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Blog de Alberto Castillo

Sin acritud

Una salida digna y coherente para Camps

Archivado en: Camps, Gürtel, dimisión, corrupción

Una de las razones esgrimidas por el movimiento 15M para justificar sus movilizaciones es la desconfianza en la clase política por su comportamiento alejado del sentir de la ciudadanía. Ante clamorosas faltas de respuesta a problemas comunes que afectan a buena parte de los españoles, la sensación que pesa en los ciudadanos es que la política está más al servicio de los intereses de partido que pendiente de las necesidades de la sociedad. Y no falta razón para esta desafección, aunque lo que hemos vivido estos días con el caso de los trajes del Gürtel y la dimisión del presidente valenciano Francisco Camps al menos supone un gesto de dignidad y coherencia personal y un voto de confianza en la política. Camps siempre ha reiterado su inocencia y mientras no se demuestre lo contrario, lo sigue siendo. Cuando los medios daban por hecho que iba a declararse culpable para evitar ir a juicio, ha sorprendido a todos optando por la decisión más congruente posible. El Partido Popular quería impedir la foto de uno de sus  presidentes autonómicos en el banquillo en plena campaña de las elecciones si finalmente se adelantan a otoño como parece indicar, y así pasar página cuanto antes. No podrá evitar que Camps se someta a un jurado popular, pero al menos no lo hará como presidente. Si Camps aceptaba su culpabilidad, habría reconocido el delito de cohecho impropio -haber aceptado trajes por valor de 14.000 euros de la trama Gürtel- y tendría que asumir la multa de 50.000 euros. Esta solución evitaba un problema, pero con un precio político a pagar demasiado alto, pues era reconocer que había cometido un delito, y que además de delincuente confeso, había estado mintiendo a los ciudadanos. Su única salida digna, por tanto, era dimitir, como así ha hecho. No cabían medias tintas y Mariano Rajoy no podía permitir que se aferrase al cargo. Si aspira a gobernar España tiene que empezar por dar ejemplo apartando a quien no ha demostrado un comportamiento ético. Si Camps ha mentido no es digno de ejercer cargo público alguno y menos aún el de presidente de una autonomía. Por eso, la única salida que tenía era la que ha tomado para poder defender su inocencia en el juicio oral. Necesitamos gobernantes que sepan estar a la altura de la responsabilidad que depositamos en ellos y debemos exigirles mayores cotas de honradez que a cualquier otro ciudadano. El problema más importante no son los trajes, sino la mentira reconocida. No se puede permitir a ningún político, sea del partido que sea, que mienta.

Publicado el 22 de julio de 2011 a las 16:30.

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El juez, al banquillo; los acusados, a la calle

Archivado en: Editorial, Baltasar Garzón, trama Gürtel

 

Baltasar Garzón

El Tribunal Supremo ha dictado apertura de juicio oral contra el juez Baltasar Garzón por supuestos delitos de prevaricación continuada y violación de la garantías constitucionales  en la investigación de la trama Gürtel. El magistrado del Supremo Alberto  Jorge Barreiro sostiene que Garzón utilizó medios ilícitos para intervenir las comunicaciones en la cárcel entre el principal cabecilla de la red de corrupción, Francisco Correa, y sus abogados, a sabiendas de que no podía hacerlo. El auto del magistrado es particularmente duro al afirmar que Garzón "con la finalidad de obtener información de relevancia para el proceso que no tenía la seguridad de obtener mediante la utilización de medios lícitos, decidió acceder libremente a las conversaciones confidenciales que mantuvieron los internos con sus abogados". Es un asunto de la máxima gravedad, aunque la licitud o no de las grabaciones es una cuestión sobre la que diferentes magistrados han emitido opiniones discrepantes, por lo que no conviene emitir juicios de valor precipitados. Sin poner en cuestión el criterio del juez del Supremo, vaya por delante que Garzón, antes que juez, es un ciudadano como los demás, y como tal, debe estar sometido igual que todos al criterio de la ley. En su haber tiene importantes éxitos judiciales y muchas actuaciones que le han valido el aplauso dentro y fuera de nuestras fronteras. Ha hecho grandes servicios al Estado en materia de persecución del narcotráfico y del terrorismo. El caso Gürtel es una de las mayores tramas de corrupción conocidas y es encomiable el celo demostrado para llegar hasta el fondo de la basura. Pero de ninguna manera, por graves que sean los delitos investigados, se puede pasar por encima de las debidas garantías procesales. La sola mención a la posibilidad de haber prevaricado es lo más grave que se le puede imputar a quien tiene el encomiable mandato social de administrar justicia con rectitud e imparcialidad. Por tanto Garzón, como cualquier otro juez que incurriera en el mismo error, debe responder ante un tribunal para dirimir sus responsabilidades si las hubiera. Cierto es que su actuación en el caso ha abierto una puerta a los principales imputados en la trama para que puedan invalidar las escuchas como prueba incriminatoria, lo que podría dejar impunes a Correa y a sus compañeros de corruptelas. Pero igual de preocupante resulta que el juez que ha investigado el caso se siente en el banquillo de los acusados para ser juzgado antes incluso que cualquiera de los implicados en la trama. El remedio puede ser más nocivo que la enfermedad.

Publicado el 14 de abril de 2011 a las 12:00.

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Alberto Castillo

Alberto Castillo

Director de Gente en Madrid. Periodista madrileño, de 46 años, cuenta con una dilatada experiencia en medios. Ha sido subdirector general de la Agencia de Noticias Servimedia. Gran parte de su carrera profesional ha estado vinculado a la radio en distintas cadenas. Comenzó en la Cadena Rato en los años 80 y de ahí pasó a la COPE, cadena en la que fue redactor de informativos locales, redactor jefe del informativo matinal "La Mañana" (con el desaparecido Antonio Herrero), redactor jefe de informativos de fin de semana y jefe de prensa. Su última etapa en la radio fue en la extinta Radio España-Cadena Ibérica.

 

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