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REPORTAJE | HOGAR SOCIAL JESÚS CAMINANTE

Un lugar digno donde seguir viviendo

 

Se les ve, pero se les ignora. Se pasa a su lado, pero ni siquiera se les mira a los ojos. El número de personas sin un techo donde refugiarse ha crecido en toda la región en los últimos años. La crisis y la mala situación económica que ha vivido mucha gente en España ha hecho que cada vez sean más las personas que necesitan un hogar como el Jesús Caminante de Colmenar Viejo. 

 

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gentedigital.es / @javisanchez3
14/11/2014 - 10:25

Tras más de 25 años ayudando a este colectivo en la calle Virgen de Fátima, desde el pasado mes de junio, la fundación Jesús Caminante tiene un nuevo hogar. Más espacio, más luz y, sobre todo, más comodidad para las personas que allí viven cada día. Casimiro Leal, responsable del centro, abre las puertas de éste a GENTE para mostrar una realidad que muchas veces no se conoce.
"Ahora mismo aquí tenemos alojadas a unas 60 personas. Es gente sin nada, hay un abanico muy grande", cuenta. Los sin techo que viven en este lugar son personas que "no tienen ninguna posibilidad de incorporarse al mercado laboral, de salir adelante ellos solos, o incluso de poder ir a un simple albergue a pasar unos días para recuperarse", sostiene Casmiro.

Vivir, y convivir

En Jesús Caminante buscan a gente con este perfil, un colectivo "al que no le queda nada, porque la situación en la que se encuentra es muy crítica", dice el responsable del centro. La vida pasada de cada una de estas personas es algo que "no se pregunta. Nosotros sólo buscamos personas que no puedan ir a otro sitio". Y es que, las fortaleza que hay que tener para llegar a la puerta, llamar y pedir ayuda es "mucha", sostiene Leal, pero "más duro es que nosotros les tengamos que decir que no porque no tenemos sitio, que es lo que nos ha pasado estos años atrás en nuestro anterior hogar".

Pero este lugar no es sólo un sitio en el que refugiarse, "esto es su casa, aquí viven y conviven", apunta Casimiro. Las acogidas son "indefinidas" porque "15 o 20 días para estas personas no valen", dice. Además, todos ellos se sienten más útiles. Cada uno tiene una función, desde el que abre la puerta, al que limpia los platos. Y es que, en definitiva, esta es su vivienda.

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