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CRÍTICA

'Radio encubierta', cuando la música nos hacía libres

Curtis se ha sacado de la mano una divertidísima comedia sobre la música y el significado personal que tenía este arte allá por los 60. Los gamberros locutores de ‘Radio Rock', una supuesta emisora clandestina cuyos integrantes residen en un barco, transmiten esta nostálgica y dulce filosofía.

Archivado en: Radio encubierta, Richard Curtis, Radio Rock, Philip Seymour Hoffman, Rhys Ifans

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Una escena de 'Radio encubierta'

Una escena de 'Radio encubierta'.

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gentedigital.es/Marcos Blanco
03/6/2009 - 10:12

Curtis se ha sacado de la mano una divertidísima comedia sobre la música y el significado personal que tenía este arte allá por los 60. Los gamberros locutores de ‘Radio Rock', una supuesta emisora clandestina cuyos integrantes residen en un barco, transmiten esta nostálgica y dulce filosofía.

Estamos ante un hilarante ‘Gran Hermano' marino, la surrealista convivencia entre un grupo de melómanos que viven por y para pinchar sus canciones al resto del mundo. Su único objetivo sobre la faz de la tierra. Como la libertad siempre molesta, el futuro de ‘Radio Rock' se tambaleará poco a poco debido a las presiones gubernamentales. Ya saben. El poder mata la pasión.

El filme ofrece un reparto coral exquisito. El liderazgo sentimental de ese Conde creado por Philip Seymour Hoffman o la elegante chulería de Rhys Ifans como Gavin encabezan una tropa singular que no quiere despertarse de un sueño tan grandilocuente. Sus presentaciones radiofónicas desvelan una banda sonora alucinante, repleta de temas que han marcado una época y reflejan aquella década.

La progresiva pérdida de inocencia del joven Carl, esa búsqueda de su figura paterna o el acecho político son elementos inconstantes a lo largo de la película, que merecía un final menos previsible. Pese a estas minucias, el espíritu de ‘Radio Rock' pone en evidencia que la felicidad depende de uno mismo.

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