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CINE: CRÍTICA

Clint Eastwood se pone sobrenatural en 'Más allá de la vida'

Los 80 años que aparecen en su carnet de identidad no constituyen un impedimento para que Clint Eastwood continúe haciendo cine, dirigiendo desde la silla con esa imagen penetrante y un despliegue verbal que supone un verdadero tesoro para quienes trabajan a su lado.

Archivado en: cine, crítica, Clint Eastwood, Más allá de la vida, Hereafter, Marcos Blanco

Marcus (Frankie McClaren), durante una escena del filme.

gentedigital.es/Marcos Blanco
19/1/2011 - 14:32

El cineasta norteamericano acaba de estrenar en España su última película, 'Más allá de la vida' (en inglés ha recibido el nombre de ‘Hereafter') y confirma una agradable variedad temática después de anteriores títulos como 'Gran Torino' e ‘Invictus'.

Para esta ocasión, Eastwood ha decidido filmar un drama universal sobre la relación entre la vida y la muerte que hará reflexionar al espectador sobre una serie de planteamientos relacionados con el más allá, del que mucho se habla sin ninguna constatación científica dedicada a mostrar lo que sucede cuando el corazón deja de latir.

Sin lugar a dudas, el filme no defraudará a los seguidores de Clint, numerosos y fieles, aunque no se trate de una obra maestra del director. Tres historias conducen la cinta. George (Matt Damon) aparece como un médium que considera como una maldición el hecho de contactar con los muertos. Marie (Cécile de france) tiene la impresión de haber estado en el limbo tras un accidente y busca que alguien entienda lo que ha vivido. Marcus (Frankie McClaren) pierde a su hermano y le echa tanto de menos que, desesperado, necesita respuestas a muchas preguntas personales. Los tres viven obsesionados por la mortalidad y el destino hará que sus caminos se crucen para alcanzar la paz personal.

‘Más allá de la vida' ofrece una enriquecedora visión de lo sobrenatural, de la vida tras la muerte. Eso sí, los excesos sentimentales conquistan la película, condicionados por la constante sensación de pérdida y tristeza que embarga a los protagonistas. Los actores cumplen con nota, el guión merece un aplauso y el señor Eastwood ofrece una nueva lección cinematográfica para todos los públicos.

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