Urge la regeneración ética y moral de España
La capacidad de saturar hasta la náusea la indignación de los ciudadanos hacia los políticos corruptos ha alcanzado su punto más alto con las revelaciones del caso Bárcenas. Un escándalo que no sólo empaña al extesorero del PP y titular de la cuenta suiza que llegó a amasar 22 millones de euros, sino que se extiende como una mancha de petróleo que cubre con su pestilencia a toda una clase política que se ha hecho acreedora de la desconfianza social. Es en este caso la sospechosa procedencia del dinero, las comisiones a cambio de favores y contratos, y el reparto de sobres a altos cargos; es en otros el saqueo del dinero de los parados en los ERES o el favor a los familiares y amigos en la contratación de fundaciones financiadas con dinero público; más allá es la financiación irregular de Unió con un acuerdo judicial para no acabar en la cárcel, o los oscuros negocios de una familia enriquecida a la sombra del poder ¿Es que no hay partido o institución que se salve de la podredumbre? España se enfanga por los cuatro costados bajo la sombra de la corrupción, mientras los partidos se sacuden unos a otros con la técnica del ventilador que extiende imparable la desconfianza ciudadana. La metástasis de la mediocridad ungida de codicia es la enfermedad de un sistema que necesita de una urgente regeneración ética y moral que frene en seco la degradación a la que ha llegado y que haga recuperar la confianza perdida en las instituciones y gobernantes. O se actúa contundentemente o esto salta por los aires. Rajoy ha dicho que no le temblará la mano si se demuestran irregularidades o conductas impropias en su partido y ha anunciado una auditoría interna de las cuentas y otra externa e independiente, iniciativa inédita en las formaciones políticas en España que tendría que regularse con carácter obligatorio para todos los partidos. Pero sorprende que entre los que van a ser llamados a declarar por la actual tesorera del PP y comisionada por Rajoy para dirigir la investigación interna, Carmen Navarro, no se encuentre el que más datos puede aportar acerca del supuesto pago de los sobresueldos, el propio Luis Bárcenas, y por tanto el compromiso de llegar hasta el final puede quedarse a medias. Es demasiado lo que está en juego como para no destapar toda la verdad con la máxima transparencia. Junto estas iniciativas, urge de manera inmediata un gran consenso entre los partidos para promover las reformas necesarias que acaben definitivamente con esta lacra. Un pacto de Estado contra la corrupción, una ley de partidos que impida las prácticas corruptas y una nueva ley electoral que termine de una vez con las listas cerradas para que los ciudadanos elijan a aquellos que verdaderamente están a la altura de sus representados. Todo lo demás son paños calientes que no permitirán recuperar la confianza y sortear el peligro de caer en la injusta generalización de que todos los políticos están cortados por el mismo patrón y responden sólo a intereses personales o de partido. Hay muchos, muchísimos políticos honrados a los que sólo les mueve el interés general, que no merecen que les demos la espalda. Son ellos mismos los que deberían exigir a sus propias estructuras la máxima pulcritud. Por ellos y por la supervivencia del sistema.
Publicado el 24 de enero de 2013 a las 19:00.







