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Blog de Alberto Castillo

Sin acritud

Miró al soslayo, fuese y no hubo nada

Archivado en: Rubalcaba, PSOE, Elecciones

Con la misma decepción con que el magnífico estrambote del soneto de Cervantes describe el final de la que se avecinaba como una bronca imponente entre un soldado extasiado ante la grandeza de la tumba de Felipe II y un valentón que se chotea de él -"Y luego, incontinente, caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese y no hubo nada"-, así ha pasado la reunión de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE que ha renovado la confianza de Alfredo Pérez Rubalcaba hasta que concluya su mandato en 2016. Los enfrentamientos internos en el partido socialista a causa de los estrepitosos fracasos en Galicia y el País Vasco, con amplios sectores del partido reclamando la dimisión del secretario general y exigiendo un giro radical para volver a recuperar la confianza de electores y simpatizantes, hacían prever una tumultuosa sesión que finalmente ha pasado sin apenas ruido. El cónclave socialista se ha resuelto con un cierre de filas en torno al liderazgo de Rubalcaba y sin que se alzaran voces discrepantes, hasta el punto de que el mismo que horas antes estaba en el disparadero proclamaba tras la reunión "Me he sentido unánimemente apoyado como secretario general". Nadie en la Ejecutiva le ha pedido que acelere la convocatoria de primarias para elegir al próximo candidato socialista a la Presidencia del Gobierno, ni ha recibido crítica alguna hacia su liderazgo, ni le ha pedido que haga cambios en la dirección del partido. O al menos eso nos han contado. Todas las miradas estaban puestas en el presidente andaluz, José Antonio Griñán, que días atrás había personalizado el debate en el seno del PSOE a favor de un cambio de rumbo, pero en contra de lo que parecían sus intenciones, finalmente no pidió su dimisión ni se postuló para sucederle, quizás porque esté esperando un momento más propicio para dar la puntilla a Rubalcaba. Pero el tiempo juega en contra del PSOE, aunque abrir el debate sobre el liderazgo a semanas de una cita electoral sería acelerar el suicidio. El PSOE tiene un grave problema, que es su incapacidad de hacer autocrítica y de reconocer los errores cometidos, junto con la indefinición en la que le han sumido sus coqueteos con los partidos nacionalistas y sus pactos con Izquierda Unida. No es tanto una cuestión de nombres, aunque Rubalcaba sepa que su tiempo político se está agotando, sino del rumbo al que se quiere dirigir al partido y de la posición ideológica donde quiere situarse. Ese es el debate urgente, con claridad, para evitar más confusiones al electorado y abandonar la tierra de nadie.

Publicado el 30 de octubre de 2012 a las 16:15.

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La hora de la verdad

Archivado en: Rajoy, PP, elecciones generales, 20-N, confianza, prima de riesgo

Como hemos podido comprobar estos días, los recientes cambios políticos en Grecia e Italia apenas han tenido impacto en los mercados, que  lejos de apaciguarse, han seguido dando señales de que no se están dispuestos a conformarse con el lavado de cara de los gobiernos que han cambiado a los políticos en ejercicio por tecnócratas de prestigio. Tampoco les parecen suficientes las declaraciones institucionales grandilocuentes, como las recientemente pronunciadas por Angela Merkel reconociendo que Europa atraviesa su hora más difícil desde la II Guerra Mundial, realidad de la que no está muy alejada. Los mercados no van a conceder la más mínima tregua a los nuevos gobiernos del sur de Europa. Quieren hechos concretos  y  no les basta con las promesas de enmienda de los Estados con mayores dificultades, como Italia, Grecia y, por supuesto, España. El recibimiento con que los mercados han saludado la llegada de los tecnócratas Papademos y Monti es el mejor ejemplo de que un cambio político no genera por sí mismo la confianza necesaria. Un serio aviso para España, cuya prima de riesgo se ha disparado en la recta final de la campaña electoral hasta alcanzar las cotas mas altas de la historia del euro, acercándose peligrosamente a los 500 puntos que marcaron Grecia Portugal e Irlanda antes de ser rescatadas. Son señales elocuentes de que las elecciones generales de este domingo no son suficientes por sí solas para generar la confianza que los mercados demandan y de que el Gobierno que tome las riendas debe ser consciente de que el cambio político no basta si no va acompañado urgentemente de una agenda de reformas en profundidad y de la determinación necesaria para sacarlas adelante. Un escenario en el que todos, Gobierno, oposición y agentes sociales tienen que actuar con responsabilidad y ser conscientes de que estamos en una situación límite y de que nos jugamos nuestra supervivencia como Estado soberano y el bienestar de los españoles. Los mercados aguardan expectantes como el cazador ante una posible presa, a la espera de que el domingo salga un gobierno fuerte, con mayoría suficiente para aplicar con coraje las reformas necesarias para cumplir los objetivos de deuda y déficit. El nuevo Gobierno tiene que ofrecer más que palabras y convencer con hechos de que se están tomando medidas que sienten las bases de una estabilidad que garantice el cumplimiento del déficit y el crecimiento de la economía. Va a costar sangre, sudor y lágrimas, pero hay que hacerlo, con consenso, o sin él.

Publicado el 18 de noviembre de 2011 a las 14:30.

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Del más votado al más “botado”

Archivado en: Editorial, triunfo PP elecciones, derrota PSOE elecciones

Derrota Tomás Gómez

 

Tan apabullante ha sido el triunfo del Partido Popular en la Comunidad de Madrid como estrepitoso el batacazo del PSM, sin duda atribuible a la crisis económica y a la mala gestión de Rodríguez Zapatero, pero sin por ello dejar de reconocer la responsabilidad que corresponde a la pésima campaña de Tomás Gómez, artífice del peor resultado obtenido jamás por el socialismo en Madrid, que ha supuesto la pérdida de seis diputados en la Asamblea y un tercio de su electorado. El empecinamiento con el copago, estrategia que ya tumbó a su predecesor, Rafael Simancas; la división interna tras el rodillo que aplicó al vencer en las primarias; su falta de sintonía con alcaldes del sur, y algunas contradicciones como la polémica de negar que estudiara en un colegio privado, hábilmente puesto en evidencia por Esperanza Aguirre, son algunos de los motivos que explican el castigo de los electores. Aunque mucho había de plebiscito a Zapatero en el 22-M, también se ha premiado la buena gestión de los últimos ocho años del Gobierno de la Comunidad, y el innegable tirón de su presidenta, que sabe conectar con el público. De los 179 municipios de Madrid, los populares han sido la fuerza más votada en 147, de ellos 109 con mayoría absoluta y 38 con mayoría simple. Datos que confirman la larga travesía del desierto que le espera al socialismo para recuperar a su electorado. El codiciado objeto de deseo popular del "cinturón rojo", donde la presidenta envió a su "división acorazada Brunete", formada por sus hombres de confianza David Pérez, Juan Soler y Jesús Gómez, es el máximo exponente del hundimiento del PSM. Ha caído definitivamente el mito de que el sur es de izquierdas. Los socialistas dejarán de gobernar en feudos tradicionales como Alcorcón, Leganés, Aranjuez o Collado Villalba, y pierden las mayorías absolutas de Fuenlabrada y Parla, aunque mantendrán ambas alcaldías, mientras que Móstoles sigue siendo un bastión inexpugnable. UPyD, la gran sorpresa de las elecciones, deshoja en Getafe la margarita de permitir que gobierne el PP como lista más votada. La responsabilidad colectiva a la que apeló Tomás Gómez la noche de la derrota no parece suficiente. El sector crítico le reclama un Congreso Extraordinario para analizar qué se ha hecho mal y repensar el proyecto del PSM. No hay que olvidar que Gómez ha rebajado el listón que dejó Rafael Simancas, cuyos resultados se consideraban el suelo mínimo del socialismo en la comunidad y que provocaron su dimisión 2007.

Publicado el 27 de mayo de 2011 a las 09:15.

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Escenario tras la derrota

Archivado en: Editorial, elecciones autonómicas y municipales, derrota PSOE, nuevo secretario general PSOE

Talante ZP

 

La apabullante derrota del partido socialista en las autonómicas y municipales, el peor resultado obtenido por los socialistas en la democracia, y que ha supuesto la pérdida casi absoluta del poder municipal y regional, ha sido un voto de castigo sin precedentes que tiene que dar lugar a un ejercicio de autocrítica mayor que el de atribuir el masivo rechazo de las urnas a la crisis internacional. No hay que buscar más explicaciones que la lectura directa de los datos: los españoles están hartos de Zapatero, de su gestión, y de su incapacidad para hacer frente a la crisis. Han dejado claro que no quieren ser gobernados por el zapaterismo en sus ayuntamientos y comunidades, y han reclamado a gritos un cambio de rumbo que se traduce en 10 puntos y más de dos millones de votos de diferencia del PP sobre el PSOE. Por el contrario, las reacciones de los responsables de la debacle socialista, en primer lugar la del propio Rodríguez Zapatero, apuntan a que no habrá adelanto electoral y la maquinaria del aparato se apresta para preparar el proceso de primarias siguiendo la hoja de ruta prevista como si tal cosa. Aunque va a ser difícil frenar la marea interna que exige una profunda revisión del proyecto socialista en lugar de un simple debate de nombres. El lendakari Patxi López ha sido el primero que ha alzado la voz reclamando un congreso extraordinario para relevar a toda la dirección del PSOE. La propuesta de López, a la que se han sumado otros barones socialistas, pretende forzar la salida de Zapatero de la secretaría general y nombrar en su lugar cuanto antes a Rubalcaba. Pero no se trata de decidir entre Rubalcaba y Carme Chacón, ni de evitar el trance de enfrentar a las posibles alternativas que puedan reavivar las cenizas del PSOE. La solución no consiste en pasar página cuanto antes, ni en pactar un simulacro de primarias para elegir al nuevo candidato. No hay convivencia posible entre el candidato y el secretario general si no son la misma persona. Y eso pasa por retirar a Zapatero. La situación de España no permite seguir dilatando las medidas necesarias para salir de la crisis mientras se deshoja la margarita del liderazgo. Para afrontar con éxito la crisis económica hacen falta profundas reformas y capacidad para llevarlas a cabo y está por ver que Rodríguez Zapatero pueda hacerlo. Lo más sensato ante la extrema debilidad del presidente, vapuleado en las urnas y cuestionado por su propio partido, es convocar un congreso extraordinario y elegir en el mismo al nuevo secretario general y candidato, y convocar de inmediato elecciones.

Publicado el 26 de mayo de 2011 a las 09:15.

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Indignación versus indiferencia

Archivado en: Editorial, elecciones autonómicas y municipales, democracia. malestar, manifestaciones

Acampada en Puerta del Sol

Lo venían anunciando las encuestas del CIS: los ciudadanos ven a los partidos políticos como un problema y no se sienten suficientemente representados por ellos. Era sólo cuestión de tiempo que las redes sociales hicieran el resto para congregar a una multitud de ciudadanos cabreados -indignados se autodefinen- que, ante la falta de respuesta de los políticos, han tomado las calles para dejar constancia de su protesta. Hay un profundo malestar en la calle por la gestión de los problemas de los ciudadanos derivados de la penosa situación económica. No es un movimiento que se deba tomar a la ligera, y harían bien los partidos, en lugar de tratar de manipular el descontento, en tomar buena nota de lo que significa. No es una protesta planificada, aunque sorprende la capacidad de organización que han demostrado. Se ha visto por igual a jóvenes y a jubilados, a profesionales en paro y estudiantes sin expectativa de trabajo, a amas de casa... No son antisistema, aunque alguno ha habido en las protestas. Son personas que han tomado la calle para gritar al unísono su hartazgo contra toda la clase política, que han perdido la confianza en las instituciones y en los partidos, y que reclaman una democracia que no consista sólo en depositar un voto cada cuatro años. El movimiento de los indignados ha acabado robando el protagonismo a la campaña electoral y ya no hay quien detenga la protesta. Estas manifestaciones se sabe cómo comienzan, pero no cómo terminan, aunque por el momento ofrece más incógnitas que certezas. Pero España no es el Magreb, ni estamos en Oriente Medio. Nuestra democracia es imperfecta, pero gozamos de una Constitución que ampara nuestros derechos y libertades. Participar en unas elecciones es un signo de la madurez democrática de un país. El sentimiento conformista de quedarse en casa por la desafección que provocan los políticos en los ciudadanos es un gesto, pero no soluciona nada. La indiferencia no se combate con más indiferencia. Ni siquiera por la rebeldía ante un sistema electoral que no permite elegir libremente a los candidatos de una lista cerrada y decidida por los aparatos de los partidos, en el mejor de los casos, es motivo suficiente para perder la confianza en el valor del ejercicio democrático de votar. Aunque la falta de expectativas sea tan fuerte que mueva a sumarse a la manifestación del descontento. Un voto de castigo tiene más capacidad de cambio que una abstención. Hay que ir a votar, aunque ninguna de las opciones resulte atractiva. La rebeldía, mejor con el voto.

Publicado el 20 de mayo de 2011 a las 09:15.

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Una cita ineludible con la libertad

Archivado en: Editorial, elecciones autonómicas y municipales, democracia

Los tiempos de crisis son, por lógica, tiempos proclives a la agitación y a la movilización social. En España lo hemos visto estos últimos días, a través de ese movimiento de ciudadanos descontentos que, bajo el nombre de Democracia Real Ya, ha agitado las calles del centro de Madrid y otras ciudades, y ha copado buena parte de los titulares de los periódicos. No les faltan razones a estos ciudadanos -la mayor parte jóvenes, un colectivo con el que la tasa de desempleo se ceba especialmente- para mostrar su insatisfacción y su frustración ante un panorama político con el que no se sienten identificados. Otra cosa es que, más allá de la legítima crítica a nuestros representantes políticos, se echen en falta igualmente propuestas y alternativas por parte de este heterogéneo movimiento. Pero el deseo y la necesidad de mejora no deben confundirse con el desprecio a un sistema, la democracia, que en España tardamos años en conquistar y sobre el que se asienta un progreso socioeconómico que, aún en tiempos de dificultades, asegura unos mínimos y tiene como piedra angular la libertad. No se puede negar, por evidente, que la situación de España ha empeorado drásticamente en los últimos años. Ahí están los indicadores que sentencian como jueces inexorables que hemos pasado de la octava a la duodécima potencia mundial. También es verdad que la contienda entre los partidos políticos y la falta de entendimiento entre ellos en aspectos esenciales ha erosionado mucho su credibilidad. Pero quizá sea importante que todos y cada uno de nosotros hagamos autocrítica y arrimemos el hombro para salir adelante, en vez de buscar una y otra  vez culpables a quienes endosar la responsabilidad de la crisis. Para ser justos, nuestra situación, pese a las dificultades económicas y a las alarmantes cifras de paro, resulta envidiable tanto para generaciones anteriores de españoles, que vivieron bajo el látigo de la dictadura, como para otros países que aún no han alcanzado la democracia. Sin una estructura institucional democrática sólida es muy difícil, por no decir imposible, que un país cree riqueza de forma sostenible y la distribuya. Por eso es importante que el próximo 22 de mayo acudamos a las urnas para elegir a nuestros representantes para estos tiempos de incertidumbres. Este domingo tenemos, por encima de todo, una cita con la democracia. Seamos críticos, pero no por ello dejemos de ser constructivos. No despreciemos lo que tanto costó conseguir. No le demos la espalda a nuestras conquistas. Se trata de una cita con la libertad.

Publicado el 19 de mayo de 2011 a las 10:45.

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Un presidente que se va sin irse del todo

Archivado en: Editorial, José Luis Rodríguez Zapatero, elecciones, Manuel Chaves

El anuncio de Rodríguez Zapatero de no volver a presentarse a las elecciones generales amenaza con provocar más problemas al socialismo que los que ha pretendido evitar. De momento, el adiós del presidente ha acelerado la crisis en el PSOE andaluz y ha precipitado la salida del consejero de Gobernación y Justicia, Luis Pizarro, el hombre que ha controlado con mano firme el aparato del socialismo andaluz en los últimos 15 años y pieza clave de Manuel Chaves para poder manejar el poder desde fuera de Andalucía. La dimisión de Pizarro, a la que se han sumado dos de los directores generales de su  consejería que han dimitido con él, tan sólo un par de días después de que Zapatero comunicara su decisión, ha reabierto una crisis de inciertas consecuencias en un momento en que las encuestas sitúan al PP andaluz al borde de la mayoría absoluta a mes y medio de las elecciones municipales. La crisis andaluza puede ser sólo el aperitivo de una lucha interna de poder favorecida por la debilidad de un presidente saliente que no se termina de marchar. Su interinidad puede abocar a nuevos enfrentamientos en otras federaciones y hacer saltar por los aires la frágil unidad con que el PSOE ha escenificado el anuncio de retirada. Tampoco el momento elegido para comunicar su decisión parece haber obtenido el efecto buscado, sino más bien lo contrario. Pretendía cerrar las especulaciones y centrar el debate en los candidatos autonómicos y municipales para que su propio desgaste no les pase factura en las urnas, pero ha servido al PP en bandeja argumentos para alimentar la letanía del anticipo electoral. El PSOE tiene el reto de gestionar el proceso sucesorio sin que interfiera negativamente en el resultado del 22 de mayo, que ya de por sí se antoja enormemente complicado. Al previsible castigo en las urnas hay que añadir un escenario posterior no menos complejo. La sucesión va a condicionar mucho la labor del presidente en el año que resta de legislatura, y también la del vencedor de las primarias, que se enfrentará a una incómoda bicefalia en la que deberá compartir o pactar muchas de las medidas que el presidente se vea obligado a adoptar condicionado por las circunstancias económicas. Esa bicefalia acrecentará la debilidad de Zapatero en el momento que mayor fortaleza política se requiere. Pero no se trata de resistir numantinamente, sino de tener altura de miras para tomar las decisiones necesarias buscando el interés general, por encima de intereses personales o de partido. Su decisión de no volver a presentarse en 2012 quizás sea insuficiente.

 

Rajoy y Zapatero

Publicado el 7 de abril de 2011 a las 11:45.

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Los espías entran en campaña

Archivado en: Editorial, malversación de fondos públicos, elecciones municipales y autonómicas

Los tribunales parecen empeñados en marcar la agenda política, aunque en este caso no se sabe muy bien qué ha sido primero, si el huevo o la gallina. Tanto por el momento elegido, a menos de dos meses de las elecciones; por la celeridad con que se ha procedido, seis meses menos que lo que se considera normal para una causa de este tipo; y por la casualidad de que la magistrada que ha estimado el recurso presentado por el PSOE contra el archivo de la causa se apellida igual que la ex portavoz socialista en la Asamblea, Cristina Almeida, no hay que ser muy sagaz para percibir el tufillo electoral que desprende la reapertura del caso del presunto espionaje a altos cargos públicos en la Comunidad de Madrid. Una causa que había sido archivada el verano pasado porque la juez no había encontrado indicios de delito y que ahora, en contra de la opinión del fiscal, la magistrada Mari Luz Almeida ha ordenado reabrir porque, en su opinión, hay indicios de que los agentes que supuestamente siguieron al vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, y al ex vicepresidente de la Comunidad, Alfredo Prada, cometieron un delito de malversación de fondos públicos. Sea por motivos políticos, como insinúa el PP, o porque hay indicios suficientes de la comisión de un delito, esperemos que la reapertura del caso sirva para despejar definitivamente cualquier atisbo de duda, porque los ciudadanos tienen el derecho a conocer a qué se destina el dinero de sus impuestos y la justicia el deber de aclarar si ese uso ha sido el correcto. En cualquier caso es un balón de oxígeno para el PSOE, que le permite desviar la atención del debate sucesorio. Y es, al mismo tiempo, una contrariedad para Esperanza Aguirre, que se encuentra con un incómodo asunto que daba por cerrado en un momento en el que está terminando de perfilar las candidaturas a la Asamblea y al Ayuntamiento. Para la primera, ya ha desvelado los cinco primeros puestos, con Ignacio González de segundo, seguido de Francisco Granados, Beatriz Elorriaga y Lucía Figar. Pocas sorpresas más se esperan, salvo las incorporaciones de los alcaldes de Móstoles y Alcalá, Esteban Parro y Bartolomé González, dos de los barones que mejores réditos electorales han proporcionado al PP, y de Bonifacio de Santiago, al que acomoda en la Asamblea después de 16 años de alcalde de Las Rozas. La lista al Ayuntamiento, en la que pueden reabrirse viejas heridas, deberá contar con el consenso de Alberto Ruiz Gallardón. Lista en la que figura uno de los espiados, Manuel Cobo, como número tres.

Publicado el 1 de abril de 2011 a las 12:00.

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Zapatero, a tus zapatos

Archivado en: Editorial, José Luis Rodríguez Zapatero, elecciones

 

Botín y Alierta

Por más que Emilio Botín le haya echado un cable al presidente del Gobierno pidiéndole que se ocupe de arreglar el desaguisado económico y aplace el debate sobre la sucesión, las especulaciones sobre el futuro de Zapatero van a continuar hasta que el presidente desvele a qué piensa dedicar el tiempo libre. Se quejan los grandes empresarios, o mejor dicho, los presidentes del Santander, Endesa, Ferrovial y OHL, pues que se sepa los otros 40 presentes en la reunión de Moncloa no se salieron del guión, que la inestabilidad política provoca en los mercados una gran incertidumbre, y por tanto un anticipo electoral podría añadir  factores de inestabilidad en un momento que se requiere de firmeza para acometer reformas estructurales de calado. Los empresarios no son muy dados a meterse en política, pero el mensaje ya está enviado:  Zapatero, a tus zapatos, a gobernar, a hacer los deberes pendientes, entre ellos seguir avanzando en la flexibilización del mercado laboral, y a concluir la legislatura, que no está la situación para jugar a las adivinanzas. Pero este debate se le escapó de las manos al presidente del Gobierno en el mismo momento en que anunció a los periodistas en navidad que ya tenía tomada una decisión sobre su continuidad como candidato y que sólo la conocía su esposa y un miembro del partido. Ahora, por  mucho que se lo pida Botín o que el partido trate de retrasar el debate, ya no hay quien lo pare, aunque en el comité federal de esta semana Zapatero no desvele su futuro como se había especulado estos últimos días y aparque la hoja de ruta de la sucesión para después del verano. La petición de los empresarios tiene interpretaciones para todos los gustos: para el aparato socialista, la llamada de Botín ha venido a ser un espaldarazo de los empresarios frente a las voces que reclaman el anticipo de las elecciones como el revulsivo económico que falta para recuperar la confianza. Aunque en privado, algunos barones socialistas sientan que han perdido la oportunidad de frenar la sangría de votos despejándose la incógnita de la sucesión antes del 22 de mayo. Al PP la intromisión de las grandes empresas en la escena política le ha mudado el gesto y ha respondido apelando a los millones de parados que esperan un cambio que devuelva la coyuntura actual a los tiempos de creación de empleo. Sea cual sea la lectura que se le quiera dar, seguiremos dando vueltas a la sucesión, con la sensación de un gobierno amortizado en una legislatura que se antoja de transición. Con un presidente mareando la perdiz mientras el partido se desangra en votos. 

Publicado el 31 de marzo de 2011 a las 12:00.

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Metamorfosis políticas en campaña electoral

Archivado en: Editorial, elecciones autonómicas y municipales

Que la primavera la sangre altera es de todos sabido, pero la metamorfosis que sufren algunos políticos en estas fechas hay que achacarla más a la cercanía de las elecciones que al cambio de estación. En caso contrario, sería para preocuparse. Con el horizonte de las elecciones municipales y autonómicas a la vuelta de la esquina, algunos experimentan en carne propia tales mutaciones que parecen estar atravesando por un brote de bipolaridad que deberían hacerse mirar. La delegada del Gobierno, Amparo Valcarce, es un ejemplo de doble personalidad. En apenas cinco minutos y sin cambiar de escenario, es capaz de alabar el proyecto de Madrid Río delante de Alberto Ruiz Gallardón como "una seña de identidad de los madrileños y un símbolo de Madrid", a poner al alcalde de chupa de dómine en cuanto se da la vuelta criticando que las obras se han disparado en su coste por las urgencias electorales de Gallardón. Compatibilizar el cargo de Delegada con su candidatura de número dos a la Asamblea de Madrid es lo que tiene, que deja al doctor Jeckyll a su lado a la altura de un becario. De traca ha sido también la aparición  del alcalde de Collado Villalba, Pedro Pablo González, en medio de una clase del instituto María Guerrero de la localidad. Aún les dura el susto a los chavales de segundo de bachillerato cuando vieron aparecer al alcalde soltándoles el mitin. De alcalde a docente sin pestañear, aunque la clase magistral fuera de pensamiento político.  Hemos visto esta semana también a Esperanza Aguirre jugando al golf y montando en bicicleta en plan Verano Azul, pero lo suyo no sorprende. Está en perfecto estado de forma tras su operación y lo demuestra haya o no cámaras por medio. No hemos entrado en campaña oficialmente, pero vamos escuchando los mensajes los que pueden vender su gestión, y las promesas los que aspiran a tocar poder. Algunas realistas, como la que avanza en estas páginas el consejero de Sanidad, en la línea de seguir modernizando y acercando la sanidad a los ciudadanos, lo que se refleja en unos índices de satisfacción del 86%, con la entrada en funcionamiento de nuevos hospitales y la implantación de la receta electrónica. Otras, muy ambiciosas, como el banco público que propone Tomás Gómez. Y otras más sensatas, como el Plan C para los barrios con carencias que propone Lissavetzky basado en la creación de empleo, los programas sociales y el reequilibrio territorial. Confiemos en que la campaña sea limpia, con  ideas y propuestas, y no sólo marcada por insultos y descalificaciones.

Publicado el 25 de marzo de 2011 a las 11:15.

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Alberto Castillo

Alberto Castillo

Director de Gente en Madrid. Periodista madrileño, de 46 años, cuenta con una dilatada experiencia en medios. Ha sido subdirector general de la Agencia de Noticias Servimedia. Gran parte de su carrera profesional ha estado vinculado a la radio en distintas cadenas. Comenzó en la Cadena Rato en los años 80 y de ahí pasó a la COPE, cadena en la que fue redactor de informativos locales, redactor jefe del informativo matinal "La Mañana" (con el desaparecido Antonio Herrero), redactor jefe de informativos de fin de semana y jefe de prensa. Su última etapa en la radio fue en la extinta Radio España-Cadena Ibérica.

 

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