Matar un ruiseñor

Robert Mulligan, 1962. Las buenas novelas no suelen ser superadas por sus versiones cinematográficas. En este caso, la historia con la que Harper Lee gana el premio Pulitzer sirve a Gregory Peck para logar el Óscar al mejor actor, y para que Átticus Finch -el personaje que encarna- sea en su país el preferido entre los héroes de Hollywood. Se trata de un abogado joven y viudo, con una hija de 6 años y un hijo de 12. Vive en una ciudad con fuertes prejuicios racistas, marcada por la depresión de 1929, y acepta la defensa de un chico negro, acusado de violar a una joven blanca. Átticus es para sus hijos un ejemplo de integridad y valentía, pero sobre todo es un padre excelente. Harper Lee y Gregory Peck no han podido refejar mejor lo que significa educar y ser padre: esa delicada mezcla de autoridad y cariño, de exigencia razonable y confianza, de respeto a la libertad y apelación a la responsabilidad, de preocupación por los demás y ejemplaridad amable.

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