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Studeam, una herramienta de sobresaliente

El confinamiento y el hecho de que las clases ‘online' puedan implantarse en un futuro cercano están abriendo una brecha académica importante entre el alumnado. Un madrileño, Luis Álvarez, ha creado un proyecto pionero a nivel mundial que ayuda al escolar a tener unos buenos hábitos de estudio.

Archivado en: educación, tecnología, Studeam

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"Al sistema le da igual si solo se estudia el día previo al examen"

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F. Q. Soriano
16/7/2020 - 13:16

El confinamiento obligatorio vivido por la sociedad española en los meses pasados puso de manifiesto muchos aspectos en los que hasta ahora no se había reparado o, si se habían abordado, era de forma testimonial. En este grupo se encuentra el hábito de estudio de los alumnos, una realidad con la que se han dado de bruces los padres al pasar más tiempo en casa. Y no hablamos de tener o no los conocimientos para poder ayudar al hijo en los deberes de turno, sino en la desorganización que muchas veces domina las labores escolares que se traen al hogar.

Charlamos sobre ello con Luis Álvarez, CEO de este iniciativa:

Para aquellos que no conozcan esta herramienta, ¿cómo podríamos definir Studeam?

Se trata de una aplicación web que es un planificador de tareas de estudio o de deberes. No es simplemente una agenda, sino que además planifica, coordina el tiempo con sentido común, con máxima seguridad en cuanto a entregas, con criterio pedagógico... Hay un arco muy amplio de posibles alumnos. La planificación en el tiempo es clave para que se aproveche ese tiempo al máximo, para que no nos engañen y con el objetivo de educarse en hacer lo que toca cuando toca.

Ustedes hablan de la brecha académica abierta durante el confinamiento, ¿surgió entonces esta idea o ya llevaban meditándola un tiempo?

Esto arranca de muy antiguo, si no no habría tiempo suficiente para haberlo sacado adelante. Terminamos la programación en mitad del confinamiento. El diseño y otros elementos parten de años atrás, y sobre todo de una herramienta precedente que medía la carga del trabajo de los alumnos en tiempo real para que los profesores se coordinen y manden una lista de tareas asumible y que tenga un sentido pedagógico. Esa herramienta existía pero estaba más pensada, quizás, para el profesorado; nosotros queríamos sacar una para el alumno. En el transcurso de la producción tuvimos mucha dificultades durante dos años y al final nos pilló el confinamiento por mera casualidad, es una circunstancia sobrevenida que ha ayudado para concienciar a la gente que es importantísimo educar a los alumnos en hábito de estudio, en gestión de tiempo, para que no se vean perdidos. Prácticamente todas las tareas que se hacían antes en las aulas pasan casi íntegramente a ser deberes para casa, y ahí las desigualdades crecen porque no todos los alumnos tienen los mismos recursos en casa, por la estructura familiar.

Parece que la planificación del estudio por parte del alumnado no es un problema nuevo. Usted ha sido tutor de Bachillerato durante diez años, desde su perspectiva, ¿qué dificultades o trabas se dan para que esto siga siendo una barrera?

Realmente lo que desde la escuela se pide a los alumnos no tiene por qué incidir en ese hábito de estudio, no se actúa sobre cómo hacer el estudio en determinadas materias. Lo que suele suceder es que cada vez se le pone a los alumnos más fáciles sin exigirles el entregar las cosas cuando toca. Por ejemplo, los alumnos no se plantean estudiar cada día, sino hacerlo solo para el examen, es decir, en el último momento, incluso el primer estudio, no profundizan en la materia cuando el profesor la imparte, sino que lo hace en las fechas justo anteriores, o incluso en las horas previas a un examen. Es una práctica que todos los profesores coincidimos en que no es adecuada, pero la aceptamos porque todos queremos que aprueben nuestros exámenes, y en cuanto coinciden dos exámenes en la misma semana, ya no digamos en el mismo día, tememos que el resultado baje porque los alumnos ya han tomado como práctica hacer las cosas en el último momento.

Cuando el marco general no educa en la gestión del tiempo, entonces tenemos un resultado que no puede ser bueno. Lo que me he encontrado como tutor es que había un grupo de estudiantes, nada despreciable, que venía suspendiendo varias materias y que en el último momento terminaban aprobando o como mucho les quedaban dos asignaturas y pasaban de curso con ellas. Todos ellos tenían en común un pésimo hábito de estudio o ninguno, y buscando los mínimos siempre. Seguro que hay muchos casos diferentes, pero lo que les pasa a todos es que no se están poniendo a trabajar. Por eso decidimos ponerles por las tardes, a los que quieran, e irles supervisando y viendo hasta dónde llegamos. Al menos ponerse un rato cada día e ir viendo cómo evolucionan, para además poder ver qué le pasa a cada uno. Ese proceso de supervisión solo era posible si había una planificación anterior. Saber qué había que hacer en cada momento para tratar de indagar en los diferentes problemas que surgen. La experiencia fue muy buena, pero agotadora.

Después de este largo recorrido, digamos que ya se puede ver el producto final. ¿Han puesto ya esta herramienta a disposición de centros educativos y alumnos y, en ese caso, qué respuesta han obtenido?

El cierre provocado por la Covid-19 sí que tiene como consecuencia que es difícil acceder a los directores de los centros escolares. Les hemos mandado información online y se ve en las redes que hay interés y descargas y ganas de ver lo que es. Estos meses han sido complicados en este sentido. Sí que les hemos presentado el proyecto a varias consejerías, pero está todo un poco patas arriba, tomando decisiones más urgentes como para prestar atención a esta herramienta, más allá de una bolsa de alumnos que teníamos con interés de probarlo y otros que hemos captado a través de las redes sociales. Todavía es pronto para hablar de esta respuesta. Hay conversaciones con centros y plataformas educativas y espero que se concreten en un trato dentro de poco.

La incertidumbre sobre el modelo de clases que se impartirán el próximo curso es, en estos momentos, muy grande, pero si se diera esa combinación de clases online y presenciales que ha llegado a plantearse, ¿cree que sería un empujón importante para Studeam?

Creo que sí. En cualquier caso, las familias, que de algún modo u otro, van a adquirir Studeam, ya han sufrido en sus carnes el problema de la desorganización del estudiante en casa. Lo difícil es que ahora deben mantener un hábito de estudio muy autónomo, tienes que coordinarte y supervisarte tú mismo, porque tus padres están en casa pero a lo mejor están haciendo su trabajo y no pueden ayudarte. La situación ha cambiado tanto que se ha hecho muy evidente esta necesidad. Hay que aprender a tener una disciplina de trabajo, un hábito que se pueda seguir, y eso es algo independiente de que la pandemia provoque nuevos confinamientos o nos obligue a un modelo mixto de clases presenciales y online. Ahora supongo que la presión es mucho mayor para tomar decisiones en este sentido a los colegios, cómo ayudamos a los alumnos a no perderse.

¿Temen que los profesores o centros miren con recelo su iniciativa, es decir, que lo puedan ver como una intromisión en su labor?

En esto en concreto, en absoluto, no lo hemos percibido, al revés. Nosotros ya habíamos ofrecido a los centros una herramienta hace tres años que coordina a los profesores para poner una carga a los alumnos que fuera igualitaria tanto en cantidad como en distribución, es decir, que por ejemplo los miércoles tuvieran mucha tarea y los jueves ninguna porque corríamos el riesgo de pedir a los alumnos cosas que no pudieran hacer o no hicieran bien. La herramienta parecía muy pertinente, le gustó a los directores, pero a los profesores, de entrada, no tanto, porque tenían que meter las tareas en la herramienta y ver en ella si se podía hacer lo que proponían o los alumnos ya tenían para ese día mucha carga de trabajo, entendían que eso podría ser problemático porque era visto como un trabajo extra que no tienen la certeza de que les vaya a ser rentable y ahí sí que hubo recelo, porque tratamos de cambiar una rutina de trabajo que llevaba muchos años asentada. Los cambios, en cualquier sector, incluido educación, se ven con ciertas dudas. No tuvo la acogida que nosotros esperábamos.

En cambio, Studeam ha sido diferente porque han visto que es algo muy válido para los alumnos. En este sentido no estamos teniendo problemas, más bien al revés, algunos preguntan cómo funciona. Para los padres es más interesante, ya que han visto cómo algunos hijos han pasado meses en blanco.

Esto forma parte de un proyecto que cuenta con el apoyo del Estado, es una iniciativa de I+D+i que sirve para evaluar el hábito de estudio y en ese sentido educar en ello, que para nosotros es la gran transversal que está olvidada. Ahora mismo un alumno puede sacar un 7 en Historia pegándose una buena panzada el día anterior o habiendo trabajado cada día y permitirse el lujo de irse la tarde anterior al examen al cine con sus amigos, al sistema le da igual. Y sin embargo no es igual, la diferencia es enorme. El aprendizaje significativo es mucho más evidente en el segundo y, sobre todo, uno se está educando en trabajar cuando toca y el otro no, con lo cual en la vida profesional la diferencia va a ser brutal. Ese es nuestro objetivo. No hay nada similar a esto en el mundo.

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