La conexión Özil-Cristiano Ronaldo sigue dando réditos al Real Madrid
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Todos los caminos llevaban al Camp Nou. Las cábalas de unos y otros pasaban por el último 'Clásico' de esta Liga, y quién sabe si de la temporada, ya que para el Barcelona todas sus opciones reales de remontada se basaban en un nuevo triunfo sobre el eterno rival, mientras que los blancos sabían que ver reducida su ventaja a un punto era sinónimo de presión y ansiedad, malas compañeras de viaje. Sin embargo, algo sí había cambiado respecto a los 'Clásicos' de la recta final de las anteriores temporadas: el que venía por detrás, el que debía apretar y llevar sobre sus hombros el peso de buscar el triunfo era el Barça y eso se noto sobre el césped del Camp Nou.
Al final, triunfo por 1-2 y por una vez se habló única y exclusivamente de fútbol. Salvo la lamentable agresión de Alves a Ronaldo, no se produjeron tanganas ni tantos enfrentamientos como en 'Clásicos' precedentes, para alegría de un Del Bosque que habrá dormido un poco más tranquilo. En lo estrictamente futbolístico, el Madrid se dio un baño de autoestima. Ganó el partido, dio sensación de peligro cada vez que se acercó al área de Valdés, y sobre todo, minimizó las acciones de Messi haciendo que Casillas viviera el partido más plácido en años en el campo azulgrana.
"La Liga no está todavía ganada", insistía Mourinho tras el partido y al portugués no le falta razón. Sin embargo, la sensación que queda es de sentencia, más que por las matemáticas por el golpe moral que supone para ambos equipos este partido. Se desconoce el peso que tuvo el precedente copero, pero estoy convencido que ese 2-2 de la vuelta y el modo en el que se produjo tuvo un efecto positivo en la autoestima de los madridistas a la hora de afrontar el partido de este sábado.
Como ese partido copero, Özil y Cristiano Ronaldo volvieron a dejar su sello en forma de gol. No era aquella noche de enero, pero como entonces, el alemán sacó compás, escuadra y cartabón para dibujar un pase que sólo apareció en su mente. El balón fue a la zona que más impacto podía causar: lejos de la influencia de Valdés, pero también del alcance de la defensa. La velocidad de Ronaldo hizo el resto. Despojado de su ansiedad, el portugués asumió el mando cuando el Barça había puesto las tablas en el marcador y el partido se había puesto más feo para su equipo. No dudó. Dribló y sin mirar batió la meta azulgrana, como si tuviera interiorizadas en su GPS las coordenadas de la portería y demostrando una vez más que a pesar de haberse forjado como extremo tiene alma de 'killer'. Era la puntilla al partido y tal vez a la Liga. El Madrid se exorciza de sus fantasmas culés y ahora busca el sobresaliente levantando el título de Liga y remontando ante un Bayern que planteará un partido bien diferente.
Publicado el 22 de abril de 2012 a las 11:45.