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Tiempo muerto

El último pase de Iván De la Peña

Archivado en: De la Peña

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Lo Pelat, el divino calvo, es decir, Iván De la Peña cuelga las botas. El mundo del fútbol debería tomarse un respiro para pararse a aplaudir a ese jugador que sin saberlo puso la semilla de una forma de entender este juego, una filosofía que ha acabado llevando a la selección española a lograr los mayores éxitos de su historia.

De él dijo Cruyff que no tenía una buena pierna izquierda, pero un servidor se pregunta para qué era necesario teniendo una visión de juego una pierna derecha privilegiadas. Precisamente ha sido esa discordancia entre la cabeza y sus piernas la que ha obligado a Iván a tomar esa delicada decisión. La musculatura no respondía allí donde quería su mente.

Para muchos puede quedar el recuerdo de un jugador que pudo y no fue o de un futbolista que en esta temporada apenas ha jugado una decena de minutos. Prefiero quedarme con la imagen de ese futbolista diferente, uno de esos genios que siempre te hacen sentarte delante del televisor porque tienes la certeza que puedes ver algo mágico e irrepetible.

Sólo me queda la duda de saber qué hubiera sido de su carrera de haber nacido unos años después. Ver a De la Peña en un centro del campo de la selección con los Silva, Xavi, Iniesta y compañía es una delicia de la que las lesiones nos han privado. Todos ellos pueden ser más costantes, más rápidos, más decisivos... da igual. Ninguno ha tenido ese último pase de Iván, ni esa magia que irradiaba:  ese gol al Betis, ese otro al Zaragoza desde el centro del campo, esa manera tan sublime de tocar el balón...La magia de De la Peña será parte de la historia de este país a partir del sábado. Gracias genio.

Publicado el 19 de mayo de 2011 a las 14:15.

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El eterno suplente

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El míster te mira. ¿Vas a salir?, dice. Desde el banquillo, uno también juega su particular partido. Hablas, organizas, gritas, sufres, encestas, tiras a portería, sueltas un revés o cambias de marcha al llegar a la curva más peligrosa del circuito. No eres el protagonista ante las cámaras, pero te sientes vivo porque eres un loco del deporte. El deporte mueve masas y es un gran espejo para el ser humano que busca emociones fuertes y no entiende de límites.

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