Entre el pueblo y la ciudad
Han pasado ya 509 años desde que el Rey Fernando el Católico otorgase a Colmenar Viejo el privilegio de villazgo. Fue un 22 de noviembre de 1504 cuando se produjo este hecho que marcaría la historia de esta localidad que había ido creciendo a las puertas de la sierra madrileña desde el siglo XIII. La vida del pueblo ha cambiado mucho desde aquellos tiempos y el municipio ha ido convirtiéndose en lo que es hoy en día, una gran localidad con más de 46.000 habitantes.
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gentedigital.es/ Javier Sánchez (@javisanchez3)
22/11/2013 - 10:59
Muchas han sido las generaciones que han ido poblando sus calles y viviendas. Ese es el caso de la familia De Pablos. Aunque no nacido en Colmenar, pero colmenareño de adopción, Ismael de Pablos, de 83 años, llegó un día de 1956 al pueblo, y de ahí no se movió. Él, es sólo un ejemplo, pero no hace falta indagar mucho para ver a otros que como él fueron parte fundamental para poner las primeras piedras del cambio de Colmenar.
Un pueblo de verdad
Ismael trabajó, se enamoró y crió a sus hijos en este pueblo. Y dice pueblo bien dicho, porque por aquel entonces "Colmenar era un pueblo de verdad", como él mismo dice. La vida era muy diferente a la de hoy en día. "Aquí nos conocíamos todos, era mucho más pequeño y el pueblo acababa en el bar de ‘El Ventorro', que yo regentaba", relata. Ismael podría estar un día entero contando anécdotas de aquellos tiempos, y es que, su recuerdo es inmenso. "Algo que demuestra que esto era un pueblo es que a mí los vecinos me pedían que no apagara las luces del bar hasta que no llegaban ellos a sus casas, no había iluminación por la zona, y algunas vecinas tenían miedo si volvían cuando era de noche y me pedían ese favor", cuenta.
"La vida en sí era muy distinta a como es ahora, se usaban los apodos entre los vecinos, se trabajaba en las eras que estaban detrás de la Plaza de Toros y se disfrutaba de todo mucho más que ahora", comenta Ismael.
Él, a través de la barra de su bar, en el que ha trabajado hasta hace unos años, vio pasar la vida de Colmenar y de sus gentes. Sintió el cambio que ha sufrido el municipio en los últimos 50 años, y vio como su hijo Diego se convirtió en uno de los protagonistas de la evolución vivida por Colmenar.
La vida en los años 60
Criado y curtido en esta localidad, Diego de Pablos, de 52 años, ve hoy en día un municipio muy diferente de lo que él conoció. "Colmenar en este tiempo ha perdido su idiosincracia, no somos ni pueblo ni ciudad", dice. Esto ha sido así porque el cambio se producido en todos los ámbitos de la sociedad. "Yo recuerdo que aquí las puertas de las casas estaban siempre abiertas, los vecinos se juntaban, hacían cosas juntos, y eso ya no se hace, se ha perdido la esencia rural, pero no se ha avanzado para que Colmenar sea una ciudad", apunta.En cuanto a la vida que se hacía cuando él era joven, asegura que "se podía hacer mucho más de lo que los jóvenes pueden hacer hoy en día. Teníamos tres cines, discotecas, terrazas de baile... mucha más oferta que hoy". En definitiva, una vida muy tranquila y con mucha calidad de vida, "quizá más que ahora", coinciden padre e hijo.
Y si seguimos avanzando nos encontramos con una nueva generación, la del nieto de Ismael, Sergio. A sus 26 años, y viviendo en Colmenar, él también coincide en la pérdida de la esencia de pueblo. "Ya no se ven a niños jugando por las calles como hacía yo, ahora cada uno va más a lo suyo", señala.
Un día especial
Sin duda, una fecha la del aniversario que se debe celebrar. Para ello, el Ayuntamiento ha organizado diferentes actividades entre las que destaca el pleno en el que se darán las medallas de la Villa.
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