Es el momento de demostrar el liderazgo
Se han acabado las líneas rojas. Está en juego la supervivencia del Estado tal como lo conocemos si no queremos que vengan de Europa a gestionar nuestras cuentas. Y como esto ocurra sí que nos podemos ir preparando. Así que vamos a dejarnos de barreras infranqueables y de tabúes; estamos al borde del abismo y el riesgo de intervención vuelve a estar al acecho. Creíamos que lo peor había pasado y resulta que lo peor está aún por venir. Hay que seguir acometiendo reformas con determinación y ni siquiera las principales partidas sociales como son la Sanidad y la Educación quedan fuera de la tijera del Gobierno. El problema es que los mercados no terminan de creérselo a pesar de la celeridad con que Rajoy ha tratado de responder ante un escenario tan negativo como una economía en recesión; con la insoportable presión de la prima de riesgo y la reacción de los mercados ante unos presupuestos que no les han convencido. Cierto es que el presidente del Gobierno ha demostrado la determinación para cumplir el objetivo de déficit del 5,3 por ciento cueste lo que cueste, aunque para eso tenga que tocar las partidas más sensibles para los ciudadanos con el consiguiente coste político. La gravedad de la situación exige estar por encima del inevitable deterioro que sufrirá en imagen, pero esto no debe ser un impedimento para tomar decisiones que transmitan confianza y credibilidad, dentro y fuera, para acabar con la incertidumbre. Y el problema es que los inversores siguen desconfiando de la capacidad de las autonomías para funcionar como un todo dentro del Estado y del Gobierno para hacerlas cumplir sus compromisos de reducir el gasto. No se trata de recortar prestaciones, sino de racionalizar el gasto, eliminar duplicidades y gestionar más eficientemente. La gran reforma pendiente es la del Estado de las Autonomías y tarde o temprano no quedará más remedio que revisar el modelo para corregir sus distorsiones. Es aquí donde los políticos tendrán que estar a la altura de las circunstancias. Quizá la propuesta que ha hecho la presidenta madrileña Esperanza Aguirre para devolver al Estado las competencias en Sanidad, Educación y Justicia no sea la más oportuna en este momento, porque puede contribuir a alimentar la sensación de improvisación y a generar nuevas tensiones, pero es valiente y no se puede negar que ha puesto el dedo en la llaga. Rajoy ha respondido que "ni se plantea esta reforma". Pero es evidente que tendrá que hacer un mayor esfuerzo para trasladar a la sociedad lo que está en juego.
Publicado el 16 de abril de 2012 a las 09:15.







