Calamidad, calvario estéril y lenta agonía
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Hemos perdido una magnifica ocasión para que nuestros políticos demuestren por una vez que saben estar a la altura de las circunstancias y que son capaces de ponerse de acuerdo para conseguir un objetivo que no entiende de siglas ni colores políticos. Demasiados españoles están angustiados esperando que alguien actúe y afronte con decisión el reto de sacar el país adelante, adoptando las medidas necesarias para devolverlo a la senda de la prosperidad, el crecimiento económico y la creación de empleo. Para eso hace falta un esfuerzo común, sentido de Estado y altura de miras, cualidades que brillaron por su ausencia en la Carrera de San Jerónimo. Lo propuso con acierto Durán i Lleida, que hizo el análisis más realista al reclamar un pacto de fin de legislatura que aborde las reformas pendientes antes de las elecciones. Salvo ese atisbo de sensatez política, no hemos escuchado del Gobierno ni de la oposición propuestas concretas para salir de la crisis, tan sólo diagnósticos de situación y broncos reproches mutuos. Ambos fueron a vender su libro. Pero lo peor que ha dejado el Debate sobre el Estado de la Nación en el ánimo de los españoles ha sido la confirmación de su previsibilidad, por no decir su inutilidad. Un discurso de despedida por parte de un presidente que no termina de irse, frente al de un candidato de oposición que tampoco aportó mucho más que su reiterada petición de anticipo electoral. Ni alternativas ni nuevas ideas, salvo unas inconcretas promesas para proteger a los que no pueden pagar la hipoteca, una norma para fijar el techo de gasto de las autonomías, y una línea del ICO para ayudar a la morosidad de los ayuntamientos. Nada que no se hubiera podido poner en marcha mucho antes y claramente insuficiente para lo que el país necesita. Para ese viaje, lo mejor es acabar cuanto antes, reconocer que la legislatura no da mas de sí y anunciar elecciones para el próximo otoño. Así lo reclamó con insistencia Rajoy al preguntar a Zapatero "hasta cuándo va a prolongar esta calamidad, este calvario estéril y esta lenta agonía". Y así pareció expresarlo Zapatero en el final de su discurso, al dirigirse a su grupo parlamentario para agradecer su trabajo con unas palabras que olían a despedida. La conclusión es que estamos ante el final de un ciclo y que nos quedan unos cuantos meses de más de lo mismo. Pero eso ya se daba por descontado. Como en todos los grandes debates, acabamos preguntando quién ganó, y la respuesta la encontramos fuera del hemiciclo. Otra vez perdimos todos los españoles.
Publicado el 30 de junio de 2011 a las 10:00.







