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Blog de José Luis Gutiérrez Muñoz

Sonrisas de colores

Cine en Matruchhaya

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Queremos que nuestra estancia en Matruchhaya signifique para sus menores un tiempo excepcional de esparcimiento y diversión. Por eso, el pasado sábado 24 de octubre, por la tarde, decidimos irnos al cine con todos los habitantes del orfanato. Hicimos extensiva nuestra invitación al personal que trabaja aquí: cocineras, cuidadoras, jardinero, conductor, secretario y monjas. Un total de 74 personas, 50 niños y niñas y 24 adultos incluyéndonos a nosotros, con la peculiaridad de que algunas cuidadoras tuvieron que ver la película el domingo, para no dejar desatendidos a los bebés.

Pedimos a las monjas que nos ayudaran a elegir una buena película, aunque por la experiencia de otros años, sabemos que para ellas es más importante la limpieza de la sala, que la calidad de la película. En esta ocasión pudimos hacer coincidir ambas exigencias, porque la película resultó atractiva, y muy divertida, a juzgar por las carcajadas de los niños; y además el lugar estaba impoluto.

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Publicado el 29 de octubre de 2009 a las 09:00.

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Geeta

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Geeta es una niña de 12 años de edad, que llegó a Matruchhaya el pasado 31 de julio, hace menos de tres meses. Entendiendo que la niña no podría sobrevivir mucho tiempo más en las condiciones que estaba soportando, por fin una vecina se atrevió a echarle un trapo por encima, cogerla en brazos, y hacer con ella un largo viaje hasta Matruchhaya. A pesar de su estatura, 149 cm., Geeta pesaba tan sólo 23 Kg. Me dicen que la niña era un auténtico esqueleto, y lo creo, porque ahora que ha engordado cuatro kilos, sigue mostrándose extremadamente delgada.

Geeta no tenía fuerzas para caminar, ni siquiera para mantenerse en pie, en realidad estaba al borde de la muerte por inanición. La vecina contó a las monjas de Matruchhaya, que la madre de Geeta había fallecido hacía varios años, y que el padre era vagabundo y alcohólico. Dijo que últimamente estaba siempre borracho, por lo que era incapaz de ocuparse de sí mismo, y mucho menos de su hija, a la que tenía desnuda y tirada en el suelo de la pequeña chabola en la que vivía, como si fuera un animal, pero sin proporcionarle ningún tipo de alimento.

Cuando llegó a Matruchhaya, la niña tenía convulsiones que la dejaban inconsciente. Inmediatamente la lavaron, la vistieron y la llevaron al hospital. Allí determinaron que además de grave desnutrición, la niña padecía ataques epilépticos y tenía un retraso mental del 75%.
Las monjas, las cuidadoras, e incluso los niños y niñas del orfanato, ven a Geeta tan débil y vulnerable, que se han volcado con ella. En los pocos meses que lleva aquí, probablemente Geeta ha recibido más afecto y atenciones que en toda su vida.

Todo el mundo sabe que el amor hace milagros, y en esta niña es evidente que se está produciendo una transformación espectacular. Ahora habla, y no sólo anda, sino que el otro día, cuando empezamos a bailar con los niños y niñas, nos quedamos perplejos al ver que Geeta también empezaba a bailar. Sus pasos eran torpes y desaliñados, como los de un animal recién nacido, pero era evidente que estaba tratando de imitar el modo en que se movían todos los demás al ritmo de la música.

Cuando terminen las vacaciones del Diwali, Geeta viajará a Ahmedabad con Etka y Punam, y será escolarizada en el mismo centro en el que ellas reciben educación especial desde hace años. Aunque seguirá perteneciendo a Matruchhaya, como Etka y Punam, permanecerá allí durante los periodos escolares, y regresará al orfanato sólo por vacaciones. Las Hermanas de la Calidad de Santa Ana, la misma congregación que regenta Matruchhaya, dirigen esa escuela para menores con discapacidad intelectual. Visitamos el lugar hace dos o tres años, cuando se acabaron las vacaciones del Diwali, y acompañamos a Etka y Punam. Nos pareció un lugar magnífico, del estilo de Matruchhaya: limpio y bien atendido, y tuvimos la impresión de que daban un trato exquisito a todos los internos.

La suerte de Geeta ha cambiado desde el día que llegó a Matruchhaya, y creo que ella lo sabe, por eso, aunque su rostro en ocasiones todavía refleja el horror que ha vivido, se muestra cada vez más alegre y participativa.

Publicado el 28 de octubre de 2009 a las 09:00.

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Khushi y Ravina

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Khushi y Ravina son dos hermanas de tres y cinco años de edad respectivamente, aunque sobre esto no hay certeza, porque no existe ningún documento que refleje su fecha de nacimiento. Tuvo que ser un médico quien estimara una edad aproximada para cada una de las niñas, porque Khushi y Ravina fueron abandonadas en la estación de tren de Nadiad, sin ninguna referencia de su origen. Las estaciones de ferrocarril, muy concurridas siempre en India, son lugares predilectos para abandonar menores, porque el adulto puede pasar desapercibido, y allí el menor será pronto descubierto, alguien llamará a la policía, y se iniciará el trámite que finalmente le conducirá a un orfanato.

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Publicado el 22 de octubre de 2009 a las 09:45.

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Roshni y Chandrika

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Hace varios días, estábamos sentados en unos bancos junto a la puerta de entrada de Matruchhaya, charlando y haciendo tiempo hasta la hora de la cena, cuando llamó mi atención una fotografía colgada en la pared, justo enfrente de mí, que no había visto hasta ese momento. Me levanté para acercarme a la imagen, e inmediatamente reconocí a mi hija Chandrika en el centro de la imagen, con unos tres años de edad. Seguí revisando la foto, suponiendo que no andaría muy lejos Roshní, mi otra hija, la hermana mayor de Chandrika, y rápidamente la descubrí. Las dos aparecían guapísimas, con una preciosa sonrisa que denotaba felicidad.

En la imagen también reconocí a otras niñas. Babika salió en adopción el mismo día que nuestras hijas; hicimos juntos de viaje hacia España, con ella y con sus padres. Usha ha estado viviendo en Matruchhaya hasta hace un año y medio. No fue dada en adopción, porque en realidad no era huérfana, sino hija de leprosos, y esa circunstancia le obligaba a vivir apartada de sus padres. Ahora vive en Ahmedabad, donde las monjas le encontraron un trabajo como secretaria en una oficina. Bali, con 22 años de edad, sigue viviendo en Matruchhaya. Tampoco salió en adopción, porque tenía padres, aunque no se podían ocupar de ella. Ahora estudia enfermería. Arpita fue adoptada antes que nuestras hijas, y ahora estudia medicina. Sumitra y Manju también viven en España. No fueron adoptadas, porque eran ya muy mayores, pero consiguieron un contrato de trabajo con alguna de las familias vinculadas a Matruchhaya.

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Publicado el 21 de octubre de 2009 a las 09:15.

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Globo

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No recuerdo qué día del mes de julio de este año, cuando estábamos trabajando con los niños y niñas de Sinincay, en Ecuador, vimos que la plaza se engalanaba para una fiesta. Ésa misma noche participamos de los bailes, y contemplamos un humilde espectáculo pirotécnico, que tenía embelesados a los menores. Cuando terminaron los fuegos artificiales, desplegaron un globo de papel de seda, en forma de cubo, de aproximadamente un metro de lado, compuesto por una sucesión de formas geométricas, de llamativos colores.

Todo el globo estaba cerrado, excepto por la parte inferior, donde un aro, de fina varilla de caña, dejaba una abertura circular de unos 40 cm . de diámetro. En el centro del círculo se suspendía una tira de lienzo, enrollada a dos alambres tensados en forma de cruz desde el aro. El lienzo estaba impregnado en parafina, el combustible capaz de hacer volar el artefacto. Prendieron varias hojas de papel de periódico, con las que calentaron el aire del interior del globo para, poco después, encender el lienzo.

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Publicado el 19 de octubre de 2009 a las 09:15.

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Colapso

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Después de un mes en Bal Mandir, con la mente volcada en nuestras actividades, y en los problemas de los niños y niñas que viven en ese orfanato, la llegada a Madrid ha sido dura. Reuniones, tareas atrasadas, el inicio del nuevo curso y los últimos preparativos del siguiente proyecto en Matruchhaya, reclamaban mi atención con urgencia, ya que, el próximo miércoles 14 de octubre saldré hacia India con un nuevo grupo, para trabajar con los menores que viven en el orfanato en el que, hace ya más de diez años, adoptamos a nuestras hijas Roshní y Chandrika.

El estrés, el cambio de horarios, la fatiga, el disgusto por el fallecimiento de mi mejor amigo de la infancia mientras estábamos en Kathmandu, o una simple infección de garganta, o tal vez la confluencia de todo esto, han debido provocar una especie de colapso en mi organismo, y de pronto me he visto sin fuerzas para moverme. No me he alarmado mucho, porque no es la primera vez que me ocurre pero, por si acaso, Aurora me llevó al hospital. Nada grave: reposo, beber mucho líquido, tratamiento con antibióticos durante tres días, y con eso, espero estar totalmente recuperado antes del próximo miércoles.

Cuando me vi sin fuerzas para levantarme de la cama por mí mismo, o cuando necesité la ayuda de mi mujer para afeitarme, ducharme, vestirme y tomar el desayuno, no pude evitar acordarme de Lata, Roji y Nimi, prisioneras, como yo en ese momento, de su propio cuerpo.

Entonces pensé que una de las cosas más importantes que hemos hecho durante estos días en Bal Mandir, ha sido recuperar esa silla de ruedas que estaba almacenada en una habitación del orfanato, y utilizarla para sacar a Lata del cuarto en el que permanece recluida, junto con Roji y Nimi, desde hace años. Fue maravilloso ver a Lata recorrer pasillos, patios y exteriores de Bal Mandir; lugares que probablemente nunca había visto; o reírse y participar de la fiesta de despedida, rodeada de niños y niñas que bailaban y se divertían.

Pero somos conscientes de que, en realidad, todo esto sirve de poco si no somos capaces de darle continuidad, si la puerta de la celda de estas tres niñas se abre sólo una vez al año. Por eso, Pablo y Luis, los especialistas en educación especial que ha trabajado con nosotros en esta ocasión, están haciendo gestiones, para poder contratar a Pradeep, el estudiante nepalés que ha participado en las cuatro ediciones de este proyecto, para que vaya todos los días al orfanato para pasear a Lata en la silla de ruedas, y para tratar de estimular también, de alguna manera, a Roji y a Nimi.

Publicado el 13 de octubre de 2009 a las 09:15.

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Pintura mural

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Nuestro trabajo en Bal Mandir llegó a su fin. El lunes 5 de octubre partimos hacia Madrid, y nuestro último día con los niños y niñas del orfanato fue el viernes. Por la mañana dimos los últimos retoques al mural, y por la tarde organizamos una fiesta de despedida en el patio central.

Aunque la reflexión final sobre el resultado de esta nueva edición de "Color en Bal Mandir", habrá que hacerla en Madrid, después de dejar pasar un tiempo para serenar los sentimientos y las ideas, en alguna tertulia de sobremesa ya hemos cambiado impresiones, y parece que estamos de acuerdo en algunos aspectos que debemos mejorar en futuras ocasiones.

La pintura mural nos ha ocupado demasiado tiempo, más de lo que pensábamos. A pesar de que el edificio sobre cuyas paredes hemos pintado, es pequeño, finalmente ha sido una composición pictórica de muchos metros, y plagada de detalles. Sin duda, eso la hace más atractiva, y el cuento que hemos inventado para darle sentido, la hace más interesante; pero nos ha absorbido más de lo que hubiésemos deseado. A pesar de que en el mural han participado mayor número de niños que otros años, y han podido pintar durante más tiempo, lo cierto es que, la fase final ha quedado restringida a los más mayores y a nuestros voluntarios, lo que en cierto modo ha supuesto una frustración para los más pequeños, que hubiesen deseado seguir pintando.

Creemos que las sesiones de dibujo, algunas de ellas preparatorias del propio mural, y la elaboración de las cariocas, han sido muy provechosas. Además, el esfuerzo que hemos realizado para incorporar a nuestras actividades a los menores con diversidad funcional, ha resultado especialmente gratificante, y nos ha abierto una vía de trabajo que deseamos potenciar en el futuro. Ya sabíamos que el arte es una buena herramienta de expresión; pero ahora hemos comprobado que puede ser una forma de estimulación, y un extraordinario cauce comunicativo, para menores que tienen difícil acceso a los canales habituales. En este sentido, creemos que nuestra estancia en Bal Mandir, durante este mes, ha sido especialmente enriquecedora para Lata, Nimi, Roji, Nirmala, Ram, Suseta, Jayanti, Puspa, Madushudhan y Asha.

Publicado el 7 de octubre de 2009 a las 13:45.

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Bal Mandir diverso

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Esta es la cuarta vez que trabajamos con los menores de Bal Mandir. Al finalizar cualquiera de las anteriores ediciones, hemos sentido la satisfacción de haber realizado una labor provechosa para los niños y niñas del orfanato, o al menos haberles hecho pasar unos días algo más felices de lo habitual; pese a lo cual, en numerosas ocasiones nos hemos sentido frustrados porque, a pesar de nuestros continuos esfuerzos, Bal Mandir sigue siendo una dura realidad, difícil de transformar. Al hacer balance final de cada experiencia, hemos encontrado aciertos, pero también nos hemos dado cuenta de errores y aspectos que mejorar, no ya en Bal Mandir, sino en nuestra propia labor con los menores.

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Publicado el 5 de octubre de 2009 a las 10:30.

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Keshab y Janak

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A principios de esta semana, nuestra amiga Blanqui, de Cabezón de la Sal, nos escribió diciendo que unos amigos suyos de Castro Urdiales deseaban asumir los gastos de escolarización, en régimen de alojamiento interno, de algún niño o niña de Bal Mandir. Inmediatamente hablamos con Kalpana, y le pedimos que ese día, en lugar de colaborar en nuestras actividades creativas, dedicase todo el tiempo necesario para averiguar quién, de todos los habitantes del orfanato, estaba más necesitado de ayuda al respecto.

Nadie mejor que Kalpana para este tipo de indagaciones, puesto que ha vivido en Bal Mandir desde que fue abandonada, con unos tres años de edad, hasta los dieciséis, cuando fue enviada a la NGCC, donde vive actualmente. Ahora tiene 19 años. Tres horas hablando con unos y otros, con las cuidadoras, con las niñas más mayores del orfanato y con los pequeños, fueron suficientes para que Kalpana nos diera el nombre del que consideraba que se encontraba en peor situación de escolarización: un niño de diez años de edad llamado Keshab.

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Publicado el 30 de septiembre de 2009 a las 15:15.

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Cinco chicas

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El pasado domingo, 20 de septiembre, comimos en uno de los apartamentos que tenemos alquilados, con cinco chicas ex Bal Mandir, a las que, desde principios de año, estamos ayudando económicamente para que puedan continuar con sus estudios. Indira (21 años), Laxmi (22 años) y Grishma (22 años) están estudiando Business, algo parecido a lo que en España sería Empresariales o Dirección de empresa. Sumitra (21 años) y Kamala (23 años) están estudiando Sociología y Psicología.

Las cinco tienen en común que se criaron en Bal Mandir y que, cuando se acercaron a la mayoría de edad, fueron trasladadas a la NGCC (Nepali Girl Care Centre). Allí vivieron durante tres años, tras los cuales, tuvieron que alquilar una habitación o compartir un apartamento con otras chicas, con ayuda de la propia NGCC durante el primer año. La intención de esta institución es que, pasado ese tiempo, las chicas sean capaces de vivir por sí mismas; pero lo cierto es que muchas de ellas encuentran grandes dificultades para poder sobrevivir a partir de ese momento, y al mismo tiempo finalizar sus estudios.

Indira, Laxmi, Grishna, Sumitra y Kamala nos pidieron ayuda a través de nuestro amigo Mahen, y fue él quien, después de entrevistarse con cada una de ellas, y evaluar el coste de ese apoyo, nos dijo hiciésemos todo lo posible por atender su solicitud, porque las cinco se encontraban en una situación muy delicada. Todas ellas van un poco retrasadas en los estudios con respecto a su edad, pero eso es algo muy habitual en los niños y niñas de Bal Mandir, y se debe a que han tenido una escolarización irregular, generalmente han empezado a estudiar más tarde de lo normal.

Pudimos enviar el dinero necesario para estas cinco chicas ex Bal Mandir continuasen con sus estudios, gracias a las aportaciones particulares de algunos amigos, y a un grupo de familias que se creó en Cabezón de la Sal, y posteriormente se ha ido extendiendo, que aportan mensualmente 10 Euros o más, dependiendo de las posibilidades económicas de cada cual.

Debemos de ser muy exigentes a la ahora de pedir cuentas, y todo tipo de explicaciones, en lo que respecta a este tipo de ayudas. El año pasado, con dinero de nuestros amigos, becamos a tres chicos recién salidos de Bal Mandir: Subas, Bharat y Narendra. Gestionamos la ayuda económica a través del propio orfanato. Corrimos con los gastos de alojamiento, manutención y escolarización de los tres. Aunque de todos ellos teníamos muy buenas referencias, lo cierto es que, con sólo 18 años de edad, pasaron de estar muy vigilados, a tener absoluta libertad de movimientos, sin tener que dar explicaciones a nadie.

Los tres suspendieron la primera evaluación. Entonces, tanto el director de Bal Mandir, como nosotros, nos dirigimos a ellos haciéndoles saber que si no mejoraban sus resultados, la ayuda terminaría. A partir de ese momento, no volvimos a tener información de su evolución académica, pero al poco de llegar a Kathmandu, nos reunimos con ellos y les pedimos explicaciones. Finalmente, con mucho dolor, hemos decidido retirar la ayuda a Subas y Bharat, pero mantenerla a Narendra, ya que es el único que ha podido justificar su bajo rendimiento, porque las fiebres tifoideas le obligaron a faltar a clase durante mucho tiempo.

No obstante, a partir de ahora, Narendra, al igual que las otras cinco chicas ex Bal Mandir, estarán bajo la vigilancia y tutela de nuestro amigo Mahen, que les obliga a rendir cuentas una vez al mes; y la continuidad de la ayuda, como en el caso de las chicas, estará condicionada a su resultado académico.

 

Publicado el 28 de septiembre de 2009 a las 09:15.

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José Luis Gutiérrez Muñoz

José Luis Gutiérrez Muñoz

José Luis Gutiérrez Muñoz (Madrid, 1963), pofesor Titular y Director del Departamento de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Director del Grupo de Investigación UCM "Arte al servicio de la sociedad". Responsable de diversos proyectos de cooperación al desarrollo que desde 2004 vienen llevándose a cabo en orfanatos de India, Nepal y Ecuador.

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