Los Madison se consagraron el pasado martes en la Sala Roja de los Teatros del Canal (Madrid) con uno de esos directos memorables cuyo contenido saldrá a luz el próximo año como disco en vivo más DVD para quienes allí estuvieron y cualquier melómano interesado en comprobar la tremenda valía del cuarteto madrileño, embajador de un pop-rock elegante que podría sonar a una mezcla de Bruce Springsteen con Los Secretos, debido a unas obvias influencias norteamericanas en ese sonido envuelto por desgarradoras letras en castellano.
No hacía falta preguntarles para entender que Txetxu Altube (voz, guitarra, compositor), Carlos Altube (bajo), Alfonso Adánez (batería) y José Luis Martín (guitarra) estaban ante uno de los momentos más importantes de su trayectoria como banda. Incluso, probablemente también de sus vidas. Con tres discos en la mochila (Días de Vértigo, Vendaval, Compás de Espera)e innumerables conciertos, su música ha resultado hasta ahora extrañamente desconocida o infravalorada en este país y el martes había una oportunidad maravillosa para demostrar lo que saben hacer. Entonces y allí, en una sala abarrotada, desplegaron todo el talento y la pasión que les caracteriza para provocar un sinfín de sonrisas, gritos, aplausos, botes y esa plena satisfacción entre sus múltiples seguidores, conscientes de que estaban asistiendo a un momento único, superando las expectativas más positivas.
El carácter solidario del evento, cuya recaudación estaba destinada a Special Olympics (una organización internacional dedicada a promover el deporte para personas con discapacidad intelectual), marcó la introducción de un auténtico conciertazo, cuya apoteosis sonora, escénica y humana sobre el escenario fue creciendo con el paso de las canciones, brillantemente interpretadas y redimensionadas por múltiples invitados. César Pop (teclados) fue presentado como el próximo quinto elemento de la banda y como tal actuó durante casi todo el ‘show', mientras que Toni Brunet (guitarra, voces) se integró como uno más poco despuéss. Además, el arte de Rolfi Calahorrano (saxo) y Edu Ortega (violín) le dio un toque muy especial al extraordinario evento.
Mikel Erentxun, M-Clan (representados por Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez), Los Secretos (Álvaro Urquijo) y Miguel Ríos también quisieron unirse a la fiesta, tocando el cielo con la banda en temas como ‘Skyline' o ‘Nadie', idóneos para viajar al más allá y regresar con toda la fuerza necesaria para superar cualquier adversidad. Quizá ahí se encuentre la esencia de Los Madison: el don de cantarle a las derrotas y a las pérdidas con la sensibilidad de quien sabe levantarse, se reconoce ante el espejo, pega los trozos de su corazón roto y mira hacia delante.
Este miércoles ha sido un día agridulce. Comenzó con la ilusión de un curso de formación para conocer más a fondo la cultura Lean, esa filosofía laboral que apela al sentido común. La posibilidad de aprender un montón de cosas y el grupo tan agradable de gente que he conocido consumió gran parte de la jornada y la tarde pedía un descanso antes de cenar entre amigos, pero una consulta administrativa destrozó, a falta de una confirmación oficial, la sonrisa que llevaba puesta por las calles de Madrid.
A veces uno ha de pagar por sus errores si no le da a las cosas la trascendencia que merecen. En este caso, debería haber una solución, pero hasta mañana no lo sabré. Lo que uno ha ganado con el sudor de su frente se puede ir a la mierda por un trámite incomprensible, aunque conocido. El descanso suele permitir que el panorama se vea de otra manera, normalmente con más positividad, y las buenas canciones también funcionan como una terapia recurrente.
Tras el fabuloso ‘Para no ver el final' (2010), los murcianos M-Clan publicarán su nuevo álbum ‘Arenas movedizas' el próximo 6 de noviembre. El adelanto se llama ‘Escucha mi voz', es una auténtica gozada y espero que su mensaje funcione este jueves para resolver esta incógnita que corroe por dentro.
Hoy, 17 de junio, es uno de los días más importantes de mi vida. Normalmente, esta consideración depende de lo sucedido, pero aquí lo que va a suceder supera cualquier resultado porque todos los que iremos esta noche al Santiago Bernabéu para verle sabemos que no defraudará, que superará cualquier expectativa.
Los 35 minutos que he podido contemplar de su actuación en Rock in Rio Lisboa (3 de junio) demuestran que ‘The Boss', el jefe del rock&roll, está en estado de forma excepcional a sus 62 años. Pese a la irreparable pérdida del saxofonista Clarence Clemons, la E Street Band no puede parar, su sobrino Jako mantiene vivo el espíritu de ‘The Big Man' y la sección de viento le otorga un sabor muy especial a los 17 miembros que integran la familia orquestal de Bruce Springsteen.
Resulta casi imposible adivinar cuál será el repertorio de esta noche, ya que varía notablemente de un concierto para otro, aunque caerán cerca de 30 canciones con muchísimos clásicos y canciones de ‘Wrecking ball', el último y fenomenal disco de un arista que ha vuelto a redescubrir sus orígenes a través de estos temas. Serán más de dos horas y media de ‘show' con un deseo colectivo: el ‘#vaportinacho.
Trending topic en Twitter, este ‘hashtag' merece una impactante explicación. Nacho es un joven mallorquín de 20 años que falleció el pasado día 7 por culpa de un tumor cerebral y no podrá cumplir su sueño: ver a Bruce. Sus padres le regalaron por su cumpleaños (16 de mayo) unas entradas para el concierto de Madrid. No estará allí su cuerpo, pero sí su alma. Las redes sociales se han movilizado para intentar que ‘The Boss' le dedique una canción a Nacho. Lo merece y todos sabemos que él lo hará si recibe el mensaje. Caerá más de una lágrima.
Diez años después de mi primera vez en aquel Palau Sant Jordi de Barcelona con la gira de ‘The Rising', tendré una nueva oportunidad de disfrutar con su música. Dicen que aquel fue uno de los mejores conciertos que se recuerdan de Springsteen en España y el de hoy tiene todos los ingredientes para formar parte de esta lista. Entonces, un gran fan suyo me animó a ir, siendo el que habla poco conocedor de las profundas emociones provocadas por Bruce.
Su mezcla de rock y folk transmite una energía, una positividad y una sensibilidad incomparable. Sus canciones hablan de ti y de mi, de los sueños y los miedos que tienen las personas normales, esas que pisan la calle todos los días. Aunque no sepas lo que dice, su voz te hace comprender de qué está hablando y las melodías de Springsteen golpean en el alma como un constante descubrimiento.
Lo de Vetusta Morla no tiene nombre. Se están acabando los calificativos y las consideraciones para esta enorme banda madrileña, cuyos conciertos se convierten en auténticas pruebas de superación personal, ejercicios íntimos de placer corporal y puro enriquecimiento artístico para quienes acuden a su llamada. Ya van unas cuántas veces viéndoles en directo y la mejoría es extraordinaria, tanto a nivel instrumental como en la capacidad grupal para no repetirse, reinventarse y manejar los latidos sonoros, aunque las luces se vuelvan locas tras el diluvio universal que cayó este viernes sobre ‘Musicland'. Ojalá no suceda lo mismo a lo largo del presente sábado para deleite de los más electrónicos, cuya principal referencia horaria será la de Carl Cox (18:00 horas).
El chaparrón deslució el estreno, la primera jornada de un festival que suspendió en su organización y sentido común a la hora de facilitar el disfrute ciudadano. No es sencillo coordinar un evento de estas características y menos al aire libre, con la posibilidad de que el mal tiempo fastidie la electricidad necesaria para el correcto desarrollo de las previsiones. Sin embargo, la falta de orden en las taquillas, las colas en el acceso al ‘espacio indie' donde El Columpio Asesino trataba de calentar el ambiente, la exagerada separación de espacios en aquella zona dependiendo del tipo de entrada comprada o la paciencia necesaria para comprarse una cerveza irritaron a un público que por el simple y enorme hecho de pagar merece ciertos servicios para un mayor bienestar. Aquel plástico azul lleno de charcos congelaba los pies y sólo el entusiasmo social por la música permite que estas cosas se conviertan en anécdotas, aunque no deberían caer en el olvido.
Más que ‘Musicland', aquello debía llamarse ‘Tierra de Vallecas' porque en plena Ciudad Deportiva del Rayo Vallecano y con la atmósfera existente uno tenía la sensación de estar en el mejor pueblo de Madrid, más que en una cita repleta de ‘glamour'. Compaginar indie, electrónica y hip-hop no suele ser muy habitual entre los melómanos, aunque quien escribe consiga hacerlo y le encuentre gracia. Quizá me equivoque, pero no veo al fan de Vetusta gozando de igual manera con el ‘flow' de Violadores del Verso o sintiendo los ‘beats' de Pendulum en el único escenario tapado del festival. Al final, allí había pequeñas sectas musicales que habían pagado su entrada para ver la selección temática ofrecida en cada estilo. Una buena manera de hacer caja (estas historias jamás serán altruistas) y permitir, de este modo, atraer a gente distinta para una misma causa: pasarlo en grande.
Pasada la medianoche, la viciosa lírica de Violadores del Verso, dioses nacionales en esto de hacer rimas imposibles, abarrotaba el ‘escenario hip-hop' y un poco más lejos había menos personal para contemplar las contundentes melodías de Pendulum. Ante su ‘set', los watios eran tan exagerados que no se podía hablar al oído. A esa hora, cientos de personas abandonaban el recinto de ‘pop-indie' tras haber asistido a una nueva exhibición de Vetusta Morla. Pucho y sus compañeros derrocharon clase, energía y la sensación de que pueden superar el entorno meteorológico u organizativo más desapacible para firmar un gran ‘bolo'. Ese sello tan propio que han creado sigue creciendo, ya suenan a rock de estadio por su gigantesca puesta en escena y sólo nuestros prejuicios o la eterna manía de valorar más todo lo que llega desde fuera impiden que sean más grandes.
Los festivales musicales constituyen oportunidades excepcionales para empaparse de mucha y buena música en sesiones maratonianas por un coste inferior a la suma del caché económico de sus artistas e incluso pueden ofrecer viajes estilísticos imprevistos si uno va con un objetivo fijo.
El 'Musicland', que se celebrará los días 27 (viernes) y 28 de abril (sábado) en Madrid resume perfectamente esta filosofía. Electrónica, indie (pop-rock nacional también sería una etiqueta muy válida), hip-hop y 'new beats' configuran la potente programación que se llevará a cabo desde las 18 horas de mañana mismo en los cuatro escenarios previstos para la ocasión en la Ciudad Deportiva del Rayo Vallecano (metro Congosto).
La propuesta sonora merece mucho la pena, ya que melómanos de todo tipo se reunirán en este enorme recinto para gozar con distintas propuestas musicales, tan singulares como complementarias cuando existen oídos abiertos y mentes libres. Para la jornada del viernes 27 (30 euros), habrá 'indie' del bueno con la actuación estelar de Vetusta Morla, hip-hop con grandes formaciones como Violadores del Verso o 'New beats' como el 'set' previsto por Pendulum. El cachondeo empezará a las 18 horas y la conclusión dependerá de cada uno.
El sábado (45 euros) será el turno de la electrónica, que acaparará la atmósfera de 'Musicland' desde las doce del mediodía hasta que el cuerpo aguante con un DJ que eclipsará al resto por su trascendencia mediática y capacidad para reunir a miles de almas: Carl Cox. El británico es uno de los reyes de las pistas de baile y 'pincha' house, techno y trance como muy pocos en el universo.
Eso sí, 2ManyDJs (el popularísimo dúo belga formado por los hermanos Dewaele), John Digweed o Marcos Carola también serán otros nombres significativos en un sábado apoteósico. Tu verás lo que haces. Pásate por allí, no vayas a arrepentirte luego...
Ya está aquí la Navidad. El encendido de la iluminación navideña (en Madrid tuvo lugar el pasado viernes) da comienzo a un interminable tiempo de buenas intenciones, reuniones familiares, muchas compras y demasiados villancicos.
Las canciones populares que cantamos en estas fechas tienen un inconfundible valor histórico y sentimental, pero echo en falta (quizá por desconocimiento del género navideño) que en España se haga algo semejante a lo sucede al otro lado del charco.
Los cantantes norteamericanos suelen sacar recopilatorios con sus particulares versiones de esas piezas que han alcanzado la categoría de clásicos en la tierra de las barras y las estrellas o participan en proyectos de este tipo. A la preocupación mediática por el asunto (¿será una cuestión más cultural que artística?), se une la elegancia con la que cuidan estas composiciones.
Un buen ejemplo de esta teoría está en la propuesta de Michael Bublé, que se ha marcado un disco con un claro perfil navideño. Aquí, ataca el 'Santa Claus is coming to town'.
Otra canción que sonará muchísimo durante las próximas semanas será el clásico universal popularizado por el ilustre portorriqueño Jose Feliciano. ¿Recuerdan aquello de "¡Feliz Navidad, próspero año y felicidad!"? ¡Felices fiestas, familia!
Maldito derrame cerebral. Sus consecuencias han enviado al cielo a Clarence Clemons, uno de los mejores saxofonistas que he visto jamás sobre un escenario, un elemento imprescindible en la música de Bruce Springsteen y, según cuentan, un tipo extraordinario. Durante los últimos años, 'Big Man' formaba parte de mi familia como todas aquellas canciones, discos y artistas que te hacen sonreír, con los que experimentas sensaciones que ninguna suma de dinero puede igualar. Las notas que partían de su instrumento musical constituyen una fuente inagotable de imaginación. Superior a la más potente de las drogas que tengan en mente.
Afortunadamente, la pena que me embarga (la E Street Band nunca volverá a ser lo que era sin él) encuentra cierto consuelo las miles de personas que lloran su pérdida, aunque las lágrimas vayan por dentro. Son esas que no pueden secarse con pañuelos de papel. ¿Recuerdan a ese amigo de un amigo que hoy en día es su amigo con mayúsculas y sin intermediario? Javi Casal, periodista pontevedrés y enorme 'springsteeniano', es uno de ellos. Nos unen muchas cosas, pero el jefe y su banda han aproximado nuestros corazones.
Cuando uno entra en el facebook, suele encontrar joyitas audiovisuales suyas relacionadas con Bruce y la E Street Band. Dice que estuve en el mejor concierto de Springsteen en España, junto al del 81. Se refiere al de Barcelona en el Paul Sant Jordi (2002). Javi habla como si les conociese de toda la vida porque los lleva en las venas. Hace un rato, ha colgado en su muro una nota que me ha hecho llorar. No me enorgullezco de ello ni voy de sensiblero. Simplemente describo mi realidad porque cada uno tiene la suya. Le he pedido permiso para publicar su texto. Creo que merece una ambientación adecuada. Pulsen el 'play' de este vídeo que viene a continuación para leerlo, si les apetece (no se arrepentirán), y cuando finiquiten la lectura, hagan lo propio con el segundo vídeo. 'See you, Big Man'. Descanse en paz, Clarence Clemons.
'See you, Big Man'
"La primera y, a la postre, antepenúltima vez que vi a la E Street Band en directo fue a finales de 2007 en el Palacio de los Deportes de Madrid. Era noviembre y el fresco empezaba a rascar. Fue un concierto especial por muchas razones. Mayormente, por perder la virginidad en lo que a shows de Springsteen se refiere. Después de devorar CD's, DVD's y rarezas varias que llegaron a mis manos durante años y años, a través de diferentes vías, por fin caía una actuación de mi banda favorita. Atrás quedaba el palo de 2002, cuando me quedé sin disfrutar del histórico concierto del Sant Jordi por estupideces que no vienen a cuento.
Digo que fue un espectáculo especial porque, sin que sirva de precedente, los planetas quisieron alinearse para bien y, de chiripa pura y dura, conseguimos colarnos prácticamente en primera fila, con bastante hueco a nuestro alrededor y con Manel Fuentes haciéndose el interesante con el set list a pocos menos de nosotros. Sobre estas cosas reflexionaría después del concierto, porque antes y durante me resultó imposible. Estaba demasiado centrado en disfrutar de la música y flipar de lo lindo con el negraco que tenía a unos pocos metros de distancia. Sombrero, gafas de sol, gabardina y con un saxo casi tan grande como él, se llevaba todas aquellas ovaciones que no iban destinadas directamente al Boss. Aquel bicharraco de casi dos metros de humanidad era Clarence 'Big Man' Clemons, el alma mater de un grupo de rock histórico que, al igual que él, hoy a dejado de respirar.
El saxo es un instrumento que siempre me ha llamado la atención, pero al que me costó asociar al rock. Buena parte de culpa que de acabase pasando por el aro la tiene el bueno de Big Man, por no decir toda. Todo aquel que piense que el saxo está de más a la hora de mezclarse con riffs guitarreros, debería escuchar Jungleland, The promised land, Night, Badlands o, por supuesto, Born to run. Temas históricos e inolvidables que ya nunca volverán a ser lo mismo sin los pulmones de Clarence haciendo de las suyas.
El propio Bruce afirmó en más de una ocasión de que la E Street Band solo tenía sentido gracias a su oscuro compañero, por mucho que él fuese el Jefe y partiese bacalao. Así lo reconoce en una de las canciones del Born to run, Tenth Avenue Freeze-out, en la que recuerda que "When the change was made uptown / And the big man joined the band/ From the coastline to the city / All the little pretties raise their hands". En resumen, que algo tenía ese hombretón en cuya espalda se apoyaba socarronamente en la portada del disco más aclamado del Boss.
Clarence Clemons no era excesivamente viejo (no llegó a los 70 años). Es cierto que un derrame cerebral le puede dar a cualquiera, pero no lo es menos que el hombre ya llevaba mucha tralla en el cuerpo. Treinta años de giras mastodónicas, con conciertos de cuatro horas y algún que otro exceso mellan a cualquiera, por mucho que mientras estás a ello te lo pases pipa. Porque, realmente, daba la sensación de que tanto él como Bruce disfrutaban de lo lindo en cada concierto, portándose como dos chiquillos, señalando al público y animándolo a tomar parte del show, partiéndose la caja con cualquier gesto... Especialmente hilarante resultaba cuando el Boss presentaba en sociedad a todos sus compinches y, cuando llegaba el turno del Big Man (siempre lo dejaba para el final), lo camelaba con todo tipo de tiropos. Secretario de la Hermandad, el próximo Rey de Inglaterra, el futuro senador de New Jersey... y, mientras tanto, Clarence, que de carisma iba tan sobrado como de estatura, se cruzaba de brazos y miraba al público con una expresión de reto fingido, tratando de aparentar seriedad, pero siempre acababa traicionándolo su sonrisa de bonachón.
Big Man ya estaba muy cascado cuando la E Street Band realizó su última gira, allá por 2009. Un taburete era colocado discretamente en uno de los laterales del escenario, para que el hombre no tuviese que estar 3 horas y pico de pie. Atrás quedaban sus bailoteos de cadera y sus saltos. Pero, aún hecho pedazos, le daba de sobra para quebrar el aire y silenciar a Camp Nou abarrotado con el desgarrador solo de Jungleland, o darle vidilla al cuerpo en Night, mientras Bruce desgarraba versos cargándose en los jefes de turno (ironías de la vida).
Clarence Clemons se ha ido y, con él, la E Street Band. Dudo que Springsteen se plantee si quiera sustituirlo. Mal haría. No me imagino a los Rolling fichando a otro batería si Charlie Watts se fues al otro barrio, por poner un ejemplo similar. Hay cosas que trascienden más allá de cómo se interprete un tema, y mal haría el Boss si dejase que si banda de siempre fuese languideciendo a base de sustitutos de poca monta. Solo queda dar las gracias por haber podido disfrutar de esta gente en directos inigualables y dar el más sentido pésame a aquellos que no escucharon jamás el Born to run en directo, ni vieron a Bruce guiñarle un ojo a su gran amigo y arrancarse con su 'one, two, one, two, three, four!'
Es probable que Big Man está ahora mismo con Danny Federici, el primer miembro de la originaria banda que murió en 2008 víctima de un cáncer. No sería de extrañar que estuviesen comentando la que liaron juntos aquí, acompañando a su mandamás. Sea como fuere, see you, Big Man".
Manu Gómez (voz y guitarra) y Carlos Pérez 'Tito' (guitarra) llevan las riendas de 'Grinnin' & Tuesdays', una formación madrileña cuya base esencial suena a blues, estilo envuelto con influencias del rock, funk y lo que les venga en gana. Así de bien, de emocionante, sonaba en la radio 'Grinnin' in your face', la versión de Son House que sirvió para poner la mitad del título de la banda. La otra mitad tiene que ver con las frenéticas 'jam sessions' en uno de sus garitos favoritos: el Moe Club.
Estos dos gran tipos se juntaron hace no demasiado tiempo para hacer canciones después de conocerse a través del trabajo, reclutaron a Jorge Fesser (batería) y a Ramón Manzanal (bajista), quien ha tenido que abandonar el cuarteto por motivos personales. Una verdadera pena. Han creado temas muy interesantes que puedes escuchar en MySpace (http://www.myspace.com/grinninandtuesdays) y este domingo harán doblete sobre los escenarios.
Manu y Tito abrirán en acústico el festival benéfico 'Un día para la esperanza', iniciativa organizada por Intermón Oxfam, en la Plaza del Ayuntamiento de Getafe. Lo harán a las 12 del mediodía. Más tarde, a partir de las 21.30 horas estarán en la sala Clamores. Allí se estrenará Nestor de Inés, el sustituto de Manzanal al bajo, su directo demuestra que están en la rampa de lanzamiento hacia cosas importantes y parece ser que habrá sorpresas. Llenaron Clamores la primera y única vez que tocaron allí y este vídeo ilustra aquella noche. ¡Allí nos veremos!
Una asociación británica de compositores, editores y músicos (PRS for Music) ha llevado a cabo una curiosa encuesta para saber cuáles son las canciones con las que más lloran los hombres. Porque los hombres lloran. Ya lo decía Miguel Bosé. Y el número 1 se lo lleva 'Everybody Hurts' de REM.
El grupo de Michael Stipe incluyó este hermoso tema en el disco 'Automatic for the people' (1993) y aparece como el corte número cuatro en el citado álbum. No sé si esta canción estaría como número 1 en tu lista, pero lo que está claro es que todo el mundo hace daño alguna vez o siente dolor en ciertas ocasiones. La letra llega al corazón de todos aquellos hombres mínimamente sensibles.
En el segundo lugar de la lista aparece 'Tears in Heaven' de Eric Clapton, un tema escrito por 'Mano Lenta' después del fatal fallecimiento de su hijo Conor cuando tenía cuatro años. El pequeño se cayó desde el piso 53 de un rascacielos en Manhattan y Clapton le dedicó una composición musical en la que decía aquello de "¿Dirías mi nombre si me ves en el cielo? ¿Sería lo mismo si te veo en el cielo?"
El grupo murciano M-Clan acaba de publicar 'Para no ver el final', el noveno disco en la discografía de la formación liderada por Carlos Tarque (voz) y Ricardo Ruipérez (guitarra). El sábado 25 de septiembre fueron los protagonistas del programa 'Abierto hasta las 2' de RNE en el Teatro Monumental de Madrid. Allí, cientos de personas pudieron disfrutar de un acústico sensacional.
Allí, tocaron varios temas del nuevo disco como'Basta de blues' o 'Gracias por los días que vendrán'. También, hubo clásicos populares de la banda. 'Maggie despierta', versión del 'Maggie May' de Rod Stewart, fue el brillante epílogo a una gran velada, una buena oportunidad para ratificar la calidad sonora de M-Clan. Se trata de uno de los mejores grupos españoles en las últimas dos décadas, elevado a los altares por la inconfundible voz de Tarque.
Asimismo, el programa permitió conocer los orígenes de los dos fundadores que continúan en el proyecto (Tarque y Ruipérez), cómo se conocieron haciendo el servicio militar en Murcia, sus esfuerzos por dedicarse al mundo de la música, amigos íntimos de M-Clan (Sara de Rubia, Miguel Ríos) y la mítica de anécdota que lleva la firma de Celia, la madre de Tarque. "Mira Carlitos, si yo no me meto con Deep Purple, tú no te metas con el Papa", le dijo a su hijo después de éste hiciese un comentario en casa.
Vigués. Gallego. Periodista 'todoterreno'. Entusiasta de la vida. Melómano. Loco del deporte. Celtista. Enérgico. Radiofónico. Así es Marcos Blanco, periodista que actualmente colabora en el Grupo de Comunicación Gente con este blog, que nació un 19 de noviembre de 2008 con un 'post' sobre Jamie Cullum.
Esta web ha funcionado durante todo este tiempo como una banda sonora diaria, repleta de canciones que nos hacen amar la vida. Recuerdos, descubrimientos, opiniones, novedades, entrevistas o crónicas de conciertos han formado parte de 'Melómanos' y seguimos en la brecha: