos detalles para el recuerdo.

Eso sí, Knopfler habla cuando toca, cuando susurra e, incluso, cuando calla. 'Telegraph Road', todo un clásico de los Dire Straits, ejemplificó perfectamente esta teoría, recordando la mágica interpretación musical incluida en el 'Alchemy'. Más de diez minutos de música con variedad de ritmos, pausas y emociones. Sólo tocó cinco temas de su antigua etapa sobre un total de catorce, pero la simple escucha de éstos compensó el precio de la entrada. También fue el caso de 'Brother in arms', el diálogo de Mark Knopfler con su guitarra, que acerco los ojos al llanto, al principio y al fin de todo.

La vivacidad de 'So far away'  y el epílogo provocado por 'Piper to the end', canción que cierra su último disco, completaron una noche de ensueño, sudorosa, más sosegada de lo esperado, muy folk, acompañada por el blues característico de Knopfler pero sin los acordes rockeros que tanto han marcado la vida de esta leyenda viva de la música. Nos robó quince minutos. Debería haber salido de nuevo, pero las luces se encendieron y la huida fue rápida en búsqueda de aire fresco.

Publicado el 29 de julio de 2010 a las 15:15.

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Comentarios - 6

1 | Juanjo Díaz - 29/7/2010 - 18:19

Esta fué mi aportación al tema publicada hoy en "La Voz de Galicia"
«Ayer asistí al peor concierto de mi vida, me siento estafado por una organización que monta un evento musical en un lugar que no reune las mas mínimas condiciones para desarrollarlo como se debe. El sonido resultó pésimo, peor imposible, el calor insoportable, la atención al público inexistente. No se a quien reclamar, ayer busque inutilmente la manera dentro del recinto pero no pude dar con nadie responsable para plantear mi queja. Desde luego es la última vez que voy a un concierto al pabellón multiusos del Sar en Santiago de Compostela, y aconsejo que cualquiera que tenga aprecio por el buen sonido haga lo mismo. En resumen, una vergüenza. Mi mas absoluta desaprobación para los intervinientes en el desastroso concierto de ayer, empezando por Mark Knopfler por aceptar tocar en un sitio como ese. Un horror».

2 | marcos blanco - 29/7/2010 - 18:52

Hola Juanjo. He leído tu comentario en La Voz. Lo del calor fue una vergüenza y estaba claro que el sonido iba a ser malo por experiencias personales anteriores que he tenido. Comparto tu cabreo. ¡Saludos!

3 | C. Smgl. - 29/7/2010 - 21:05

Brillante artículo... Nada que objetar, bueno si, en Balaidos fué en el 93... Chapeau!

4 | marcos - 29/7/2010 - 22:35

salvo que no tocó "prairie wedding", sino "coyote". No vale hacer el artículo leyendo los setlists de otros conciertos... Por otro lado, es Sepeedway at Nazareth (no, "to") y Piper to the end. Por lo demás, muy de acuerdo contigo.

5 | marcos - 29/7/2010 - 22:37

Y Balaídos fue en el 92. Se lo digo a C.Smgl. On every street salió al mercado en el 91 y la gira fue en el 92.

6 | marcos blanco - 30/7/2010 - 08:13

Hola compañeros! El concierto de Balaídos fue en el 92. No estuvo allí, pero así lo indican en diferentes webs. Marcos, tienes razón. A veces, la memoria juega malas pasadas y las prisas también. Saludos!

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Marcos Blanco

Marcos Blanco

Vigués. Gallego. Periodista 'todoterreno'. Entusiasta de la vida. Melómano. Loco del deporte. Celtista. Enérgico. Radiofónico. Así es Marcos Blanco, periodista que actualmente colabora en el Grupo de Comunicación Gente  con este blog, que nació un 19 de noviembre de 2008 con un 'post' sobre Jamie Cullum.

 

Esta web ha funcionado durante todo este tiempo como una banda sonora diaria, repleta de canciones que nos hacen amar la vida. Recuerdos, descubrimientos, opiniones, novedades, entrevistas o crónicas de conciertos han formado parte de 'Melómanos' y seguimos en la brecha:

 

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