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Presidente de la Federación Española de Donantes de Sangre

“Si hay algo sagrado en esta vida, eso es la sangre”

Leonés de Valdefuentes del Páramo. Preside dos organizaciones de ámbito estatal: la Federación Española de Donantes de Sangre que existe desde 1988 y que preside desde entonces; y Fundaspe (Fundación para el fomento de la Donación Altruista de Órganos para Trasplantes, Tejidos, Sangre, Plasma y Médula Ósea, Educación para la Salud y Cooperación Internacional),desde 1995 que también preside. Ambas instituciones nacionales no tienen sede en Madrid como se puedera pensar, sino en León por ‘culpa’ de Manceñido. Toda su labor se centra en lograr mayor número de donantes y de donaciones. Es su gran obsesión.

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Cada día se hacen en España 6.000 transfusiones; si la gente tuviera esto en cuenta...”

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Gentedigital.es/Juanda Rodríguez
25/11/2011 - 09:00

-¿En León hay mucha o poca conciencia solidaria a la hora de donar?
-Hay zonas de la provincia que superan la media de 40 donaciones por 1.000 habitantes y otras como la capital que está más envejecida y tenemos menos posibilidades. Ciudades como Valladolid y Burgos tienen mejores índices por tener una población menos envejecida, más jóvenes y menos mayores. Nuestra actividad está ligada al concepto edad. Poblaciones como La Bañeza o Astorga superan las 50 donaciones por 1.000 habitantes donde hay una actividad divulgativa muy acusada.

-Qué dicen las estadísticas…
-Pues que cada 24 horas se hacen 6.000 transfusiones de sangre en España a unas 2.500 personas. Está comprobado que de esas transfusiones 75 personas salvan la vida y otras 350 pueden mejorar y recuperar la salud. Si la gente tuviera presentes estas cifras se daría cuenta la importancia de donar para la calidad de vida de las personas.

-¿Quién dona más los hombres o las mujeres?
-Donan por igual pero hay una mayor frecuencia en el caso de los hombres porque pueden donar en un año cuatro veces y la mujer sólo tres, establecido por ley.

-¿Los jóvenes están concienciados a la hora de donar?
-Hay unas carencias importantes. El hecho de que no se haya introducido en las escuelas como un elemento curricular más dada su trascendencia supone falta de información hacia los jóvenes. Cuando a esos jóvenes les llega la información, como en la Universidad, la respuesta es buena. Distribuimos folletos informativos, pero es escaso ese primer contacto hacia las primeras edades como en Primaria o el instituto. La solidaridad está ligada a la cultura de pensar en los demás, aunque no exista una formación amplia.

-¿No se puede almacenar la sangre para momentos de escasez?
-Hay varias líneas de investigación. Sangre artificial es imposible crear, si no eres Dios, y no hay perspectivas para ello a largo plazo. La sangre es el único elemento de la naturaleza que lleve el oxígeno incorporado. Aunque ha mejorado los conservantes para almacenar la sangre hasta los 42 días de caducidad actuales, y en las plaquetas es sólo de 5 días. Tenemos que estar jugando con almacenamientos muy ajustados, no podemos hacer stock. Si almacenaras mucho, o la envías para otro sitio para que la consuman o se te caduca y tienes que tirarla y eso no puede ocurrir, sería un sacrilegio, porque si algo es sagrado es la sangre, pues nuestra vida está regulada por sangre. Por so es tan importante garantizar el poder sustituir la sangre y por eso se asocia la sangre a la vida. Con la hemoterapia del siglo XX, al hacer posible el trasvase de sangre de un cuerpo a otro representa vida real.

-¿Qué le diría a quien no dona por miedo a un pinchazo?
-Tenemos cuantificadas esas personas. Son 12 de cada 100 los que tienen fobias a la visión de la sangre o a las agujas. Tienen la misma consideración que un enfermo crónico, son inhábiles para donar. A quien podíamos dirigirnos es a quien no dona por comodidad, simplemente remitirles a esas cifras de lo que ocurre cada día en España.

-¿Entonces hay mucha gente que no puede donar?
-De cada 100 personas 50 no pueden hacerlo por la edad (menor de 18 o mayor de 65); de esas 50 hay 20 enfermos crónicos; de los 30 que quedan, 12 tienen miedos fóbicos; y de los 18 restantes donamos 4, con lo que nuestro objetivo es trabajar para que donen esos otros 14. Pero el consumo es de los 100, que estamos resolviendo ahora sólo 4 personas.

-¿Donar tiene alguna contraindicación?
-En absoluto. El médico que autoriza la donación es muy riguroso y sabe si esa persona puede o no donar, si tiene algo que le pudiera perjudicar. Es un acto inocuo en cuanto a peligro. Sólo puede haber algún mareo a la hora de donar, pero no son físicas sino psicológicos. Con esos riesgos es mejor no donar. Tampoco valdría quienes quieren donar, por ejemplo, por tener exceso de glóbulos rojos. Esa sangre no nos vale. Aquí los conceptos que valen son los de voluntariedad, gratuidad y de excelente salud.

-Hay países que pagan por las donaciones. ¿Se ha pensado alguna vez en gratificar este gesto?
-De ninguna manera. En la Unión Europea está prohibido. En países donde la donación voluntaria no alcanza la autosuficiencia se paga. Un ejemplo cualquiera: en Guatemala se consiguen 2 donantes voluntarios de cada 100 y se acude a la donación familiar que es una tragedia porque hay que buscar familiares muy difícil para hacer compatible con el que espera la transfusión. Es un desastre. El riesgo de transmisión de enfermedades de una persona voluntaria, altruista, con relación al que vende la sangre es de 1 a 15. Nosotros decimos a nuestros donantes que someteremos su sangre a análisis antes de ponérsela a un enfermo, pero si antes el donante sabe que ha pasado por una situación de riesgo, lo aconsejables es no donar.

-¿La sangre es un material demasiado delicado?
-Es vida, es un órgano vivo, líquido, pero es un órgano.

-¿Influye la crisis para donar?
-En las ciudades muy industriales, en León no. Solemos salir con los equipos médicos a los polígonos industriales y ahora sí se nota, porque de 80 empresas 10 tienen un ERE… Por eso el año pasado no tuvimos incremento apenas. También hacíamos campañas para los inmigrantes cada año y hay ahora menos.

-¿Y las contribuciones de las instituciones o administraciones?
-Un desastre. Nuestras campañas son menos intensas por falta de apoyo de la administración. Creo que la misma Administración sanitaria debería ser más cercana al movimiento asociativo a sabiendas que nadie más que la sociedad civil puede resolver el problema de las donaciones. La sangre está en las venas de la gente de la calle y como esa gente no esté por la labor no hay nada que hacer. Esa labor se consigue a base de campañas. Para los cuatro euros que necesitamos, si nos los retiran… Los políticos dicen que lo social no se toca y nos han quitado ayudas, sobre todo del Gobierno Central. Y al final falta plasma y hay que comprarlo, porque las plaquetas y los glóbulos rojos no se pueden importar, pero el plasma que es el 55% de la sangre se puede importar, y por no pagar 1 euro para las campañas acaban pagando 83 por el plasma importado. En esta campaña electoral hemos pedido a los candidatos que aunque hablan de austeridad no deben recortar para esta labor divulgativa.

-¿Quiere decir que no se valora suficientemente a los donantes?
-Es que somos un colectivo que no nos damos importancia y consideran que formamos parte del paisaje y que está resuelto el problema porque ya hay unas personas que donan. Es que a estas personas que van a donar hay que fidelizarlas, mimarlas… Hay que garantizar la cercanía a esos 2,2 millones de donantes activos que de vez en cuando necesitan que se les reconozca como colectivo generoso. Nosotros hacemos un reconocimiento a las 20, 30, 50 y 75 donaciones, es algo que la gente valora por su gesto que ha hecho algo bueno. A veces no es suficiente. Echamos en falta desinterés de los grandes personajes que se prestan más a temas mediáticos. Como esto se considera algo corriente, normal…

-¿A qué cree que es debida esa falta de reconocimiento social hacia el donante?
-Nos quejamos que hay una cierta frialdad, por ejemplo de los personajes públicos, que prefieren salir en televisión. Aquí trabajamos varios miles de personas todos los días por la cara para que esto funcione. Si las ayudas fueran un poco mayores, la optimización de este dinero sería muy fácil de evaluar. A veces echamos en falta ese reconocimiento. Pero tenemos demostrado que allí donde hay mayor cercanía de los representantes sociales, mejor índices. ¿Por qué Navarra o País Vasco tienen mejores índices de donaciones que el resto de España? Porque empezaron 20 años antes y porque miman a esa estructura social. Aquí nos falta esa cercanía.

-¿Y los órganos sólidos?
-Hay una sobredimensión mediática por lo espectacular de los médicos, helicópteros, aviones…. Pero ahí cobra hasta el apuntador, con lo que no es comparable con lo nuestro. Esa estructura hace 4.500 trasplantes al año, la mayoría de riñón,… ¿Cómo es posible? Nosotros con la sangre superamos 6.000 veces esas cifras y salvamos muchas más vidas. Nosotros fomentamos las donaciones, que la gente crezca en valores, con el sentimiento de la solidaridad.

-Fundaspe trabaja en donación de órganos para trasplantes, tejidos, sangre, plasma, médula ósea y hasta en cooperación internacional. Eso requiere mucha organización, ¿No?
-Sí. Yo estuve 6 años de presidente de la Organización Mundial de Donantes de Sangre. He visitado 66 países. He visto lo que no está escrito, una tragedia. Abrí la necesidad de cooperar, por ejemplo, a más de 12 países en materia legislativa, asociativa, educativa; también trasladamos nuestro esquema adaptándolo a las necesidades de ese país. El primer país en el que intervenimos hace ya diez años fue República Dominicana donde creamos 100 clubs de donantes y cuando fue el terremoto de Haití nadie destacó que los donantes dominicanos salvaron más de 2.000 personas que morían. ¿Eso no fue en heroicidad? Las carencias son terribles en muchos países, no sólo del tercer mundo, sino de esos países llamados emergentes. Damos charlas en sindicatos, parroquias de distintas religiones. En ninguna religión hay rechazo a las donaciones, excepto en la facción católica de los Testigos de Jehová. La tragedia no tiene porque ser colectiva, es cuando mi hijo o yo estoy enfermo y puedo morir a sabiendas que las técnicas o la medicina pueden salvarme.

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