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ENTREVISTA: EDUARDO SOLÁ Y JEAN F. CASANOVAS

"Caviar Follies es un reciclaje de voces muertas, un crucero mágico"

El Nuevo Teatro Alcalá de Madrid se disfraza de cabaret un par de horas al día, con luz fucsia, plumas, lentejuelas, y todo tipo de géneros musicales, con personajes que van de Betty Boop a Edith Piaf. Los padres son Eduardo Solá y Jean François Casanovas.

Archivado en: Caviar Follies, Eduardo Solá, Jean François Casanovas

Caviar Follies

gentedigital.es/Patricia Costa
19/11/2008 - 14:08

Me esperaba una revista musical pintada de colores, pero me encontré -además- un cabaret. Perdón Lizza, quiero decir, una parodia del cabaret.

Mujeres enfundadas en elegantes trajes de noche, guantes y taconazos bailaban -cuando llegué- junto a hombres de smokin y pajarita.

Pronto empezó a funcionar la gramola y comencé a dudar si me encontraba en un teatro o en un estudio de radio de los años 50.

A partir de ahí no recuerdo nada más. Los culpables de esta absorción son Eduardo Solá y Jean François Casanovas, actores y directores de 'Caviar Follies', protagonistas junto a Sandy Brandauer y Daniel Busato. Ambos me esperan en las butacas, ya desnudos de plumas y lentejuelas.

¿Qué tiene Caviar Follies de cabaretero?

Eduardo Solá: Tiene bastante que ver, primero porque asocio el cabaret a un lugar pequeño, como éste, en el que el público puede sentir respirar a los actores, y disfrutar del espectáculo tomando una copa. Aquí las primeras filas se han sustituido por unas mesas donde poder beber algo.

Jean François Casanovas: También resulta importante la parte sonora del asunto. Son músicas sentimentales, tropicales, para que el público sueñe con noches de estrellas y palmeras. Y, en cuanto a la iluminación, hay luces suaves para provocar intimidad. Es un cabaret atípico, porque siempre existe algo de prohibitivo en un cabaret, y aquí presentamos historias cómicas. Somos seis, 180 trajes y 20 historias distintas, desde la profesora de piano a Marylin Monroe, Betty Boop, Edith Piaf...

Una Edith Piaf en sus últimos días.

J.F.C.: Sí, es el único fragmento melodramático de este cuento, todo lo demás es para que la gente se ría y se olvide de Madrid, España, el planeta, el mundo, y se meta en esta cápsula del tiempo.

E.S.: Parece que funciona porque la gente nos dice que el tiempo se pasa rápido, cuando estamos hablando de hora y media de espectáculo.

¿Cómo habéis conseguido una selección tan auténtica para pinchar en Caviar Follies?

J.F.C.: Es un trabajo de edición musical, ningún tema es lo que parece, están remasterizados, cortados y adaptados. Y los diálogos de las escenas cinematográficas no existen, son parte de otras cosas y, juntando las palabras, haces decir a los actores otra cosa. Es un reciclaje de voces muertas.

¿Nos recomendáis algún tema?

E.S.: Sugiero una mezcla de Edith Piaf, Marylin...

J.F.C.: Temas de la radio portoriqueña de los 50, ‘Quiero cocaleca, dame Cocaleca', ‘Luna de miel en Puerto Rico'...

¿El invento de Marconi es también un invitado privilegiado en vuestro cabaret?

E.S.: Presentamos un programa real de Puerto Rico y unas cantantes reales.

J.F.C.: Es un homenaje a los programas de radio en vivo que se hacían en los 40 o 50, antes de la televisión. Había público en un auditorio y los programas eran retransmitidos por radio. La gente reaccionaba, gritaba: "¡Bravo!" ... Era una televisión sin imagen.

La radio y el cabaret han tenido bastante que ver.

J.F.C.: Por lo que he visto en las películas americanas, tenían la hora de la orquesta 'x', de la radionovela romántica...

E.S.: Y la gente asistía a la radio muy elegante para ver a los artistas.

J.F.C.: En 'Días de Radio', de Woody Allen, hay escenas de ese tipo, mujeres con sombrero, guantes...

E.S.: La escena de Las Bohemias recrea todo ese mundo en nuestra obra.

¿Cómo es vuestro armario?

E.S.: Utilizamos 80 trajes distintos para 25 escenas. Esto implica 80 pelucas, bisutería, guantes y otros accesorios. Es un despliegue importante de vestuario, y carísimo.

Os cambiáis rapidísimo, entre número y número.

E.S.: Hay ensayos de lo que hacemos detrás del camerino, y cada uno sabe dónde tiene que ir, qué tiene que ponerse y salir rápido. Es como un mecanismo de relojería que no puede fallar.

Pero, ¿ha fallado?

E.S.: En otro espectáculo, me ocurrió a mí, fue un papelón. Hacía de María Calas y el telonero me hizo señas, pero no le hice caso y salí. Empezó a sonar Gloria Estefan, y yo vestido de María Calas. Me fui dignamente, pero lo que sentí en el estómago no lo puedo explicar.

J.F.C.: Yo me caí dos veces en Madrid, en 'Caviar Follies', al entrar en el escenario, y me quedé espatarrado en el suelo interpretando a un personaje muy serio

E.S.: Pensamos que se había caído el decorado, por el ruido (risas).

¿A qué cabaret viajaríais?

J.F.C.: Al que funcionó en París entre los 70 y 80, que reunía todo lo que estamos hablando más el personaje del anfitrión que te iba llevando a un viaje imaginario a través de un micro.

E.S.: Yo no he ido a cabarets, pero he visto las películas de Marlene Dietrich. En ellas puedes encontrar cabarets maravillosos. Ese es mi ideal.

Vendan 'Caviar Follies'.

E.S.: Una sucesión de cuadros muy graciosos, con cambios de ropa vertiginosos, vestuario espectacular, para olvidarse de lo feo que nos pasa a cada uno, un show accessible y en un lugar agradable.

J.F.C.: Es una hora y media en un crucero mágico que terminará en la puerta del teatro cuando acabe la función.

Nuevo Teatro Alcalá (C/Jorge Juan, 62). Madrid.

De martes a jueves a las 21:00 h. Viernes a las 22:30. Sábados a las 23:00. Domingos a las 20:30. Precios: De 18 a 25 euros.

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