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Blog de Alberto Castillo

Sin acritud

Zapatero, a tus zapatos

Archivado en: Editorial, José Luis Rodríguez Zapatero, elecciones

 

Botín y Alierta

Por más que Emilio Botín le haya echado un cable al presidente del Gobierno pidiéndole que se ocupe de arreglar el desaguisado económico y aplace el debate sobre la sucesión, las especulaciones sobre el futuro de Zapatero van a continuar hasta que el presidente desvele a qué piensa dedicar el tiempo libre. Se quejan los grandes empresarios, o mejor dicho, los presidentes del Santander, Endesa, Ferrovial y OHL, pues que se sepa los otros 40 presentes en la reunión de Moncloa no se salieron del guión, que la inestabilidad política provoca en los mercados una gran incertidumbre, y por tanto un anticipo electoral podría añadir  factores de inestabilidad en un momento que se requiere de firmeza para acometer reformas estructurales de calado. Los empresarios no son muy dados a meterse en política, pero el mensaje ya está enviado:  Zapatero, a tus zapatos, a gobernar, a hacer los deberes pendientes, entre ellos seguir avanzando en la flexibilización del mercado laboral, y a concluir la legislatura, que no está la situación para jugar a las adivinanzas. Pero este debate se le escapó de las manos al presidente del Gobierno en el mismo momento en que anunció a los periodistas en navidad que ya tenía tomada una decisión sobre su continuidad como candidato y que sólo la conocía su esposa y un miembro del partido. Ahora, por  mucho que se lo pida Botín o que el partido trate de retrasar el debate, ya no hay quien lo pare, aunque en el comité federal de esta semana Zapatero no desvele su futuro como se había especulado estos últimos días y aparque la hoja de ruta de la sucesión para después del verano. La petición de los empresarios tiene interpretaciones para todos los gustos: para el aparato socialista, la llamada de Botín ha venido a ser un espaldarazo de los empresarios frente a las voces que reclaman el anticipo de las elecciones como el revulsivo económico que falta para recuperar la confianza. Aunque en privado, algunos barones socialistas sientan que han perdido la oportunidad de frenar la sangría de votos despejándose la incógnita de la sucesión antes del 22 de mayo. Al PP la intromisión de las grandes empresas en la escena política le ha mudado el gesto y ha respondido apelando a los millones de parados que esperan un cambio que devuelva la coyuntura actual a los tiempos de creación de empleo. Sea cual sea la lectura que se le quiera dar, seguiremos dando vueltas a la sucesión, con la sensación de un gobierno amortizado en una legislatura que se antoja de transición. Con un presidente mareando la perdiz mientras el partido se desangra en votos. 

Publicado el 31 de marzo de 2011 a las 12:00.

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Metamorfosis políticas en campaña electoral

Archivado en: Editorial, elecciones autonómicas y municipales

Que la primavera la sangre altera es de todos sabido, pero la metamorfosis que sufren algunos políticos en estas fechas hay que achacarla más a la cercanía de las elecciones que al cambio de estación. En caso contrario, sería para preocuparse. Con el horizonte de las elecciones municipales y autonómicas a la vuelta de la esquina, algunos experimentan en carne propia tales mutaciones que parecen estar atravesando por un brote de bipolaridad que deberían hacerse mirar. La delegada del Gobierno, Amparo Valcarce, es un ejemplo de doble personalidad. En apenas cinco minutos y sin cambiar de escenario, es capaz de alabar el proyecto de Madrid Río delante de Alberto Ruiz Gallardón como "una seña de identidad de los madrileños y un símbolo de Madrid", a poner al alcalde de chupa de dómine en cuanto se da la vuelta criticando que las obras se han disparado en su coste por las urgencias electorales de Gallardón. Compatibilizar el cargo de Delegada con su candidatura de número dos a la Asamblea de Madrid es lo que tiene, que deja al doctor Jeckyll a su lado a la altura de un becario. De traca ha sido también la aparición  del alcalde de Collado Villalba, Pedro Pablo González, en medio de una clase del instituto María Guerrero de la localidad. Aún les dura el susto a los chavales de segundo de bachillerato cuando vieron aparecer al alcalde soltándoles el mitin. De alcalde a docente sin pestañear, aunque la clase magistral fuera de pensamiento político.  Hemos visto esta semana también a Esperanza Aguirre jugando al golf y montando en bicicleta en plan Verano Azul, pero lo suyo no sorprende. Está en perfecto estado de forma tras su operación y lo demuestra haya o no cámaras por medio. No hemos entrado en campaña oficialmente, pero vamos escuchando los mensajes los que pueden vender su gestión, y las promesas los que aspiran a tocar poder. Algunas realistas, como la que avanza en estas páginas el consejero de Sanidad, en la línea de seguir modernizando y acercando la sanidad a los ciudadanos, lo que se refleja en unos índices de satisfacción del 86%, con la entrada en funcionamiento de nuevos hospitales y la implantación de la receta electrónica. Otras, muy ambiciosas, como el banco público que propone Tomás Gómez. Y otras más sensatas, como el Plan C para los barrios con carencias que propone Lissavetzky basado en la creación de empleo, los programas sociales y el reequilibrio territorial. Confiemos en que la campaña sea limpia, con  ideas y propuestas, y no sólo marcada por insultos y descalificaciones.

Publicado el 25 de marzo de 2011 a las 11:15.

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Libia no es Irak pero es una guerra

Archivado en: Editorial, Libia, Gadafi, intervención militar, guerra

El Pleno del Congreso ha avalado la participación española en la intervención militar internacional contra Libia. Una autorización que llega cuatro días después de iniciados los bombardeos. Había prisa por iniciar la ofensiva aérea para recuperar el tiempo que la comunidad internacional ha perdido mirando para otro lado mientras el dictador libio masacraba a su pueblo. Pero así son las cosas, primero se bombardea y luego se pide permiso. El refrendo ha sido casi total, con el único rechazo del BNG e Izquierda Unida, y la abstención de un despistado que se equivocó al votar. Un comportamiento ejemplarmente responsable de apoyo al Gobierno por parte de la oposición, que recuerda el muy diferente que tuvo el PSOE durante la guerra de Irak. Pero parece ser que Libia no es Irak, y Gadafi tampoco es Sadam Husein. Tampoco los del "no a la guerra" son los mismos. Se echa de menos a los Bardem y compañía, a los artistas de la ceja y a "los abajo firmantes". No se les oye. Probablemente anden descolocados con las metamorfosis de Rodríguez Zapatero. El presidente del Gobierno ha apelado al "principio humanitario" de protección de la población de Libia para pedir la autorización del Parlamento. La resolución 1.973 del Consejo de Seguridad de la ONU en la que se sustenta la intervención no pretende la expulsión de Gadafi, ni contempla tampoco la invasión del territorio libio, sólo proteger a la población civil de los ataques del dictador. Son estas dos circunstancias las que generan las mayores dudas acerca del verdadero objetivo de la misión, y lo que puede provocar que el conflicto libio derive en una guerra civil prolongada en el tiempo con devastadores efectos para la población. La primera medida que adoptó José Luis Rodríguez Zapatero cuando llegó al Gobierno en 2003 fue retirar las tropas españolas de Irak. Tropas enviadas cuando Naciones Unidas ya había emitido una resolución, aunque cierto es que la operación militar había comenzado con anterioridad. Ahora, en el tramo final de su mandato, nos mete en una guerra, por mas que se esté evitando utilizar esta palabra. Una guerra marcada por la confusión en los objetivos y la descoordinación en el mando. Estados Unidos quiere cederlo cuanto antes, Francia quiere liderar la ofensiva e Italia pretende que sea la OTAN la que dirija las operaciones. Demasiados intereses económicos y geoestratégicos. Lo que no queda claro es cuáles son los españoles. Como ha dicho Gaspar Llamazares al presidente del Gobierno: "quién te ha visto y quién te ve". Será que hay guerras buenas y malas.

Publicado el 24 de marzo de 2011 a las 12:00.

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Prudencia y serenidad ante el pánico nuclear

Archivado en: Editorial, Japón, Fukushima, central nuclear

Los problemas que se están registrando en la central nuclear de Fukushima tras el devastador terremoto y el tsunami posterior han desencadenado todo tipo de reacciones sobre la seguridad de las centrales nucleares y han reabierto con fuerza el debate sobre la utilización de la energía nuclear en medio de la incertidumbre de lo que allí está ocurriendo. A la angustia que vive la población japonesa, a pesar del ejemplar comportamiento y la entereza que desde el primer momento ha demostrado, se une la sospecha de que las autoridades niponas no están informando con total transparencia acerca de la gravedad de una situación que les ha desbordado por completo. El goteo de información nos ha ido mostrando en directo la angustia del trabajo a contrarreloj para evitar una fuga descontrolada de radiación y las noticias que siguen llegando no son nada tranquilizadoras, hasta el punto que la sucesión de incendios y explosiones registrados en Fukushima, al cierre de esta edición todavía descontrolados, han hecho revivir el fantasma de un segundo Chernobil. Declaraciones como las realizadas por el comisario de Energía de la Comisión Europea, calificando de apocalíptica la situación que se está viviendo en la central, no contribuyen a serenar el ambiente. No se trata de minimizar la extrema gravedad de la situación, pues aventurar el desenlace sin excluir el peor de los escenarios sería tan prematuro como irresponsable. Sí en cambio, de adoptar las decisiones oportunas para reforzar las medidas de seguridad para prevenir un siniestro similar en Europa. Hay que aplaudir en este sentido el consenso alcanzado en la Unión Europea para someter a sus centrales nucleares a pruebas de resistencia para comprobar su seguridad, una medida bastante más realista que el cierre indiscriminado de las centrales anteriores a 1980 decretado por la canciller alemana Angela Merkel, en una decisión que parece adoptada más en clave electoral ante la cercanía de unos comicios regionales que no se le presentan favorables. Todo el mundo está pendiente de lo que ocurra en Fukushima, hasta el punto de que el sufrimiento que está padeciendo el pueblo japonés y los 10.000 muertos y desaparecidos parecen haber pasado a un segundo plano. No es momento, por tanto, de utilizar la energía nuclear como bandera electoral, sino de actuar con prudencia y serenidad, como la que en esta ocasión está mostrando el Gobierno. Deben ser los criterios técnicos y de seguridad los que prevalezcan en la evaluación de la energía atómica, y no el miedo, que puede ser el mayor de los peligros.

Publicado el 17 de marzo de 2011 a las 12:30.

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Otra vez los ciudadanos rehenes de una huelga

Archivado en: Editorial, AENA, huelga aeropuertos

Por muy legítimas que sean sus reivindicaciones, la convocatoria de huelga de los sindicatos UGT, CCOO y USO contra la privatización de AENA  en plena Semana Santa y en los días claves del puente de mayo y de las vacaciones de verano sólo se justifica si lo que se pretende es provocar el mayor daño posible. Cuando para reivindicar o defender los derechos propios se pisotean los derechos de los demás se pierde cualquier legitimidad en la protesta. La mejor manera que tienen los once mil trabajadores de los 47 aeropuertos de la red de Aena para expresar su preocupación por la hipotética pérdida de derechos una vez que se produzca la privatización del 49% del gestor aeroportuario no es poniendo patas arriba a un país. De nuevo los ciudadanos son rehenes de las reivindicaciones laborales de unos colectivos que se aprovechan de su situación estratégica para provocar el mayor perjuicio posible al mayor número de personas. Es muy fácil, pero muy insolidario, limitar los derechos de los demás en defensa de los propios. ¿Es necesario hacer la huelga en las fechas en que más tráfico tienen  los aeropuertos y más usuarios se desplazan por este medio de transporte? Y no son sólo las molestias provocadas a los que no podrán disfrutar de sus vacaciones, sino el daño irreparable a la imagen de España. Otro golpe al sector turístico, del que tanto depende la economía española es lo que le faltaba a este país. Destinos turísticos emergentes se están frotando las manos preparados para recibir a los clientes que dejarán de viajar a España ante la amenaza de quedarse colgados otra vez en un aeropuerto. No aprendemos de los errores. Es un momento para apelar al sentido común y a la responsabilidad de los sindicatos, que deberían reflexionar y valorar el daño que pueden provocar a los trabajadores a los que dicen defender. Con su actitud están allanando el camino y los  argumentos en favor de la privatización. No está en discusión el ejercicio de su derecho constitucional a la huelga, pero sí el momento elegido para ejecutarlo, a sabiendas de los graves trastornos que provocarán a la ciudadanía en las fechas elegidas. Afirman los convocantes que hay tiempo suficiente para evitar la huelga, y las partes ya están convocadas a una reunión para tratar de evitar la huelga. Confiemos en que así sea, aunque hay un cierto tufo a maniobra de distracción. Veremos al ministro de Fomento sacando de la chistera sus dotes de negociador para convencer a los sindicatos de que vuelvan al redil.  No le veo militarizándoles como hizo con los controladores.

Publicado el 11 de marzo de 2011 a las 13:00.

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La inaceptable brecha salarial de la mujer

Archivado en: Editorial, violencia de género, desigualdad de la mujer

Esta semana estamos celebrando el Día Internacional de la Mujer, una de esas citas fijas en el calendario que nos recuerda una vez al año que la realidad no es como la quisiéramos ver. Una de las mayores lacras a las que se enfrenta nuestra sociedad es la violencia de género. En España en lo que llevamos de año, poco más de dos meses, ya han muerto 14 mujeres a manos de sus parejas o ex parejas. Esta aterradora cifra refleja que a pesar de los esfuerzos no conseguimos frenar un gravísimo problema frente al cual todos debemos cooperar y trabajar de la mano. Pero si los malos tratos y la violencia de género son la máxima expresión del machismo y la desigualdad en las sociedades modernas, hay otros desequilibrios importantes que afectan a la mujer y que no deben pasar desapercibidos. Uno de ellos es, sin duda, la brecha salarial entre el hombre y la mujer. Ellas ganan un 25% menos por hacer el mismo trabajo, según el informe `Retribución laboral por géneros' elaborado por los técnicos del Ministerio de Hacienda, que señala que se tardará aún una década en corregir esta situación.  Ceuta, Melilla y Madrid son las comunidades donde la brecha es mayor, una diferencia que supera los 7.000 euros anuales. Por el contrario, las zonas en las que existe una menor desigualdad son Canarias (la menos sexista, a pesar de que mantiene una diferencia de 3.044 euros), Comunidad Valenciana, Andalucía, Extremadura y La Rioja. Otra fotografía que invita a la reflexión es la de las mujeres directivas en España. Aunque el denominado "techo de cristal", como se denomina a esa barrera invisible que impide al sexo femenino acceder a puestos de responsabilidad en las empresas, cada sea más fino, la realidad es que aún no hemos conseguido quebrarlo. En las compañías españolas que cotizan en Bolsa, el número de mujeres consejeras no llega al 10%, de acuerdo con los datos de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. El sistema de cuotas para imponer la paridad genera mucho escepticismo entre los expertos, ya que puede convertirse en un atajo que finalmente no lleve a ningún sitio. Es cierto que en Noruega ha dado frutos, y la cifra ya alcanza el 30%, pero también lo es que en otros países, como Bélgica, esta obligación ha tenido unas consecuencias desalentadoras: sólo el 6% de las consejeras belgas son mujeres. Quizá la mejor opción es reforzar los estímulos mientras que las empresas y el propio mercado van facilitando el acceso de las mujeres a los órganos de dirección. Porque lo que está claro es que vivimos el momento de las mujeres. Y eso nadie lo podrá parar.

Publicado el 10 de marzo de 2011 a las 12:30.

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Confundir la velocidad con el tocino

Archivado en: Editorial, limitación de velocidad a 110 km/h

La última ocurrencia de rebajar a 110 el límite de velocidad permitido para circular en autovías, que supuestamente persigue reducir la factura energética ahorrando en el consumo de gasolina y de paso cuidando el medio ambiente no deja de ser una muestra más de la improvisación a que nos tiene acostumbrados este Gobierno. Ha dicho el presidente Zapatero que limitar la velocidad a 110 kilómetros por hora es bueno porque así salvaremos vidas y gastaremos y contaminaremos menos. Pero, a renglón seguido, añade que ojalá esta medida tan "beneficiosa" pueda levantarse cuanto antes. ¿Pues en qué quedamos? Si es tan buena, que se mantenga en el tiempo, y si no, que dejen de abusar de la paciencia de los españoles. No sé a quién se le habrá ocurrido esta genialidad, pero evidentemente, si circulamos a 110 por hora gastamos menos combustible, y mucho menos todavía a 90, y menos aún si vamos en el coche de San Fernando, la mitad a pie y la otra caminando. Si de verdad con esta medida se persigue conseguir un uso más racional del automóvil y una reducción de la contaminación, se debe pensar en iniciativas más amables y menos prohibicionistas que fomenten la movilidad sostenible y la utilización del transporte público. Para empezar y por dar ejemplo, reducir los coches oficiales. Potenciar prácticas como el uso compartido del vehículo entre varios usuarios, habilitar carriles bici en las ciudades, peatonalizar y cerrar calles al tráfico, y en definitiva, desarrollar una educación cívica que fomente el respeto al medio ambiente y el uso racional del vehículo privado. La sensación generalizada que ha provocado esta medida es que la reducción del límite de velocidad sólo persigue incrementar las multas a los conductores y aumentar la recaudación para las maltrechas arcas del Estado. Este Gobierno es experto en distraer nuestra atención, y nos acaba de pasar otro ladrillo por debajo de la puerta. Mientras los ciudadanos estamos enzarzados en debates sobre la velocidad en las carreteras o seguimos discutiendo sobre la ley antitabaco, dejamos de hablar de otros asuntos de mayor gravedad como el imparable aumento de las cifras del paro, las dificultades de las familias para llegar a fin de mes, la inflación galopante, la falta de crédito para autónomos y pymes, o los falsos EREs de la Junta de Andalucía. Hay medidas más realistas para reducir el gasto energético. La primera, abandonar la demagogia sobre las centrales nucleares. Y para acabar con los accidentes, empezar por eliminar los puntos negros de las carreteras.

Publicado el 3 de marzo de 2011 a las 12:30.

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Esperanza contra el cáncer

Archivado en: Editorial, Esperanza Aguirre, cáncer de mama

El ejemplo de coraje que ha demostrado la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, al agarrar por los cuernos el toro del cáncer y hacerle frente con la valentía y serenidad de la que una vez más ha hecho gala, junto a la petición, desde su propia experiencia, a las mujeres para que se sometan periódicamente a los controles preventivos como la mejor manera de llegar a tiempo antes de que el tumor se extienda, es el mejor apoyo y la mejor campaña de concienciación que han podido tener las mujeres que sufren o han sufrido un cáncer de mama. Esperanza Aguirre no es una heroína, ni es la primera dirigente política que se ve afectada por la enfermedad, ni será la última. Antes ya lo padecieron, entre otros nombres conocidos de la política, María San Gil, Iñaki Azcuna, Durán Lleida, y con peor suerte, Loyola de Palacio. El cáncer es una enfermedad que iguala a todo el mundo porque nadie está quitado de padecerlo. Pero es una mujer con arrestos, que no ha dado lugar a especulaciones de ningún tipo. Llegó a un acto rutinario, con la misma anunció ante la sorpresa de todos que tenía un bulto en el pecho, que se lo cogieron a tiempo gracias a un temprano diagnóstico, y que se alejaba de la política durante unos días. Sin eufemismos y llamando a las cosas por su nombre. Con ese punto de firmeza y emoción contenida, dicho y hecho, se fue a un hospital público y se sometió a la intervención. Qué mejor mensaje de normalidad, de apuesta por la sanidad pública que pagamos todos, y sobre todo de fuerza para salir adelante, ha lanzado. No es de extrañar la unánime respuesta de cariño que ha recibido, tanto de amigos y compañeros, como de adversarios políticos. Ha mostrado nuevamente la pasta de la que está hecha. La vimos salir bromeando de un helicóptero que se desplomó cuando sobrevolaba la plaza de toros de Móstoles. La recordamos contando los pormenores de su odisea para escapar a través de las cocinas del hotel, de los terribles atentados de Bombay. Es una mujer con suerte, pero sobre todo es una mujer que no se arruga ante la adversidad. También la recordaremos, en unos días, cuando se reincorpore como si tal cosa a su frenético ritmo diario, restando importancia al contar cómo venció a la enfermedad. No sabe bien el cáncer contra quien se la está jugando. Porque esta batalla contra algunas células díscolas de su organismo, también la va a ganar. Tiene el coraje suficiente para plantar cara a la adversidad sin derrumbarse. Nos ha dado a todos un mensaje inequívoco: Esperanza contra el cáncer. 

Publicado el 25 de febrero de 2011 a las 10:45.

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El 23-F y el Ejército: del recelo a la admiración

Archivado en: Editorial, 23_F, Carme Chacón

Aunque la grave crisis económica no nos deja, desde hace ya más de dos años, hacer grandes derroches de optimismo, la fotografía de la España del 23-F, cuyo treinta aniversario acaba de tener lugar,  y la toma de conciencia de la crucial transformación de toda nuestra arquitectura institucional, desde esa fotografía hasta nuestros días, no puede ser más que motivo de satisfacción y de júbilo para quienes siempre hemos creído que la democracia es un sistema que hay que cuidar y hay que defender y que nunca, bajo ningún pretexto, debe ser sustituida. Uno de los paradigmas de la gran  metamorfosis experimentada por la sociedad española desde el régimen dictatorial hasta la democracia consolidada de hoy son nuestras Fuerzas Armadas, una de los instituciones mejor valoradas y queridas por la opinión pública.  Pero no siempre ha sido así. En 1981, cuando se produjo el Golpe de Estado, nuestro Ejército era una institución educada en la dictadura, internacionalmente aislada y pobremente equipada que despertaba el recelo de una ciudadanía que había soportado durante casi cuarenta años la falta de libertad de un régimen militar.  Fue extraordinariamente complicado deshacer los tres ministerios militares que existían entonces y sustituirlos por un Ministerio de Defensa controlado por el poder civil.  Treinta años después podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el Ejército español goza de una buena salud y de una no menos buena reputación. Muchos factores han intervenido en este cambio, pero desde el impulso democrático que el general Gutiérrez Mellado le insufló el mismo día del Golpe con su valerosa actuación frente a los asaltantes del Congreso, al día de hoy, en que al frente de nuestra defensa nacional está una mujer, estos 30 años de historia de las Fuerzas Armadas bien pueden resumirse en siete hitos: la reorganización de la defensa nacional, la internacionalización, la profesionalización de los Ejércitos, la enseñanza militar, la renovación de los medios materiales, la incorporación de la mujer, y la participación en las misiones internacionales. Actualmente España mantiene desplegados en el exterior a 3.000 militares y ostenta el mando en tres de las cuatro misiones internacionales en las que participa, y otros 130.000 hombres y mujeres dentro del país "garantizan sin descanso la seguridad" del territorio. No le faltan razones a la ministra Chacón para llenarse de orgullo hablando del Ejército. Chacón, una ministra también muy reputada, que, por cierto, no se descarta como sucesora de Zapatero. Pero de eso hablaremos otro día.

Publicado el 24 de febrero de 2011 a las 12:00.

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Una ley que perjudica más que beneficia

Archivado en: Editorial, ley antitabaco

El celo en la aplicación de la ley antitabaco está provocando escenas que rozan el esperpento. Era presumible que  la denuncia de algunos ciudadanos, convertidos por gracia de la ley en agentes delatores, iba a tensionar la convivencia entre fumadores y no fumadores. Pero lo más de lo más ha sido el estrambote del musical Hair que se representa en Barcelona, cuando un espectador se levantó airado y corrió a denunciar que los actores estaban fumando en escena, provocando la actuación inmediata de la Agencia de Salud Pública catalana, que amenazó con sancionar al teatro, hasta el extremo que el director de la obra tuvo que aclarar que lo que los actores fumaban por exigencia del guión no era tabaco, sino una mezcla de hierbaluisa, albahaca y hojas de nogal. De auténtico sainete, si no fuera porque esta es la realidad  de la ley y del talibanismo con que se aplica, que no entiende ni siquiera la excepción de las manifestaciones culturales. Pero lo mejor de todo fueron las explicaciones de la ministra de Sanidad, Leire Pajín: "Hay muchas fórmulas para simular que se fuma sin hacerlo, de la misma manera que hay recursos para escenificar asesinatos que no son reales". Menos mal que lo ha aclarado. De traca. Y pasando a lo serio, con respecto al impacto económico derivado de su aplicación, los hosteleros han cifrado la caída de ingresos en más del veinte por ciento y si continúan en esta línea muchos establecimientos están abocados al cierre. Se sirven menos desayunos y se está eliminando algo tan español como la sobremesa, porque al fumador no le apetece dejar a medias la tertulia o la partida de cartas para levantarse a fumar, con el consiguiente descenso en el consumo de licores y copas. Pero siendo grave el perjuicio económico, más aún es otro de los daños colaterales de esta ley, por cuanto buscaba promover conductas saludables y preservar la salud y bienestar de los no fumadores. Hablamos del aumento del ruido y con ello, de las molestias a los vecinos. Solamente en Madrid, y el dato se podría extrapolar a cualquier población española, las denuncias ciudadanas por ruido han aumentado un 16 por ciento. Muchos vecinos están viendo afectado su descanso por el incremento de los decibelios que provocan los corrillos a la puerta de bares, restaurantes y locales de copas. La estampa del grupito fumando, hablando y riendo a la puerta de un local es ya una imagen habitual de las noches. La ley, loable en sus principios pero cuestionable por su falta de previsión, está consiguiendo sumar más perjudicados que beneficiados.

Publicado el 21 de febrero de 2011 a las 09:45.

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Alberto Castillo

Alberto Castillo

Director de Gente en Madrid. Periodista madrileño, de 46 años, cuenta con una dilatada experiencia en medios. Ha sido subdirector general de la Agencia de Noticias Servimedia. Gran parte de su carrera profesional ha estado vinculado a la radio en distintas cadenas. Comenzó en la Cadena Rato en los años 80 y de ahí pasó a la COPE, cadena en la que fue redactor de informativos locales, redactor jefe del informativo matinal "La Mañana" (con el desaparecido Antonio Herrero), redactor jefe de informativos de fin de semana y jefe de prensa. Su última etapa en la radio fue en la extinta Radio España-Cadena Ibérica.

 

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