Tiempo muerto

Fíjense en la cara de Fernando Alonso. El asturiano tiene un brillo muy especial en los ojos desde que se anunció su fichaje por Ferrari. Lleva puesta un sonrisa de oreja a oreja. Si no estuviese felizmente enamorado cualquier diría que Cupido le ha lanzado una flecha envenenada. Lo cierto es que Alonso ha llegado al sitio donde quería estar tras unas últimas temporadas decepcionantes en el campo profesional (la cuenta bancaria no creo que piense lo mismo). De no haber sufrido aquellos problemas con Hamilton en McClaren o si hubiese tenido un coche más competitivo con Renault durante las últimas dos temporadas, otro gallo cantaría para el doble campeón del mundo.

Ahora, no tiene excusas para luchar por un tercer título mundial o cuántos tenga en mente. Además, el regreso de Schumacher y los movimientos en las diferentes escuderías auguran un incremento del espectáculo con respecto a los últimos campeonatos. A sus 28 años y con ocho temporadas de currículum en la Fórmula 1, Alonso ha recuperado una sonrisa que había perdido hace mucho tiempo. No suele transmitir una empatía maravillosa a través de los medios, pero habría que ver la cara de Messi o Cristiano Ronaldo, por poner dos ejemplos, si no pudiesen aspirar a ningún título durante un par de años por el hecho de jugar en un equipo mediocre. Ahora, Fernando Alonso vuelve a sonreír. Como antes. O como nunca lo había hecho.

Publicado el 15 de enero de 2010 a las 09:15.