El nuevo capítulo del Estatut
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Tras demasiado tiempo de desgaste, limando la paciencia ciudadana y poniendo en tela de juicio el funcionamiento de la democracia, tenemos una sentencia que deja indiferentes a unos, indignados a muchos y algo contentos a unos pocos. Lo que está claro es que aquí no termina la historia del Estatut, sino que justamente ahora empieza un nuevo capítulo que promete ocupar buena parte de la agenda política de cara a las próximas elecciones. Tras muchos debates estériles –léase el burka–, ahora toca tomar partido y posicionarse ante una sentencia que ha dejado demasiadas dudas políticas y jurídicas; inevitablemente, las respuestas influirán en la intención de voto de las próximas elecciones. ¿Qué quiere el ciudadano, la pasividad de Chacón contrarestada por la actitud más contestataria de Montilla o la respuesta más reivindicativa de CiU? Sin embargo, hay quien apunta que el debate nacionalista e identitario ha muerto de aburrimiento. No creo que sea cierto. Por mucho que hábilmente se haya dado una sentencia a las puertas de las vacaciones, y que la preocupación general apunte hacia la economía y la reforma laboral, la sombra del Estatut se alargará hasta el día de las urnas. La manifestación del día 10 dará algunas pistas.
El ciudadano ha aguantado estoicamente que la gallina constitucional cloqueara durante cuatro años, distrayendo a todo el gallinero para poner, finalmente, un huevo que ya olía a podrido antes de ver la luz. Y es probable que una manifestación no sea suficiente para calar la opinión ante una sentencia que se impone por encima de la voluntad de la ciudadanía; porque esta protesta se está impulsando políticamente, y no hay que olvidar que existe un amplio colectivo que sí cree que la autogestión es necesaria en Catalunya, pero sin embargo no encuentra entre las opciones políticas a alguien capaz de articular de forma eficiente la voluntad catalana.
Publicado el 1 de julio de 2010 a las 19:00.