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Tiempo muerto

Baño celeste en el Calderón

Archivado en: fútbol, Copa del Rey, cuartos de final, Atlético de Madrid, Celta, Vicente Calderón

Atlético de Madrid y Celta de Vigo empataron a uno en el partido de ida de los cuartos de final de la Copa del Rey, que tuvo lugar en el Vicente Calderón. Los vigueses merecieron un triunfo abultado por ocasiones, fútbol, atrevimiento y lucha, pero les faltó definición. El equipo colchonero, un juguete roto sobre el campo, transmitió una imagen lamentable en esta eliminatoria que, por fortuna para los de Quique, todavía tiene solución en la vuelta. El choque de Balaídos en siete días promete emociones fuertes. Tiene aspecto de lotería rusa.

Con más de 40.000 espectadores en las gradas del Calderón y una nutrida presencia de aficionados celestes en el Fondo Norte, se enfrentaban sobre el césped, a priori, un equipo de Primera contra otro de Segunda. Visto lo sucedido, los papeles parecían invertidos. Los rojiblancos llegaban al envite después de tres triunfos consecutivas, incluyendo esa remontada copera ante el Recreativo. El Celta de Eusebio, invicto en esta competición, aparecía por Madrid con una progresiva mejoría en su funcionamiento futbolístico, aunque sigue en la parte baja de la categoría de plata. Con este contexto, arrancó un choque que dinamitaron Iago Aspas y Trashorras en tres minutos.

Ese fue el tiempo que tardó el Celta en asustar a la parroquia rojiblanca y a los once pupilos de Quique Sánchez Flores. Cerca de la frontal, Aspas, que se encontraba de espaldas a la carrera de Trashorras, suelta un taconazo primoroso que dejaba al lucense sólo ante De Egea. El céltico colocó el balón en el fondo de las redes atléticas y subió el 0-1 al marcador. A todo esto, con anterioridad, una caída del visitante Michu pudo suponer un penalti favorable a los vigueses. Al Atlético le costó horrores bajar la pelota, llevar el dominio del partido. Se siente más cómodo al contraataque, a impulsos. Esta teoría se caía por su propio peso con el tanto celeste. Poco después, en la segunda llegada local al área contraria, Tiago, nuevo fichaje rojiblanco, marcaba de cabeza el 1-1 tras un saque de esquina. Menos mal que lograron ese tanto, porque esta acción puntual, la falta de puntería viguesa en ataque y la excelente actuación de De Egea, guardameta local, salvaron al Atlético de una derrota dolorosa.

El Celta ofreció un recital de juego y actitud en el Calderón. Bien posicionado sobre campo, con la agresividad necesaria para controlar la calidad rojiblanca, elaboró una y otra vez buscando la portería contraria. Si tuviesen un '9' con olfato de gol, la eliminatoria estaría sentenciada. El 'fútbol de salón' que transmite Eusebio a los suyos sufre en Segunda, porque allí priman otros conceptos (dureza defensiva, líneas muy juntas, muchas patadas y un gol como llave para la victoria) distintos a los que propuso el Atlético, incapaz de imponer sus recursos técnicos y la velocidad en los movimientos que distinguen a ambas categorías. Quique probó con varios sistemas, pero la depresión psicológica que se instala en la plantilla atlética en determinados encuentros merece un profundo estudio. Un buen ejemplo es Perea, coreado por los aficionados visitantes debido a su facilidad para cometer errores en defensa.

Si la primera parte tuvo color celeste, el segundo período continúo en la misma línea. El despliegue físico de los 45 minutos iniciales no pasó factura a los visitantes. Pudo más la motivación y Eusebio oxigenó la media con inteligencia. La aparición de Forlán en el cuadro rojiblanco no mejoró las prestaciones ofensivas del Atlético, que apenas inquietó un par de veces a Yoel. Trashorras marcaba el ritmo de los celestes y se sucedieron las oportunidades viguesas a la contra, debido a los numerosos lanzamientos de córner o a faltas laterales. El citado centrocampista céltico y Iago Aspas, éste por dos veces, se encontraron con De Gea y el Atlético salió vivo de su propio estadio.

El sueño acabará en Balaídos para uno de los dos conjuntos la próxima semana. En el caso colchonero, ésta es la gran ocasión de conseguir un título que les hace falta. Por su parte, el Celta contempla la competición copera como un sueño necesario, teniendo en cuenta su situación liguera y que esto les ayuda a recuperar la autoestima perdida en los últimos años.

Publicado el 22 de enero de 2010 a las 10:30.

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Celtismo en estado puro

Archivado en: fútbol, Copa del Rey, cuartos de final, Atlético de Madrid, Celta, Vicente Calderón

Cuando uno sale de Pirámides camino del Calderón minutos antes del fútbol tiene la impresión de que son las tantas de la madrugada y el personal está a punto de meterse en una discoteca. Cientos y cientos personas hacen su particular botellón en los parques, a 300 metros del campo o colapsa los bares cercanos. Así demuestran que al fútbol no se puede entrar con sed. ¿Destino? Fondo Norte. Segundo Anfiteatro. Sector 508.

Allí se van a instalar los aficionados celestes procedentes de Vigo en varios autobuses, que han salido por mañana para ver a su equipo. ¡Un jueves! ¡Eso se llama a los colores! Sobre todo, en los tiempos que corren, con el equipo en Segunda y mal clasificado. Pase lo que pase. Ahí están. La vida no se acaba para ellos en el Celta, pero tampoco se entiende sin el Celta.

La puerta 7 reúne a viejos conocidos, amigos o integrantes de la misma fiebre celeste. Suben todos a la grada. Hace un frío tremendo. La perspectiva es buena, porque el diseño del Calderón ayuda. Eso sí, cuando llueve no hay quien se salve. ¿Habría 200 aficionados del Celta en las gradas? Por lo menos.

Los que estaban allí no pararon de cantar, de animar a los suyos, de soltar algún improperio que otro y de llevarse las ganas a cabeza por dos motivos. ¿El primero? Estaban alucinando con el partido de sus jugadores. ¿El segundo? No se creían que aquello pudiese acabar 1-1. A todo esto, Hubo reproches mutuos con algunos aficionados atléticos que estaban cerca y muy aburridos por el partido.

Cuando acabó la fiesta, se vació el estadio. Luego, salieron los turistas vigueses con dirección al autobús. Más de uno tenía que entrar a trabajar a las 8 de la mañana. Eso es afición. Lo demás son tonterías. Una vigilante de seguridad mira a varios aficionados y les dice: "Sois la mejor afición que ha pasado por aquí". La respuesta, instantánea. "¡Sómos muy 'bueniños'!". Muy gallego. Balaídos dictará sentencia. La semifinales están a la vuelta de la esquina.

Publicado el 22 de enero de 2010 a las 10:30.

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El eterno suplente

El eterno suplente

El míster te mira. ¿Vas a salir?, dice. Desde el banquillo, uno también juega su particular partido. Hablas, organizas, gritas, sufres, encestas, tiras a portería, sueltas un revés o cambias de marcha al llegar a la curva más peligrosa del circuito. No eres el protagonista ante las cámaras, pero te sientes vivo porque eres un loco del deporte. El deporte mueve masas y es un gran espejo para el ser humano que busca emociones fuertes y no entiende de límites.

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