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Blog de José Luis Gutiérrez Muñoz

Sonrisas de colores

Bal Mandir diverso

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Esta es la cuarta vez que trabajamos con los menores de Bal Mandir. Al finalizar cualquiera de las anteriores ediciones, hemos sentido la satisfacción de haber realizado una labor provechosa para los niños y niñas del orfanato, o al menos haberles hecho pasar unos días algo más felices de lo habitual; pese a lo cual, en numerosas ocasiones nos hemos sentido frustrados porque, a pesar de nuestros continuos esfuerzos, Bal Mandir sigue siendo una dura realidad, difícil de transformar. Al hacer balance final de cada experiencia, hemos encontrado aciertos, pero también nos hemos dado cuenta de errores y aspectos que mejorar, no ya en Bal Mandir, sino en nuestra propia labor con los menores.

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Publicado el 5 de octubre de 2009 a las 10:30.

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Keshab y Janak

Archivado en: Bal Mandir, Kathmandu, Nepal, Matruchhaya, orfanatos, cooperación, desarrollo, ONG

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A principios de esta semana, nuestra amiga Blanqui, de Cabezón de la Sal, nos escribió diciendo que unos amigos suyos de Castro Urdiales deseaban asumir los gastos de escolarización, en régimen de alojamiento interno, de algún niño o niña de Bal Mandir. Inmediatamente hablamos con Kalpana, y le pedimos que ese día, en lugar de colaborar en nuestras actividades creativas, dedicase todo el tiempo necesario para averiguar quién, de todos los habitantes del orfanato, estaba más necesitado de ayuda al respecto.

Nadie mejor que Kalpana para este tipo de indagaciones, puesto que ha vivido en Bal Mandir desde que fue abandonada, con unos tres años de edad, hasta los dieciséis, cuando fue enviada a la NGCC, donde vive actualmente. Ahora tiene 19 años. Tres horas hablando con unos y otros, con las cuidadoras, con las niñas más mayores del orfanato y con los pequeños, fueron suficientes para que Kalpana nos diera el nombre del que consideraba que se encontraba en peor situación de escolarización: un niño de diez años de edad llamado Keshab.

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Publicado el 30 de septiembre de 2009 a las 15:15.

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Cinco chicas

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El pasado domingo, 20 de septiembre, comimos en uno de los apartamentos que tenemos alquilados, con cinco chicas ex Bal Mandir, a las que, desde principios de año, estamos ayudando económicamente para que puedan continuar con sus estudios. Indira (21 años), Laxmi (22 años) y Grishma (22 años) están estudiando Business, algo parecido a lo que en España sería Empresariales o Dirección de empresa. Sumitra (21 años) y Kamala (23 años) están estudiando Sociología y Psicología.

Las cinco tienen en común que se criaron en Bal Mandir y que, cuando se acercaron a la mayoría de edad, fueron trasladadas a la NGCC (Nepali Girl Care Centre). Allí vivieron durante tres años, tras los cuales, tuvieron que alquilar una habitación o compartir un apartamento con otras chicas, con ayuda de la propia NGCC durante el primer año. La intención de esta institución es que, pasado ese tiempo, las chicas sean capaces de vivir por sí mismas; pero lo cierto es que muchas de ellas encuentran grandes dificultades para poder sobrevivir a partir de ese momento, y al mismo tiempo finalizar sus estudios.

Indira, Laxmi, Grishna, Sumitra y Kamala nos pidieron ayuda a través de nuestro amigo Mahen, y fue él quien, después de entrevistarse con cada una de ellas, y evaluar el coste de ese apoyo, nos dijo hiciésemos todo lo posible por atender su solicitud, porque las cinco se encontraban en una situación muy delicada. Todas ellas van un poco retrasadas en los estudios con respecto a su edad, pero eso es algo muy habitual en los niños y niñas de Bal Mandir, y se debe a que han tenido una escolarización irregular, generalmente han empezado a estudiar más tarde de lo normal.

Pudimos enviar el dinero necesario para estas cinco chicas ex Bal Mandir continuasen con sus estudios, gracias a las aportaciones particulares de algunos amigos, y a un grupo de familias que se creó en Cabezón de la Sal, y posteriormente se ha ido extendiendo, que aportan mensualmente 10 Euros o más, dependiendo de las posibilidades económicas de cada cual.

Debemos de ser muy exigentes a la ahora de pedir cuentas, y todo tipo de explicaciones, en lo que respecta a este tipo de ayudas. El año pasado, con dinero de nuestros amigos, becamos a tres chicos recién salidos de Bal Mandir: Subas, Bharat y Narendra. Gestionamos la ayuda económica a través del propio orfanato. Corrimos con los gastos de alojamiento, manutención y escolarización de los tres. Aunque de todos ellos teníamos muy buenas referencias, lo cierto es que, con sólo 18 años de edad, pasaron de estar muy vigilados, a tener absoluta libertad de movimientos, sin tener que dar explicaciones a nadie.

Los tres suspendieron la primera evaluación. Entonces, tanto el director de Bal Mandir, como nosotros, nos dirigimos a ellos haciéndoles saber que si no mejoraban sus resultados, la ayuda terminaría. A partir de ese momento, no volvimos a tener información de su evolución académica, pero al poco de llegar a Kathmandu, nos reunimos con ellos y les pedimos explicaciones. Finalmente, con mucho dolor, hemos decidido retirar la ayuda a Subas y Bharat, pero mantenerla a Narendra, ya que es el único que ha podido justificar su bajo rendimiento, porque las fiebres tifoideas le obligaron a faltar a clase durante mucho tiempo.

No obstante, a partir de ahora, Narendra, al igual que las otras cinco chicas ex Bal Mandir, estarán bajo la vigilancia y tutela de nuestro amigo Mahen, que les obliga a rendir cuentas una vez al mes; y la continuidad de la ayuda, como en el caso de las chicas, estará condicionada a su resultado académico.

 

Publicado el 28 de septiembre de 2009 a las 09:15.

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Fotografías

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Desde principios de este año, hemos estado exponiendo sesenta fotografías de gran formato, que ilustran los resultados de nuestro trabajo en Ecuador, India y Nepal durante 2008, veinte fotografías por cada uno de los tres proyectos. La muestra, que denominamos "Tres en raya", pudo verse en Zaragoza, Málaga, Madrid y distintos puntos de Cantabria; y a finales de año viajará a La Coruña.

Poco antes de salir hacia Nepal, decidimos tratar de facturar, junto con nuestro equipaje, las veinte fotografías correspondientes al proyecto de Bal Mandir del año pasado. Hicimos un gran paquete, y nos presentamos con ellas en el mostrador de facturación de la compañía aérea que nos llevaba hasta Kathmandu. Tuvimos suerte de que nos dejaran incluir esa caja, además de nuestro equipaje, que excedía con mucho los 20 Kg. reglamentarios por pasajero.

En Bal Mandir siempre han sido reacios a que tomemos imágenes fotográficas o de video; de hecho, a la entrada del orfanato un gran cartel anuncia que está prohibido hacer fotografías o filmar en video. Fue necesario explicar al director que esas imágenes eran el único modo de mostrar nuestro trabajo en España y que, por tanto, la financiación de futuros proyectos en Bal Mandir, dependía directamente de ellas. Además, le prometimos que haríamos buen uso de las fotografías y del video.

Finalmente consintió; pero cada año, excepto éste, hemos tenido que volver a dialogar, al inicio, sobre este delicado tema. Aunque no era esta nuestra intención, traer a Bal Mandir las imágenes que hemos expuesto en España, ha sido muy positivo para reforzar la confianza del director del orfanato en nosotros, porque ha tenido ocasión de comprobar que dichas imágenes ofrecen una visión alegre y colorista de Bal Mandir, y eluden cualquier tipo de enfoque sensacionalista, o simplemente realista.

Por otro lado, para nosotros ha sido muy satisfactorio poder traer a Bal Mandir estas veinte fotografías de gran formato, y poder colgarlas de las paredes del orfanato. Creemos que los comedores y los pasillos en donde hemos colocado las imágenes son ahora un poco más cálidos y alegres. Los menores del orfanato se reconocen en esas imágenes, aunque obviamente no había espacio para los doscientos niños y niñas que viven aquí; pese a lo cual, a todos les servirá para reavivar el recuerdo de aquellas vacaciones de Dashain de 2008 que pasamos juntos.

Publicado el 23 de septiembre de 2009 a las 08:30.

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Wilson Academy

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El pasado viernes por la mañana, visitamos el Wilson Academy, el colegio en el que tenemos escolarizados a cinco menores de Bal Mandir.

Los alumnos y alumnas del Instituto de Educación Secundaria "Valle del Saja", de Cabezón de la Sal (Cantabria), decidieron a principios del año pasado, hacerse cargo de los gastos que implicaría escolarizar a uno de los menores de Bal Mandir en un colegio con alojamiento interno, de manera que recibiera una buena educación, y no tuviese que regresar al orfanato, excepto en los periodos vacacionales. Elegimos a Sudeep Magar dejándonos llevar por nuestra intuición, porque en realidad no tuvimos acceso a los expedientes académicos de cada uno de los menores que habitan Bal Mandir. Sudeep nos parecía inteligente, atento, cariñoso y educado. Además, tenía un extraordinario talento para el dibujo. Los estudiantes del mencionado Instituto recaudaron el dinero suficiente para escolarizarle, durante el curso 2008-2009, en el Wilson Academy.

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Publicado el 21 de septiembre de 2009 a las 16:30.

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Enfermera

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Con el objetivo de tratar de mejorar las condiciones higiénico-sanitarias de los menores que viven en Bal Mandir, el año pasado incorporamos a nuestro equipo de trabajo a Ana, una pediatra que se había ofrecido a colaborar con nosotros gratuitamente, aún sabiendo que para ello tendría que pedir un mes de permiso sin sueldo. Hemos vuelto a contar con ella, porque nos pareció que la labor que realizó durante el mes que estuvimos aquí el año pasado, fue muy buena; sobre todo teniendo en cuenta que era especialmente difícil, pues no era tanto una tarea curativa como educativa, ya que nos proponíamos, además de atender a los niños y niñas que estuviesen enfermos, cambiar algunos hábitos de las cuidadoras, especialmente de las que se ocupan de los bebés.

En los días que llevamos aquí, Ana se ha sentido desmoralizada en numerosas ocasiones porque, un año después, con la mayoría de las cuidadoras nuevas, ha tenido la sensación de que su esfuerzo de la edición anterior no ha servido de nada; y ha tenido que volver a explicar cosas tan elementales como que no les deben limpiar la cara y los mocos a todos los bebés con el mismo pañuelo. Pese a su comprensible desánimo, pienso que esta vez es posible que su labor perdure más allá de nuestra breve estancia en el orfanato, porque desde el primer día le hemos asignado a Sunita como ayudante y aprendiz.

Sunita se ha criado en Bal Mandir, aunque lleva ya más de dos años en la NGCC (Nepali Girl Care Centre), una institución que recibe ayudas de Holanda y Noruega, para acoger a niñas de Bal Mandir de dieciséis años de edad, durante tres años, con el propósito de prepararlas para su emancipación.

Pocos días antes de nuestra llegada a Kathmandu, Sunita supo que la nota media del equivalente a nuestro bachillerato, le permitirá estudiar Enfermería. La buena noticia prácticamente ha coincidido con su decimoctavo cumpleaños. Como todos los años Sunita se ofrece para colaborar con nosotros, pensamos que si la asignábamos como tarea la asistencia a nuestra doctora, su ayuda sería más útil, y estaría relacionada con aquello que desea estudiar.

Sunita está facilitando la comunicación entre Ana y las cuidadoras, pero al mismo tiempo está tratando de aprender todo lo posible de ella. Teniendo en cuenta que Sunita se siente comprometida con la situación de los menores de Bal Mandir, y que muy a menudo va a visitarles, creo que en el futuro podrá jugar un papel más activo en la educación de las cuidadoras de Bal Mandir.

La carrera de Enfermería tendrá ocupada a Sunita durante los tres próximos años. En la NGCC le quedan cinco meses de estancia, luego seguirán pagando sus estudios, y sus gastos de alojamiento y manutención, fuera de la NGCC , durante un año más, después tendrá que empezar a ser completamente autónoma. La generosidad de los patrocinadores de esta institución, mantiene protegidas a las chicas de Bal Mandir hasta los veinte años de edad. Los chicos no tienen tanta suerte, porque no existe una institución similar para ellos, aunque probablemente, a esas edades, el desamparo de una chica sea más peligroso que el de un chico.

De momento Sunita debe preocuparse sólo de sus estudios, porque cuando la ayuda de la NGCC finalice, si sigue dando muestras de responsabilidad e interés por sus estudios, trataremos de esponsorizarla desde España, como ya estamos haciendo con cinco chicas y un chico, ex Bal Mandir, que están en estas mismas circunstancias.

Personalmente, pienso que para una chica que ha crecido en un lugar como Bal Mandir, sin el apoyo y el estímulo de unos padres, haber alcanzado la nota media necesaria para estudiar Enfermería, es un logro importantísimo. Estoy seguro que logrará concluir sus estudios de manera brillante, y que será una enfermera formidable, porque además de las ganas de aprender, Sunita derrocha amabilidad y cariño hacia el prójimo, especialmente hacia los más necesitados; por eso en Bal Mandir todo el mundo la quiere muchísimo.

Kathmandu, 18 de septiembre de 2009

 

Publicado el 19 de septiembre de 2009 a las 11:15.

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Mahen

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En verano de 1995 mi mujer y yo estuvimos en Kathmandu por primera vez. Fue un viaje meramente turístico, que abarcó también los lugares más emblemáticos del norte de la India. Ya habíamos iniciado trámites de adopción en India, por eso, además de contemplar los innumerables atractivos arquitectónicos y paisajísticos de cuanto visitábamos, observábamos embelesados a los niños y niñas, tanto de India como de Nepal, tratando de imaginar cómo sería nuestra futura hija. En los papeles de adopción habíamos expresado que preferiríamos una niña, tan pequeña como fuera posible. Permanecimos en la capital de Nepal sólo una semana, pero fue suficiente para darnos cuenta de que era un lugar bellísimo, aunque muy pobre, y de que su gente, como la de la India, tenía un carácter especial. Nuestro periplo por la adopción terminó en 1999, y finalmente no fue una, sino dos niñas, hermanas, y de más de diez años de edad, pero eso es otra historia.

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Publicado el 17 de septiembre de 2009 a las 10:15.

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Gondra y Drago

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Ya hemos empezado a trabajar con los menores de Bal Mandir. Este año, entre otras actividades, queremos hacer una pintura mural en las paredes exteriores de un pequeño edificio, anexo al orfanato, que sirve de comedor y cocina. Sobre las mesas del propio comedor, los niños y niñas han realizado cientos de dibujos, después de explicarles que pretendíamos basarnos en sus representaciones para la pintura mural. Les dimos libertad temática, con la idea de observar detenidamente lo que realizaban, y después tratar de definir un tema, capaz de aglutinar las creaciones infantiles. Hemos guardado todos los dibujos que han hecho, y hemos visto que hay muchos dibujos muy buenos; pero no sabíamos bien cómo ponerlos en común, con una temática capaz de recorrer las cuatro paredes externas del pequeño edificio. Finalmente, pensamos que podríamos dibujar dos enormes dragones cuyo cuerpo estuviese formado por muchos de esos dibujos. Entonces, para hacer más comprensible el motivo de la representación, inventamos el siguiente cuento:

Érase una vez un niño llamado Prem, que vivía con sus padres en un pueblecito de montaña, en la cordillera del Himalaya, en Nepal. A Prem le gustaba explorar el monte; fue así como, un día escuchó una especie de lamento que salía de una cueva, y movido por la curiosidad, se adentró en ella y descubrió dos pequeños dragones que lloraban junto al cuerpo de su madre, que yacía muerta. Prem vació la mochila, en la que guardaba comida, y con mucho cuidado acomodó en ella a los dos bebés de dragón. Conforme descendía por la montaña, iba pensando qué hacer con esas dos criaturas recién nacidas. Cuando llegó al pueblo les mostró el hallazgo a sus padres, y les explicó que quería llevarlos a la ciudad, a un lugar en donde, según había oído, cuidaban de los niños perdidos. Sus padres comprendieron que nada ni nadie podría impedir que Prem siguiera adelante con su plan, de modo que le dieron su bendición, y le rogaron que tuviese mucho cuidado.

Prem tardó dos semanas en llegar a Kathmandu con los dos bebés de dragón a los que llamó Gondra y Drago. Desde que los recogió en la cueva, no había sido capaz de hacer que los pequeños comieran nada, únicamente logró que bebieran un poco de agua. En Kathmandu, Prem se dirigió directamente a Bal Mandir, el lugar del que había oído hablar. Cuando llegó allí, mostró al director del orfanato a los dos bebés de dragón, y le explicó que no tenían mamá, que él mismo la había visto muerta, y que no tenían a nadie que los cuidase. Tampoco él podía atenderles, porque tenía que ir todos los días a la escuela, y además debía ayudar a sus padres.

El director de Bal Mandir le respondió que allí sólo recogían niños y niñas sin padres, o cuyos padres no pudieran cuidar de ellos, pero nunca se habían hecho cargo de ningún bebé de dragón, ni de ningún otro animal.
-Si no los recogen aquí, Drago y Gondra morirán -dijo Prem. -Llevan dos semanas sin comer, y no creo que aguanten mucho más.
El director se compadeció de los dos bebés de dragón, y dijo:
-Está bien, déjalos con nosotros, y veremos si somos capaces de hacerles comer.

Durante los días siguientes, el cocinero y las cuidadoras de Bal Mandir ofrecieron a Drago y Gondra todo tipo de alimentos: arroz, huevos, leche, chapatis o lentejas; pero los bebés de dragón no quisieron probar nada. Se les veía muy tristes, y ya casi no tenían fuerzas ni para llorar.
Todos los niños y niñas de Bal Mandir estaban muy preocupados, porque sabían que si seguían negándose a comer, morirían pronto. Un día, una niña pequeña, llamada Sima, se acercó a los cachorros de dragón y les obsequió un dibujo. Gondra se quedó mirando aquel extraño papel lleno de líneas y colores, sonrió, y se lo comió. Entonces Sima sacó su caja de lapiceros de colores e hizo otro dibujo. En esta ocasión fue Drago quien se lo comió. Sima volvió corriendo a su habitación en busca de más hojas de papel, y fue pregonando que los bebés de dragón comían dibujos.

Todos los menores del orfanato sacaron papeles y lapiceros de colores, y empezaron a realizar todo tipo de dibujos, dibujos preciosos que los pequeños dragones no tardaban en devorar. Pronto comprobaron sorprendidos que los dibujos que Gondra y Drago se comían aparecían mágicamente en su piel, de modo que la superficie de ambos quedó totalmente cubierta de coloridos dibujos. Como no paraban de comer, los nuevos dibujos iban reemplazando a los viejos. Poco a poco los jóvenes dragones empezaron a ingerir algunas frutas y verduras, pero su comida predilecta eran los dibujos de los niños y niñas de Bal Mandir.

Gondra y Drago se hicieron mayores, y un día el director de Bal Mandir les explicó que tenían que emanciparse, y empezar a vivir como dragones adultos y responsables. Gondra y Drago lo comprendieron, se despidieron de todos sus amigos de Bal Mandir, y se fueron a vivir a una cueva en la montaña. Desde ese momento, se dice que en las cumbres de Himalaya viven dos enormes dragones que protegen a todos los niños y niñas de Nepal cuando tienen alguna dificultad.

Publicado el 15 de septiembre de 2009 a las 12:15.

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Cuatro hermanos

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Nelly, Joseline, Ricardo y Jakeline son cuatro hermanos que participan en nuestras actividades, en el primer grupo de la tarde, el que llamamos de los corazones. Tienen 12, 11, 6 y 4 años de edad respectivamente. Los cuatro son muy educados, cariñosos y participativos. Las dos mayores, Nelly y Joseline, están siempre muy pendientes de sus dos hermanos pequeños. Viven en Sinincay con su madre, a unos diez minutos caminando desde el convento donde trabajamos y nos alojamos. Hace cuatro años que no ven a su padre, porque emigró a Nueva York, poco tiempo después de nacer la más pequeña, Jakeline. Desde allí envía periódicamente dinero, y con eso viven. La madre antes vendía material escolar y chucherías para los niños, pero hace tiempo que lo dejó, y ahora simplemente se ocupa de los hijos, de una pequeña huerta y de las labores domésticas; aunque Nelly y Joseline dicen que llevan días haciendo tareas de la casa y de la huerta, porque su madre está enferma.

No fue fácil, ni barato, para el padre de estos niños llegar a los Estados Unidos. Nunca lo es. Hubo dos intentos frustrados de cruzar la frontera de México con los Estados Unidos. En el primero, el grupo de emigrantes ilegales fue descubierto antes de llegar a territorio estadounidense, y tuvieron que pasar un tiempo en cárceles mexicanas. En la segunda tentativa, un accidente de tráfico costó la vida a todos los ilegales que viajaban hacinados y ocultos en el vehículo, excepto al papá de estos niños, que se salvó milagrosamente. Tuvo que ser a la tercera, cuando finalmente logró pasar la frontera y llegar a Nueva York. A continuación quedaba trabajar como un animal, y vivir con lo mínimo, para tratar de ahorrar todo lo posible, y pagar cuanto antes la deuda contraída con los "coyotes", los que organizan este tránsito ilegal de emigrantes. Por ese servicio, los "coyotes" vienen cobrando unos cinco mil dólares. Para satisfacer esa enorme cantidad de dinero, la mayoría han tenido que vender todas sus propiedades, incluso se han hipotecado, pidiendo dinero a los "chulqueros", prestamistas usureros que les cobran el doble de lo que les prestan.

Nelly y Joseline afirman que su padre ha pagado ya la deuda, y regresará en 2011, con dinero suficiente para montar un restaurante. Antes de marcharse hacia los Estados Unidos, al poco de nacer Jakeline, el papá grabó un video en el que aparece dando muestras de afecto a sus cuatro hijos, especialmente a la recién nacida, con la intención de que nunca olviden que tienen un padre que les quiere muchísimo. Dicen que hace sólo tres días que vieron este video por última vez.

Nelly, Joseline, Ricardo y Jakeline son muy afortunados, porque además el papá les llama por teléfono dos veces por semana. Otros niños, con sus papás en el extranjero, afirman que hace muchísimo tiempo que no hablan con ellos. Algunos de los hombres que emigraron, al cabo del tiempo, formaron una nueva familia en el país al que se dirigieron, y terminaron olvidando a su mujer y a sus hijos de aquí. Muchas familias de Sinincay han quedado rotas por este motivo.

Nelly dice que de mayor quiere ser abogada. Joseline quiere estudiar medicina, y dedicarse a curar personas. Ricardo sueña con ser astronauta, y la pequeña, Jakeline, quiere ser directora de una escuela. Las mayores son muy buenas estudiantes, y los pequeños seguro que también lo serán, porque todos parecen muy despiertos e inteligentes. Los cuatro están entusiasmados con las actividades que estamos realizando, especialmente con la pintura de las camisetas. Cuando les preguntamos qué es lo que más les gusta de esta experiencia, la pequeña, Jakeline, dice que jugar. Joseline, en cambio, afirma que lo que más le agrada es cómo les tratamos.

Nos sorprende que diga esto, porque nosotros simplemente, intentamos ser amables con todos ellos, aunque lo cierto es que estamos logrando una relación muy directa y cercana, quizás más que el año anterior. Cada día se muestran más abiertos y cariñosos, por lo que ya adivinamos que va a ser muy difícil la despedida. Nelli, Ricardo y Jakeline prefieren guardar en secreto el deseo que pedirán a Chimborazo, pero Joseline afirma abiertamente que va a pedir al volcán, que pueda regresar pronto su padre, si es posible antes del 2011, la fecha prometida.

 

Publicado el 22 de julio de 2009 a las 09:00.

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Para qué sirve el arte

Archivado en: sinincay, ecuador, orfanatos, cooperación

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Cada proyecto que llevamos a cabo, tiene una fase posterior que denominamos de "sensibilización". Siempre hemos considerado que, tan importante como la acción directa en los lugares en los que trabajamos, es la difusión que logramos dar a nuestra labor, porque ella puede garantizar la continuidad de nuestro trabajo, y nos permite marcarnos objetivos más ambiciosos.

Aunque nunca nos han puesto condiciones de ese tipo, pensamos que la financiación necesaria para cada uno de los proyectos, se consigue con más facilidad si logramos que lo que hacemos tenga cierta repercusión. Por otro lado, es una forma de rendir cuentas ante las instituciones o empresas que costean las acciones, ante nuestra Universidad, ante los numerosos amigos y amigas que nos apoyan y alientan, y ante la propia sociedad.

Además, mediante esa divulgación, podemos transmitir a muchísimas personas, la ilusión que nos mueve a hacer este tipo de actividades, al tiempo que damos a conocer la difícil situación de los niños y niñas con los que trabajamos, lo que nos permite conseguir ayudas para ellos, que van más allá de lo puramente artístico.

Por eso, en cada una de las acciones que llevamos a cabo, ya sea en Ecuador, Nepal o India, al tiempo que trabajamos con los niños y niñas, sacamos muchas fotografías, con las que luego organizamos exposiciones en distintos lugares de España. También filmamos en video la actividad que desarrollamos, con la intención de editar un documental en DVD. Para ello, intentamos contextualizar esas imágenes del proceso creativo, con escenas del entorno o de la vida cotidiana de nuestros menores. También grabamos testimonios de los propios niños o niñas, y alguna entrevista que ayude a entender su situación, y nuestra labor en esos lugares. Dentro de los equipos de trabajo que formamos cada año, siempre hay uno o dos responsables del documental.

En esta ocasión, los encargados de esa tarea son Paola y Manuel, alumnos de Bellas Artes que no tienen mucha experiencia en el ámbito del video, pero están poniendo tanto empeño, que yo creo que lograrán un buen resultado.

Precisamente, pensando en ese documental, el domingo pasado entrevistamos a nuestro amigo, el pintor Ricardo Montesinos, quien, ante la cámara, respondiendo a las preguntas que le iba haciendo Ana, explicó su singular visión del arte. Ricardo considera que hay artistas que trabajan directamente con la intención de vender lo que producen; otros hacen arte sin pensar en el mercado, y tienen la fortuna de vender lo que generan; pero él es de los que, en el proceso creativo, no obedecen más que a su propio dictado interno, sin pararse a considerar si lo que conciben tendrá o no aceptación, y generalmente sus cuadros no encuentran comprador; aunque eso poco importa.

Esa particular concepción de la creación artística, hace que Ricardo sea uno de los pintores más libres de nuestro tiempo; pero a la vez, le obliga a almacenar miles de cuadros de gran formato en una bodega, a la espera de que, tal vez algún día, alguien valore su obra. Y si ese día no llega, no importa, porque él pinta para sí mismo, no para los demás. Él reconoce sin pudor, que esto es posible gracias al amor de su mujer, Diana, quien tiene una fe ciega en él, y en todo lo que hace, y desde el primer momento ha apoyado su labor con su propia fortuna personal.

-Ella, desde su desconocimiento de cuestiones estéticas, me ha entregado todo, y me ha dado esa libertad. Si yo no tuviera a mi esposa, no habría pintado ningún cuadro. Ella ha hecho posible mi pintura, por amor hacia mi persona -afirma Ricardo sin rubor.
Nuestro amigo dice que aquellos que pintan para vender, generalmente tienden a complacer al cliente, ofreciendo una visión amable del mundo que les rodea. Él no puede, porque considera que la felicidad no existe. Es mentira. Ricardo piensa que el mundo se sustenta en el dolor, el sufrimiento, la muerte, la tristeza, la injusticia, el odio, la vejez o la enfermedad.
-Creo que no he sido feliz ni un solo día de mi vida -dice Ricardo con rotundidad.
Nos sorprende que, a pesar de la contundencia de sus afirmaciones, Ricardo sea una de las personas que más fe tiene en nuestro trabajo.

                  
-Lo que hacen con los niños es muy valioso. Yo me quedé loco al ver el amor de los niños hacia ustedes. Esto que están haciendo es tan bueno, que ustedes mismos no se dan cuenta del valor que tiene. Los menores con los que trabajan son pobres, provienen de familias muy humildes, y el rato que están con ustedes, son millonarios -afirma Ricardo mirándonos a los ojos.
-El apasionado ve confuso, pero yo estoy contemplando lo que ustedes hacen desde fuera, y me di cuenta de lo que probablemente no son conscientes los niños, ni ustedes: de que están repartiendo entre los menores de Sinincay ilusión, fantasía, amistad y magia. Y eso para ellos está siendo tan importante como el agua o el alimento. Por eso, estoy haciendo esfuerzos para que ustedes vuelvan, para que no dejen esto -añade nuestro amigo con expresión seria.

Y la verdad es que, tanto él como Diana, están poniendo todo su empeño en que esto salga bien. Nosotros no terminamos de comprender cómo pueden convivir en una sola persona, tanta dureza y tanta ternura al tiempo.

 

 

 

Publicado el 20 de julio de 2009 a las 11:30.

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José Luis Gutiérrez Muñoz

José Luis Gutiérrez Muñoz

José Luis Gutiérrez Muñoz (Madrid, 1963), pofesor Titular y Director del Departamento de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Director del Grupo de Investigación UCM "Arte al servicio de la sociedad". Responsable de diversos proyectos de cooperación al desarrollo que desde 2004 vienen llevándose a cabo en orfanatos de India, Nepal y Ecuador.

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