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Nostalgia y realidad

La calidad de vida empieza por vivir en un país en que todo el mundo tenga una responsabilidad ante la sociedad, donde se sumen energías, fluyan hábitos sanos, constructivos... Que el ciudadano luche por el éxito, sea buen ciudadano, se sienta afortunado; que Dios le sonría y no vea nada imposible.

Archivado en: Opinión, juventud, jóvenes

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Por José Antonio Díaz Urizar
19/11/2010 - 13:05

Y no en una nación en la cual las energías se queman ante el televisor. Aquí ya nadie sonríe a nadie, Dios está triste, la gente conjura contra las buenas personas; la envidia crea odio. Muy lejos no se puede ir cuando se vive en una sociedad en que la calumnia hace dudar de la más pura honestidad y la ética es palabra obsoleta. Está de actualidad la conducta salvaje; la gente busca un sentido a lo extravagante, lleno de rechazo a las buenas costumbres sociales, lo que produce falta de poder de la autoridad.

Tal vez, internet sea uno de los mayores avances tecnológicos que la humanidad ha conseguido, pero aplicada esta herramienta con fines perversos puede producir unos efectos negativos en la sociedad inimaginables. Porque yo me pregunto: ¿Qué mano oculta está detrás del vehículo de esas redes sociales donde se trasmite un mensaje capaz de movilizar a miles de jóvenes? ¿Qué lucro persigue esa mano oculta?

Por mal camino vamos cuando los macrobotellones, (que se celebran un mes antes de los exámenes con desplazamientos de muchos kilómetros), son galardones para una juventud enloquecida que presume de hazañas insustanciales.

Pienso que la educación hay que aplicarla desde la cuna, porque cuando los chicos de 12 ó 13 años intimidan al maestro, (pues se han aprendido muy bien la legislación de intocables), no es de extrañar que éste sueñe más con su jubilación que con su trabajo, porque comprende que al árbol de joven es cuando hay que enderezarlo.

Hemos enseñado a esta generación a que su juego no tenga límites, y cuando la bola de nieve de tanto rodar llega a los padres (muchos de ellos ausentes del problema), la causa efecto es el abandono de estudios, los parásitos aumentan y la formación se arrastra por los suelos. Entonces, vienen las lamentaciones: ¿qué ha hecho está juventud? ¿por qué se han pasado los años vegetando?

Pero no quedan ahí las cosas. Al hacerse mayores cambian el botellón al aire libre por las reuniones en locales que alquilan. ¿Y que hacen en estos locales? Quizás hagan de todo, no hay más que ver como tienen preparados estos locales: sofás camas, alcohol, etcétera, etcétera. Creo que este tipo de juventud ha cruzado la línea roja en casi todo.

Algo está fallando cuando la terapia que se aplica a la basura social no consigue despejar los malos olores, y por más que lo intentamos no conseguimos limpiar el medio ambiente, ¿tendremos que utilizar otros sistemas más eficientes?

Mi generación, los niños de la guerra, nacimos pobres, la mayoría empezamos a trabajar a los 14 años, aprendimos un oficio, nos hicimos hombres, con nuestros padres levantamos una nación con sangre..., creamos una familia y dejamos un buen colchón a nuestros hijos. Y ahora, ¿a dónde nos dirigimos? ¿qué están haciendo nuestros hijos con los suyos?"

 

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