Aquel espíritu de Fabio Capello
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"Hemos pagado el esfuerzo físico". Con esta sentencia resumió Carlo Ancelotti el sufrido empate del Real Madrid ante el Valencia. Podríamos estar de acuerdo con el entrenador italiano si no se tuviera en cuenta que enfrente estaba un equipo que venía de hacer un esfuerzo (sin premio) superlativo el pasado jueves. El Valencia no estaba para grandes cosas, ni física ni emocionalmente, pero acabó llevándose un punto del Bernabéu por varios detalles, empezando por un guardameta excepcional y acabando por la presencia en el centro del campo de un futbolista, Dani Parejo, que es diferencial cuando su motivación se pone a la altura de su calidad.
Lo peor del Madrid no fue el empate y la sensación de haber dejado una ocasión maravillosa para apretar aún más la Liga. Lo más decepcionante fue, sin duda, la ausencia de algo que en los últimos años siempre se le ha presupuesto a este equipo: la capacidad de remar contracorriente hasta la extenuación. Con 1-2 en el marcador era imposible no recordar aquella Liga 2006-2007, cuando el Madrid lo fio todo a la fe de Higuaín y los milagros de Casillas. Diego López, por más que se tragara el primer gol, sacó el disfraz de santo, pero los de la delantera no se animaron a completar la fiesta. Benzema sigue careciendo del colmillo asesino y a Ronaldo, que firmó otro gol estratosférico, se le nubló la vista en repetidas ocasiones ante el atinadísimo Alves.
A pesar del buen sabor de boca del 0-4 de Münich y la consecución de la Copa del Rey, estos resultados han dejado un poso un tanto engañoso. El Madrid no acostumbra a conquistar territorios desde la lírica, sino que suele basarse en la épica. Los blancos deberán ganar los tres partidos que les restan y apelar a la buena fe del Barcelona en la última jornada. Las cábalas aún les dan chances, aunque esta teoría parecía más creíble bajo el influjo de la atmósfera capelliana. Tanto recordar el espíritu de Juanito y ahora resulta que hay que rezar al de un entrenador italiano que sólo comparte nacionalidad con Carlo Ancelotti.
Publicado el 5 de mayo de 2014 a las 10:15.
Lo peor era que de Parejo sólo tenía buenas impresiones y la sensación que me quedaba era de que unos años después pagaríamos una pasta para repescarlo. Los miembros del cuerpo técnico del Castilla alucinaban con su juego, Míchel le subió del juvenil porque veía en él un jugador excepcional, 
