¡Menos lobos, Caperucita!
El gobierno ha conseguido el compromiso de las Administraciones públicas con la estabilidad presupuestaria. Tras aprobar el Consejo de Ministros un nuevo objetivo de déficit, situado en 5,8% del PIB para el conjunto de las administraciones públicas, le ha metido mano a comunidades y ayuntamientos. A las primeras les ha obligado a aceptar una reducción del déficit a la mitad para dejarlo en el 1,5%, mientras que a los ayuntamientos el objetivo revisado de déficit se sitúa en el 0,3% para el conjunto de las entidades locales. Este nuevo escenario va a obligar a las administraciones, especialmente las autonómicas, a un esfuerzo de austeridad jamás conocido y a tomar durísimas medidas para recortar sus gastos. No están los tiempos para dispendios y despilfarrar lo que no se tiene se antoja una práctica que pertenece al pasado, cuando la prosperidad económica era la patente de corso para gastar a manos llenas. Como ha dicho el secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, "ahora les toca" a las regiones apretarse el cinturón porque "el Estado ya ha dado muchos pasos". Pero no solo el Estado. Los ciudadanos llevamos desde el inicio de la crisis -y ya va para cinco años- ajustando los gastos a los cada vez mas reducidos ingresos. Llegar a fin de mes es la obsesión de millones de familias y la drástica caída del consumo denota que la prioridad de los hogares españoles es hacer frente a lo esencial y prescindir de lo superficial. Como para que ahora vengan los responsables del derroche a decirnos que no encuentran partidas donde reducir el gasto. Es un insulto al esfuerzo de los españoles. ¡Que pongan a un ama de casa, a cualquier cabeza de familia, que sabe lo que es hacer la compra con lo imprescindible, a elaborar los presupuestos! Verían qué rápido encuentra partidas donde recortar y gastos de los que prescindir sin que se resientan los servicios que se prestan a los ciudadanos. ¡Menos lobos, Caperucita! Ya va siendo hora de que caigan algunos mitos, que la gente no es idiota. Es muy fácil gastar cuando el dinero que se gestiona no es propio. Empecemos por redimensionar el Estado autonómico y dotarlo de racionalidad para garantizar su supervivencia. Y por recortar drásticamente la red de empresas y organismos públicos, muchos de los cuales se solapan con funciones que pueden desempeñarse desde los servicios centrales del Estado, y que en gran medida sólo sirven para alimentar las redes clientelares de los votantes que les perpetúan en el poder. Probablemente el ciudadano no notará su ausencia.
Publicado el 8 de marzo de 2012 a las 13:45.