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Blog de José Luis Gutiérrez Muñoz

Sonrisas de colores

Fotografías

Archivado en: Kathmandu, Nepal, orfanatos, cooperación, desarrollo, ONG, India, fotografías, Bal Mandir, tres en raya, exposición

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Desde principios de este año, hemos estado exponiendo sesenta fotografías de gran formato, que ilustran los resultados de nuestro trabajo en Ecuador, India y Nepal durante 2008, veinte fotografías por cada uno de los tres proyectos. La muestra, que denominamos "Tres en raya", pudo verse en Zaragoza, Málaga, Madrid y distintos puntos de Cantabria; y a finales de año viajará a La Coruña.

Poco antes de salir hacia Nepal, decidimos tratar de facturar, junto con nuestro equipaje, las veinte fotografías correspondientes al proyecto de Bal Mandir del año pasado. Hicimos un gran paquete, y nos presentamos con ellas en el mostrador de facturación de la compañía aérea que nos llevaba hasta Kathmandu. Tuvimos suerte de que nos dejaran incluir esa caja, además de nuestro equipaje, que excedía con mucho los 20 Kg. reglamentarios por pasajero.

En Bal Mandir siempre han sido reacios a que tomemos imágenes fotográficas o de video; de hecho, a la entrada del orfanato un gran cartel anuncia que está prohibido hacer fotografías o filmar en video. Fue necesario explicar al director que esas imágenes eran el único modo de mostrar nuestro trabajo en España y que, por tanto, la financiación de futuros proyectos en Bal Mandir, dependía directamente de ellas. Además, le prometimos que haríamos buen uso de las fotografías y del video.

Finalmente consintió; pero cada año, excepto éste, hemos tenido que volver a dialogar, al inicio, sobre este delicado tema. Aunque no era esta nuestra intención, traer a Bal Mandir las imágenes que hemos expuesto en España, ha sido muy positivo para reforzar la confianza del director del orfanato en nosotros, porque ha tenido ocasión de comprobar que dichas imágenes ofrecen una visión alegre y colorista de Bal Mandir, y eluden cualquier tipo de enfoque sensacionalista, o simplemente realista.

Por otro lado, para nosotros ha sido muy satisfactorio poder traer a Bal Mandir estas veinte fotografías de gran formato, y poder colgarlas de las paredes del orfanato. Creemos que los comedores y los pasillos en donde hemos colocado las imágenes son ahora un poco más cálidos y alegres. Los menores del orfanato se reconocen en esas imágenes, aunque obviamente no había espacio para los doscientos niños y niñas que viven aquí; pese a lo cual, a todos les servirá para reavivar el recuerdo de aquellas vacaciones de Dashain de 2008 que pasamos juntos.

Publicado el 23 de septiembre de 2009 a las 08:30.

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Wilson Academy

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El pasado viernes por la mañana, visitamos el Wilson Academy, el colegio en el que tenemos escolarizados a cinco menores de Bal Mandir.

Los alumnos y alumnas del Instituto de Educación Secundaria "Valle del Saja", de Cabezón de la Sal (Cantabria), decidieron a principios del año pasado, hacerse cargo de los gastos que implicaría escolarizar a uno de los menores de Bal Mandir en un colegio con alojamiento interno, de manera que recibiera una buena educación, y no tuviese que regresar al orfanato, excepto en los periodos vacacionales. Elegimos a Sudeep Magar dejándonos llevar por nuestra intuición, porque en realidad no tuvimos acceso a los expedientes académicos de cada uno de los menores que habitan Bal Mandir. Sudeep nos parecía inteligente, atento, cariñoso y educado. Además, tenía un extraordinario talento para el dibujo. Los estudiantes del mencionado Instituto recaudaron el dinero suficiente para escolarizarle, durante el curso 2008-2009, en el Wilson Academy.

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Publicado el 21 de septiembre de 2009 a las 16:30.

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Enfermera

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Con el objetivo de tratar de mejorar las condiciones higiénico-sanitarias de los menores que viven en Bal Mandir, el año pasado incorporamos a nuestro equipo de trabajo a Ana, una pediatra que se había ofrecido a colaborar con nosotros gratuitamente, aún sabiendo que para ello tendría que pedir un mes de permiso sin sueldo. Hemos vuelto a contar con ella, porque nos pareció que la labor que realizó durante el mes que estuvimos aquí el año pasado, fue muy buena; sobre todo teniendo en cuenta que era especialmente difícil, pues no era tanto una tarea curativa como educativa, ya que nos proponíamos, además de atender a los niños y niñas que estuviesen enfermos, cambiar algunos hábitos de las cuidadoras, especialmente de las que se ocupan de los bebés.

En los días que llevamos aquí, Ana se ha sentido desmoralizada en numerosas ocasiones porque, un año después, con la mayoría de las cuidadoras nuevas, ha tenido la sensación de que su esfuerzo de la edición anterior no ha servido de nada; y ha tenido que volver a explicar cosas tan elementales como que no les deben limpiar la cara y los mocos a todos los bebés con el mismo pañuelo. Pese a su comprensible desánimo, pienso que esta vez es posible que su labor perdure más allá de nuestra breve estancia en el orfanato, porque desde el primer día le hemos asignado a Sunita como ayudante y aprendiz.

Sunita se ha criado en Bal Mandir, aunque lleva ya más de dos años en la NGCC (Nepali Girl Care Centre), una institución que recibe ayudas de Holanda y Noruega, para acoger a niñas de Bal Mandir de dieciséis años de edad, durante tres años, con el propósito de prepararlas para su emancipación.

Pocos días antes de nuestra llegada a Kathmandu, Sunita supo que la nota media del equivalente a nuestro bachillerato, le permitirá estudiar Enfermería. La buena noticia prácticamente ha coincidido con su decimoctavo cumpleaños. Como todos los años Sunita se ofrece para colaborar con nosotros, pensamos que si la asignábamos como tarea la asistencia a nuestra doctora, su ayuda sería más útil, y estaría relacionada con aquello que desea estudiar.

Sunita está facilitando la comunicación entre Ana y las cuidadoras, pero al mismo tiempo está tratando de aprender todo lo posible de ella. Teniendo en cuenta que Sunita se siente comprometida con la situación de los menores de Bal Mandir, y que muy a menudo va a visitarles, creo que en el futuro podrá jugar un papel más activo en la educación de las cuidadoras de Bal Mandir.

La carrera de Enfermería tendrá ocupada a Sunita durante los tres próximos años. En la NGCC le quedan cinco meses de estancia, luego seguirán pagando sus estudios, y sus gastos de alojamiento y manutención, fuera de la NGCC , durante un año más, después tendrá que empezar a ser completamente autónoma. La generosidad de los patrocinadores de esta institución, mantiene protegidas a las chicas de Bal Mandir hasta los veinte años de edad. Los chicos no tienen tanta suerte, porque no existe una institución similar para ellos, aunque probablemente, a esas edades, el desamparo de una chica sea más peligroso que el de un chico.

De momento Sunita debe preocuparse sólo de sus estudios, porque cuando la ayuda de la NGCC finalice, si sigue dando muestras de responsabilidad e interés por sus estudios, trataremos de esponsorizarla desde España, como ya estamos haciendo con cinco chicas y un chico, ex Bal Mandir, que están en estas mismas circunstancias.

Personalmente, pienso que para una chica que ha crecido en un lugar como Bal Mandir, sin el apoyo y el estímulo de unos padres, haber alcanzado la nota media necesaria para estudiar Enfermería, es un logro importantísimo. Estoy seguro que logrará concluir sus estudios de manera brillante, y que será una enfermera formidable, porque además de las ganas de aprender, Sunita derrocha amabilidad y cariño hacia el prójimo, especialmente hacia los más necesitados; por eso en Bal Mandir todo el mundo la quiere muchísimo.

Kathmandu, 18 de septiembre de 2009

 

Publicado el 19 de septiembre de 2009 a las 11:15.

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Mahen

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En verano de 1995 mi mujer y yo estuvimos en Kathmandu por primera vez. Fue un viaje meramente turístico, que abarcó también los lugares más emblemáticos del norte de la India. Ya habíamos iniciado trámites de adopción en India, por eso, además de contemplar los innumerables atractivos arquitectónicos y paisajísticos de cuanto visitábamos, observábamos embelesados a los niños y niñas, tanto de India como de Nepal, tratando de imaginar cómo sería nuestra futura hija. En los papeles de adopción habíamos expresado que preferiríamos una niña, tan pequeña como fuera posible. Permanecimos en la capital de Nepal sólo una semana, pero fue suficiente para darnos cuenta de que era un lugar bellísimo, aunque muy pobre, y de que su gente, como la de la India, tenía un carácter especial. Nuestro periplo por la adopción terminó en 1999, y finalmente no fue una, sino dos niñas, hermanas, y de más de diez años de edad, pero eso es otra historia.

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Publicado el 17 de septiembre de 2009 a las 10:15.

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Gondra y Drago

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Ya hemos empezado a trabajar con los menores de Bal Mandir. Este año, entre otras actividades, queremos hacer una pintura mural en las paredes exteriores de un pequeño edificio, anexo al orfanato, que sirve de comedor y cocina. Sobre las mesas del propio comedor, los niños y niñas han realizado cientos de dibujos, después de explicarles que pretendíamos basarnos en sus representaciones para la pintura mural. Les dimos libertad temática, con la idea de observar detenidamente lo que realizaban, y después tratar de definir un tema, capaz de aglutinar las creaciones infantiles. Hemos guardado todos los dibujos que han hecho, y hemos visto que hay muchos dibujos muy buenos; pero no sabíamos bien cómo ponerlos en común, con una temática capaz de recorrer las cuatro paredes externas del pequeño edificio. Finalmente, pensamos que podríamos dibujar dos enormes dragones cuyo cuerpo estuviese formado por muchos de esos dibujos. Entonces, para hacer más comprensible el motivo de la representación, inventamos el siguiente cuento:

Érase una vez un niño llamado Prem, que vivía con sus padres en un pueblecito de montaña, en la cordillera del Himalaya, en Nepal. A Prem le gustaba explorar el monte; fue así como, un día escuchó una especie de lamento que salía de una cueva, y movido por la curiosidad, se adentró en ella y descubrió dos pequeños dragones que lloraban junto al cuerpo de su madre, que yacía muerta. Prem vació la mochila, en la que guardaba comida, y con mucho cuidado acomodó en ella a los dos bebés de dragón. Conforme descendía por la montaña, iba pensando qué hacer con esas dos criaturas recién nacidas. Cuando llegó al pueblo les mostró el hallazgo a sus padres, y les explicó que quería llevarlos a la ciudad, a un lugar en donde, según había oído, cuidaban de los niños perdidos. Sus padres comprendieron que nada ni nadie podría impedir que Prem siguiera adelante con su plan, de modo que le dieron su bendición, y le rogaron que tuviese mucho cuidado.

Prem tardó dos semanas en llegar a Kathmandu con los dos bebés de dragón a los que llamó Gondra y Drago. Desde que los recogió en la cueva, no había sido capaz de hacer que los pequeños comieran nada, únicamente logró que bebieran un poco de agua. En Kathmandu, Prem se dirigió directamente a Bal Mandir, el lugar del que había oído hablar. Cuando llegó allí, mostró al director del orfanato a los dos bebés de dragón, y le explicó que no tenían mamá, que él mismo la había visto muerta, y que no tenían a nadie que los cuidase. Tampoco él podía atenderles, porque tenía que ir todos los días a la escuela, y además debía ayudar a sus padres.

El director de Bal Mandir le respondió que allí sólo recogían niños y niñas sin padres, o cuyos padres no pudieran cuidar de ellos, pero nunca se habían hecho cargo de ningún bebé de dragón, ni de ningún otro animal.
-Si no los recogen aquí, Drago y Gondra morirán -dijo Prem. -Llevan dos semanas sin comer, y no creo que aguanten mucho más.
El director se compadeció de los dos bebés de dragón, y dijo:
-Está bien, déjalos con nosotros, y veremos si somos capaces de hacerles comer.

Durante los días siguientes, el cocinero y las cuidadoras de Bal Mandir ofrecieron a Drago y Gondra todo tipo de alimentos: arroz, huevos, leche, chapatis o lentejas; pero los bebés de dragón no quisieron probar nada. Se les veía muy tristes, y ya casi no tenían fuerzas ni para llorar.
Todos los niños y niñas de Bal Mandir estaban muy preocupados, porque sabían que si seguían negándose a comer, morirían pronto. Un día, una niña pequeña, llamada Sima, se acercó a los cachorros de dragón y les obsequió un dibujo. Gondra se quedó mirando aquel extraño papel lleno de líneas y colores, sonrió, y se lo comió. Entonces Sima sacó su caja de lapiceros de colores e hizo otro dibujo. En esta ocasión fue Drago quien se lo comió. Sima volvió corriendo a su habitación en busca de más hojas de papel, y fue pregonando que los bebés de dragón comían dibujos.

Todos los menores del orfanato sacaron papeles y lapiceros de colores, y empezaron a realizar todo tipo de dibujos, dibujos preciosos que los pequeños dragones no tardaban en devorar. Pronto comprobaron sorprendidos que los dibujos que Gondra y Drago se comían aparecían mágicamente en su piel, de modo que la superficie de ambos quedó totalmente cubierta de coloridos dibujos. Como no paraban de comer, los nuevos dibujos iban reemplazando a los viejos. Poco a poco los jóvenes dragones empezaron a ingerir algunas frutas y verduras, pero su comida predilecta eran los dibujos de los niños y niñas de Bal Mandir.

Gondra y Drago se hicieron mayores, y un día el director de Bal Mandir les explicó que tenían que emanciparse, y empezar a vivir como dragones adultos y responsables. Gondra y Drago lo comprendieron, se despidieron de todos sus amigos de Bal Mandir, y se fueron a vivir a una cueva en la montaña. Desde ese momento, se dice que en las cumbres de Himalaya viven dos enormes dragones que protegen a todos los niños y niñas de Nepal cuando tienen alguna dificultad.

Publicado el 15 de septiembre de 2009 a las 12:15.

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Cuatro hermanos

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Nelly, Joseline, Ricardo y Jakeline son cuatro hermanos que participan en nuestras actividades, en el primer grupo de la tarde, el que llamamos de los corazones. Tienen 12, 11, 6 y 4 años de edad respectivamente. Los cuatro son muy educados, cariñosos y participativos. Las dos mayores, Nelly y Joseline, están siempre muy pendientes de sus dos hermanos pequeños. Viven en Sinincay con su madre, a unos diez minutos caminando desde el convento donde trabajamos y nos alojamos. Hace cuatro años que no ven a su padre, porque emigró a Nueva York, poco tiempo después de nacer la más pequeña, Jakeline. Desde allí envía periódicamente dinero, y con eso viven. La madre antes vendía material escolar y chucherías para los niños, pero hace tiempo que lo dejó, y ahora simplemente se ocupa de los hijos, de una pequeña huerta y de las labores domésticas; aunque Nelly y Joseline dicen que llevan días haciendo tareas de la casa y de la huerta, porque su madre está enferma.

No fue fácil, ni barato, para el padre de estos niños llegar a los Estados Unidos. Nunca lo es. Hubo dos intentos frustrados de cruzar la frontera de México con los Estados Unidos. En el primero, el grupo de emigrantes ilegales fue descubierto antes de llegar a territorio estadounidense, y tuvieron que pasar un tiempo en cárceles mexicanas. En la segunda tentativa, un accidente de tráfico costó la vida a todos los ilegales que viajaban hacinados y ocultos en el vehículo, excepto al papá de estos niños, que se salvó milagrosamente. Tuvo que ser a la tercera, cuando finalmente logró pasar la frontera y llegar a Nueva York. A continuación quedaba trabajar como un animal, y vivir con lo mínimo, para tratar de ahorrar todo lo posible, y pagar cuanto antes la deuda contraída con los "coyotes", los que organizan este tránsito ilegal de emigrantes. Por ese servicio, los "coyotes" vienen cobrando unos cinco mil dólares. Para satisfacer esa enorme cantidad de dinero, la mayoría han tenido que vender todas sus propiedades, incluso se han hipotecado, pidiendo dinero a los "chulqueros", prestamistas usureros que les cobran el doble de lo que les prestan.

Nelly y Joseline afirman que su padre ha pagado ya la deuda, y regresará en 2011, con dinero suficiente para montar un restaurante. Antes de marcharse hacia los Estados Unidos, al poco de nacer Jakeline, el papá grabó un video en el que aparece dando muestras de afecto a sus cuatro hijos, especialmente a la recién nacida, con la intención de que nunca olviden que tienen un padre que les quiere muchísimo. Dicen que hace sólo tres días que vieron este video por última vez.

Nelly, Joseline, Ricardo y Jakeline son muy afortunados, porque además el papá les llama por teléfono dos veces por semana. Otros niños, con sus papás en el extranjero, afirman que hace muchísimo tiempo que no hablan con ellos. Algunos de los hombres que emigraron, al cabo del tiempo, formaron una nueva familia en el país al que se dirigieron, y terminaron olvidando a su mujer y a sus hijos de aquí. Muchas familias de Sinincay han quedado rotas por este motivo.

Nelly dice que de mayor quiere ser abogada. Joseline quiere estudiar medicina, y dedicarse a curar personas. Ricardo sueña con ser astronauta, y la pequeña, Jakeline, quiere ser directora de una escuela. Las mayores son muy buenas estudiantes, y los pequeños seguro que también lo serán, porque todos parecen muy despiertos e inteligentes. Los cuatro están entusiasmados con las actividades que estamos realizando, especialmente con la pintura de las camisetas. Cuando les preguntamos qué es lo que más les gusta de esta experiencia, la pequeña, Jakeline, dice que jugar. Joseline, en cambio, afirma que lo que más le agrada es cómo les tratamos.

Nos sorprende que diga esto, porque nosotros simplemente, intentamos ser amables con todos ellos, aunque lo cierto es que estamos logrando una relación muy directa y cercana, quizás más que el año anterior. Cada día se muestran más abiertos y cariñosos, por lo que ya adivinamos que va a ser muy difícil la despedida. Nelli, Ricardo y Jakeline prefieren guardar en secreto el deseo que pedirán a Chimborazo, pero Joseline afirma abiertamente que va a pedir al volcán, que pueda regresar pronto su padre, si es posible antes del 2011, la fecha prometida.

 

Publicado el 22 de julio de 2009 a las 09:00.

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Para qué sirve el arte

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Cada proyecto que llevamos a cabo, tiene una fase posterior que denominamos de "sensibilización". Siempre hemos considerado que, tan importante como la acción directa en los lugares en los que trabajamos, es la difusión que logramos dar a nuestra labor, porque ella puede garantizar la continuidad de nuestro trabajo, y nos permite marcarnos objetivos más ambiciosos.

Aunque nunca nos han puesto condiciones de ese tipo, pensamos que la financiación necesaria para cada uno de los proyectos, se consigue con más facilidad si logramos que lo que hacemos tenga cierta repercusión. Por otro lado, es una forma de rendir cuentas ante las instituciones o empresas que costean las acciones, ante nuestra Universidad, ante los numerosos amigos y amigas que nos apoyan y alientan, y ante la propia sociedad.

Además, mediante esa divulgación, podemos transmitir a muchísimas personas, la ilusión que nos mueve a hacer este tipo de actividades, al tiempo que damos a conocer la difícil situación de los niños y niñas con los que trabajamos, lo que nos permite conseguir ayudas para ellos, que van más allá de lo puramente artístico.

Por eso, en cada una de las acciones que llevamos a cabo, ya sea en Ecuador, Nepal o India, al tiempo que trabajamos con los niños y niñas, sacamos muchas fotografías, con las que luego organizamos exposiciones en distintos lugares de España. También filmamos en video la actividad que desarrollamos, con la intención de editar un documental en DVD. Para ello, intentamos contextualizar esas imágenes del proceso creativo, con escenas del entorno o de la vida cotidiana de nuestros menores. También grabamos testimonios de los propios niños o niñas, y alguna entrevista que ayude a entender su situación, y nuestra labor en esos lugares. Dentro de los equipos de trabajo que formamos cada año, siempre hay uno o dos responsables del documental.

En esta ocasión, los encargados de esa tarea son Paola y Manuel, alumnos de Bellas Artes que no tienen mucha experiencia en el ámbito del video, pero están poniendo tanto empeño, que yo creo que lograrán un buen resultado.

Precisamente, pensando en ese documental, el domingo pasado entrevistamos a nuestro amigo, el pintor Ricardo Montesinos, quien, ante la cámara, respondiendo a las preguntas que le iba haciendo Ana, explicó su singular visión del arte. Ricardo considera que hay artistas que trabajan directamente con la intención de vender lo que producen; otros hacen arte sin pensar en el mercado, y tienen la fortuna de vender lo que generan; pero él es de los que, en el proceso creativo, no obedecen más que a su propio dictado interno, sin pararse a considerar si lo que conciben tendrá o no aceptación, y generalmente sus cuadros no encuentran comprador; aunque eso poco importa.

Esa particular concepción de la creación artística, hace que Ricardo sea uno de los pintores más libres de nuestro tiempo; pero a la vez, le obliga a almacenar miles de cuadros de gran formato en una bodega, a la espera de que, tal vez algún día, alguien valore su obra. Y si ese día no llega, no importa, porque él pinta para sí mismo, no para los demás. Él reconoce sin pudor, que esto es posible gracias al amor de su mujer, Diana, quien tiene una fe ciega en él, y en todo lo que hace, y desde el primer momento ha apoyado su labor con su propia fortuna personal.

-Ella, desde su desconocimiento de cuestiones estéticas, me ha entregado todo, y me ha dado esa libertad. Si yo no tuviera a mi esposa, no habría pintado ningún cuadro. Ella ha hecho posible mi pintura, por amor hacia mi persona -afirma Ricardo sin rubor.
Nuestro amigo dice que aquellos que pintan para vender, generalmente tienden a complacer al cliente, ofreciendo una visión amable del mundo que les rodea. Él no puede, porque considera que la felicidad no existe. Es mentira. Ricardo piensa que el mundo se sustenta en el dolor, el sufrimiento, la muerte, la tristeza, la injusticia, el odio, la vejez o la enfermedad.
-Creo que no he sido feliz ni un solo día de mi vida -dice Ricardo con rotundidad.
Nos sorprende que, a pesar de la contundencia de sus afirmaciones, Ricardo sea una de las personas que más fe tiene en nuestro trabajo.

                  
-Lo que hacen con los niños es muy valioso. Yo me quedé loco al ver el amor de los niños hacia ustedes. Esto que están haciendo es tan bueno, que ustedes mismos no se dan cuenta del valor que tiene. Los menores con los que trabajan son pobres, provienen de familias muy humildes, y el rato que están con ustedes, son millonarios -afirma Ricardo mirándonos a los ojos.
-El apasionado ve confuso, pero yo estoy contemplando lo que ustedes hacen desde fuera, y me di cuenta de lo que probablemente no son conscientes los niños, ni ustedes: de que están repartiendo entre los menores de Sinincay ilusión, fantasía, amistad y magia. Y eso para ellos está siendo tan importante como el agua o el alimento. Por eso, estoy haciendo esfuerzos para que ustedes vuelvan, para que no dejen esto -añade nuestro amigo con expresión seria.

Y la verdad es que, tanto él como Diana, están poniendo todo su empeño en que esto salga bien. Nosotros no terminamos de comprender cómo pueden convivir en una sola persona, tanta dureza y tanta ternura al tiempo.

 

 

 

Publicado el 20 de julio de 2009 a las 11:30.

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Carrizo

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Cada vez que veo mi rostro reflejado en el espejo del cuarto de baño, me sorprendo. No me reconozco. La última vez que me afeité fue el 30 de junio, antes de salir de casa. Llevo años rasurándome la barba diariamente, y no tenía previsto dejar de hacerlo aquí, pero cuando recogimos nuestro equipaje, tras la llegada a Ecuador, comprobamos que nos faltaba una maleta, justamente la que contenía mi maquinilla eléctrica de afeitar. Pensando que la maleta perdida llegaría muy pronto, fui dejando crecer la barba, hasta llegar a tener el actual aspecto de fugitivo.

Hubiera podido utilizar una de esas maquinillas desechables que se encuentran fácilmente en cualquier comercio, pero mi torpeza con las manos me hizo desistir, y decidí esperar a que llegara el equipaje extraviado. Ayer mismo nos comunicaron que la maleta, por fin, había aparecido. Se había quedado en Madrid. El empleado de la compañía aérea, con quien Aurora ha hablado diariamente desde que llegamos a Ecuador, para tratar de averiguar el paradero de la valija, nos dijo que probablemente este fin de semana podríamos recogerla en el aeropuerto de Cuenca. Si no surgen nuevos contratiempos, la próxima semana el espejo de mi cuarto de baño volverá a mostrarme el mismo rostro absorto que desde hace años me observa cada mañana mientras me afeito.

Afortunadamente, éste ha sido el único infortunio, todo lo demás está saliendo bien, mejor incluso de lo que habíamos imaginado. Ya hemos empezado a construir el "volcán enfadado". El primer día, Manuel contó cuatro veces el cuento que había creado sobre el Chimborazo, una por cada uno de los grupos que tenemos. No lo leyó, sino que lo relató teatralizadamente, sin obviar ninguno de los detalles, y gesticulando mucho. Nosotros cinco le acompañamos con exclamaciones, alguna que otra pregunta, y haciendo todo tipo de sonidos ilustrativos de cada escena descrita. Incluso, en un pasaje determinado del cuento, cantamos a coro con Manuel:

Chimborazo cálmate,
que la tierra se inundó.
¿Por qué éstas están enfadado?
¿Qué te pasa? Dínoslo.

Los niños y niñas, que acudían a nuestro taller por primera vez, muchos de los cuales no nos conocían del año pasado, nos contemplaban atónitos, con los ojos abiertos como platos. No debían de estar acostumbrados a ver adultos haciendo el tonto de manera tan desvergonzada; pero pensamos que era el mejor modo de romper el hielo, y efectivamente, a partir de ese momento, el ambiente con los menores ha sido muy distendido.

Después, les explicamos que pretendíamos construir un gigantesco "volcán enfadado", utilizando cañas, cuerda, cartón, papel de periódico y cola; con la intención de colorearlo cuando estuviera totalmente terminado, introducir los deseos de cada menor en el cráter del volcán, y finalmente prenderle fuego en una fiesta de despedida.

Antes de que regresarán a casa, les pedimos que cada uno de ellos tratará de traer una caña, que aquí llaman carrizo, lo más larga posible. Tremendamente obedientes y cumplidores con todo lo que les hemos ido encargando, al día siguiente, cada uno de los menores se presentó con un largo carrizo. Pronto empezamos a construir el armazón del volcán. Ahora ya está terminado, y en las próximas jornadas empezaremos a recubrir la estructura con cartón, y luego forraremos todo el volumen con papel de periódico y cola, para finalmente pintarlo.

Lo que menos nos está gustando de esta experiencia es tener que decir no cada día a menores que no paran de llegar, la mayoría con sus madres, para pedirnos que les dejemos participar en estas actividades. Todos tienen aspecto muy humilde. Algunas de las madres, vestidas con las ropas propias de los campesinos de los Andes, llevaban atado a sus espaldas, con una especie de mantilla, un bebé. Lamentablemente no podemos trabajar con más de 30 menores por grupo. No hay suficiente espacio en la pequeña aula taller que utilizamos, y tampoco podríamos atender en buenas condiciones a mayor número de niños y niñas. Nos duele mucho, pero una y otra vez tenemos que decir que ya es demasiado tarde, que los grupos están llenos. No podemos hacer otra cosa.

 

Publicado el 13 de julio de 2009 a las 16:30.

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Bomberos

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En todos nuestros proyectos, resultan de gran ayuda los amigos que vamos haciendo en los lugares en donde se desarrollan las actividades con los niños. En ese sentido, en Ecuador hemos tenido la gran fortuna de entablar amistad con distintas personas que, desde el primer momento, se han interesado por nuestro trabajo, y nos han ayudado con una generosidad, entrega y entusiasmo, fuera de lo común.

Dolores, Carlos, Fernando, Handel, Lizi y Rolando, se implicaron decididamente en nuestro primer proyecto en Ecuador, el que llevamos a cabo en 2007, asumiéndolo como suyo, y poniendo tanto empeño en que todo saliera bien, como cualquiera de nosotros, con la diferencia y que ellos, al ser de aquí, podían gestionar y solucionar problemas que nosotros no hubiéramos sido capaces de resolver. Por otro lado, como todos ellos tienen vinculación estrecha con el mundo del arte y la cultura, sus aportaciones resultaron especialmente enriquecedoras.

En Cuenca, además de la ayuda de las Hermanas Mercenarias, en cuyo convento de Sinincay nos alojamos y trabajamos, tenemos el apoyo incondicional de nuestros amigos Ricardo y Diana.

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Publicado el 10 de julio de 2009 a las 10:15.

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Trabajar en Sinincay

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José Luis Gutiérrez
Sinincay, 6 de julio de 2009

Sinincay no es un pueblo, ni una ciudad, es una parroquia perteneciente a Cuenca, una preciosa ciudad, cuyo centro histórico se encuentra a 6 Km. hacia el noroeste; pese a lo cual, Sinincay tiene cierta independencia administrativa respecto de esa ciudad, al estar gobernada por una Junta Parroquial elegida democráticamente. Sinincay está a unos 2.700 m. de altitud, en plena cordillera de los Andes.

Según el último censo, de 2001, en Sinincay hay 12.650 habitantes, más mujeres que hombres, porque la emigración ha afectado más a los varones. La población de Sinincay es joven, según ese censo, el 86% de los habitantes son menores de 46 años. Las estadísticas añaden que más del 90% de la población de Sinincay es indígena. Sinincay engloba a 39 sectores dispersos por la montaña, de modo que, a pesar de estas cifras, uno tiene la sensación de estar en un lugar no muy poblado. La tasa de analfabetismo aquí es muy alta, y afecta tres veces más a las mujeres que a los hombres.

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Publicado el 8 de julio de 2009 a las 08:30.

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José Luis Gutiérrez Muñoz

José Luis Gutiérrez Muñoz

José Luis Gutiérrez Muñoz (Madrid, 1963), pofesor Titular y Director del Departamento de Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Director del Grupo de Investigación UCM "Arte al servicio de la sociedad". Responsable de diversos proyectos de cooperación al desarrollo que desde 2004 vienen llevándose a cabo en orfanatos de India, Nepal y Ecuador.

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